Carla Llopis: Pensar y hacer el arte

Una forma de pensar la danza y el teatro en la intersección entre la teoría y la práctica.

lunes, 05 de mayo de 2014 | Por María José Rubin

El Pliegue es un grupo de investigación y producción de artes escénicas que trabaja desde 2005 con una filosofía propia. Fundado y dirigido por Carla Llopis y Guillermo Parodi, trabajan intensamente para la realización de obras que cuestionan la recepción habitual de la danza y el teatro. Habiendo terminado sus últimas funciones de Por qué la noche… en el Centro Cultural Urbano, ya están trabajando en sus nuevos proyectos.

Sobre esta propuesta hablamos con Carla Llopis, Licenciada en Filosofía, bailarina, coreógrafa y apasionada investigadora de todo lo que el arte requiera. En esta entrevista, comparte con nosotros los fundamentos del trabajo que realiza con El Pliegue y las próximas obras que están gestando.

R: Contáme sobre la génesis y de qué se trata el grupo El Pliegue, que dirigís junto a Guillermo Parodi.

C: El Pliegue es un espacio de laboratorio, de investigación teatral, que inauguramos Guillermo y yo en 2005. La primera pieza fue un sainete, Juancito de la Ribera, que hacíamos en las plazas a la gorra. Con eso financiábamos una obra para la que estábamos estudiando, H veneno de broma, una versión de Hamlet para la que hicimos traducción, dramaturgia e incluso un seminario interno sobre el teatro de Shakespeare.

A partir de ahí tuvimos años más dedicados a la formación y otros de mayor exposición: hicimos obras de teatro, de danza y de teatro-danza. Decidíamos qué tipo de obra hacer en función de la temática que nos interesaba; y, según la obra, seleccionábamos el elenco. En la actualidad, tenemos un grupo que trabaja con nosotros hace bastante tiempo, pero a veces también invitamos artistas para determinados proyectos.

R: ¿Cómo caracterizarías el trabajo que realizan sobre el escenario?

C: Hacemos un trabajo artesanal: en Por qué la noche…, por ejemplo, la iluminación depende de nosotros. Es el cuerpo del performer el que crea el espacio, el tiempo y las condiciones en las que se va a recibir el espectáculo. Simplificamos para que la experiencia estética sea lo más corporal posible. También trabajamos en contra del narcisismo y de la vanidad: no para que el espectador diga “qué buena intérprete es esta chica” sino “¿qué me pasa a mí cuando esta chica se mueve?”.

Todas las obras que hacemos intentan proponer una forma de recepción de la teatralidad: por ejemplo, en Por qué la noche… el espectador está adentro del espacio escénico; propone una vivencia de los cuerpos en movimiento y de los textos que distinta que si uno estuviera sentado en una butaca. Buscamos que el espectador se vuelva parte del espectáculo, que también construya, significativa y estéticamente.

Ph: Sebastian Tudela

Ph: Sebastian Tudela

R: ¿En qué proyectos están trabajando actualmente?

C: Ahora estamos montando un cabaret que se llama Mènage a douze con una estética como la de los viejos cabarets franceses, donde los cuerpos relatan desde la ironía, la picardía.

También tenemos otro proyecto, Vulva, una conjunción interdisciplinaria cuya elaboración nos va a llevar probablemente todo este año: va a participar un artista visual en la escenografía con una instalación móvil, tendrá música original con ejecución en vivo y un vestuario hecho especialmente. En nuestras obras elaboramos todo: texto, música, composición de movimiento. En este caso, es la primera vez que los intérpretes van a ejecutar también canto y van a sonorizar la escena.

Es una obra bastante punzante, que va a tematizar aquello que la historia de las artes en general ha censurado lingüística y gráficamente: la genitalidad femenina. Vamos a hablar de esa censura y de por qué no se puede pensar el placer femenino de la misma manera que el placer masculino, y que ese misterio es lo que hace que el fenómeno de lo femenino sea semánticamente más interesante.

R: En estos últimos proyectos está muy presente la temática de la sexualidad, pero vista desde distintas perspectivas.

C: No sé si es de la sexualidad, en principio es del cuerpo. Yo parto siempre de la base de que somos ante todo corporalidad. Claramente, en el cuerpo hay una carga erótica, entre otras cosas. Nos interesa abordar todos los lenguajes posibles: en Por qué la noche… el relato es de teatro-danza, está por debajo de lo que se dice y lo que se baila. Pero en Mènage a douze el relato está afuera, es absolutamente visible. Creo que Vulva va a tener una estética similar a la del teatro-danza.

R: Existen dos opiniones respecto de la relación de la danza y el teatro: quien dice que son cosas totalmente separadas y quien prefiere verlas como parte de un todo.

C: Ahora es complejo discriminar géneros y estéticas particulares porque hoy el teatro contemporáneo es todo: Vulva va a ser una obra de música, de danza, de teatro… Hay hechos escénicos: yo creo que el artista, cuantos más lenguajes pueda adquirir, más herramientas va a tener para expresar algo; no creo que sean cosas distintas. Yo quiero que se junte “el video” con “el audio”: el cuerpo con la textualidad y la cabeza, en uno solo.

R: Tenés una formación académica muy importante en filosofía, ¿cómo interactúa en vos este bagaje con la danza?

C: Durante los primeros años, separaba lo teórico de lo práctico. Recuerdo profesores que me decían “decidí qué querés ser: una bailarina que filosofa o una filósofa que baila”. Yo hoy no podría hacer las dos cosas por separado. No puedo pensar el cuerpo si no es desde un bagaje filosófico y produzco lo artístico a partir de ahí. Necesito la conceptualización, me interesa y me gusta pensar el teatro y la danza, creo que el movimiento es pensamiento en acción y me parece que la formación intelectual es importante: que uno es mejor intérprete cuando entiende lo que está haciendo