Ciro Tamayo: El elegido de Julio Bocca

Con sólo 21 años, es Primer Bailarín del Ballet Nacional del SODRE de Uruguay, bajo la dirección artística del astro de la danza argentina. A poco de estrenar -el 13 de junio- «El Mesías» de Wainrot, Tamayo, español, se anima a una carrera en Latinoamérica.

miércoles, 11 de junio de 2014 | Por Melina Sólimo

Este joven español, de hoy sólo 21 años, fue invitado por Julio Bocca a sus 16 para que se uniera a la compañía nacional uruguaya del SODRE luego de verlo participar en el Certamen de Danza Ciutat de Barcelona, en el que era jurado, pero él no aceptó su oferta ya que pretendía poder continuar estudiando. Hasta ese entonces era alumno en el Real Conservatorio Profesional de Danza (RCPD): “Gané el primer premio y fue ahí donde Julio me ofreció irme a trabajar con él a Uruguay. Todavía me quedaba un año para graduarme, por lo que rechacé la oferta”, recordó. 

Luego lo esperaba una beca de la Royal Ballet School, en Londres, institución que le ofreció una beca Sin embargo, la experiencia en Londres no fue lo que él hubiera esperado en términos de relaciones humanas. Al terminar sus estudios a los 17 años, tampoco tuvo muchas oportunidades para pensar en una carrera en la danza en el Viejo Continente. “Todavía ni mi temprana edad, ni mi estatura me permitían audicionar en ninguna de las compañías de danza europeas. Entonces, me puse en contacto con Julio para ver si su oferta, después de un año, seguía en pie y su respuesta fue breve: ‘¿Cuándo podés comenzar?’ Así fue como llegué a Montevideo y, sin necesidad de audición, Julio me acogió en su compañía en agosto de 2011”, relata Ciro, orgulloso. Así fue que comenzó a trabajar con quien hoy es su principal referente y lo ha tomado casi como un «discípulo».

Ciro Tamayo, el "elegido" de Julio Bocca para el SODRE. Foto: Santiago Barreiro.

Ciro Tamayo, el «elegido» de Julio Bocca para el SODRE. Foto: Sergio Gomez.

Ciro Tamayo fue haciéndose un lugar en el Ballet Nacional del SODRE, bajo la dirección del gran Julio Bocca. Hoy ya Primer Bailarín de la compañía,  es su máxima estrella. Simpático y sincero, Ciro relata sus vivencias a REVOL, con la misma liviandad con la que salta o, quizás mejor decir, «vuela». Muy joven, por momentos pareciera aún no comprender la magnitud del significado de ser “el elegido” de uno de los mejores bailarines de la historia de la danza.

Al repasar sus comienzos en la danza, Ciro recuerda: “A mí desde chiquitito siempre me atrajeron las actividades que de algún modo estaban relacionadas con el arte. Patinaje artístico o danza moderna, fueron las actividades que yo escogía como extra escolares, mientras que los deportes en sí, como fútbol, tenis o baloncesto, no eran mucho de mi interés”.

“Sin llegar a las dos cifras de edad, yo insistía en que quería saber qué hacer de mayor, ya que si bien me gustaban estas actividades, me terminaban por aburrir de un momento a otro”, reconoce. Fue gracias a la película Billy Elliot que el pequeño Ciro pudo definir su amor por la danza: “Mi madre me llevó a verla y ni bien terminó la película quedé plenamente convencido de lo que yo quería ‘ser’ de mayor: bailarín de ballet”.

Un referente gigante

Ciro Tamayo es toda una revelación de la danza y, a pesar de su origen andaluz, en Uruguay es tratado como un bailarín nacional. Al reflexionar sobre sus inspiraciones artísticas, asegura: “Mi referencia en estos momentos es, sin duda, Julio Bocca. Aunque él ya no baile en la actualidad es una persona que vivió mucho en el mundo de la danza. Me enriquezco con su experiencia y consejos”.

A la hora de hablar de su director, este joven talento refleja en sus palabras una enorme gratitud: “Sinceramente es un honor para mí el trabajar con él. Desde chiquitito que lo veía bailar acá y allá, pero nunca me había dado cuenta de lo verdaderamente grande que él era. Si yo estoy en el SODRE, es porque él quiso. Que él me convoque en persona fue y es algo muy importante para mí”.

Según lo define su aprendiz, “Julio es un maestro exigente, le gusta el trabajo y que las cosas estén bien hechas. Puede estar horas corrigiéndote una y otra vez un brazo, una cabeza, o una pestaña, pero hasta que no se vea como se tiene que ver, no avanzas. Es persistente y me parece que, en gran parte, eso está llevando a esta compañía adelante. El apuntar cada vez más alto”.

Ciro en acción: un europeo que eligió venir a hacer carrera en Latinoamérica. Foto: Santiago Barreiro.

Ciro en acción: un europeo que eligió venir a hacer carrera en Latinoamérica. Foto: Santiago Barreiro.

Un camino

Al buscar en su memoria las experiencias más importantes de su carrera, Ciro asegura que son muchas. Sin embargo, afirma: “Recuerdo con mucho cariño cuando viajamos con María Noel Riccetto [Primera Bailarina en el Ballet del SODRE y su principal partenaire] a China, para una gala en Beijing. Y cómo olvidar esa magnífica función en el Teatro Colón de Buenos Aires. ¡Ese sí fue un momento mágico!”.

Reflexionando sobre sus repertorios, el Primer Bailarín del SODRE asegura que recién está dando sus primeros pasos en la danza como profesional y que desea interpretar una infinidad de obras. “Me quedan muchísimas por bailar. Esto no es más que el principio. Creo igual que cada obra tiene algo lindo. Yo siempre me consideré un bailarín clásico puro, porque lo que a mí más me gustaba era ser el principito que se enamoraba de la princesa y ‘vivieron felices para siempre’ y fin del cuento. Ahora me estoy dando cuenta de que no es tan así y que la danza es más que el simple hecho de bailar con una sonrisita dibujada en la cara. Me encantan los dramas, las tragedias inclusive. Es ahí cuando puedo realmente expresar un millón de emociones y transportarlas al público, cuando de verdad sale a la luz lo artístico de esta profesión”, cuenta.

A pesar de su corta edad, Ciro demuestra que aprendió a disfrutar lo simple, por eso se dedica con plenitud al hoy, a su presente profesional: “En este momento no estoy pensando en mis objetivos a largo plazo. La verdad es que estoy muy contento y no me imagino en otro lugar por ahora, ya que esto supone una gran experiencia para mí y la estoy viviendo con muchísimo cariño y agradecimiento. Mi vida está en Uruguay y mi meta es seguir formándome profesionalmente al lado de gente que me aprecia por mi trabajo y tal vez más adelante surjan nuevos propósitos”.

Con total humildad, el talento hispano asume que se encuentra en el inicio de un largo camino: “Estoy en un proceso de aprendizaje que profesionalmente no ha hecho más que comenzar. Esta carrera es sin duda muy difícil. Van a haber momentos buenos que disfrutar y momentos malos que sobrellevar. Simplemente debes ser fuerte y darle más peso a esos momentos que te llenan por dentro y no dejar que los obstáculos que se te presenten ganen la balanza. Trabajar duro y superarse a sí mismo día a día es la fórmula”.

Y es un europeo que se le animó a la carrera en Latinoamérica, cuando habitualmente el viaje es en el sentido contrario. Para él, nuestro continente es pura ganancia: “ [en relación a Europa], la gran diferencia reside en el espíritu de la gente, en la energía y la calidez que poseen los latinos. Ese espíritu es el que después se manifiesta en el escenario y lo que hace que los bailarines argentinos y latinos, se destaquen entre una multitud de bailarines. Tienen algo que simplemente los tenés que mirar”.

Discípulo de Julio, Ciro llegó a Primer Bailarín del SODRE en sólo un año y medio. Foto: Santiago Barreiro.

Discípulo de Julio, Ciro llegó a Primer Bailarín del SODRE en sólo un año y medio. Foto: Diego Redel.