Emanuel Ludueña: Los bailarines, mucho más cerca

Por María José Rubín Egresado del Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín, Emanuel Ludueña es bailarín, maestro y coreógrafo de danza contemporánea, autor de algunas de obras más interesantes de la escena actual. Con una obra recién salida de cartel, Inmóvil, recientemente repuesta en el Rojas, y otra en pleno desarrollo aún, Ensayo sobre el […]

lunes, 17 de junio de 2013 |

Por María José Rubín

Egresado del Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín, Emanuel Ludueña es bailarín, maestro y coreógrafo de danza contemporánea, autor de algunas de obras más interesantes de la escena actual. Con una obra recién salida de cartel, Inmóvil, recientemente repuesta en el Rojas, y otra en pleno desarrollo aún, Ensayo sobre el final del invierno, a cargo de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea en el Centro Nacional de la Música y la Danza, lo convocamos a una entrevista en la que nos contó sobre su historia, su actualidad y nos reveló los entretelones de su última obra, en la que despliega su concepción del artista como un ser de carne y hueso, próximo al espectador, plenamente expuesto.

R: ¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo de la danza? ¿Qué te llevó a tomar tus primeras clases y cómo se convirtió la danza en tu carrera?

E: Recuerdo ver a una tía bailando a mis cinco o seis años, una maestra de cuarto grado que insistía para que me inscribiera en un curso vocacional de folklore (que dictaban en la primaria) porque veía mi entusiasmo por participar de los actos patrios escolares. También a un maestro de tango que dictaba un curso en esa misma escuela y me invitó a participar de su grupo, con el que nos presentábamos en distintas ocasiones. Ya a los doce años, en la Escuela Nacional de Danzas N° 1, cursaba la carrera de Danzas Folklóricas y todas las extracurriculares que se ofrecían en ese momento. Unos años antes de egresar le pedí a una maestra de la carrera de danza clásica, Susana Vignolo, que me preparase para audicionar en el Taller de Danza Contemporánea del Teatro General San Martín, al cual ingrese a los 17. A partir de ahí focalicé mis estudios en esa disciplina y tuve el privilegio de conocer a grandes maestros, artistas y amigos que me acompañaron en ese proceso que hizo de la danza mi profesión.

R: ¿Siempre quisiste ser coreógrafo o se fue dando?

E: No puedo decir que es algo en lo que haya pensado o deseado. Mi primer trabajo coreográfico fue la tesis del taller de danza, que posteriormente seleccionó Alejandro Cervera para mostrar en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Y desde ahí se volvió algo que no puedo dejar de hacer: en cada estreno me vienen imágenes de cómo seguir, que cambiar o que profundizar.

"Dos Uno Uno" , obra para el primer "Partido y Compartido" de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Foto: Tamara Ludueña

«Dos Uno Uno» , obra para el primer «Partido y Compartido» de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Foto: Tamara Ludueña

R: ¿Quiénes son tus referentes de la danza contemporánea, pasados y en la actualidad? ¿Quiénes fueron los maestros que mayor influencia tuvieron en vos?

E: No puedo dejar pensar en mis dos grandes maestras: Ana Garat y Marina Giancaspro. Con la primera trabajo desde hace casi diez años, aprendí como alumno y hoy como intérprete de sus obras. Con Marina tomé clases de danza hace unos años y ahora guía mi proceso en la Técnica Alexander. Tampoco puedo dejar de mencionar a Carlos Trunsky, con quien tengo el placer de compartir proyectos desde hace muchos años, y a todos los que me dieron un espacio en su imaginario: Oscar Araiz, Miguel Robles, Pilar Beamonte y Fabián Gandini, porque considero que el mayor aprendizaje es la vivencia de tan particulares procesos de trabajo.

Podría mencionar grandes nombres exponentes de la danza del mundo, pero creo más en el intercambio personal, en la vivencia, como decía recién, el vínculo como referente.

R: ¿Cómo es tu proceso creativo en el armado de una coreografía? ¿Los movimientos te invaden, como el texto suele invadir a los escritores? ¿Partís de una idea que después volcás al cuerpo de los bailarines? ¿Ellos tienen incidencia en lo que se va creando?

E: No siempre es igual, generalmente más que movimientos se me aparecen imágenes, situaciones simples. Pero siempre lo que primero que veo son los intérpretes, los imagino haciendo determinada cosa y observo cómo se relacionan entre sí. También me inspiran sus vivencias personales, algunas las guardo en mi memoria y, si después tengo la oportunidad de trabajar con él o ella, algo de esa experiencia se plasma sutilmente en la obra. Una vez en el proceso se disparan nuevas situaciones. Los «movimientos» aparecen casi como una excusa para contar aquello otro. Los intérpretes tienen total incidencia en mi imaginario.

"Inmóvil", repuesta en el Rojas, es un ensayo sobre el movimiento y la quietud. Foto: Julián Escardo.

«Inmóvil», repuesta en el Rojas, es un ensayo sobre el movimiento y la quietud. Foto: Julián Escardo.

R: ¿Cómo es tu experiencia docente en este momento? ¿Qué desafíos plantea y qué gratificaciones te significa transmitir tus saberes?

E: Creo que el mayor desafío en los últimos años (al tener la oportunidad de estar como maestro frente a bailarines profesionales, con inquietudes personales o con muchos años de formación) es transmitirles mi manera de ver el movimiento, la danza y el estar en un escenario, o sea, interpretar. Además soy docente en escuelas de formación, con nuevos enfoques de enseñanza, lo que me permite atender las mismas inquietudes sobre el abordaje de la danza, el movimiento y la pedagogía. Esto representa un desafío porque, además de transmitir contenido y conocimiento técnico, estoy impartiendo mi modo de ver y pensar (totalmente subjetivo), que me expone. Es doblemente gratificante recibir el interés y la escucha de mis alumnos y encontrarlos luego investigando.

R: Si tuvieras que elegir algunos hitos de tu carrera, los momentos que más te marcaron, que mayor significado tuvieron para tu trayectoria o que recordás con más cariño, ¿cuáles serían?

E: Recuerdo el estreno de YoYaNoKepo, de Ana Garat y Pilar Beamonte, en la Martín Coronado. Las épocas de gira con Miguel Robles. La primera vez que me convoca Carlos Trunsky. Las horas y horas ensayando mis obras junto a Mariela Loza, Verónica Maseda y tantos amigos/intérpretes. Las audiciones en las que no me eligieron. Un viaje a Grecia con Rosaura García y también junto a ella el estreno de Jujuy, de Ana Garat. El Teatro Colón lleno en un festival de la Escuela Nacional de Danza N°1. El preestreno de Ensayo… en Salta hace algunos meses, con público alborotado y yo en platea preguntándome qué estaba haciendo…

"Ensayo sobre el final del Invierno", todavía en cartel hasta fines de junio. Foto: Ramiro Peri

«Ensayo sobre el final del Invierno», todavía en cartel hasta fines de junio. Foto: Ramiro Peri

R: ¿Cómo surgió la posibilidad de trabajar con el Ballet Nacional de Danza Contemporánea en la creación de Ensayo sobre el final del invierno?

E: Mi relación con el Ballet… es desde su comienzo. Me invitaron a formar parte del primer programa «Partido y Compartido» con mi obra Dos uno uno y al año siguiente a dictarles clases de danza contemporánea. A fines de 2011, cuando aún era maestro allí, me proponen montar una obra breve para formar parte de un programa compartido al año siguiente. Por diferentes motivos Ensayo… se estreno este año bajo otras condiciones que me permitieron desarrollar aún más aquella primera idea que apareció cuando me hicieron la propuesta.

R: ¿Qué recepción ha tenido la obra hasta ahora?

E: Lo más gratificante es ver a mis maestros y alumnos contentos, conmovidos con el trabajo… bueno, a algunos. Entiendo que, por sus características, este espectáculo puede ser gratamente recibido y movilizante o bien, difícil de ver.

R: ¿Planteó inquietudes el trabajar con desnudos o la idea fue adoptada naturalmente como de la obra? ¿Suscitó desafíos específicos en el momento de armar la coreografía? 

E: Por supuesto que genera inquietud, preguntas e inseguridad llegar a ese nivel de exposición, pero desde el momento en que lo planteé, sentí que se entendía como necesidad del trabajo y lo aceptaron como tal, con respeto y confianza. Incluso poco tiempo antes de estrenar, nos enteramos de que no funcionarían las calderas durante las funciones y, si bien se pensaron algunas opciones para evitar el final en el que están desnudos, los intérpretes prefirieron hacerlo así de todos modos, para no modificar el sentido de la obra.

R: Tanto Inmóvil, hoy en reposición en el Rojas, como Ensayo… se presentan acompañadas de fragmentos poéticos de Virginia Woolf y Walt Whitman. ¿Sos un lector habitual de poesía? ¿Encontrás en ella una fuente de inspiración? ¿Qué otras obras o situaciones te inspiran?

E: No soy un gran lector. En el momento de encontrar un texto que acompañe a la obra, como no me gusta explicar el trabajo, se me viene el recuerdo de algo leído, generalmente durante el proceso, que aporta sentido. El texto de Whitman fue un «regalo» de Patricia Casares, la compositora, quien mientras trabajaba en la obra lo recordó, le pareció atinado y yo, por supuesto, lo tomé.
Me inspiro más en el cine: suelo ver películas independientes o de culto y eso me dispara montones de imágenes e intereses que influyen en la manera de componer. Pero sobre todo, como comentaba antes, las situaciones más cercanas, los vínculos entre las personas.

Ensayo...: "Estuve más bien enfocado en generar un espacio que permitiera dejar a los bailarines más cerca, que nos permitiera verlos, acercarnos", dijo Emanuel de su obra. Foto: Ramiro Peri

Ensayo…: «Estuve más bien enfocado en generar un espacio que permitiera dejar a los bailarines más cerca, que nos permitiera verlos, acercarnos», dijo Emanuel de su obra. Foto: Ramiro Peri

R: El dolor, el interpelar al espectador y la quietud son algunos de los puntos que me parecieron más sobresalientes de Ensayo… ¿Los pensaste, en efecto, como claves de la obra o estás de acuerdo en que resultan recursos o efectos dominantes? ¿Qué otros aspectos señalarías como constitutivos para acercarse a la obra?

E: Sí, los reconozco como dominantes, pero creo que estuve más bien enfocado en generar un espacio que permitiera dejar a los bailarines más cerca, que nos permitiera verlos, acercarnos. En general veo a los bailarines en escena con un aire de súper poder y provocación que no me parece interesante, más bien me aleja, me impide identificarme con ellos y finalmente poder intuir qué es lo que me están queriendo decir. Entonces, más que interpelar al espectador, se lo invita a que esté más activo, más atento, más sensible, sin «esperar» que ocurra nada.

El silencio y la quietud son algo que considero imprescindible para poder ver. Hoy son pocos quienes se toman tiempo para mirar algo detenidamente o para escuchar algo que les guste escuchar. El dolor o lo que lo provoca es evidentemente algo que me interesa, no como una clave ni una fórmula, sino como algo que me conmueve y me inspira; luego, aparece finalmente en mi trabajo.

R: Finalmente, si tuvieras que hacer un balance de tu carrera hasta ahora y proyectar todo lo que queda por venir, ¿cómo describirías este momento? ¿Te sentís satisfecho, realizado, o sentís que hay cosas que todavía te debés como artista? ¿Qué proyectos o metas te gustaría alcanzar?

E:Veo a este como un muy lindo momento, sobre todo porque reconozco un poco más de claridad en mis intereses y eso me parece valioso para seguir trabajando. No solo a la hora de componer, sino al frente de un grupo de alumnos. Ensayo… define una búsqueda y me sirve verla para continuarla o empezar a cuestionarla. Realizado, no: pienso hacer muchas cosas más. Me tienta la idea de coordinar un lugar de formación e investigación, pero también quiero darle a mi vida un espacio para estudiar en este momento otras cosas que me van a tomar mucho tiempo. Más que en las metas, confío en el tránsito y en el trabajo.

EL DATO

«Ensayo sobre el final del invierno» – Miércoles y jueves de junio, a las 21

Centro Nacional de Música y Danza, México 564, Ciudad de Buenos Aires

Entrada gratuita; las localidades se retiran una hora antes del comienzo de la función.

Interpretada por la Compañía Nacional de Danza Contemporánea