“Camping”: el festival de danza imperdible del verano francés

En el mes de junio, el Centro Nacional de la Danza en Francia (CND) presentó la segunda edición de “Camping”, un ciclo de workshops intensivos con bailarines de todo el mundo, que este año contó con la presencia de Lucinda Childs, referente de la Judson Church. Micaela Del Torto, estudiante argentina de la Maestría en Danza de la Universidad Paris VIII, participó activamente y relata su experiencia en este importante evento.

miércoles, 07 de septiembre de 2016 | Por Micaela Del Torto

Con la coreógrafa Mathilde Monnier a la cabeza, el Centro Nacional de la Danza en Francia – CND – abre las puertas de su casa durante dos semanas a un público amplio: 150 estudiantes de 16 escuelas de artes escénicas invitadas y 250 artistas profesionales, pero también un gran número de bailarines amateurs, espectadores y niños para los cuales se crean actividades específicas. El vasto programa cuenta con workshops, conferencias, espectáculos, atelieres abiertos y proyecciones audiovisuales.

Bailarines de todas las latitudes se reúnen todos los años en el verano parisino para compartir trabajo y experiencias de intercambio y formación. Ph: ©VanessaGarcin

Bailarines de todas las latitudes se reúnen todos los años en el verano parisino para compartir trabajo y experiencias de intercambio y formación. Ph: ©VanessaGarcin

Los workshops son habitualmente dirigidos por artistas invitados. Este año estuvieron invitados Lucinda Childs, Xavier Le Roy y Dianne Madden, de la Trisha Brown Company, por nombrar algunos. Interesante de este evento no es sólo la efectiva puesta en relación de la danza con otras disciplinas artísticas en tren de hacer dialogar las artes entre sí, sino también la posibilidad de intercambio con espacios de formación de distintas partes dentro de Francia y del mundo, lo que profundiza y enriquece el intercambio: fueron parte de la experiencia el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de Lyon, la Escola Livre de Dança da Maré de Rio de Janeiro, la Manufacture de Lausana, P.A.R.T.S de Bélgica, la Universidad de Artes de Filadelfia, el HZT de Berlín y la Universidad de Ochanamizu de Tokio, entre otras. Cada una de ellas es representada por un grupo de estudiantes que participa de todas las actividades de formación y atelieres especiales de intercambio de conocimientos, en que se comparten diferentes técnicas y métodos propios de cada institución. Además, se organiza un maratón en el Teatro de la Ciudad Universitaria de Paris donde los alumnos pueden mostrar sus trabajos escénicos personales.

Fui invitada al evento en representación del Departamento de Danza de la Universidad Paris 8 y participé del workshop de Lucinda Childs, quien viajó especialmente para la ocasión. La coreógrafa -que emergió de la Judson Church y formó parte de la generación de artistas “post-modernistas” de los ‘60 en Estados Unidos-, es reconocida por su estilo “minimalista”, al cual se ha mantenido fiel a lo largo de su carrera. Difícil es olvidar su emblemática pieza “Dance”, en la que los bailarines atraviesan sin descanso el espacio escénico, dejando en él el trazo invisible de sus trayectorias geométricas por medio de una serie de gestos repetitivos subrayados por la música de Phil Glass. En este marco, pude sin embargo descubrir algo que era desconocido para mí: su pedagogía, que como ella, es clara, precisa y ordenada.

Sus clases se enfocaron en el proceso de la composición coreográfica, y en cada ejercicio Lucinda nos dio una consigna precisa o una herramienta de búsqueda para explorar de manera grupal o individual. El primer día, escribimos todos juntos una partitura a partir de un patrón gestual muy simple e icónico de la danza  post-moderna: la caminata. Cabe recordar que en este período histórico al que Childs reenvía, el cuestionamiento base de todo intento artístico era sobre el propio concepto y definición de la danza como disciplina. Fue a raíz de esta problemática que se comenzaron a incorporar gestos cotidianos y por ende, «no-virtuosos» en la creación de obras coreográficas. El desafío del ejercicio que nos propuso consistía, pues, en crear colectivamente las normas que limitaran y que, al mismo tiempo, enriquecieran nuestra improvisación, poniendo en tela de juicio el valor “común” o, así considerado, “banal” de este movimiento. A base de prueba y error, fuimos decidiendo qué tipos de desplazamientos y cambios de direcciones podíamos hacer y sus velocidades. Poco a poco esos elementos tan sencillos fueron nutriendo y corporizando la interpretación, transformándola en una coreografía. En ese ejercicio que duró toda la clase, di cuenta de haber trabajado los conceptos fundamentales de Childs: la importancia de la precisión y del detalle, aún quizás imperceptible, el descubrimiento de la complejidad en la -justamente, «supuesta»- simpleza, la idea de que «menos es más» y la variedad y especificidad de la repetición: un nuevo movimiento, aunque se pretenda «igual», nunca lo es… pero tampoco es completamente diferente.

Lucinda Childs. Ph: Marc Domage.

Lucinda Childs. Ph: Marc Domage.

Cada etapa práctica estuvo seguida de un momento de apreciación grupal. Parte de la clase fue expresarnos a través de otro lenguaje -la palabra- para sumar a nuestro lenguaje físico. Interesante fue el espacio crítico que nos abrió para pensar el trabajo que observábamos de nuestros compañeros y, por añadidura, el propio. Lucinda procuró que todos tuviéramos espacio para opinar. Finalmente, a pesar de las diferencias idiomáticas del caso, el lenguaje de la danza se probó universal una vez más.

El resultado del proceso de estos días fue exhibido en una representación pública que tuvo lugar en la “gran sala” del CND de Pantin, en la Île-de-France, una muestra que fue especialmente movilizante y que culminó con calurosos aplausos. Sobre todo, nos dejó con muchas ganas de trabajar, investigar y con confianza para avanzar en el trabajo creativo propio y, quién sabe, dar curso así a posibilidades estéticas que motoricen nuevas aristas y preguntas a través de la danza, aguzando la lente sobre fragmentos aparentemente simples de la experiencia.

Micaela del Torto, en la muestra final  del Camping