«Encarnar ‘Carmen’ me encanta»

Por María José Lavandera Nadia llega a la puerta del Colón, con su pelo largo suelto y su andar agitado. Lo mejor, con esa mega-sonrisa que la caracteriza. Es una chica relajada, como ella misma se define, y la atraviesa un carisma contagioso, que resalta su belleza, la cual no pasa tampoco desapercibida. Y se […]

domingo, 30 de junio de 2013 |

Por María José Lavandera

Nadia llega a la puerta del Colón, con su pelo largo suelto y su andar agitado. Lo mejor, con esa mega-sonrisa que la caracteriza. Es una chica relajada, como ella misma se define, y la atraviesa un carisma contagioso, que resalta su belleza, la cual no pasa tampoco desapercibida. Y se la nota enérgica, alegre, decidida. Así, de pronto, medio inconscientemente, quizás uno espera encontrar en ella, en alguna de sus miradas, a Carmen. Es que ella será la única Primera Bailarina del Teatro que encarnará, a partir de hoy y durante cuatro funciones, el rol de la gitana, en la versión del gran Mauricio Wainrot. El año pasado compartió el estreno con la también Primera Bailarina Silvina Perillo, quien fue la primera protagonista de la obra.

Se trata de una versión creada especialmente para el Teatro Colón. El Maestro Wainrot nos contó que utilizó el mismo libreto de una puesta que preparó en 2007 para el Ballet Winnipeg, en Canadá, pero con cambios coreográficos que convirtieron a Carmen en un estreno en Buenos Aires en 2012. Dichas modificaciones fueron realizadas en relación a la música, también ideada especialmente para el primer coliseo argentino, que consiste en un arreglo de Luis Gorelik, quien dirigirá la Orquesta Estable, sobre obras de Bizet, Turina y Albéniz. El vestuario y la escenografía, planteada como una plaza de toros, fueron ideados por el querido Carlos Gallardo.

Carmen es concebida como una mujer, ante todo, que se siente libre y pretende luchar y hacer respetar su libertad. En este sentido, la vuelta de tuerca consiste en desanclar los prejuicios morales sobre sus acciones. La obra se desarrolla con la guía del Destino: va marcando el pulso de los acontecimientos, que se desarrollan en un solo acto de una hora veinte.

Puesta general de la "Carmen" de Mauricio Wainrot, en el Teatro Colón. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Puesta general de la «Carmen» de Mauricio Wainrot, en el Teatro Colón. Foto: Arnaldo Colombaroli.

El rol protagónico es interpretado por la maravillosa Nadia y cuenta, como partenaires, con dos Don José de lujo: Edgardo Trabalón y Juan Pablo Ledo, alternativamente en distintos días. El torero será Federico Fernández; Zúñiga, Vahram Ambartsoumian; el Destino, Karina Olmedo y Micaela, Maricel De Mitri. Hay mucho para disfrutar, como pueden ver.

Nadia

Volviendo a nuestra protagonista, ya venía anticipando yo, desde algunas charlas telefónicas, el placer que sería hablar con ella. Y lo fue, de hecho. Hablar con ella fue como conversar con una amiga de toda la vida sobre temas que nos dan gusto: la danza, Julio Bocca, Alessandra Ferri, la pasión, el amor, las parejas, los hijos, Carmen, los melodramas, las puntas, la felicidad de bailar… Su carrera fue aflorando entre todas estas cuestiones: una carrera impecable, por supuesto, para una bailarina también impecable: “Yo empecé a los cinco años, cerca de casa, en Quilmes, como empiezan todas las nenas. Padres que llevan a sus hijos a hacer fútbol, y a sus hijas, danza. Me encantaba. Como que tenía una dedicación especial: me miraba al espejo y me corregía. No me lo tomaba como un juego, sino muy seriamente. Imagináte que yo tenía 5 años. La maestra habló con mis papás, les dijo que me veía condiciones, con la pintita de bailarina y, sobre todo, por mi conducta hacia las clases. Así propuso que me presentara al Colón. Y en mi casa, que no tenían idea, aceptaron. Me presenté, di los tres exámenes de ingreso y fui pasando. Para mí, todo era una novedad. Y quedé. De golpe me encontré con que pertenecía al Instituto del Colón, con un cambio total en la vida de mi familia. Imagináte, con 9 años te tienen que llevar, traer, la escuela, con mi hermano cuatro años más chico. Por mi parte, yo encontré una pasión, me di cuenta que era lo que amaba hacer. Amaba venir al Colón, madrugar, venir en el colectivo. Viajaba parada, muy mal y yo lo hacía con una alegría total. De ahí me volvía a Quilmes a la escuela primaria y de ahí a capital a las clases particulares. Fue todo un gran sacrificio, pero contenta. A mí no me importaba”.

R: ¿Y cómo fueron tus comienzos profesionales?

N: Yo empecé a trabajar profesionalmente a los catorce años, cuando Julio Bocca me contrata para su Ballet Argentino. Yo no lo podía creer, para mí era un sueño hecho realidad. A los quince bailé con él, me eligió para la obra ‘Pulsaciones’, de Vittorio Biagi. La anécdota fue así: viene  Biagi y empezaron a formar las parejas para el adagio de la obra y yo iba quedando sola. Y pensé: ‘Bueno, yo no estaré en el adagio’. Entonces el último que quedaba era Julio y me ponen con él. Yo casi me muero. Para mí era todo un sueño: viajaba por el mundo y bailaba. Al mes de haber entrado, me fui un mes de gira en Europa. Agradecida estoy de que mis papás me bancaron siempre, siendo tan chiquita, que me dieron el permiso, que me dejaron ser. De pronto me encontré en la compañía de Julio, que estaba en aquel momento en la flor de su carrera, y yo, formando parte de eso. Y así conocí lugares que de otro modo nunca hubiera conocido: bailé en la Opera de París, en el Kirov. Estaba feliz.

R: ¿Cómo influyó trabajar desde tan jovencita y con semejantes artistas en el desarrollo de tu carrera?

N: Te cuento una anécdota: cuando cumplí 15, estábamos en función en el Luna Park y Julio bailaba con Eleonora Cassano. Y ella, al final, me llama a su camarín –para mí todo era increíble, yo estaba enloquecida con todo- y me regaló su ramo. Yo no te puedo explicar cómo salí yo ese día. Y ahora yo siempre regalo mi ramo cada vez que termino una función. Se lo doy a alguien que en ese día fue importante. Esas pequeñas cosas te van marcando.

Lejos está Nadia de los mitos de los sacrificios de las bailarinas clásicas. Para ella la danza es puro disfrute. Su vida, en general. Es así que sus sueños no quedan sólo en el escenario. Para ella es muy importante contar que también es mamá y que ello no sólo es maravilloso, sino que además no constituye, como podría pensarse, un obstáculo para ser una gran bailarina: “Yo siempre tuve el deseo muy fuerte de ser mamá desde muy chica. Nunca tuve miedo respecto de la cuestión física. De hecho, me enteré que estaba embarazada dos días antes de Navidad, venían las vacaciones, y lo siguiente fue que no hice más clase en todo el embarazo. Y fue porque quise, no porque hubiera tenido que hacerlo. Fue un embarazo perfecto, pero me dediqué a mi panza. Luego de comenzar a trabajar tan chiquita, sentí que era lo que me hacía feliz hacer. Fue un año en que me dediqué a dormir y comer. Y comprobé luego que el cuerpo tiene memoria: volví a la danza como si nada –aunque de modo progresivo-, mi peso lo logré en seguida, y a los seis meses de dar a luz estaba en el escenario otra vez, estrenando Carmen justamente (risas)”.

Nadia como Carmen

“Poder bailar con dos bailarines como Edgardo y Juan Pablo, que encima son amigos, está buenísimo. Si bien es la misma coreografía, son sensaciones distintas con uno y con otro. Cada ensayo es distinto cuando hay tanto compromiso actoral como en esta obra. Hay días en que uno se siente de una manera; otros, más de otra. Siempre se va por el mismo lugar, pero se crean situaciones distintas: tal vez, hay una pausa un día en un lugar que al otro día no hay; o una mirada que apareció, que te gustó, la querés tomar y después no llega, pero llega otra cosa. Es como una búsqueda continua. A mí me encanta cuando pasa eso”, cuenta Nadia sobre su Carmen.

Nadia como la fogosa Carmen, junto a su torero, encarnado por Federico Fernández. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Nadia como la fogosa Carmen, junto a su torero, encarnado por Federico Fernández. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Es que a ella le apasionan las historias densas y trágicas por la profundidad emocional que puede alcanzar a través de ellas en la interpretación: “Carmen tiene una carga actoral tremenda. Me encantan los dramas. Me gusta cuando hay algo que contar y un peso atrás. Y me gusta porque nunca es igual. Uno pasa por distintas emociones. También es desgastante. Cuando te metiste en el tema, te cuesta salir. Esta versión de Mauricio es muy progresiva, incluso con la música. Cuando llega el final, cuando entra Don José, te encuentra con el torero y se arma la gran bataola, la música va in crescendo y vos ya tenés una carga increíble adentro de toda la obra. A veces llegás con una energía tan fuerte – lo hemos hablado tanto con Edgardo como con Juan Pablo- que tenés que bajar un poco, porque con esa carga también tenés que bailar. Y a ellos, que son muy artistas los dos, y a mí, que me encanta meterme en el tema, nos volvemos re locos en ese momento (risas). Y hemos hablado de bajar un poco la energía, sino hay demasiada fuerza y hasta nos podemos lastimar”.

El placer de convertirse en Carmen

“Ante todo, yo agradezco la confianza que tuvo Mauricio Wainrot para que yo encarne su Carmen, que para mí es muy gratificante. Estoy agradecida. Siempre, a todos quienes te dan la oportunidad de poder mostrarte y mostrar lo que te gusta hacer. En este caso, encarnar Carmen en esta versión, un rol fuerte y comprometido, me encanta”, arranca Nadia, con sus ojos vivaces.

"Me encantan los dramas", nos contó Nadia. Aquí, hace gala de su maravillosa técnica y de un impecable despliegue actoral. Foto: Arnaldo Colombaroli.

«Me encantan los dramas», nos contó Nadia. Aquí, hace gala de su maravillosa técnica y de un impecable despliegue actoral. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Como la obra ya fue estrenada en 2012, esta vez dice que se sintió, con la coreografía incorporada, mucho más cómoda, con gran libertad para indagar más en sus sentimientos y la construcción del personaje: “Tuve tiempo de poder encontrar muchas cosas. Obviamente al haberla bailado, ya estaba en terreno conocido y pude jugar mucho más con la búsqueda de distintas cosas, con la personalidad. Nos ayudaron mucho Mauricio y Miguel Ángel Elías, su asistente, que hizo un trabajo impecable con nosotros. Nos dieron pautas muy interesantes. Por supuesto bajo la lupa también de Lidia [N. de la R.: Segni, Directora del Ballet Estable]. Y nos dieron mucha libertad también. Nos dejaron ser. Lo que verán es la Carmen que yo siento y a raíz de ella, el trabajo fue pulirla y llevarla a donde ellos querían, pero con mi personalidad. Es como con los chicos: a ambos los dejan ser en sus Don José, cada uno como lo siente. Y para trabajar trato de pensar cómo reaccionaría yo ante ciertas situaciones, sin la danza. Porque a veces tenés los pasos y no te das cuenta de estos detalles. Mi idea es que la gente sienta lo que le estoy contando y que viva lo que está viviendo Carmen”.

Y parte del éxito está en la comunicación entre los artistas: “Tanto con Edgardo, como con Juan Pablo, y con Federico, que es mi torero, con los tres hemos buscado mucho, de modo de encontrar los puntos exactos en la emoción. Fue copado eso e hizo que el ensayo fuera divertido, llevadero, siempre con buena onda. Que es fundamental, la buena onda. La verdad, fue un trabajo espectacular y estoy feliz. ¡Hay que parirlo ahora! Tengo ganas de que salga ya, que salga del horno (risas). Tengo muchas ganas de sacar a mi Carmen, que está ahí adentro [se señala el corazón]”, exclama con la risa fresca que la caracteriza.

¿Y cómo es la Carmen de Nadia?Apasionada y fuerte. Pero femenina”, indica. Y agrega: “Esta Carmen es más libre, más terrenal; en las otras Carmen está como muy marcada la coreografía. Yo siento que en esta Carmen tengo más libertad. Claro que los pasos son los que son, pero en los pasajes de un baile a otro, puedo pararme de modos diversos. Es como yo me sienta en ese momento”.

Y el compromiso con el rol es casi condición excluyente de esta puesta: “En esta versión, empieza la Obertura y sos Carmen hasta el final sin mediaciones, en un solo acto. Es un viaje. La obra te va llevando.  Por eso terminamos con mucha carga sobre el final: la obra es progresiva y se van sumando, cada vez, más personajes. Te vas cargando, que está buenísimo, pero terminás extenuada. Cansada y feliz, muerta y tirada en el medio del escenario”, concluye. Y ambas nos reímos fuerte.

La palabra de sus amigos

Amigos y buenos compañeros son Nadia, Edgardo Trabalón y Juan Pablo Ledo. Ellos son dos de los mejores bailarines que tiene nuestro país, en medio de una agrupación –el elenco estable del Teatro Colón- que cada vez brilla más.

Ambos se mostraron muy felices de trabajar con Mauricio Wainrot: “Cada vez que él viene a montar una obra, la verdad es que me siento como en mi casa”, nos dijo Juan Pablo, mientras que Edgardo resaltó la importancia de ser parte de una creación viva: “Tenés directamente la información del creador. Es lo mejor que te puede pasar como bailarín. Él está creando con vos, imagináte. La obra está viva y haciéndose en ese instante”. Con este entusiasmo, nos contaron sus desafíos en el rol de Don José.

Edgardo tiene una historia particular. Él estudió su escuela secundaria en un liceo militar, lo cual le dio tela para cortar: “La parte emocional para mí es bárbara porque vas pasando por un montón de emociones y sentimientos, como el amor, la pasión, los celos, la ira y es un personaje riquísimo para trabajar y elaborar. La primera vez que hice Carmen, que fue bajo la dirección de la cubana Marta García, me acuerdo que lo primero que trabajé, ya que fui a un liceo militar, fue qué sentiría un militar de dejar todo por amor o de faltar a su jefe, en este caso Zúñiga. Busqué por ese lado. Qué pasaría a Edgardo, en ese caso”.

Nadia y Edgardo, como Carmen y Don José, un amor tan apasionado como trágico, en la puesta de Wainrot. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Nadia y Edgardo, como Carmen y Don José, un amor tan apasionado como trágico, en la puesta de Wainrot. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Para Juan Pablo, la actitud de Don José tuvo que ver con los desafíos de la libertad, encarnada en Carmen: “Lo atractivo de esto es la mujer que aparece en su vida. Pensá que él es un soldado, está cumpliendo órdenes. El hecho de que Carmen se le cruzara en el camino, para él es como un replanteo. El hecho de que apareciera esa mujer tan libre de todo, lo atrajo: ella es libre en la forma de expresarse, de moverse, libre frente a la vida, sin trabas, sin cumplir mandamientos. El desafío para mí es cómo salir de ese personaje cerrado, a ese abierto al amor, a lo que le estaba pasando internamente y que deja todo por esta mujer”.

Nadia y Juan Pablo. Una obra que, según sus protagonistas, demanda gran despliegue emocional. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Nadia y Juan Pablo. Una obra que, según sus protagonistas, demanda gran despliegue emocional. Foto: Arnaldo Colombaroli.

Coinciden en la versatilidad del lenguaje contemporáneo en esta Carmen, que los ha llevado a priorizar sus emociones, aunque, afirman, hay algunos desafíos técnicos: “Sobre todo en lo que es el trabajo de partenaire. Acá no está el clásico movimiento de partenaire, que es más cuadradito del ballet, sino que las levantadas no son convencionales: van con torsiones, con decalés, los varones no están totalmente parados, sino que arrodillados. Y tiene un lenguaje un poco más moderno, rompiendo las estructuras clásicas, si bien igual tiene pasos muy clásicos, como doble giros en el aire, piruetas que terminan en rodilla, entre otras cosas”, indicó Edgardo.

DÓNDE Y CUÁNDO

-> Domingo 30 de junio a las 17:00 horas (Entradas agotadas)

-> Martes 2, miércoles 3 y jueves 4 de julio a las 20:30 horas.

Las localidades se encuentran a la venta en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171 (4378-7109), de lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas y domingo de 10:00 a 17:00 horas. O por internet ingresando a:www.teatrocolon.org.ar. Localidades desde: $35.