Ana María Stekelman: “Bailar es algo muy complejo”

Creadora de una institución a través de «Tangokinesis», es una coreógrafa casi de culto de nuestra escena. Con prontas obras a estrenar con el Ballet del San Martín y el Folklórico Nacional, asegura hoy que aprender a bailar en dos semanas… es sencillamente imposible.

martes, 10 de junio de 2014 | Por Estefanía Lisi

Fue la Directora del Ballet Contemporáneo del Teatro General San Martín y creó nada menos que el prestigioso Taller de Danza Contemporánea, uno de sus grandes orgullos que hasta el día de hoy se mantiene bajo su esquema. Y algunas de sus más grandes inspiraciones vinieron de la mano del tango, gracias a las maravillas sobre el escenario de Juan Carlos Copes y María Nieves. Así fue que a principios de la década del ’90 se propuso gestar una compañía de danzas diferente, que fuera capaz de lograr un nuevo concepto unificando el tango y la danza moderna. De esa manera nació Tangokinesis, esta fusión de estilos que recorrió el mundo y que creó un nuevo lenguaje en la danza.

A un mes de sus próximos estrenos, el 9 y el 11 de julio, obras para los ballets del San Martín y el Folklórico Nacional, le propusimos a la coreógrafa, una de las más reconocidas de nuestra escena, algo de revisionismo:

R: ¿Cómo fueron tus primeros contactos con la danza?

A: Bueno, mi primeros contactos fueron a los 9 años, cuando mi mamá me llevó a ver el ballet infantil de Beatriz Ferrari. Me enamoré, me gustó mucho la función y ver bailar a niños -era un ballet para chicos, bailado por chicos. A partir de ahí, mi mamá me anotó en la escuela de Beatriz y entré al ballet. A los 10 años pasé a la Escuela Nacional de Danzas. Aquel fue mi primer contacto con una institución más oficial. Ahí hice toda mi carrera, y a la mitad apareció un programa nuevo de enseñanza que incluía a la danza moderna. Entraron al cuerpo docente personajes muy importantes como Paulina Ossona y Cecilia Ingenieros, entre otros. Yo empecé a trabajar con Paulina, fui alumna directa suya. Ella realmente me dio “un sello” de la danza.

R: ¿Cómo fue tu llegada a la escuela de Martha Graham en Nueva York? ¿Ganaste una beca para estudiar allí?

A: En realidad, en 1963 mi mamá tenía que viajar a Estados Unidos y mi hermana estaba trabajando allá como médica, así que yo aproveché para estudiar allí. Estuve un tiempo y luego pude aplicar a una media beca en la escuela de Martha Graham. La experiencia de estudiar con ella fue genial. Es una técnica increíble y fue una suerte estar en el origen de todo eso, porque los maestros que me tocaron fueron los bailarines del primer elenco de su compañía. Eran todos muy importantes y muy buenos maestros. Por otra parte, el Nueva York de los años ’60 es uno que no vamos a volver a ver. Volví hace 8 años y me desilusioné mucho, porque la ciudad en la época en la que estudié en Graham guardaba un poco de humanidad, era muy lindo y fácil vivir ahí. Ahora es muy diferente: es caro, hay demasiados edificios altos para la pequeña isla que es Manhattan.

Ana María Stekelman, una referente en nuestra escena argentina. Foto: Gentileza.

Ana María Stekelman, una referente en nuestra escena argentina. Foto: Gentileza.

R: ¿Y cuando volviste a Buenos Aires, cómo continuaste tu carrera?

A: Cuando volví acá regresé con Paulina, pero también sumé a mi formación y perfeccionamiento al maestro Oscar Araiz. Era el coreógrafo que más me gustaba del país. Y cuando se armó el Ballet del San Martín pude tener un trabajo fijo de mi profesión. Allí entré a mis 23 años. Ese ballet luego tuvo una recesión de 5 años, es decir que se eliminó el cuerpo de danza, y yo me fui a trabajar con Jorge Zulueta, gran pianista, y Jacobo Romano, musicólogo, que tenían un grupo llamado “Grupo de Acción Instrumental”, actualmente denominado “Ópera Collage”. Con ellos aprendí un montón, fueron mis maestros musicales y son un lujo, la verdad. Con ellos viajé un poco mientras dirigía el San Martín. Cuando me puse a la cabeza del teatro creé una escuela, el Taller de Danza del San Martín, que aún existe con el formato con el que yo lo creé, y que ahora lo dirige Norma Binaghi.

R: ¿Y cómo fue tu paso por la dirección del ballet del San Martín?

A: Bueno, trabajé como directora 5 años y después lo dejé. Debo ser la única persona que abandona un puesto oficial, pero lo hice porque no me sentía cómoda en ese puesto. En cambio, sí me sentía muy cómoda enseñando y probando cosas. A mí la palabra “investigación” no me gusta para nada. Así que me sentía mejor probando cosas, para mí y para los alumnos, y obviamente organizando la escuela, que es de perfeccionamiento. Mi satisfacción respecto de todo este tema es que tanto el grupo que yo creé, con 8 bailarines, que ahora cuenta con 30 y que dirige Mauricio Wainrot, como la escuela misma, hoy funcionan. Y me refiero a que funciona muy bien.

R: ¿Cómo surge Tangokinesis?

A: Cuando dejé el San Martín, seguí 5 años en el taller, después estuve con Zulueta y Romano, luego hice algunos trabajos “freelance”, y después creé mi compañía, Tangokinesis, que ya tiene 21 años. Es donde yo realmente trabajé mucho la fusión de tango y danza contemporánea, y hasta un poquito de folklore.

Esto surge gracias a mi formación, por un lado, básica: el ballet, durante los primeros años de mi vida y el contemporáneo, más tarde en la escuela. De todas maneras, los que hacemos danza contemporánea seguimos practicando ballet, porque es como digitar en el piano, es una base. Aparte, todas las técnicas nuevas que surgen; aparece una cada 5 minutos.

"Lentejuelas" (2002), por Tangokinesis. Foto: Diana Frey.

«Lentejuelas» (2002), por Tangokinesis. Foto: Diana Frey.

R: ¿Cómo tomó fuerza en tu vidael tango y en la manera de crear artísticamente?

A: Mi relación con el tango viene de la influencia de mis hermanos, que iban a bailar de chicos a las milongas y los lugares que había en el Once. Mi hermana tocaba el piano y en mi casa se escuchaba muchísimo tango. Cuando tenía 18 años lo vi a Juan Carlos Copes y tomé real convicción de que el tango puede estar en escena. Para mí él y María Nieves, como me dijo mi alumna y amiga Mónica Fracchia, “son Fred Astaire y Ginger Rogers”. Yo vi la capacidad de Copes de abrir el tango y que la música pudiera estar en un escenario. Esa es una cosa invalorable. También me gustaba mucho el ritmo, todas esas cosas que pasaban de ser muy lentas a muy rápidas y el estilo que tenía esa pareja. Creo que eran una equipo que no tiene, históricamente, un rival. Son grandes inventores, sobre todo Copes, que se desempeñaba más como el coreógrafo de los dos.

R: ¿Cómo comenzaste a gestar tus primeras obras?

A: Pasó mucho tiempo hasta que me metí en el tango. Yo siento que las cosas en el arte tienen que macerarse. Por eso a mí no me gusta la televisión, porque en ella se hace todo muy rápido, y una persona que no baila, a las dos semanas está bailando y eso no es posible (risas). No es que esté bien o mal, ¡no es posible! Bailar es algo muy complejo. Es como si a una persona la pusieras a cantar una ópera, o si te hicieras operar el hígado por alguien que estudió medicina durante dos semanas. Aún cuando hay formación, está acotada por el formato, porque ya el formato es falso.

Finalmente, mi primera obra fue “Jazmines”, que desembocó en la fundación de Tangokinesis, una compañía que fusionaba tango y danza moderna. En ese momento las bailarinas sabían de tango o de danza moderna, no de las dos cosas. Años más tarde, las disciplinas se fueron combinando y mezclando y los integrantes ya venían con conocimientos de las dos. Ya se había creado un lenguaje.

Tangokinesis, una institución a cargo de Stekelman. Foto: Claudio Esses.

Tangokinesis, una institución a cargo de Stekelman. Foto: Claudio Esses.

R: ¿Cómo fue el proceso de crear esta compañía, que tanta historia hizo en nuestra danza?

A: Empecé a probar y nos vio el director del Festival de Israel, que había estado por todo Latinoamérica, y les gustamos. El mismo año que se creó la compañía tuvimos nuestro primer viaje importante, a Jerusalén. Y hace dos años volvimos a ir, invitados por ellos. En nuestro país la danza no está muy incentivada, hay una desvalorización de este arte. Además, la gente está confundida por las cosas que ve en la televisión. Los países que se han superado en materia de danza lo han hecho porque cada gobierno tiene el orgullo de tener un ballet, y deberíamos aprovechar más el desarrollo del folklore y del tango.

La primera presentación oficial de Tangokinesis fue en el ’93 en el Teatro Andamio, y por esto le tengo que agradecer mucho a Alejandra Agüero, ya que colaboró en algunas cosas con respecto a la dirección, me dio algunos consejos muy interesantes. Y después también tengo un equipo, bastante indestructible en cuanto al apoyo y cariño mutuo, junto a mi manager, Susana Argañaraz, y la pareja principal y repositora de todas mis obras, conformada por Pedro Calveyra y Nora Robles. Ellos son para mí excepcionales, de una calidad humana increíble, y quienes siempre sostuvieron Tangokinesis.

R: Tangokinesis se consolidó también a nivel internacional…

A: Nosotros repetimos muchos destinos, lo que quiere decir que fuimos bien aceptados: viajamos dos veces al Festival de Lyon, otras dos al de Jerusalén, hicimos tres giras en Estados Unidos, estuvimos en Italia, viajamos doce veces en Colombia, a México…

Stekelman: "No se puede aprender a bailar en dos semanas". Foto: Adriana Argalia.

Stekelman: «No se puede aprender a bailar en dos semanas». Foto: Adriana Argalia.

R: ¿Qué estás preparando actualmente?

A: Estoy reponiendo «El bolero de Ravel» para el Ballet Contemporáneo del San Martín, que en su momento se hizo para Tangokinesis. Lo estoy haciendo para 14 personas, cuando originalmente era para 11. Para mí es muy interesante porque se está agrandando. El estreno está pautado para el 11 de julio. Y después estoy haciendo una coreografía que es una creación nueva, en el sentido más modesto, para el Ballet Folklórico Nacional, que se estrena el 9 de julio. Aún no sé cómo se va a llamar pero tiene música de Domingo Cura y Mozart. Es un ballet divino y para mí trabajar con ellos es como estar en la Ópera de París. Los bailarines son hermosísimos. Estoy muy contenta de trabajar en estos proyectos y espero ansiosa los que vienen, mientras tengo en mi cabeza ideas propias que algún día se concretarán en un escenario.