Chet Walker ha visitado una vez más la Argentina el pasado mayo, dejándonos algunos regalos. El aclamado coreógrafo y maestro estadounidense es una de las figuras más importantes alrededor del mundo en el ámbito de la Danza Jazz y del Teatro Musical. Reconocido como sucesor del legendario Bob Fosse, Walker también oficia actualmente como director del Jacob’s Pillow Dance Festival. Entre muchos de sus lauros, contamos que su musical “Fosse” le valió un premio Tony, mientras que “Pippin”, otro de sus trabajos, ha sido condecorado en varias oportunidades en Broadway, aquel espacio que él frecuenta desde los 16 años.

En esta oportunidad, Walker ha pisado nuestro país para brindar seminarios, otorgar becas y trabajar de la mano de Ricky Pashkus. Uno de sus más interesantes proyectos estuvo relacionado con la Compañía de Teatro Musical Juvenil (CTMJ), con la puesta en escena de «Bollywood», un musical que buscó (y, sin dudas, lo consiguió) hacer visible el talento de los jóvenes estudiantes en una producción del nivel artístico y que sólo puede aportarle una figura como la de Walker.

R: En tu carrera, ¿por qué elegiste coreografiar? ¿Qué es lo que más disfrutás de este trabajo?

C: Comencé a coreografiar y dirigir luego del fallecimiento del señor Fosse. Me gusta el desafío de contar una historia a través del movimiento.

R: ¿Qué significan la danza y los musicales en tu vida?

C: Bueno, son mi vida. He dedicado los últimos 35 años de mi vida a preservar y educar a artistas jóvenes en danza y teatro musical como forma de arte, tanto en mi país como alrededor del mundo.

R: ¿Cómo fue para vos continuar con el legado de Fosse?

C: Se ha convertido en una de mis grandes metas en la vida. Él me ha inspirado mucho, junto con Jack Cole. Podés encontrar las influencias de ambos artistas en mi trabajo. Estoy muy agradecido por sus aportes en las formas artísticas de la danza y en el teatro musical.

R: Imagino que habrá sido una gran emoción haber recibido un premio Tony por el musical que lo representa…

C: Bueno, realmente las palabras no son capaces de explicar la alegría y el honor de haber recibido este reconocimiento tan importante.

R: ¿Qué habilidades considerás que un buen bailarín debería tener? ¿Y un buen coreógrafo?

C: Creo que lo principal es que ambos tengan la habilidad de ser abiertos y estar preparados para nuevas formas de trabajo e ideas innovadoras.

R: ¿Cómo fue coreografiar Bollywood con Jack Gill? ¿Qué opinás del resultado final?

C: Me entusiasma muchísimo trabajar con Jack. Él es muy moderno, es el futuro. Su talento es infinito. ¡Es brillante! Fue todo un honor y una felicidad trabajar con él en este proyecto.

R: ¿Cómo ves la danza en Argentina, en comparación con Estados Unidos? Y, específicamente, ¿la Danza Jazz? ¿Te gusta visitar el país y trabajar acá?

C: Amo este país y vengo regularmente desde 1999. Coreografié ‘»The producers», «Fever», «Bollywood» e incontables otros shows en Argentina. Los bailarines de todo el mundo son similares y diferentes; todos traen su punto de vista. Me honra trabajar con los artistas de acá y espero que hayan disfrutado la experiencia que tanto Jack como yo hemos compartido con ellos.

Bollywood, el musical

La propuesta orquestada por Ricky Pashkus, protagonizada por su Compañía de Teatro Musical Juvenil y coreografiada por Chet Walker y Jack Gill se exhibió al público en sólo cuatro funciones, aunque esperamos pudiera reponerse pronto para quienes no pudieron disfrutarla.

El Teatro 25 de Mayo se colmó de nerviosismo y muchos ramos de flores en su estreno. «Bollywood» abrió la puerta al mundo del profesionalismo joven: son chicos que manejan técnicas a la perfección y le agregan algo esencial, no tan frecuente hoy en día: la actitud. Una actitud que viene del alma, además de las muchas horas de ensayo que seguro le hayan dedicado a este proyecto.

La diversidad de las coreografías no impidió entrever una línea común; se notó la dirección de Walker y Gill. Fue notable el aporte de cada uno: la sofisticación y sensualidad del estilo Fosse se entrelazó con el estilo particular del Hip Hop de Gill, noruego con ascendencia hindú, que supo caracterizar este musical con la propia impronta del cine.

Más allá de la explosión visual, íntimamente ligada con el vasto conocimiento de todos los actores en juego (Walker, Pashkus y Gill) sobre cómo llevar la espectacularidad a escena, es el talento en caras tan nuevas y tan jóvenes lo que llama la atención y lo que nos deja pensando que la danza en la Argentina tiene un futuro muy prometedor.