Amanda Bennett, jurado del Prix de Lausanne: “Es importante que

Cobertura desde Villa Carlos Paz / Por María José Lavandera Amanda Bennett es la Directora Artística del Prix de Lausanne y en esta ocasión llegó a Argentina para oficiar de Presidenta del Jurado de la pre-selección del Prix en Villa Carlos Paz, compuesto asimismo por Gustavo Lesgart –uno de los más importantes coreógrafos argentinos de […]

jueves, 03 de octubre de 2013 |

Cobertura desde Villa Carlos Paz / Por María José Lavandera

Amanda Bennett es la Directora Artística del Prix de Lausanne y en esta ocasión llegó a Argentina para oficiar de Presidenta del Jurado de la pre-selección del Prix en Villa Carlos Paz, compuesto asimismo por Gustavo Lesgart –uno de los más importantes coreógrafos argentinos de danza contemporánea- y Lidia Segni –Directora del Ballet del Teatro Colón. Si bien ella es estadounidense, desarrolló su carrera como bailarina en Europa: primero en el Ballet du Grand Théâtre de Ginebra, bajo dirección de Balanchine; luego fue primera bailarina en el Basel Ballet, bajo la dirección de Heinz Spoerli, y durante la temporada de 1990 actuó con el Ballet de Pennsilvania. Hoy retirada de los escenarios, lleva adelante una atenta tarea docente: es directora de la Escuela de Ballet de Basel (Suiza), a la que dedica hoy casi todo su tiempo. Se preocupa por sus alumnos, según cuenta, fundamentalmente de los estudiantes internacionales, casi que de forma personalizada.

Amanda es cálida y, espontáneamente, nos encontramos hablando de sus comienzos y de su vida en la danza: “Soy de Texas y comencé allí en una escuela pequeña. Simplemente quería bailar. Cuando comencé tenía 8 años. Mi abuela me había prometido que para mi cumpleaños podía elegir un curso que quisiera hacer. Y elegí las clases de ballet. Tuve mucha suerte de tener una buena maestra, Elaine Fields, y ella me apoyó mucho. En un momento determinado, mi familia se mudó a Mississipi y allí encontré otra gran maestra. Ambas me alentaron a que fuera a Nueva York. Fui a la Escuela del American Ballet y eso fue para mí una experiencia maravillosa. Amé cada momento de ella (risas). Tuve maestros maravillosos allí. Para mí fue como un mundo nuevo. Los bailarines del New York City Ballet estaban siempre ahí. Gelsey Kirkland estaba en la clase. Eso era maravilloso”.

Amanda Bennett, una gran maestra: hace un atento trabajo pedagógico en la Escuela de Ballet de Basel y es Directora Artística del Prix de Lausanne. Foto: Gentileza Danzamérica.

Amanda Bennett, una gran maestra: hace un atento trabajo pedagógico en la Escuela de Ballet de Basel y es Directora Artística del Prix de Lausanne. Foto: Gentileza Danzamérica.

R: Nueva York, además, suena como una gran ciudad para cultivarse y crecer como artista con distintas opciones, ¿no?

A: Nueva York es una ciudad fabulosa porque hay tanto que sucede allí. La mayoría de los grandes artistas venían a la ciudad en aquel momento. Hay muchas galerías de arte, conciertos gratuitos. Y, no sé si debería decir esto, pero nosotros [sus compañeros de clase y ella] éramos bastante buenos encontrando modos de acceder a espectáculos sin tickets (risas). La gente en la entrada solía ser muy amable y un poco que cerraban los ojos para que pasáramos. En ese momento en el MET también era posible sacar una entrada de parado por cinco dólares.

De este modo, nos fuimos sumergiendo en la labor que la trajo a nuestro país, elegir los mejores bailarines de los 41 chicos que finalmente se presentaron a la pre-selección del Prix, y en conocer su experiencia como formadora de profesionales:

R: ¿Cuáles considerás que son los factores para gestar una buena carrera en danza? Te pregunto apelando a tu gran experiencia, ya que hay chicos que se quedan en rendir concursos y luego no tienen éxito en su transición como profesionales.

A: Creo que más o menos siempre fue igual. Competir da la posibilidad de entrar en una buena escuela profesional. Eso te da las herramientas para entrar en una compañía. Y eso es sólo el comienzo. Hay una gran diferencia entre los jóvenes bailarines que sólo son buenos en competencias y aquellos que pueden hacer una carrera como profesionales. Tienen que lograr exceder el hacer una sola cosa y hacerla bien. Para ser un profesional hay que levantarse cada mañana, hacer la clase. Tienen que poder ir al estudio cada día e inmediatamente aprender aquello que el coreógrafo les quieren transmitir e interpretarlo con las demandas técnicas acordes a ello. En general como profesional uno no tiene la posibilidad de trabajar sólo una cosa en un largo periodo de tiempo. También en el mundo de hoy, para tener una buena carrera, debes ser muy versátil, porque en toda compañía se demanda hoy la interpretación tanto de repertorio clásico como de contemporáneo. Tienen que ser capaces de hacer un poquito de cada cosa.

R: La participación latinoamericana ha crecido y ha tenido mucho éxito en este concurso en los últimos años: ¿por qué pensás que ha sucedido eso en esta competencia?

A: Creo que esta competencia ha dado a los jóvenes bailarines la posibilidad de ver un nuevo lugar en el mundo. Explorar un poco por fuera de Latinoamérica. Siempre es bueno para los bailarines ver más allá de sus propios alrededores. Y creo que a muchos de aquellos que les ha ido bien en esta competencia, han comenzado muy lindas carreras profesionales: como Mayara [Magri Venerando da Graça, participante en 2011], quien ahora está en el Royal Ballet, Adhonay Soares da Silva, ganador 2013, quien está en Alemania, en la Escuela de John Cranko… Hay experiencias que se van conociendo e instan a más chicos a participar.

R: De Argentina tenemos a Lucas Erni… 

A: [Sonríe ampliamente] Sí, Lucas, que está en San Francisco. Es fabuloso. El caso de Lucas es muy lindo. Creo que la gente percibe que tienen una posibilidad de salir y experimentar algo distinto. Creo que eso hace que sea muy atractivo para los chicos latinoamericanos.

R: Como maestra, ¿cuáles son los puntos fundamentales en educación en danza actualmente?

A: Hay muchos aspectos. Lo más obvio es que uno debe darles las herramientas para la técnica. Pero sobre eso, uno debe mirar a cada uno individualmente y entender quién es un artista natural, quién necesita más ayuda. Uno debe ayudarlos a desarrollar su maestría artística, su confianza en sí mismos, la habilidad para ser fuertes y no desilusionarse rápidamente. También uno tiene que mirarlos día a día y asegurarse de que están bien emocionalmente, porque muchos estudiantes en una escuela profesional vienen de distintas partes del mundo, muy lejos de sus casas, y fijarse que terminen correctamente su educación académica. Son muchas cosas (risas).

R: ¿Cómo es que juega el factor de la confianza en una competencia como esta? Porque de alguna forma los nervios pueden traicionar en el momento menos indicado… ¿Se tiene en cuenta eso al evaluar?

A: Aprender a lidiar con los propios nervios es algo que deben poder hacer, sea para una competencia, sea para una performance. Creo que todos pasan por altos y bajos. Hay momentos de la vida en que uno se siente muy confiado de sus habilidades y otros en que no; algo pasa, y uno comienza a dudar. En una competencia como esta uno se da cuenta de los nervios si algo es demasiado difícil técnicamente para ellos y deben luchar un poco. También ves en el curso –por ejemplo, en Lausanne- que al comienzo todos están muy nerviosos, pero al tercer día ya están relajados. Comienzan a conocer a los profesores, a conocerse entre ellos, y ya no tienen tanto miedo del jurado. Me puedo imaginar que es intimidante para un joven bailarín tener toda esa gente tan importante mirando para juzgarte (risas). Pero lentamente se van calmando. Con bailarines tan jovencitos, lo tenemos en cuenta.

R: ¿Qué tipo de consejo darías a los jóvenes bailarines que quieren presentarse?

A: Creo que es muy importante, no importa qué suceda, no importa cuán mal uno se sienta en la mañana –y no hablo de malestares físicos-, que uno se levante y vaya al estudio a trabajar. Que nunca se permitan ese lujo de dejarse estar. Es importante que en toda tu carrera, trabajes. Y mantener los ojos abiertos para aprender de absolutamente todo alrededor tuyo. Y no sólo se trata de estar en contacto con la danza, sino aprender de todo: de otras formas de arte, de escuchar música, ir al teatro, de cualquier cosa que pueda contribuir a una formación como artista.

R: Convertirse en artista debe ser la meta, porque quizás tan jóvenes no son todavía lo suficientemente maduros y sus objetivos tienen más que ver con un sueño de estrella. ¿Qué podría decirles a los chicos en este sentido? Quizás no ganen esta competencia, pero encuentren otro camino…

A: Eso es parte de continuar trabajando. Si realmente quieren estar en esta profesión, la vida realmente toma caminos diversos. Ganar una competencia no significa necesariamente que vayas a tener una buena carrera. A veces puede ser lo contrario. Nunca se sabe. Y también es importante para los bailarines darse cuenta de eso. Esto es una profesión hermosa y debiera ser respetada como tal, porque la gente que tiene éxito en ella es porque la respeta y la ama.

Es un muy buen punto. Creo que los bailarines hoy por hoy necesitan darse cuenta de que no es necesario en lo absoluto entrar en una de las así llamadas “grandes compañías de ballet” para tener una buena carrera. En todos los países hay compañías más pequeñas que quizás son más interesantes para esa persona en particular. No conozco tanto las posibilidades aquí o en Buenos Aires, pero en Europa hay muchas compañías pequeñas y cada una tiene un coreógrafo como director. A menudo es mucho más interesante para un bailarín trabajar en un grupo más reducido porque el proceso artístico es más intenso. Además, hay mucha gente en grandes compañías que no tiene buenas carreras: se puede estar en la segunda línea del cuerpo de baile y no hacer más que el segundo acto de “Giselle” por 20 años. Si eso te hace feliz, está bien; también puede ser una maravillosa experiencia. Tampoco es necesario convertirse en estrella para sentirse consagrado como artista. No tiene nada que ver. De hecho, te puedo nombrar dos de los mejores bailarines varones que he conocido en mi vida y nunca nadie ha escuchado de ellos.