“En el ballet no hay éxito sin disciplina”

Por Lic. Melina Sólimo Al entrar al Teatro Colón desde las bambalinas recordé a la pequeña bailarina que llevo dentro. En realidad siempre está. Pero, ¿cómo impedir que mi corazón latiera más fuerte si estaba pisando el escenario del teatro más importante del país? Y, por qué no, uno de los más relevantes del mundo. […]

sábado, 07 de septiembre de 2013 |

Por Lic. Melina Sólimo

Al entrar al Teatro Colón desde las bambalinas recordé a la pequeña bailarina que llevo dentro. En realidad siempre está. Pero, ¿cómo impedir que mi corazón latiera más fuerte si estaba pisando el escenario del teatro más importante del país? Y, por qué no, uno de los más relevantes del mundo. Pisé esas tablas que tantas veces soñé durante diez segundos, quizás menos. Pero ver la platea desde allí, es otra cosa.

El ensayo estaba terminando y ya no quedaban bailarines, sólo algunos técnicos. Mi entrevistada seguía ahí, dando las últimas indicaciones. Me tocaba esperarla en el camarín. Sentí una mezcla de ansiedad y alegría enorme. En esta cita, mi rol no era con tutú sino con grabador, lo que me regalaba la posibilidad de conocer profundamente a una de las figuras más destacadas de la historia de la danza nacional.

En minutos, iba a encontrarme con una gran bailarina, maestra de maestros: la Directora del Ballet Estable del Teatro Colón, Lidia Segni. De muy pequeña y de una forma impensada, ella comenzó sus estudios en Córdoba, de donde es oriunda y formó parte del Ballet Oficial de esa provincia.

Pero su destino era otro y, ya en Buenos Aires, se incorporó al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y al Teatro Argentino de La Plata. En 1970 ganó por concurso el ingreso al Ballet Estable del Teatro Colón y desde allí no paró más. Ella misma asegura que piensa todo el tiempo en el presente y en el futuro, nunca en el pasado. Y se nota.

Tiene una figura y un semblante envidiable para su edad, que imagino, pero no me animo a preguntarle porque es una dama. Con la humildad de los grandes, me recibió y habló totalmente relajada y confiada. REVOL se puede dar el lujo de abrir el telón para disfrutar de una maestra que dice ser una agradecida de la vida.

R: ¿Qué significa para usted estar coreografiando y dirigiendo “Don Quijote”?

L: Es una obra que conozco mucho, no sólo porque yo la bailé, sino porque a través de los años la idealicé, porque es un ballet que da muchísimas posibilidades, con un primer acto donde uno se puede expresar artísticamente, un segundo acto puramente clásico y un tercer acto de una destreza muy grande, con el Grand Pas de Deux, que es el caballito de batalla de todos los bailarines.

Los grandes ballets siempre duran alrededor de tres horas y media. Por eso, siempre tuve la idea, y la tengo aún, de que en los tiempos que vivimos, tan acelerados y a las corridas, tenía que hacer un Quijote más corto, respetando la historia y la estructura musical, donde todos los personajes pudieran lucirse.

Para poder hacer eso fue fundamental contar con el espacio y el Ballet Estable del Teatro Colón, por eso me siento agradecida de poder plasmar “Don Quijote” en la compañía. Yo soy una agradecida a la vida de todo lo que me ha dado.

Yo no te puedo decir que representa algo más importante de todo lo que hice en mi vida, porque yo siento que es una obra importante, pero no es la única ni la ultima. Siempre viví el presente y pensé en el futuro. Siempre tengo metas, porque creo que es lo que te mantiene viva, activa y vigente.

"Don Quijote", en reposición de Lidia Segni,  a poco de su última función, mañana, cuando se retirará Silvina Perillo. Foto: Gentileza Teatro Colón.

«Don Quijote», en reposición de Lidia Segni, a poco de su última función, mañana, cuando se retirará Silvina Perillo. Aquí, Juan Pablo Ledo y Nadia Muzyca Foto: Gentileza Teatro Colón.

R: ¿Cuál es el aporte coreográfico que usted le hace a la obra en esta puesta?

L: El aporte que yo hago es que, por ejemplo, en el primer cuadro del segundo acto armo una danza de los gitanos y son todos hombres. Es raro ver en los ballets una danza para que se luzcan tanto el primer bailarín como el cuerpo de baile de varones. Es una danza muy fuerte, está hecha como lo pide la música y tiene un lucimiento muy importante que realmente demuestra que el cuerpo de baile masculino también es importante dentro del espectáculo.

Otra cosa muy linda que me pasa es que, al tener tantas posibilidades de roles en Quijote, puedo integrar a los bailarines jóvenes del Teatro Colón que están como refuerzo porque no ha habido concursos y no pude sumarlos al elenco. En el Colón hay jóvenes muy, pero muy buenos. Entonces a mí me da la posibilidad de ir formando próximas primeras figuras, tanto solistas como primeros bailarines y casi todos los jóvenes de refuerzo están haciendo algún rol importante.

Eso es una forma de hacer crecer a la compañía y de incentivar a la gente joven, que ellos también pueden mostrar lo que saben hacer. En la época mía, el refuerzo no podía hacer roles, en cambio ahora siempre se respeta la decisión del coreógrafo o director, sea otro o yo quien ponga la obra.

Los bailarines que entraron como refuerzo tienen las mismas condiciones y obligaciones que el cuerpo de baile. En Quijote los hago rotar por función con algún rol y tengo gente que hace el Grand Pas de Deux del tercer acto, que son del refuerzo y son magníficas bailarinas. Por eso, tengo la esperanza de que con todo el trabajo que estamos haciendo en el teatro, ellas sean las primeras figuras del Colón algún día.

Depende también mucho de la continuidad de los bailarines, porque no se pueden quedar con un rol para el que trabajaron y después pensar que con eso ya está. Hay que trabajar siempre, y mucho. El ballet es muy ingrato, vos dejas de trabajar y se nota.

Martín Mirando en el rol de Don Quijote. Foto: Gentileza Teatro Colón.

Martín Mirando en el rol de Don Quijote, en la última reposición. Foto: Gentileza Teatro Colón.

R: ¿Cómo vive la despedida de Silvina Perillo?

L: Ella es una profesional muy grande y me da la oportunidad de poder despedir a una bailarina durante mi gestión, como ninguna otra primera figura se despidió. En la época nuestra, nos íbamos, notificábamos que no trabajábamos más, y no nos decían ni gracias ni chau.

Después vino una función de despedida que se les hizo a dos grandes figuras como Silvia y Raúl (N de R: Bazilis y Candal), pero nunca más se despidió a nadie. Por eso, en mi gestión, yo creo que a cada primera bailarina que deje el teatro hay que decirle gracias y desearle suerte en lo que vaya a hacer en su vida. Es importante tener la posibilidad de poder organizarle una despedida a una primera figura.

La Bella Durmiente, con Silvina Perillo y Federico Fernández en los protagónicos, se transmite en 3D en el Teatro Colón. Foto: Prensa Teatro Colón.

«La Bella Durmiente», con Silvina Perillo y Federico Fernández en los protagónicos. Ella se despide mañana de vida profesional sobre el escenario del Colón. Foto: Gentileza Teatro Colón.

R: ¿Qué nos puede contar de su participación en la Gala Internacional del 11 de septiembre?

L: Bueno, la Gala se hace una vez por año con cuatro parejas internacionales y siempre la primer parte es de ellos y la segunda del Ballet del Colón, obviamente para mostrar lo que hacemos. Este año, cuando nosotros hicimos una gira a Omán, me pidieron especialmente un tango para el programa. Asesorada por Julián Galván que sabe mucho de tango, armé un ballet de siete tangos de Astor Piazzolla.

Lo hicimos en la gira por todo el país y en Omán, pero nunca lo habíamos hecho acá. Entonces me pareció que era una oportunidad para mostrarlo en la Capital Federal, ya que es una cosa distinta, que lo hace muy bien el ballet y están la mayoría de las figuras, es una oportunidad de mostrar la gente que tenemos.

"Tango", con Carla Vincelli y Federico Fernández, una coreografía de Lidia Segni. Foto: Gentileza Teatro Colón.

«Tango», con Carla Vincelli y Federico Fernández, una coreografía de Lidia Segni. Foto: Gentileza Teatro Colón.

La vida es sueño…. Y baile.

Frente a una figura con tanta trayectoria y a la vez, tanta humildad, el imaginario nos hace pensar en una vida de película, en aquella pequeña que siempre soñó con bailar. Pero no fue tan así. Aunque su carrera en la danza transcurrió como en un cuento, de esos con finales felices, Lidia tuvo sus primeros pasos en puntas de pie por indicación de un médico. Sí, le “recetaron” bailar.

Es imposible no conmoverse frente a tal confesión, y así lo recuerda ella: “Yo entré a la danza por prescripción médica, porque a los dos años me agarró reuma en las articulaciones, tuve parálisis en las piernas, mis padres me fueron a levantar y yo no podía sostenerme por mí misma. A los cinco, cuando estaba un poco más recuperada, el médico dijo que tenía que hacer una actividad física, continuada y con disciplina, entonces mis padres, gracias a Dios, pensaron en la danza”.

Todavía sin poder creer tal paradoja, comprendí que estaba frente a una de las mejores bailarinas y maestras argentinas, a la que Dios, como ella dijo, o la danza, le había devuelto la firmeza de sus piernas, aquellas que la llevaron por tantos caminos y que le dieron tantas satisfacciones en su vida profesional.

Seguimos con la entrevista y el relato continuó: “Después, siendo más grande y cuando me di cuenta que era mi vocación, les pedí a mis padres de venirme a Buenos Aires, porque yo soy cordobesa, ellos se quedaron y me pareció bien porque no hay que mover a toda una familia por la vocación de una persona que no se sabe si va a llegar a algo. Me instalé acá, tuve la suerte de entrar al Colón y al Teatro Argentino de La Plata, así que a la mañana venía al Colón, a la tarde al Argentino y a la noche tenía clases particulares.

«Yo quería estar ocupada todo el día para no extrañar y no estar en la soledad que te crea estar en una gran capital, sola y sin conocer a nadie. Hasta que un día, al año de entrar al Colón, tuve la suerte de bailar con Rudolf Nureyev (1938-1993) e irme de gira con él, después vino Alexander Godunov (1949-1995), con quien hice tres giras y me retiré. Apareció Julio Bocca, que me pidió que fuera su maestra y buscamos a Eleonora Cassano para hacer toda su carrera y formar el Ballet Argentino, al cual dirigí por diez años.

Luego me llamaron para dirigir el Teatro Argentino de La Plata y además, siempre estuve ligada al interior porque sé de sus necesidades y carencias y el agradecimiento que hay en las provincias. A veces, en el verano trabajo en Italia y un buen día me llamaron para dirigir el Colón. No lo esperaba sinceramente, pero estoy feliz”.

R: ¿Qué siente cuando ve a los bailarines que formó y que triunfaron gracias a usted?

L: Yo no creo que sea gracias a mí, sino gracias a que estudiaron. Por ejemplo, yo llevé a Herman Cornejo al Bolshoi a competir en Moscú y ganó la Medalla de Oro preparado por mí. Fui con él porque era muy jovencito, tenía dieciséis años. Pero lo veo como algo que hice, es un reconocimiento a mí misma y una alegría mía, pero no es algo con lo que esté exponiéndome todo el tiempo porque ya pasó, yo estoy pensando en cosas hacia el futuro, tengo mucho futuro por delante. Las personas que quedan enganchadas atrás, es difícil que avancen. No podés quedarte mirando al pasado, que sólo te sirve para estar donde estás ahora.

Julio Bocca, Eleonora Cassano y Herman Cornejo, a colación de la despedida de ella a finales de 2012. Foto: Jésica Pronovich

Celebridades y alumnos: Julio Bocca, Eleonora Cassano y Herman Cornejo, a colación de la despedida de ella a finales de 2012. Foto: Jésica Pronovich

R: Después del quiebre que lograron Julio Bocca y Eleonora Cassano al llevar el ballet más cerca de la gente, ¿cree que eso se mantiene?

L: Ellos popularizaron la danza y creo que se mantiene porque ya entró en la gente. Cuando una barrera se rompe, no se vuelve más de ahí. Por ejemplo, Vilas (Guillermo) hizo algo parecido: fue el quiebre en el tenis y él sigue siendo Vilas, eso no se corta más. Yo creo que alguien rompió la barrera y estamos acá, ya no se va a cerrar y nosotros trataremos de que no se cierre.

R: ¿Cómo ve la danza argentina en comparación con el exterior?

L: Yo la veo bien, pero falta todavía un compromiso mayor. Yo a veces les digo a los bailarines, que aunque sé que aman lo que hacen, que les gusta, pero hay un compromiso personal – que a veces falta-, que primero tiene que estar en el bailarín.

En cuanto a lo oficial, todo lo que pido y lo que pedí, en el Colón me lo han dado. Yo no puedo hablar más que grandes cosas de la Dirección del Colón porque me dieron la posibilidad de levantar el cuerpo de baile y llevarlo a donde está, porque aceptaron todas mis propuestas. El momento de crisis que hubo pasó, no pienso en el pasado.

R: ¿Qué le gustaría cambiar o dejar como marca propia en el Teatro Colón?

L: Llegué a lograr algo muy importante, que también lo hice con el Ballet Argentino y es que haya disciplina. Para mí no hay éxito sin disciplina y existe una disciplina impresionante en el Ballet Estable del Teatro Colón. Estamos todos tirando el carro para el mismo lado. Habrá gente que te quiere y gente que no, pasa siempre, hay distintos pensamientos y eso es lo bueno, cada cual tiene la libertad de pensar como quiere. Pero todos sabemos que estamos dentro de una disciplina. Nadie puede hacer lo que quiere, ni pedir lo que quiere bailar, ni bailar lo que quiere… Hay una disciplina y si se perdiera, se haría todo más difícil. Por eso ruego que aquel que venga detrás de mí tenga una disciplina.

Lidia hoy. Se siente una agradecida de la vida. Foto: Gentileza Teatro Colón.

Lidia hoy. Se siente una agradecida de la vida. Foto: Gentileza Teatro Colón / Estudio Heinrich Sanguinetti,

R: ¿Cómo vive la docencia? ¿Qué consejo les daría a aquellos jóvenes que quieren llegar al Colón?

L: Me encanta la docencia, soy feliz enseñando y dando todo lo que yo aprendí. A los jóvenes les diría que solamente trabajando mucho, transpirando mucho y amando lo que hacen, se llega a las metas.

R: ¿Cuáles son sus sueños o sus metas para el futuro?

L: Quisiera poder dar en mi país, en otros lugares como el interior, todo lo que puedo dar y donde yo puedo llegar. El interior está carente de muchas cosas y por eso me gustaría ir a apoyarlos y trabajar con ellos, porque se lo merecen, porque yo puedo llegar. Así que cuando me vaya del Colón me gustaría ir a trabajar y apoyar todo lo que se haga en el interior.

R: ¿Qué reflexión puede hacer sobre todo el camino recorrido durante su trayectoria?

L: Yo soy una agradecida de la vida porque tuve y tengo una carrera hermosa, recorrí todos los teatros del mundo. No hay teatro en el mundo que yo no haya visitado de la mano de Julio (Bocca). Se respeta mucho a la maestra de una gran figura y yo siempre tenía un lugar en el Kírov, en el Bolshoi, en Dinamarca, en Grecia… Hice giras con en el American Ballet Theatre siendo la maestra de Julio. Honestamente mi carrera fue fantástica.

Además, nunca pensé que iba a bailar con Rudolf Nureyev. Para mí fue tocar el cielo con las manos porque estar al lado de él, tener fotos con él, cenar con él… Cuando fuimos de gira a Río de Janeiro íbamos todos juntos a todos lados. Siendo la estrella que fue Nureyev a nivel mundial, que han sido pocos, y yo tuve la suerte de estar con él.

Yo creo que todo lo que llegué a hacer, no se lo debo a nadie en forma privada, sino a todo el mundo, lo poco o lo mucho que me dio. Pero también me lo debo a mí porque nunca dejé de trabajar y estudiar.

Una gran despedida en la última función

El domingo 8 de septiembre a las 17:00, se llevará a cabo la última función “Don Quijote”, en donde se despedirá de los escenarios, luego de más de 20 años de trayectoria, la primera bailarina del Ballet Estable del Teatro Colón, Silvina Perillo.

Con música de Leon Minkus, la obra contará con la coreografía de la maestra Lidia Segni sobre la de Marius Petipa y la dirección musical de Javier Logioia Orbe, al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón.

Junto a ella, estarán presentes las primeras figuras de nuestra compañía, quienes la acompañarán a lo largo de toda la obra: Alejandro Parente bailará en el primer acto, Edgardo Trabalón lo hará en el segundo y Federico Fernández será su partenaire en el tercer y último acto sumados a un nutrido y numeroso cuerpo de baile.

Otra gala más

El próximo miércoles 11 de septiembre a las 20:30 horas bajo la dirección de Lidia Segni, las primeras figuras y solistas del Ballet Estable del Teatro Colón protagonizan una noche ineludible, en el marco de una nueva edición de la Gala Internacional de Ballet en el Teatro Colón. Participarán destacados bailarines de prestigiosas compañías como el English National Ballet, el Alonzo King Lines Ballet, el New York City Ballet, el San Francisco Ballet y el Bolshoi.

Participarán figuras estelares de la danza de todo el mundo como Tamara Rojo, Fernando Bufala, Meredith Webster, Keelan Whitmore, Ana Sophia Scheller, Davit Karapetyan, Anna Nikulina y Semyon Chudin.

La Gala Internacional, en esta nueva edición, contará con una serie de Pas de deux protagonizada por grandes talentos internacionales, y una segunda parte a cargo del Ballet Estable con coreografía de Lidia Segni y música de Astor Piazzolla.

Para mayor información sobre localidades, se puede consultar a www.teatrocolon.org.ar.