«El éxito es un proceso»

Por María José Lavandera La bailarina estadounidense de jazz y danza moderna Keesha Beckford, una exitosa artista luego convertida en maestra de danza, periodista y escritora especializada en pedagogía,  escribió una interesante entrada en la sección de «The Blog«, del prestigioso diario online «The Huffington Post«: una carta a todos los estudiantes de danza de […]

viernes, 07 de junio de 2013 |

Por María José Lavandera

La bailarina estadounidense de jazz y danza moderna Keesha Beckford, una exitosa artista luego convertida en maestra de danza, periodista y escritora especializada en pedagogía,  escribió una interesante entrada en la sección de «The Blog«, del prestigioso diario online «The Huffington Post«: una carta a todos los estudiantes de danza de la actualidad en la que los insta a confiar en sus maestros y sus enseñanzas -que no son precisamente críticas malintencionadas-, a comprender que el proceso de mejora en esta disciplina no es exactamente sencillo ni, muchas veces, amable y que el éxito en esta carrera tiene mucho que ver con un proceso de trabajo y esfuerzo continuo durante años.

Se trata de una carta que hemos descubierto en el ambiente de las «noticias sobre danza» debido a una serie de comentarios agitados que desató, lo cual propició que fuera tematizada y reproducida en varios medios que tratan la disciplina, entre ellos Dancespirit, donde nosotros la encontramos.

Fue publicada el pasado 22 de mayo y, a nuestro parecer, retoma algunos puntos interesantes en tanto valores que los jóvenes aspirantes a bailarines de hoy no debieran dejar de considerar para seguir adelante en sus estudios y carreras. No obstante, siempre es bueno tener en cuenta que estilos pedagógicos hay muchos y cada quien puede/debe probar qué es más efectivo para sí mismo.

Para que la lean, la tradujimos, así que aquí se las dejamos:

«Querid@ Estudiante de Danza del 2013:

Hola! Aquí, tu maestra de danza. Tu antigua maestra de danza. Conversemos.

Primero, se que amás bailar. Querés ser genial. Querés trabajar. Querés que todos vean lo que tenés para ofrecer. También estás creciendo en un mundo de la danza tan distinto de aquel en el que crecí, y estoy intrigada de ver qué se desarrollará.

Pero he visto mucho por lo cual preocuparme.

Vos venís de una generación que ha sido empoderada como ninguna otra antes en la humanidad. Te han enseñado a cuestionar la autoridad, a hacer lo tuyo, desde una edad temprana. Muchos de ustedes han sido criados en un mundo en el que “todos reciben un trofeo”, y sus maestros, padres y coaches, tratando de ser entusiastas, a menudo los felicitan sin muchas más razones que simplemente hacerlo. Más aún, en la era de Internet, todo es accesible instantáneamente y sin esfuerzo. ¿Querés buscar una palabra o una persona? Googleá. ¿Querés escuchar una canción que te gusta? Ni siquiera tenés que recorder la letra – el Shazam lo hace por vos. Ya ni siquiera hay que apretar botones, sino meramente arrastrar el dedo por una pantalla.

Cuando quizás te pidan que trabajes en algo porque es lo que simplemente se hace ante una determinada situación, muchos preguntan “¿por qué debería? Fulano de tal hizo esta cosa, se viralizó y listo”. Poca gente de éxito repentino lo goza de modo genuino, lo cual es un resultado de nuestra cultura hambrienta de espectáculo y adicta a los medios. Los fenómenos más inmediatos, sin embargo, se han esforzado persistentemente durante años antes de “su momento”.

El éxito es un proceso.

El éxito es también un producto de la crítica de otros y de uno mismo. En la clase de danza, las correcciones son públicas. Los maestros no siempre pueden decir todo del modo más amable. Con la clase llena de estudiantes, necesitan ser concisos y claros.

La tarea de tu maestra no es hacer que a vos te caiga bien, que quieras tomarte un trago o un café con ella, o ser amigas para toda la vida o, quizás, en Facebook. Personalmente, me gusta cuando uno entabla una amistad con los estudiantes. Pero esto sucede porque antes que nada, ese estudiante confió en mí: en mis habilidades y conocimientos como bailarina y maestra.

Si no confiás en tu maestra, encontrarás que sus correcciones son irrespetuosas. Yo tiendo a ser ferviente con las correcciones, impulsando campañas y arengas para solucionar errores. Mi humor a veces tiene hacia lo sarcástico, lo cual puede ser mal interpretado. Entonces, la combinación entre el tenaz deseo de ayudar a la gente y mi humor seco puede llegar a ofender a los estudiantes.

Si sos uno de esos estudiantes, debieras venir y comentarme esto.

No me lo hagas saber a través de tus padres o en la evaluación del curso.

Ciertamente hay humillación, incluso crueldad en un estudio de danza. La caricatura de la maestra mala o el coreógrafo malo están basadas en la verdad. Pero cuando encuentres una maestra que se está saliendo de cauce por corregirte, y quizás a veces frustrándose un poco, llamarla irrespetuosa está mal. Te estás creando un problema a vos mismo.

Es mucho más fácil para tu maestro ignorarte, e invertir su tiempo en alguien que haga cambios rápidamente. Sólo una maestra que crea que tenés potencial se molestaría en tratar de ayudarte. No se trata de falta de respeto en absoluto: es exactamente lo contrario.

Y esto coloca el énfasis en vos, para que tomes la responsabilidad sobre vos mismo. Si no entendés por qué estás siendo corregido cinco veces por clase y por qué tu habilidad para bailar no está recibiendo los elogios que quisieras, ¡preguntá!

Los maestros que me dieron las correcciones más rigurosas y más brutalmente honestas son aquellos de los que más aprendí. No me gustó lo que tenían para decirme, pero en mis días simplemente nos íbamos a casa y llorábamos un rato, nunca acusábamos a la maestra de faltarnos en respeto. Semanas, meses e incluso años más tarde, me di cuenta cuán acertada estaba esa maestra. Dicho esto, sus correcciones no significaban que yo era a) una mala bailarina b) que nunca iba a bailar profesionalmente c) convertirme en una empleada de fast-food.

Entonces, por favor, les pido que tomen sus clases a consciencia. Trabajen duro. Lleven pasión al estudio. Sean curiosos sobre cómo ser mejores. Pregunten. Y recuerden que si alguien se preocupa lo suficiente para trabajar con ustedes cada día, si alguien se preocupa tanto como para darse el lujo de frustrarse con ustedes, no está siendo irrespetuosa, está enseñando.

Ustedes tienen tanta información y tecnología disponible, y se que tienen mucho para decir. Pero un buen cuerpo entrenado bailando cuenta mucho. Espero ayudar.

Sinceramente,

Keesha»

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Foto: Christopher Peddecord en www.peddecordphoto.com