El Ballet del Sur estrena temporada en homenaje a la gran Violeta Janeiro

El director de la compañía, Ricardo Alfonso, alumno y amigo íntimo de la artista, la recuerda con hermosas palabras: «Atrevida, pujante, desafiante, bella, extraordinaria artista, sensible, actriz nata».

jueves, 23 de abril de 2015 | Por Maria José Lavandera
Entre el 24 y el 26 de abril de 2015 inaugura la temporada del Ballet del Sur, en el Teatro Municipal de Bahía Blanca, en la puesta de «Gayane«, junto a la Orquesta Sinfónica Provincial de Bahía Blanca, a cargo de la batuta de Víctor Sardella. Se trata de la misma obra con la que esta agrupación cerró el periodo 2014, una pieza poco conocida por estos lares  situada en Armenia, cuya música fue compuesta por Aram Khachaturian, y su coreografía por Nina Aleksandrovna Anisimova y Vilen Galstian, estrenada en 1942 por el Ballet del Kirov durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Se presentará una versión coreográfica de Ricardo Alfonso, director de la compañía hasta el próximo año. La compañía contó esta obra en su repertorio en 1999. Gayané es una aldeana que se debatirá entre dos pretendientes: Guikó, un aldeano rudo que no se rinde ante el rechazo de ella, y Armén, de quien ella está verdaderamente enamorada.
 
Especial para esta compañía es el hecho de que estas funciones están dedicadas a la memoria de Violeta Janeiro, una gran artista de la danza y ex directora del Ballet del Sur, cuyo deceso en febrero de 2015 causó gran dolor en la comunidad de la danza. Ricardo Alfonso, quien la conoció en profundidad, la recuerda: «En 1990 Violeta Janeiro fue designada Directora del Ballet del SODRE de Montevideo, Uruguay. En ese entonces yo era integrante de ese ballet. En una época sin internet, las referencias acerca de las personas eran básicamente a partir de relatos personales. Violeta traía referencias impresionantes. La antecedía sobre todo una gran personalidad, un carácter temerario y una calidad artística extraordinaria. Cuando la vi por primera vez recuerdo haber pensado: ‘¡Dios mío la que nos espera!’. Pelos revueltos enmarcaban una mirada penetrante, inquisidora. Observaba el ensayo de Carmina Burana. Luego de este ensayo se me acerco y me dijo:’Bien morocho, eras el único que iba en música’. Ahí caí rendido a sus pies. A partir de entonces y por esas cosas extrañas de la vida, una figura de talla como la suya tuvo la generosidad de vincularse conmigo, insignificante a su lado, para convertirnos en amigos que sentíamos uno por el otro el mas profundo significado de la palabra amor», relata el actual director del ballet con emoción.
Violeta Janeiro y Gustavo Mollajoli en "El Prisionero del Cáucaso". Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

Violeta Janeiro y Gustavo Mollajoli en «El Prisionero del Cáucaso». Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

 
Ricardo hace su relato de una de las artistas más potentes que ha visto nuestro Teatro Colón y que, luego, como maestra y directora, se dedicó a estimular e infundir confianza a nuevos bailarines, tal como a él mismo le sucedió: «Violeta es una de las personas más nobles que he conocido. Con una o dos palabras tenía la facultad extraña de llenarme de confianza, de sentirme especial, único y seguro de mí mismo. Ella confió en mí antes que yo y esa confianza me llevó a no temerle a ningún desafío. Recuerdo una ocasión en que, siendo Directora del Ballet del Sur, me convocó para hacer la coreografía del Concierto para Piano de Mendelssohn especialmente para la compañía. Preparé minuciosamente los figurines, la coreografía, estudié la partitura e ideé un ballet de estilo neoclásico. Con todo armado y luego de varios meses de pre-producción, llegó el gran día. En ese mismo momento y con toda la compañía esperando para comenzar el primer ensayo me dice:’Tenemos un problema: el piano no entra en el foso. Hay que hacer otro ballet». Me quede sin habla. Ahí me dijo:’¿Te animás a hacer el de violín?’. Yo respondí: ‘¡No lo conozco!’. Ella me mira, con esa mirada pícara, cómplice, compradora y me dice: ‘Te animás, ¿sí o no?». Yo respondí que sí. Ahí mismo y por primera vez suena la música, comencé a armar la obra en ese mismo instante, completamente nueva, diferente. Una obra neoclásica, pero romántica. Así nació ‘Opus 64’ para el Ballet del Sur. Y así era Violeta: atrevida, pujante, desafiante, bella, extraordinaria artista, sensible, actriz nata que vivía sus personajes intensamente conmoviendo a cualquiera que la mirara». 
Violeta Janeiro, en "La consagración de la Primavera", de Oscar Araiz. Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

Violeta Janeiro, en «La consagración de la Primavera», de Oscar Araiz. Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

 
R: ¿Qué es lo más importante que sentís que te ha enseñado?
 
RA: Violeta era una Maestra con todas las letras y en mayúsculas. Siempre iba mas allá de la enseñanza estrictamente artística, escarbaba el alma hasta sacar afuera eso que nos limitaba para darnos la oportunidad de ser más libres, auténticos y verdaderos en el escenario y en la vida. Compartíamos la misma forma de ver la danza, con respeto a nuestros antecesores, al pasado, a los orígenes, a nuestros maestros, a vivir intensamente cada momento sabiendo que es único e irrepetible y que no vuelve más. Violeta era poseedora de una gran cultura, siempre ávida de saber más y más. Defensora de sus ideales, teníamos discusiones apasionadas sobre temas profundos como la vida, la muerte, Dios, filosofía, que duraban en muchas ocasiones toda una noche… ¡hasta el amanecer! 
 
R: ¿Cómo la recordás como directora?
 
RA: Violeta tenia la habilidad de hacer bailar hasta las piedras. Le encantaba exprimir a la gente para sacarle lo mejor de sí y todos de alguna manera u otra no podíamos más que tratar de complacerla: su aprobación era fundamental. Jamás dejé de mostrarle mi trabajo, ya como coreógrafo, para que me diera su visto bueno, su evaluación. Era quizá la única persona a la cual me entregaba absolutamente sabiendo que su mirada iba a ser pura, libre de cualquier otra animosidad que no fuera el aportar algo positivo. Siempre fue muy respetuosa, amorosa en sus indicaciones.
 
R: ¿Qué repertorio la inspiraba a la hora de trabajar?
 
RA: Su gusto era amplio, no había obra que no amara reponer, pero sin dudas su preferencia era con ‘Carmen’, obra de la cual fue intérprete extraordinaria, quizá la mejor Carmen que hay tenido jamas el Teatro Colón.  Azari Plisetsky, hermano de la celebre Maya Plisetskaya, y repositor de su versión de ‘Carmen’ le dijo que después de Maya, ella era la mejor Carmen que había visto y no es una exageración. 
Violeta Janeiro, junto a Alejandro Totto, en "Carmen". Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

Violeta Janeiro, junto a Alejandro Totto, en «Carmen». Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

 
R: Alguien tan vital, tan auténtica… ¿cómo pensás que le gustaría a ella ser recordada?
 
RA: Como alguien que no pasó en vano por esta vida. En su ultima visita al Ballet del Sur le hice un homenaje sobre el escenario. Recibió el aplauso cálido y sincero del público y de los bailarines y, sobre todas las cosas, el agradecimiento de muchos bailarines que le deben literalmente su carrera, a su generosidad y don de gentes. Eso le llenó el alma, la hizo feliz, la sorprendió gratamente. Su ausencia es una perdida inmensa para la danza argentina. Junto a Marta Steinhebel fuimos su compañía permanente en sus últimos años. No estuvo sola. Se fue en paz, de un sueño a otro. Agradezco la inmensa felicidad de haber compartido gran parte de mi vida con este ser maravilloso que me «adoptó». Siempre estará junto a mí.
Ricardo Alfonso, junto a la gran Violeta Janeiro, en el escenario del Teatro Municipal de Bahía Blanca en diciembre de 2014. Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

Ricardo Alfonso, junto a la gran Violeta Janeiro, en el escenario del Teatro Municipal de Bahía Blanca en diciembre de 2014. Foto: Gentileza Ricardo Alfonso.

 
En homenaje a esta grandísima Maestra, el Ballet del Sur invita a sus funciones de apertura:

Fechas: 24, 25, (21 hs) y 26 abril (20 hs)
Entradas: $120, $100 y $80

En el foyer del Teatro Municipal de Bahía Blanca, Atenea Espacio Cultural presentará una muestra del escultor Martín Graziano.