Federico Fernández: “Tenés que ir a todo con lo que sientas correcto»

Por María José Lavandera – Tw: @majolavandera Federico Fernández es el Primer Bailarín más joven en el Teatro Colón. Ahora, hace nueve que ejerce esa posición. Muy chico, a la edad de 14 años comenzó su camino profesional en el Ballet Argentino, a sólo dos años de su comienzo como estudiante con Katty Gallo y […]

jueves, 01 de enero de 1970 |

Por María José Lavandera – Tw: @majolavandera

Federico Fernández es el Primer Bailarín más joven en el Teatro Colón. Ahora, hace nueve que ejerce esa posición. Muy chico, a la edad de 14 años comenzó su camino profesional en el Ballet Argentino, a sólo dos años de su comienzo como estudiante con Katty Gallo y Raúl Candal. “Lo raro mío es que no fue por ver a ningún bailarín. Si bien había visto danza, no me había llamado la atención. En mi casa, mi mamá tocaba el piano y yo me ponía a bailar. Siempre había música clásica en casa y un día ella me preguntó si me gustaría estudiar danza”, cuenta. Primero pasó por el Ballet del Teatro Argentino hasta llegar al coliseo porteño.

Para él, Katty Gallo fue su maestra formadora, con quien continúa tomando clases: “De ella no es que tengo recuerdos, porque yo sigo tomando clases con ella. Es mi Maestra. Yo sé que me va a decir si estoy bien, si estoy mal. Sé que me va a poner en training cuando no lo esté. Siempre está presente. Lo que más rescato de ella como maestra son las ganas. Nunca la vi sin ganas de dar una clase. Nunca. Con algún dolor o no, ella estaba ahí dando la clase y con las mismas ganas, y se esforzaba lo mismo para darle la mejor clase a alguien con o sin condiciones”.

R: Esto que decís es muy interesante desde el punto de vista motivacional. A veces los maestros ponen el énfasis sólo en aquellos que parecieran físicamente más dotados…

F: Yo creo que todos los maestros recaen en eso hasta que se dan cuenta que responde mejor uno sin condiciones que uno con. Creo que ella también vio que funcionaban otro tipo de bailarines y creo que hace hoy más hincapié en la gente que tiene un talento artístico y ganas de progresar que a alguien que tiene un hermoso y maravilloso pie. No poder dar más a nivel artístico igualmente suele no ser culpa del alumno, sino más de una falta de guía, no sólo del maestro, sino de la familia, del entorno. Si solamente estás pensando en la cantidad, cuánto me quedo en equilibrio o cuántas piruetas hago, lo más probable es que nunca veas tu lado artístico o te conectes con lo emocional. Si eso no lo tenés de tu familia ni de tu maestro, va a ser complicado. Se crea gente muy vacía. Bailan sin interesarles qué es lo que están bailando. No tienen idea ni de argumento, ni de historia, ni de música, compositor, coreógrafo. Nada. Se los lleva por el lado erróneo de la danza, no es una gimnasia, no es hacer un concurso, sin desmerecer ninguna de esas cosas. El ballet se diferencia porque tenés que llevar adelante una historia, una conexión con tu interior, tu parte emocional.

Federico cerró el 2013 con el rol de Sigfrido, el Príncipe de “El Lago de los Cisnes”, obra que se repondrá a comienzos de la temporada 2014 en el Teatro Colón. Cuenta que para él ya es común que lo identifiquen con los príncipes de los cuentos de los que se nutre el ballet, aunque eventualmente le gustaría avanzar sobre caracteres más fuertes, como “Iván el Terrible”y “Espartaco”, “que son cosas en las que la gente no me ve, que en algún momento me gustaría hacerlas. Son roles mucho más fuertes”, indica.

Federico Fernández es un bailarín comprometido con la mejora de las condiciones de trabajo. Foto: Carlos Villamayor.

Federico Fernández es un bailarín comprometido con la mejora de las condiciones de trabajo. Foto: Carlos Villamayor.

Quizás en consonancia con su fuerte personalidad… Federico es un gran bailarín, aunque decir eso le quedaría corto. Es un gran bailarín y comprometido defensor de los derechos de los trabajadores de la cultura: asegura que siempre quiso realizar su carrera en Argentina, si bien tuvo oportunidades de ir al exterior, y sabe por experiencia que llevar adelante un quehacer artístico en una institución oficial no es sencillo cuando, desde su perspectiva, no existen políticas culturales a largo plazo en líneas generales. Es claro, preciso, contundente. Su danza, tanto como sus palabras al dar cuenta de sus opiniones y sus luchas por defender lo que considera correcto.

R: Siendo tu fuerte involucramiento con la situación de la política cultural con la que está regido el Teatro Colón, ¿cómo lo ves hoy?

F: Algo que repito constantemente y lo voy a seguir diciendo siempre: el Teatro Colón es la casa cultural más importante de Latinoamérica. Pertenece al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y tiene como obligación dar cultura. Es la obligación que tiene el teatro como institución y el Gobierno de la Ciudad para con el Teatro Colón. Cuando las cosas se mezclan y una entidad cultural funciona más a través de lo que le dé rédito económico, es muy probable que lo artístico, lo expresamente cultural pase a segundo plano. Ahí es cuando se empieza a desvirtuar y se hace un círculo que no se puede cortar y que desencadena a un montón de situaciones que no deberían darse en un teatro como este. Creo que hay que apostar a que dé un interés económico, pero sin relegar su compromiso artístico y cultural. Es algo que puede suceder a largo plazo y forma parte de una apuesta. Es probable que los frutos de esa apuesta no las vea la gestión que la asuma. El gran problema es que las gestiones de 4 a 8 años están pensando en el rédito propio de su momento y no en el futuro. Cuando uno habla de una institución cultural o educativa, una universidad y demás, las prioridades deben ser otras.

Por otra parte, siempre estamos funcionando como a punto de salvar una situación. No podés pensar en un ballet que de todo en el escenario, si no tiene bien la escuela de arte, un sistema jubilatorio, una cantidad de funciones considerable para mantener la vigencia del cuerpo. Si solamente estás pensando en hacer la función y llenar el teatro, se salva un momento, pero no hay una consideración estructural de la situación: quienes están por venir, no tienen las condiciones dadas; quienes se tienen que ir, tampoco. Se complica la renovación y entonces sólo se sobrevive. Lo que uno vive es un sobrevivir constante. Y eso es una cuestión de políticas de Estado y, en mi opinión, no hay un compromiso del Estado en poner en primer plano a la cultura, de dar buen arte, no sólo traer algunas estrellas de vez en cuando. Eso no es sostener una política cultural, sino dar algunas funciones extraordinarias.

Tenemos un ballet estable que cobra un sueldo y que tiene mucho para dar, y que con una programación de sólo 35 funciones al año dentro del Teatro, siempre van a bailar los mismos, que son aquellos que salen y hacen, que no tienen que estar ensayando mucho tiempo. Entonces, no formás a los que tienen que venir, y a los que están más grandes, no les das más funciones, porque ya están los de ahora.

Finalmente estos temas se convierten en una pelea constante entre los mismos cuerpos, entre los bailarines, entre la Dirección y otros bailarines. Deberían haber más del doble de las funciones que hay ahora. Tiene que haber un mínimo de 60 funciones dentro del Teatro. De ballet nada más.

Federico Fernández y Nadia Muzyca, en "La Cenicienta", presentada en la temporada 2013 del Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

Federico Fernández y Nadia Muzyca, en «La Cenicienta», presentada en la temporada 2013 del Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

R: ¿Y por qué no se hace?

F: Se programan otras cosas. Se programa alquilar la sala, se programa hacer los Premios Tato, los Martín Fierro. Traer a Barenboim es maravilloso, pero también estaría bueno darle una función más al cuerpo estable. Traés al Ballet del Sodre. Es genial. Hay que hacerlo. Al Bolshoi, al Kirov, a todos. Pero con 30 funciones del Ballet Estable, sería bueno que también lo tuvieran en cuenta. Si nosotros no estamos bailando. Son muy pocas las funciones. Si vos alquilás la sala y el Teatro recibe muy buen dinero, por qué no hacer un escenario al aire libre y que el ballet baile afuera. Por qué no hacer un “Lago de los Cisnes” en los Lagos de Palermo. Se hace en México, en Estados Unidos. Se monta un escenario, se hace súper temático, con el lugar indicado. Eso da reconocimiento de la gente, más público, acercás a la gente al Colón. Eso puede permitir luego poner entradas más económicas. Pero nunca vas a poder poner entradas más económicas si no hay funciones de una temporada.

R: ¿Cómo es el problema que tiene el Instituto Superior de Arte? Las condiciones, según me han contado algunos estudiantes, no son muy buenas actualmente, ya que tienen clases en diversos espacios de la ciudad, que a veces no cumplen con todos los requisitos para ensayar o tomar clase.

F: No, no están bien. Hay un cuarto piso en el Teatro Colón que está totalmente desmantelado y sin nada. Podrían ser las salas de estudio o ensayo del instituto. Pero no hay intención de que el Instituto este ahí dentro. Yo creo que es una decisión política, sino lo primero que resolvés es el semillero. Y así los chicos se van. En cuanto pueden entrar a una escuela afuera, se van. Formar un alumno es otra cosa: es guiarlo desde que es chiquito, no lo coartás todo el tiempo. Yo hice solamente un año. Seguí con Katty Gallo y Raúl Candal y después entré al Ballet de Julio [Bocca]. Me fui justamente porque no sentí contención ni cuidado. Yo estaba avanzado cuando entré a primer año, pero no me dejaban hacer nada. Me pasaban de año, con la misma maestra, que era divina, pero seguía estando más avanzado y no hubo intención en eso, así que lo dejé. Y creo que así ha dejado muchísima gente. Los chicos quieren entrar porque el Colón es el Colón. Pero a lo largo del tiempo la gente ve una realidad que no coincide con lo que tenían en mente o lo que se dice. Debería ser un instituto de primer nivel, pero está deteriorado por un montón de condiciones. Esto no es criticar un maestro o a la Dirección. Son un montón de condiciones que hacen que hoy el Instituto no funcione como debiera, a mi entender.

Sinfonía en Do, junto a Silvina Perillo. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

Sinfonía en Do, junto a Silvina Perillo. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

R: Estás en tu propio proyecto –Ballet en Gala- surgido en diciembre de 2012. ¿Cómo es esta iniciativa y que nos espera para 2014?

F: Mi idea es esencialmente llevar ballet al interior, con los mejores bailarines del Colón o del Teatro Argentino de La Plata o de compañías nacionales, con alto nivel y calidad. Finalmente, luego de diversas conversaciones, pude firmar un contrato con un productor, que va a llevar adelante Ballet en Gala y mi carrera profesional en particular. Hasta ahora tuvo muy buena aceptación en las funciones que hicimos. En 2014 tenemos más de 30 solamente en Ciudad de Buenos Aires. Me gustaría a la larga hacer algo a nivel de Latinoamérica, con bailarines brasileños, uruguayos, chilenos. Hoy tengo invitados todos Primeros Bailarines, como Edgardo Trabalón, Carla Vincelli, Julieta Paul. Estamos todos con la misma idea y el mismo tipo de trabajo.

R: ¿Podríamos decir que sos casi productor también?

F: Empecé gestionándolo yo, hasta que por suerte tuve ayuda. No puedo hacer todo. Y estoy en busca de una dirección: quiero poner a alguien al frente. Yo no me creo capacitado para dirigir, creo que este es un momento para estar bailando. Sí me gusta decidir a quién invitar o qué programa hacer. Pero a la hora de los ensayos y demás, no soy yo quien está al frente ni debo estarlo. Necesito que alguien esté frente a mí también. Está bueno que te digan las mañas y problemas que uno puede ir teniendo.

Federico Fernández, uno de los partenaires en la despedida de "la Perillo", una de las grandes Primeras Bailarinas del Teatro Colón, quien se retiró en 2013. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

Federico Fernández, uno de los partenaires en la despedida de «la Perillo», una de las grandes Primeras Bailarinas del Teatro Colón, quien se retiró en 2013. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

R: ¿Qué es lo que más te motiva de esta carrera?

F: Mirá, lo mío es un caso medio particular porque yo tengo un 50% que es amor por la danza, el ballet y una pasión, y un 50%, que es a la par, que es mi lucha diaria por la dignidad del trabajador y del artista. En mi caso van de la mano. Una cosa no puede estar separada de la otra. Lo que yo veo de un bailarín profesional, en Argentina, es eso. En las compañías oficiales, si vos querés resurgir la danza, llevarla al lugar correcto, hacerla con calidad y con dignidad, tenés que luchar también por los derechos, las obligaciones, y estar súper presente, por vos y todos tus compañeros. Siempre desde el escenario, en forma, técnica y física, porque para abrir la boca estamos todos, pero para abrirla también hay que estar en condiciones, para que si me critican algo va a ser por lo que dije y no porque no esté haciendo bien o dignamente mi tarea.

Nuestras reivindicaciones nunca fueron salariales, sino por la cantidad de funciones. Nosotros llevamos el nombre del Teatro Colón y sin embargo, aquí un Primer Bailarín no se sube al escenario más de 10 o 15 veces por año. Por suerte, muchos tenemos varias funciones fuera del teatro y estamos bailando constantemente, por eso podemos rendir en las que realizamos allí. También solicitamos mejorar la situación de trabajo. Por ejemplo, un staff médico sería necesario para nosotros, pero no lo tenemos.

R: ¿Sentís que tus compañeros confían en este rol que has asumido casi que en su representación?

F: Yo creo que sí. Creo que en algún momento pudo haber alguna duda o que en algún momento lo hacía “para” o “por”… Pero creo que el tiempo demostró que es algo que hago realmente porque quiero y por convicción. Es una necesidad y siento el apoyo de mis compañeros. Sí es verdad que me puedo equivocar y que a veces las formas no son las correctas, yo muchas veces he tenido formas en ensayos o demás que me quedé parado para criticar algo y hoy se quizás no era la manera ni el momento. A veces quizás buscando un poco de “justicia”, entre comillas, no actuás bien. Hay que ser consciente de que uno no está peleando o discutiendo con alguien, sino con un sistema. Eso tiene años de experiencia, de cómo funcionar y mucha gente. Pero si uno tiene las cosas claras y tu trabajo lo hacés bien, podés hablar todo lo que quieras, siempre con respeto. Pero tenés que hacerlo y decirlo, si es tu convicción y es un bien común, un bien para todos. Más con el magnífico teatro que tenemos y el país que tenemos, con las posibilidades que hay acá para que las cosas fluyan bien. Es nuestro.

"Don Quijote", junto a Carla Vincelli. Foto: Carlos Villamayor.

«Don Quijote», junto a Carla Vincelli. Foto: Carlos Villamayor.

R: ¿Cómo es el proceso de concurso para puestos estables en cuya organización ahora estás participando?

F: Hubo un concurso el año pasado, para dos cargos estables. Muchos años habían pasado que no se hacía concurso para estabilidad. Ahora oficialmente puedo decir que hay cinco cargos estables, que se concursarán en febrero. Concursan los contratados que están ya trabajando en el Teatro Colón y quien quiera venir de afuera y cuente con los requisitos correspondientes. Para solista y Primer Bailarín hace muchos años que no hay concurso. Todo es burocracia, papel y decisiones a tomar por parte de los directivos. Hoy en día hay un grupo de Primeros Bailarines contratados, que somos de fila y contratados con ese cargo. Por ejemplo, yo soy estable de cuerpo de baile y contratado Primer Bailarín.

R: ¿Algún consejo para las generaciones futuras?

F: No sé si pueda dar un consejo: yo fui cambiando mucho. Empecé siendo sólo un bailarín y terminé siendo una especie de luchador de los derechos del bailarín y del trabajador. Tenés que ir a todo con lo que sientas correcto. Y fuerte, ir a eso.