El Pole Dance: una tendencia que crece

En Argentina relativamente nueva, se trata de una disciplina a la que muchos bailarines se animan para entrenarse… y divertirse. Laura Fantino y Dolores Peirano, pioneras en su desarrollo y enseñanza, desmenuzan prejuicios y comentan su especificidad.

viernes, 24 de julio de 2015 | Por Estefanía Lisi

La disciplina que combina danza y destreza hoy ocupa las marquesinas de muchos espacios dedicados a su enseñanza en la Argentina. La esbelta silueta de una mujer con altos tacos o descalza (y con un empeine envidiable) acompaña su nombre, además de, por supuesto, «un caño». Si alguna vez miraste un video en Internet, por curiosidad o por estar interesado en el tema, seguramente te quedaste con la boca abierta por las cosas que aquellas mujeres son capaces de hacer.

Pero, ¿en qué pensamos cuando nos hablan del Pole Dance? ¿De qué se trata realmente? ¿Cualquiera podría probarlo? Revol conversó con Laura Fantino, una de las pioneras del Pole Dance en nuestro país y fundadora de School of Pole; y con Dolores Peirano, profesora, discípula de Laura y líder del «estilo sexy».

Laura Fantino, una de las pioneras en la práctica y enseñanza de Pole Dance en Argentina. Foto: Gentileza School of Pole.

Laura Fantino, una de las pioneras en la práctica y enseñanza de Pole Dance en Argentina. Foto: Gentileza School of Pole.

De la danza al Pole

Cuando regresé a School of Pole, donde me iba a encontrar con Laura para la entrevista, encontré nuevamente aquel cálido ambiente en el que el año pasado tomé una clase. Las paredes rosadas, la música de fondo y algunas fotos de famosas bailarinas en las paredes seguían estando allí.

Ella comenzó a bailar a los cinco años de modo ininterrumpido hasta los 17. “Interrumpí aquel estilo de vida porque me ‘enojé’ con la danza. Los requerimientos en ese momento para ser bailarina de ballet eran muy estrictos, sobre todo con el peso corporal, por lo que decidí alejarme”, confiesa. Sin embargo, Laura decidió darle una nueva oportunidad: “Cuatro años más tarde, elegí volver: el problema era encontrar la disciplina para hacerlo. Tras probar una clase de clásico, llegué a la conclusión de que no podía ir por ese lado. Me deprimía. Necesitaba algo que me permitiera divertirme y conectarme con lo que me gustaba. Encontré el Pole a un par de cuadras de donde trabajaba, hace seis años, cuando en Buenos Aires apenas había dos escuelas que se dedicaban a la disciplina. Pensé ‘bueno, esto es una señal, tengo que arrancar acá’, y comencé a tomar un par de clases. Se transformó en muy poco tiempo en mi vida entera”, cuenta.

Laura se sentía como pez en el agua: por su larga carrera en danzas, supo aprovechar al máximo sus habilidades y su conciencia corporal y aplicarlos a este desafío. “En ese momento el Pole era complicado por ser novedoso, pero mucho más sencillo que lo que es hoy. Creo que antes había más espacio para la elasticidad en sí. Hoy es más contorsivo: lo que hay de flexibilidad en realidad es contorsión. Y lo que hay de fuerza, implica fuerza extrema”, explicó.

¿Y qué es lo que hay que tener para el Pole Dance? «Fuerza, potencia, flexibilidad, resistencia… todo, hablando a nivel competencia. Pero para hacer de forma recreativa, no es necesario”.

La acrobacia como nueva forma de vida

Laura sintió que uno de los cambios más notables, producto de la acrobacia, fue en la forma de su cuerpo: “Yo tenía la contextura de una bailarina clásica, con los huesos a la vista, los hombros chiquitos, los músculos marcados pero en pequeñas dimensiones. Esta disciplina me hizo desarrollar mucho más el cuerpo”.

Pero no todos los cambios se ven a simple vista: “El Pole es realmente muy gratificante. Podés disfrutar de pequeños logros día a día. Al principio me dolían los apoyos, las corvas, tenía moretones por todos lados. Pero después comencé a trepar, a hacer trucos en altura, a sentir que vencía mis miedos y que subía mi autoestima, a estar más feliz. Tal vez iba triste a mis clases por factores externos de la vida, y salía ‘saltando en una pata’. Empecé a amar las alturas, más allá de que también me gusta mucho bailar. Hoy en día prefiero estar arriba que abajo. Y de cabeza ni te digo: se ha transformado en una adicción día a día. Necesito colgarme, hacer algo todo el tiempo”, relata, apasionada.

Los varones no quedan excluidos de la práctica de Pole Dance. Foto: Gentileza School of Pole.

Los varones no quedan excluidos de la práctica de Pole Dance. Foto: Gentileza School of Pole.

El lado B del Pole: estilo sexy

Cuando Dolores Peirano me recibió al término de su clase en Fit Vertical daba algunos pasos en puntas de pie. Es que el estilo sexy, además del short y el top que se usan en cualquier clase de Pole, tiene un elemento extra: unos zapatos altísimos que irradian sensualidad. “Practiqué Jazz de chica durante 5 años, por diversión, hasta tercer año del secundario. Un tiempo después me di cuenta de que tenía que volver a hacer ejercicio, así que a los 23, cuando trabajaba como camarera en un bar rockero llamado Rebel, me animé a bailar en el caño que tenía el lugar, para jugar. No tenía idea de lo que era el Pole Dance en ese momento. Me gustó y me decidí a anotarme en clases para ver cómo era. Empecé acá y Fantino fue una de mis primeras profes. Hoy me sigo entrenando con ella”, contó.

Dolores también se enamoró del Pole, aunque sentía que le faltaba algo. “Lo que me pasaba es que cuando venía a las clases hacía acrobacias, pero cuando miraba los videos en Internet, sobre todo los de Alethea Austin [una de las bailarinas más importantes de este estilo en el mundo], veía que bailaba con tacos y hacía un estilo más sexy. Eso me fascinó. La veía y pensaba ‘yo quiero hacer eso’, pero no lo encontraba en las clases, así que decidí comenzar yo misma a aprender y desarrollarlo. Había clases de coreografía, pero no usaban la técnica propiamente dicha, como lo que hacía Alethea por ejemplo, o el estilo de Eva Bembo [famosa bailarina rusa]. Eran cuadros improvisados bajo la ambigüedad de la palabra ‘sexy’. O con elementos de distintos estilos de baile”, explica.

Pero, ¿de qué se trata realmente el estilo sexy? “Está basado en el baile de las strippers. También hay diferentes ramas. Las estadounidenses tienen un poco más de hip hop en su estilo. En mi caso, me fanaticé con este estilo. Miraba los videos y practicaba, aunque la mayoría de las cosas no me costaban mucho. Notaba que a las chicas del Pole les era difícil moverse con gracia, porque muchas que nunca habían hecho danza. Les costaba la coordinación y la actitud, sobre todo si se trataba de algo sexy, que puede generar timidez. Mi clase entonces comenzó a tener este objetivo de ayudarlas a soltarse, a moverse y a tratar de incluir esta técnica en los trucos, para que el movimiento sea más fluido. Que uno pueda jugar más y sea más atractivo a la vista”, compartió.

Dolores defiende su estilo con pasión, más allá de los prejuicios: “Me parece importante que se entienda que no es algo malo y que a la gente le gusta y se divierte con esta danza. Yo entiendo que las autoridades de la disciplina quieren alejar la idea de que el Pole es algo sexy porque buscan que se lo respete más socialmente y que por eso se lo está volviendo tan acro, digamos, en las federaciones y en los campeonatos. Pero estaría bueno que entiendan que este estilo es parte de lo mismo, y a la vez algo diferente”.

Dolores Peirano fundó la enseñanza del Pole Dance en su estilo "sexy" en Argentina. Foto: Gentileza School of Pole.

Dolores Peirano fundó la enseñanza del Pole Dance en su estilo «sexy» en Argentina. Foto: Gentileza School of Pole.

Una clase de Pole, desde adentro

Aunque las clases que dictan Laura y Dolores se asemejan mucho, tienen sus particularidades. ¿Con qué nos podemos encontrar? “Mis clases en realidad son para alumnos más avanzados. A alguien que es nuevo en la disciplina tal vez pueden resultarles un poco avasallantes, sobre todo  porque mis ‘prepas’ [preparaciones] son muy duras. Tengo alumnos que ya están haciendo trucos muy arriesgados, con inversiones de altura, y eso puede llegar a asustar o impactar a alguien que toma una clase por primera vez. Por eso quizás es recomendable en School of Pole comenzar con otra profe”, explicó Laura.

En cuanto a la estructura, se comienza por una entrada en calor, que continúa con una preparación física para acondicionar todos los músculos, y luego una parte en la que se ejercita la técnica específica del Pole. Finalmente, se realiza un estiramiento de los grupos musculares que se trabajaron. “Los profesores van siguiendo los avances de cada alumno, porque hay pocas clases en las que se encuentre un nivel totalmente parejo. La idea en este estudio es tener hasta ocho alumnos por clase, para que la enseñanza sea más personalizada”, añadió Laura.

Por otro lado, Dolores (que también da clases en School of Pole) indicó que, en sus clases de «Sexy», luego de la entrada en calor y la preparación física -que se caracteriza por ser un poco menos exigente que la de acro-, existe una etapa destinada a la práctica de movimientos específicos del estilo y de trucos. ”También depende de la situación de cada alumna: si yo veo que una chica es muy coordinada y le es fácil moverse, le voy a pedir que practique más los trucos. En cambio, si viene del Pole acrobático o de la gimnasia y conoce un montón de trucos pero le cuesta bailar, la voy a tener más tiempo practicando los movimientos en el lugar. Lo que yo intento es armar los trucos propios del Pole en secuencias para añadir ese condimento sexy y de la danza, algo que no se encuentra en el estilo acrobático. Y al final de la clase hacemos una coreo”, sostuvo.

Además, en el Sexy Pole Style también se practican trucos de suelo [loor work]. “En otros países, las tarimas de los bares son altas y los clientes están a la altura de los pies de las bailarinas. La idea no es que camines todo el tiempo, sino que gatees. También hacemos verticales, de cabeza, de hombros, de codos, roles y arrastres por el piso en posiciones… provocativas”, añadió con una sonrisa.

Las experiencias de los alumnos

Entre los seguidores del Pole Dance se pueden encontrar algunos bailarines (o ex bailarinas, como ha sido el caso de Laura y Dolores). ”Una de las profes de School, Celi (López), es bailarina clásica y también se ha enamorado del Pole con todo su corazón. Además, tenemos muchos alumnos que bailan distintas disciplinas”, aseguró Laura.

El Pole Dance es practicado por bailarines de todas las disciplinas que buscan ejercitarse y... divertirse. Foto: Gentileza School of Pole.

El Pole Dance es practicado por bailarines de todas las disciplinas que buscan ejercitarse y… divertirse. Foto: Gentileza School of Pole.

¿Será que a los bailarines les interesa incluir el Pole en su rutina de entrenamiento? ¿O es que quieren probar algo nuevo? Sin dudas, Laura respondió: “En realidad se acerca el bailarín que no quiere seguir con la danza como la conoce. Que necesita otra cosa. No es tan común que prueben estas clases quienes están muy activos en la danza. A veces pueden venir bailarines de revista, con alguna necesidad específica para sus shows. Casi siempre hacen unas cosas impresionantes. Los varones son increíbles, sobre todo los que vienen con una gran base de preparación física. En poco tiempo se transforman en bestias”.

En cuanto a las clases de Dolores, surge la duda: ¿son aptas para todo público? “Las reacciones de las personas por lo general se dividen en dos: hay a quienes les sucede como a mí, que les encanta el estilo y no saben dónde tomar clases así, y hay otras chicas a las que les puede llegar a asustar un poco. Tal vez hacer algunos de los movimientos les da un poco de vergüenza. Otra cosa que pasa también es que muchas chicas se anotan pensando que van a hacer las clases como eran antes, más simples: caminar, hacer poses y cosas sencillas. Y en realidad el estilo sexy tiene, por ejemplo, muchos trucos de piso, figuras de sostén, que requieren mucha fuerza y resistencia. Entonces se dan cuenta de que es un sexy difícil”, reconoció.

Y los tacos. El par de Dolores reposaba glamoroso sobre el suelo con una plataforma atemorizante. “Mucha gente piensa que al empezar conviene usar uno zapatos bajitos, pero yo recomiendo todo lo contrario: para lograr una mayor estabilidad, es necesario usar una plataforma alta, porque la base es más grande y además te permite estirar el empeine y evitar que los dedos de los pies se choquen contra el piso. Unos zapatos con plataforma de seis pulgadas son ideales”, sostiene.

¿Y qué hay de la dificultad? “Eso depende de cada persona. Hay chicas que tienen mucha facilidad y le agarran la mano enseguida, y hay otras a las que les cuesta más. También depende del background físico que tengas: si hiciste alguna actividad física te va a ser más fácil, porque ya entendés para dónde vas. Y si no hiciste nada, obviamente al principio podés estar un poco aturdida. Pero después las chicas se van dando cuenta de que, a medida que se relajan y se van acostumbrando a la idea, les van saliendo más cosas. De la primera clase salís con dos o tres trucos. Fáciles, pero que son bonitos y ya se pueden mostrar”, explicó. Y es verdad.

La anatomía y el Pole Dance

Sin duda, los músculos que ostentan las bailarinas de Pole se deben al esfuerzo constante que realizan para alcanzar los diversos trucos. “Es una actividad muy intensa porque se trabajan todos los grupos musculares a la vez. Para trepar se fuerza el abdomen, los cuádriceps, las pantorrillas, los antebrazos y los hombros. Se usa todo el cuerpo, incluso hasta para cosas mínimas, como un ‘bombero’, que es el primer truco que se enseña. Se requiere colocación, fuerza abdominal, empuje del centro y demás. En esto tiene que ver mucho la danza: siempre buscamos el centro. Incluso a nivel respiración es igual, y es distinto a correr, por ejemplo, donde se busca abrir. En la danza se busca cerrar”, explica Laura.

Teniendo esto en cuenta, nos preguntamos ¿son las lesiones muy comunes en el Pole Dance? “Ahora no tanto. Hoy podés lastimarte pero por sobreexigirte, no por hacer mal las cosas. Tal vez al principio el problema era que, al no saber, y al tratar de buscar la manera de hacerlo, podías terminar lesionándote», concluye Laura.