Betania Antico: «Hay que usar la danza para sanarse»

Luego de una larga trayectoria en Alemania, esta bailarina, volvió a Argentina y, con un bagaje que entraña diversas técnicas y herramientas, da clases desde una perspectiva abierta que pretende un recorrido por la danza clásica como una herramienta sanadora para cuerpos y almas.

sábado, 11 de octubre de 2014 | Por Maria José Lavandera

Betania Antico, a partir de su gran trayectoria como bailarina de diversos estilos en distintas compañías en Alemania – como la Komische Oper de Berlín, Landestheater Coburg, Frankfurt Malaika Kusumy Dance, Theater Koblenz, Theater Hagen-, ha hecho de la danza un camino hacia el entendimiento del funcionamiento corporal y las diversas técnicas para entrenarlo, con el objetivo de enseñarla desde una perspectiva que considera el aprovechamiento de sus herramientas y lenguajes en pos de disfrutar de bailar con las posibilidades físicas que cada uno trae. Como docente, fue profesora de release, danza clásica y danza moderna en la Royal Academy of Dance (Reino Unido) y técnica en Pilates junto al kinesiólogo Kevin Lewin, residente de la Ópera de Graz, en Austria.

Y actualmente ofrece clases las que cultiva la amalgama entre la técnica Pilates Mat y la danza clásica, con el objetivo de re-pensar cada parte del cuerpo antes de empezar a moverlo: “La idea era empezar con un entrenamiento más físico e interno. Dar Pilates al comienzo de la clase ofrece la posibilidad de estar en una posición supina y priorizar un trabajo interior de conexión con el propio cuerpo, olvidarse un poco de toda la técnica clásica, despojarse, y realmente concentrarse en los apoyos y empezar a aflojar ciertas tensiones. Cuando uno va directo a la barra, ya tiene ese chip de ponerse duro. Y creo que es mejor empezar a bailar por otro lado, a través de la relajación, activando el diafragma y el conjunto de los músculos más asociados al sostén del esqueleto, y no a lo que es trapecio, muslos y glúteos. Primero ablandamos bien todo a través de la respiración, empezando a usar un mecanismo mucho más interno. La idea es llegar a clase y despojarse de un pensamiento de afuera de lo que es la clase. Obviamente que las personas vienen eufóricas de afuera, entonces se trata de neutralizar esa energía del cuerpo. Bajar, re-direccionarla y empezar a activar los movimientos mínimos del cuerpo. De a poco dejar esa posición supina, empezar a activarla y llevarla a una posición vertical, pero ya acomodada desde otro sitio, no desde la corrida de la calle a la clase. Una vez que está vertical, el objetivo es sentir los apoyos de las plantas de los pies, luego agarrarse la barra y empezar a recorrer la técnica clásica ya con movimientos respirados y seguir trabajando con ese diafragma, que todo vaya hacia arriba sin golpes y sin tensión».

Betania Antico enseña la danza en clave sanadora. Foto: Mil aves de luz.

Betania Antico enseña la danza en clave sanadora. Foto: Mil aves de luz.

Y es así que visitar la danza desde este espacio de re-conexión con el propio cuerpo y una lógica danzada y relajada provoca retornos a la disciplina de personas que se habían alejado de ella. Betania cuenta que muchas de sus alumnas regresaron a la danza a partir de esta aproximación, cuando pensaban que no podrían: «Son chicas que hicieron danza, que tienen la técnica, que les quedó grabada esa técnica en su cuerpo, que por distintas razones han dejado. Quieren retomar, pero desde otro lado, sin la presión que sentían cuando eran chicas de seguir una profesión y ya con su vida armada desde otro lado. En general, desean regresar a la esencia de lo que es volver a bailar y usar esa técnica que adquirieron. El objetivo es que puedan tomar esa esencia por el lado más placentero, que se diviertan, que sientan que su cuerpo tiene memoria y que pueden seguir trabajando con su cuerpo y que funciona. Y ven que con cariño y placer se puede bailar y aprovechar esa técnica que tuvieron cuando eran chicas. Que se despojen de todo miedo, y que retomen la danza desde ese lugar. La danza clásica es muy exigente y más cuando uno es chico. Hay mucha gente que ha estudiado mucho y de pronto por X motivo no pudo seguir, no pudo ser bailarina, y hay 20.000 razones para eso. Quizás no cerraron la etapa. La idea de la clase es para mucha gente una reconciliación con la danza y usar este lenguaje tan perfecto y lindo desde otro lado».

Y ella, desde su clase también, trabaja un concepto de danza que excede las clasificaciones formales o los mitos que encierran al hecho de «poder bailar», algo que, según cuenta, le supo dar su experiencia en Alemania, donde no pudo más que comprender la amplitud de las posibilidades de la danza: «Alemania se dio y fue en el país que más cómoda me sentí. Toda mi formación había sido estrictamente clásica y cuando llegué allá, me dijeron: ‘Muy lindo todo lo clásico, pero necesitamos más cosas’. Se exigía mucho tener el lenguaje contemporáneo, saber improvisar, salir de esa caja perfecta del clásico. Una bailarina es una bailarina en todos sus ámbitos. En la época en que me fui quizás había como una división acá, no se mezclaban mucho. Alemania tiene su historia con la danza-teatro, con la experimentación. El eje pasa por ahí y no hay un rechazo del clásico, sino que es una herramienta. Mientras más herramientas tengas, mejor. Es cierto que para hacer todo necesitás distinta musculatura y un trabajo distinto. Y aprendés lo que significa bailar, algo que te sirve mucho luego como docente en orientar a tus alumnos respecto de todo lo que pueden hacer dentro de la danza. Me acuerdo en España, vinieron unas bailarinas de 16 años llorando porque decían que unas profesoras del instituto les había dicho que no iban a bailar nunca y a mí me pareció horroroso. Puede que no esté el cuerpo ni la técnica desarrollada para hacer «El Lago de los Cisnes», pero eso no tiene nada que ver con bailar ni con ser bailarina ni con consagrarse como bailarina. En Alemania aprendí que hay muchos modos de estar en el ambiente de la danza y no es que uno se pasa de una cosa a otra por la frustración, sino por los logros que va adquiriendo por saber mucho más de todo lo que existe. Uno puede combinar lenguajes, trabajar distintos estilos y, como profesional, nada es excluyente. Creo que es una educación que hay que dar de entrada. Que te digan ‘dedícate a otra cosa porque con la danza, no va’ es un crimen, porque la misma danza es sanadora e incluso cuando el problema es algo físico, uno lo puede llegar a revertir. Hay que usar la danza para sanarse, para sentirse satisfecho y mientras más conocimiento tenga uno de lo que abarca la danza, mejor es. Y es un mundo amplio, lleno de posibilidades. Eso es lo que sí noté en Alemania apenas llegué, que había muchísimas más posibilidades y mucho menos quiebre entre una técnica y otra. El bailarín se va formando, va creciendo y mientras más uno estudie todas las técnicas, más se va a dar cuenta dónde encaja mejor y qué es lo que te hace más feliz. Hay mucho para aprovechar, ser feliz y que hacen más amigable el mundillo de la danza y del arte en general. Es necesario sacar los mitos de la danza. Estoy en desacuerdo con las clasificaciones. La danza es hoy y ahora, hay que vivirla y hacerla in situ».

Diversas técnicas y lenguajes pueden ofrecer diversos caminos para acercarse a la danza. Foto: Mil aves de luz.

Diversas técnicas y lenguajes pueden ofrecer diversos caminos para acercarse a la danza. Foto: Mil aves de luz.

La danza clásica se convierte así en una herramienta a disposición del bailarín: «Es un esqueleto, una estructura. Poder hacer del cuerpo un instrumento desde un eje, jugar con los equilibrios, con las respiraciones, aceptar, hacerlo ergonómico con lo que uno tiene. A mí me gusta hacer actuar al cuerpo con este lenguaje, atrayendo a un montón de motivaciones que uno tiene y soltando trabas. Yo trato de que la gente se reencuentre en eso que tuvo y que lo personalice. Que sea su danza. Que se vuelvan a escuchar y a combinar movimientos», asegura Betania.

Cuándo y Dónde

Las clases de Betania Antico son dictadas en Ballet Estudio, los sábados de 12 a 14 horas.