«Ballet para despertar al niño», una obra en sueños

Por María José Rubín Engalanados con tutú, montados sobre puntas y bailando al compás de grandes obras musicales del género clásico, muchos de los personajes de los cuentos infantiles más conocidos recuperan, a través del ballet, la mirada de su público original: los adultos. Cenicienta, Caperucita Roja, la Bella Durmiente: heroínas de aventuras que hoy […]

viernes, 28 de junio de 2013 |

Por María José Rubín

Engalanados con tutú, montados sobre puntas y bailando al compás de grandes obras musicales del género clásico, muchos de los personajes de los cuentos infantiles más conocidos recuperan, a través del ballet, la mirada de su público original: los adultos. Cenicienta, Caperucita Roja, la Bella Durmiente: heroínas de aventuras que hoy circulan entre los más pequeños, pero que en sus inicios eran contadas por y para los mayores, se reencuentran con ellos desde el escenario.

En un movimiento similar, el ballet se acerca a los niños: en Ciudad Cultural Konex, dos espectáculos del Ballet Metropolitano de Buenos Aires se dirigen al público infantil; en el Teatro Colón, Alicia en el País de las Maravillas se presenta como una propuesta para familias; y en el Centro Cultural Borges, una joven de sueño inquieto es el puntapié inicial para que grandes y chicos disfruten de una obra de tintes oníricos.

Ballet para despertar al niño, con música, coreografía, libro y dirección del multifacético Guido De Benedetti, cobra vida en las interpretaciones de los primeros bailarines del Teatro Colón, Carla Vincelli y Vahram Ambartsoumian, del internacionalmente reconocido bailarín argentino Franco Cadelago, y de los bailarines de la compañía GDBdanza.

En una entrevista con el director y dos de los protagonistas, anticipamos esta obra que estrena aún con fecha a confirmar en el Centro Cultural Borges, y que promete una experiencia diferente.

En los brazos de Morfeo

Ballet para despertar al niño es una obra de una hora de duración, organizada en quince cuadros y cinco intermezzos. Cuenta las aventuras oníricas de una joven (Carla Vincelli) que concilia un sueño inquieto, pasando de un cuadro al siguiente en intermedios de vigilia. La acompañan un príncipe enamorado (Franco Cadelago) y una temible pesadilla (Vahram Ambartoumian).

Durante la noche va soñando diferentes cosas ligadas con los juegos y canciones infantiles, con los miedos”, cuenta el director, Guido De Benedetti, un verdadero hombre renacentista que también es coreógrafo, compositor y libretista de la obra. “Hay distintos personajes: una Reina de la Noche, hadas, un duende; historias inspiradas en Caperucita, en El lago de los cisnes, un circo, un duelo del oeste.”

“Durante todos esos sueños hay cosas más alegres y cosas más fuertes. Van jugando siempre este joven que está enamorado de ella y la pesadilla que la acosa todo el tiempo. Y en realidad lo que ocurre es que la pesadilla, que parece el malo de la película, en realidad es parte de uno y está para ayudar: sobresalta, a uno le parece feo, pero está avisando; te dice ‘esto está bien, esto está mal; ojo con esto, ojo con aquello’. ”

Como en un sueño, Ballet para despertar al niño conjuga elementos de distintos orígenes.

“En la unión de los números, esos intermezzos, ella está en vigilia, y se ve ida, haciendo movimientos abstractos, a los que cada espectador dará su sentido. Si bien hay pasajes de clásico”, comenta Carla Vincelli, primera bailarina del Teatro Colón, “hay números que tienen una fusión de estilos.”

Ballet para dormir al niño: un ballet de distintos estilos dedicado al público infantil. Foto: Gentileza Patricia Ludueña Prensa Centro Cultural Borges.

Ballet para dormir al niño: un ballet de distintos estilos dedicado al público infantil. Aquí, Carla Vincelli, Vahram Ambartsoumian y  Franco Cadelago. Foto: Gentileza Patricia Ludueña Prensa Centro Cultural Borges.

“Musicalmente”, cuenta el director, “hay Mozart mezclado con cumbia; Brahms mezclado con una zamba litoraleña; hay un juego de ‘Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva’, que en realidad es El lago de los cisnes. Todo está fusionado: las canciones infantiles con clásico y con rock. La obra comienza con un blues que es Duérmete mi niño.”

“Y no es solamente musical”, añade Carla, “sino que también desde lo visual. En un momento entran los cisnes, ella ve a su príncipe y también va aleteando, y se genera esa fusión con El lago de los cisnes. Es algo transgresor, atípico.”

Bailar y transformarse

A menudo estigmatizados como géneros menores, los espectáculos infantiles albergan en sí mismos una doble complejidad. Además de la técnica del bailarín, que en una obra para adultos puede resultar suficiente, la interpretación y la actuación cobran un protagonismo mucho mayor ante los ojos de los más jóvenes.

“Yo lo vivo desde esta niña, que tiene entre 12 y 13 años”, relata Carla. “Hay un juego de pasajes en los que va creciendo. En cada número, todos esos miedos que tiene que afrontar, la hacen crecer. Es sumamente interesante fusionar lo técnico con lo artístico. En este caso, la coreografía me permite, gracias a Guido, que ese crecimiento se vea desde lo técnico.”

En esa transición de niña a mujer, tiene que afrontar esa pesadilla que se le acerca y que ella quiere evitar. Ese es el rol de Vahram, que también hace el rol del lobo, un número en el que yo me mimetizo con Caperucita Roja y me viene a salvar Franco, un príncipe que llega a caballo. Hay un dúo romántico, en el que empiezo a crecer.”

“Yo quiero destacar que para mí es un placer trabajar con Vahram, primer bailarín del Teatro Colón. Su personaje tiene mucho de lo actoral, además de lo técnico, y eso no lo hace cualquiera. Tiene que llegar al público, y él siempre se destaca en eso. El maestro y director lo ha aprovechado, lo ha exprimido.”

Carla Vincelli, Primera Bailarina del Teatro Colón, en esta obra ecléctica, dice: "Es sumamente interesante fusionar lo técnico con lo artístico". Foto: Gentileza Patricia Ludueña Prensa Centro Cultural Borges.

Carla Vincelli, Primera Bailarina del Teatro Colón, en esta obra ecléctica, dice: «Es sumamente interesante fusionar lo técnico con lo artístico». Foto: Gentileza Patricia Ludueña Prensa Centro Cultural Borges.

Guido De Benedetti confirma: “Para mí (Vahram) es uno de los mejores artistas que he visto, es muy histriónico. Puede llegar a hacer el peor de los malvados o un príncipe. Son muy pocos los bailarines que tienen esa capacidad.”

Vagram Ambartsoumian, Primer Bailarín del Teatro Colón, como partenaire de Carla Vincelli. Un lujo. Foto: Gentileza Patricia Ludueña Prensa Centro Cultural Borges.

Franco Cadelago, como partenaire de Carla Vincelli. Un lujo. Foto: Gentileza Patricia Ludueña Prensa Centro Cultural Borges.

Asimismo, afirma: “Y tenerla a ella (Carla), que es una de las mejores bailarinas que hay en este momento. Su particularidad es tener una gran técnica y ser muy fina: hace tres piruetas y como si nada, no es la típica bailarina que parece que está haciendo un show. También es muy buena intérprete, puede cambiar de un personaje a otro.”

Y valora a todos los artistas que trabajn en este proyecto con él: “Con Franco (Cadelago) pasa lo mismo, es un bailarín impresionante, muy buen partenaire y muy buen actor. La verdad es que mejor elenco no se puede tener. Los chicos de la compañía también, una de las características de todos ellos es que tienen grandes condiciones actorales, independientemente de la técnica”.

La vida en el escenario

La génesis de la obra se puede rastrear en una anécdota de la vida real.

La idea primigenia surgió una noche, cuando con Guido, con quien también somos pareja, estábamos de vacaciones”, nos cuenta Carla. “Él estaba en el balcón, se reía solo, me acerqué y me dice ‘Estoy preparando una obra infantil, justo no me podía dormir y, pensando, empezaron a saltar las ovejitas y me levanté con el tema en la cabeza’.”

“Y me reía del tema”, se suma Guido, “porque, en la imagen que tenía, las ovejitas en realidad eran bailarines haciendo de ovejitas.”

Para construir su personaje, Vahram también recurre a escenas de su vida cotidiana para crear a la Pesadilla.

Contó: “Como padre, cuando hablamos de una niña que no se puede dormir, recuerdo a mi niña: yo tengo tres hijos, dos ya son grandes, pero la reina de la casa es ella. Con las mujeres es distinto: a mí me decían y yo no creía, pero para un padre cuidar a una niña es distinto. De noche, a veces ella se duerme y yo me quedo mirando, y ya antes de que habláramos de la obra yo pensaba ‘y si tiene pesadillas, ¿qué hago, cómo la ayudo, cómo entro en la cabeza de ella para no dejar que sufra?’.”

Y agrega lo feliz que está de trabajar en la obra: “Yo estoy muy agradecido de trabajar con Guido, porque para crear un personaje uno debe materializar algo que no está, poner algo suyo en la cabeza, en el cuerpo y en el pensar de la gente. Muchas veces, él confía en mí, y puedo ponerme a la par del coreógrafo y crear mi personaje. Eso ayuda mucho. El [resultado] final se va a ver en el escenario: en los ensayos se siente una cosa, en las funciones se siente otra, hasta que uno puede darle un sentido al personaje. Creo que nosotros los bailarines también vivimos en un mundo de ensueños.”

De Buenos Aires a Omán

En el mes de mayo, el Ballet Estable del Teatro Colón viajó a Omán y realizó tres funciones en el Royal Opera House. Esta gira pasó a la historia como la primera vez que la compañía se presentó en el continente asiático.

Fue una gira maravillosa”, recuerda Carla. “Uno no sabía cómo iba a reaccionar el público y han sido sumamente respetuosos y cálidos, el trato ha sido cordial; una experiencia inolvidable la verdad. Es totalmente otra cultura: pudimos visitar algunas mezquitas, en las que no se puede ver ni un pedacito de codo ni de tobillo para poder pasar; las chicas llevan polleras largas y turbantes. Para el escenario tuvimos que modificar un poco los trajes, alargar las mallas, tapar hasta los tobillos y los brazos.”

“Yo conocía Siria y Jordania”, comenta Vahram, “y sabía que la forma de ser allá es muy amable, muy tranquilos, es otro ritmo de vida, no hay apuros como acá. Y es estructural, viene de siglos, de milenios. Allá no existe el ballet, hay un solo conjunto Real que tiene bailarines, cantantes, una orquesta, e interpretan cantos típicos. Pero a nosotros nos han aplaudido, una de las funciones fue a sala llena. Trabajando en el teatro había muchos chicos argentinos, españoles, y hablando con ellos me contaban que cada tres o cuatro semanas viene un ballet, un coro, una orquesta.”

El Ballet Estable del Teatro Colón sobre el escenario de la sala principal de la Royal Opera House de Omán. Foto: Prensa Teatro Colón.

El Ballet Estable del Teatro Colón sobre el escenario de la sala principal de la Royal Opera House de Omán. Foto: Prensa Teatro Colón.

El desafío de un público diferente al habitual se repite en Ballet para despertar al niño. Espontáneos y apartados de la recepción serena y contemplativa del ballet para adultos, los más pequeños podrán disfrutar de una obra que promete calidad artística desde todos sus aspectos.

FICHA TÉCNICA

Ballet para despertar al niño
(ballet infantil y no tanto
 Libro, música original y coreografía de su director  Guido De Benedetti
 Funciones 
13, 14, 18, 19, 20,21,25,26 y 27 de julio 

10 y 11 de agosto
A las 17:30
Centro Cultural Borges (Viamonte 500  Buenos Aires)
Teléfono: (011) 5555-5450