Daniil Simkin: Volando el cielo porteño

Junto a María Kochetkova, Primera Bailarina del Ballet de San Francisco, Daniil Simkin llega a Buenos Aires una vez más, esta vez para bailar «Don Quijote», en una producción exclusiva junto al Ballet del Teatro Argentino de La Plata, en el Teatro Coliseo el 8 y 9 de noviembre de 2014.

lunes, 03 de noviembre de 2014 | Por Maria José Lavandera

Sus movimientos parecen fluir, flexibles y orgánicos, proyectados desde algún recóndito secreto interior al que sólo él puede acceder. Simplemente baila. Mejor dicho, vuela. Sus pies blandos parecen deslizarse siempre a unos centímetros del tapete. El escenario, un universo que habita con un carisma al que es imposible no rendirse. Y así, de pronto, la velocidad de sus piruetas y la altura de sus saltos son tan armónicos a su silueta pequeña y su empática expresividad, que, si bien siempre asombrosos, nacen de su cuerpo como una extensión lógica.

El dueño de esta descripción es Daniil Simkin, quien hoy ostenta el título de Principal en el American Ballet Theatre, pero que viene habitando escenarios desde los cinco años junto a sus padres, Dmitrij Simkin y Olga Aleksandrova. Esta vez llega a Buenos Aires para bailar “Don Quijote” junto a Maria Kochetkova, Primera Bailarina del Ballet de San Francisco, el sábado 8 y domingo 9 de noviembre de 2014, con la compañía de ballet del Teatro Argentino de La Plata, en una nueva producción de Grupo ARS. Acompañará la Orquesta Académica de Buenos Aires, dirigida por el Maestro Carlos Calleja.

Sus padres fueron Principales en la Opera Estatal de Novosibirsk, en Rusia, y luego miembros de la compañía de ballet del Teatro de la Opera de Wiesbaden, en Alemania, desde 1990, previo paso por la ciudad de Graz, en Austria. Daniil relata que, casi por ósmosis del ambiente teatral al que estaba acostumbrado desde bebé, comenzó a intervenir en algunas galas y producciones en las que sus padres participaban. Era el “niño simpático” del escenario, cuenta, entre risas. Dice que no era que “bailaba” exactamente, sino que hacía algunas morisquetas que daban ternura al público.

Daniil Simkin, un bailarín estrella en Buenos Aires, para "Don Quijote". Foto: Daniel Jackson.

Daniil Simkin, un bailarín estrella en Buenos Aires, para «Don Quijote». Foto: Daniel Jackson.

R: Tus padres son artistas, llevaron una vida entre teatros y escenarios, ¿cómo recordás tu infancia?

Para mí era normal estar en el teatro. Creo que es lo mismo que cuando otros niños están de visita en la oficina de sus padres. No lo pensaba como algo particular. Era algo completamente normal, no creí que fuera nada especial. Crecí en este ambiente y verlos bailar era cotidiano. Fue así que también ‘jugaba a que bailaba’. Tengo videos en los que habré tenido dos o tres años y estaba ya escuchando música de ballet y bailando por la casa. Y cuando tenía cinco ya estaba en el escenario. Mis papás veían que me gustaba actuar y me dieron la oportunidad de aparecer con ellos en ciertas ocasiones. Era el ‘niño simpático’ que actuaba con mi papá. Para la audiencia ver la dupla de “padre e hijo” en el escenario era una situación especial. Luego, más grande, fui a la escuela, primario y secundario, como cualquier chico, y ahí no sabían que yo bailaba. Tenía un ambiente completamente normal en ese sentido. Y a los siete, como mi mamá quería que gastara un poco de la energía tan grande que tenía, me mandó a gimnasia. Pero nunca fui a una academia de ballet.

R: Siendo que comenzaste tan pequeño a bailar casi profesionalmente, ¿cómo fue el momento en que efectivamente tomaste la decisión puntual de que eras un ‘profesional’? ¿Pensaste en dejar la danza en algún momento?

Nunca pensé en dejarlo. Siempre me sentí atraído hacia ello. En algún punto después también descubrí que era bueno bailando y fue como que calzó bien para mí. Pero mis padres tampoco querían que saltara etapas por bailar y, sobre todo, querían que fuera una elección conciente para mí. Que tuviera la posibilidad de elegirlo, así como podría elegir cualquier otra cosa. De este modo, siempre fue prioridad que terminara la secundaria. Lo hice y por suerte nunca tuve grandes problemas en la escuela. Ellos me dieron la posibilidad de conocer la danza para ver si me gustaba, tanto como también conocí y realicé otras actividades. Ellos nunca tuvieron la posibilidad de elegir la danza. En Rusia, ellos dejaron su casa a los diez años para entrenarse como bailarines. Habían sido elegidos y no podían desestimar esa oportunidad si querían mejorar sus vidas. Por eso para ellos era importante que yo pudiera decidir y no que fuese algo impuesto. Me presentaron la danza temprano a sabiendas de que igual es una decisión, la de convertirse en bailarín, que debe tomarse cuanto antes en la vida. Si uno lo decide a los 16 o 18 años, ya es un poco tarde. Así, habiendo conocido lo que es, habiendo probado, a los 16 fue que, con ese bagaje, yo ya pude elegir que quería ser bailarín.

R: Es sorprendente igual como ya eras conocido antes de entrar en el ABT y durante tu adolescencia: los videos con tus presentaciones en competencias ya gozaban de miles de vistas en Youtube. Hoy tenés innumerables fans en las redes sociales, donde mostrás la vida en el ballet “por dentro”. ¿De qué modo pensás que esta posibilidad de comunicar en primera persona la experiencia ha contribuido para combatir ciertos prejuicios y ganar audiencia para la danza?

Creo que contar nuestra experiencia como bailarines permite al público no quedarse con una imagen estática y determinada de lo que es y con prejuicios, tales como que el ballet es inaccesible, aburrido, pasado de moda, viejo o que es difícil de entender. Por el contrario, es tan puro y, presentado de una manera correcta, puede ser accesible y bello. Es importante dar acceso al mundo en que vivimos y nuestra forma de arte para que conozcan más de qué se trata. Ahora es tan fácil a través de las redes sociales ofrecer ese acceso a la gente. Además, pienso que estoy en una posición especial porque vivencio, junto a mis compañeros, unas circunstancias, en mi opinión, muy particulares. Para quienes lo vivimos todos los días, es normal. Pero sé que mucha gente disfruta de ver nuestro punto de vista y aprecian mucho si tienen aunque sea un poquito de acercamiento a este mundo que para nosotros es cotidiano. En este sentido, compartir una foto o un video es también mi modo de devolverle algo al público. A mí no me demanda demasiada energía estar ahí y tomar la foto. Pero la energía positiva que la gente genera a partir de ese gesto es demasiado grande. Creo que es mi modo de contar, en primer lugar, mi historia, y en segundo lugar, compartir con la audiencia la experiencia y el tipo de vida que tenemos desde este lado.

De niño talentoso a bailarín consagrado, hoy Simkin es solista en el American Ballet Theatre en Nueva York. Foto: Daniel Jackson.

De niño talentoso a bailarín consagrado, hoy Simkin es solista en el American Ballet Theatre en Nueva York. Foto: Daniel Jackson.

R: Aquí en Buenos Aires bailás uno de los grandes ballets de repertorio, “Don Quijote”, un must en la juventud de todo bailarín clásico. ¿Cómo preparás tu Basilio?

Creo que comprendo a Basilio y puedo verme a mí mismo en él: es joven, alegre, no es tan serio, bromea un montón. Es alguien de mi edad, básicamente. Me gusta porque puedo buscar mucho en mi experiencia personal para este rol. No tengo que ir demasiado lejos tratando de comprenderlo. Y tengo muchos amigos latinos, así que saco algunos aspectos de ellos (risas). Por otra parte, el ballet es técnicamente muy desafiante y lo que sí es complejo es responder a la demanda constante de esta obra de mantener la energía siempre arriba. Todo el ballet está centrado en la pareja protagónica. Siempre tenés que empujar, empujar, empujar y empujar hacia arriba para estar vibrante en un nivel altísimo. Pero es así también que el público más disfruta. Si la energía está baja, te das cuenta. Obvio que tiene que ser un cúmulo de energía justo para que tampoco se vuelva de mal gusto. En equilibrio, pero siempre más arriba.

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(**) La entrevista completa podrá leerse en el brochure del espectáculo.

Cuándo y Dónde

«Don Quijote» | 8 y 9 de noviembre de 2014, a las 20.30 | Teatro Coliseo – Marcelo T. de Alvear 1125 | Para adquirir las entradas por Ticketek