Festival de Danza CC Rojas / Grupo de Danza UNSAM: Los oscuros sonidos del amor (y del desamor)

Por María José Lavandera Un programa imperdible, en el marco de la tercera edición de un Festival maravilloso, en un mes -junio, hasta el 29-  que goza la danza como protagonista, en un esfuerzo de gestión impecable. Dicho esto, seguimos. El Grupo de Danza de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín), dirigido por uno de […]

martes, 18 de junio de 2013 |

Por María José Lavandera

Un programa imperdible, en el marco de la tercera edición de un Festival maravilloso, en un mes -junio, hasta el 29-  que goza la danza como protagonista, en un esfuerzo de gestión impecable.

Dicho esto, seguimos.

El Grupo de Danza de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín), dirigido por uno de los Maestros más brillantes de nuestro país, Oscar Araiz, hizo su debut en este Festival en un despliegue no sólo entretenido de dos creaciones de improntas coreográficas divergentes –aunque temáticamente en el mismo universo de sentido-, sino que también  movilizante respecto de las imágenes que convocó en ambos, en las que no faltó el humor, la ironía, el enojo y el desconsuelo.

Inicialmente se llevó adelante “Sonidos negros”, un estreno para Buenos Aires, con coreografía del propio Araiz. Una serie de relatos claroscuros y pequeños, casi como ejercicios, llenaron el escenario de una magia agridulce la siguiente media hora.

Primero fueron los oprobios tangueros de tres de las Cuatro Canciones PorteñasJacinto Chiclana, Alguien le dice al tango y El títere -, con música de Piazzolla y textos de Jorge Luis Borges. Frescos que representaron los varones al modo de compadritos orgullosos: con la inflexión aguerrida y macilenta del tango, se coló la plasticidad y el lirismo de un lenguaje contemporáneo que buscaba contar la historia de cada frase cantada. Una amalgama perfecta entre la poesía y la danza fue el resultado.

Sonidos negros... con mucho duende. Los tangos de las Cuatro Canciones Porteñas, hermosamente interpretado por el Grupo de la UNSAM. Foto: Alejandra Del Castello.

Sonidos negros… con mucho duende. Los tangos de las Cuatro Canciones Porteñas, hermosamente interpretados por el Grupo de la UNSAM. Foto: Alejandra Del Castello.

En segundo lugar, en esta misma pieza, los claroscuros estuvieron a cargo de las chicas y de tres canciones de George Gershwin. Quizás, me preguntaba yo, será que el tango y el jazz se lleven tan bien juntos en este espectáculo por esa hermandad histórica de sus orígenes inmigrantes y populares; de esa creatividad salida del desdén, de la alegría melancólica que sostiene estas músicas agradablemente tristes. Es así que en versiones pianísticas instrumentales sonaron los clásicos Embraceable You, Somebody Loves Me y The Man I love. Y ellas, cada una, con sus vestidos negros de terciopelo, bailaron, con un lenguaje coreográfico de impronta grahamiana, la ilusión – y las tensiones – del amor… un amor, que, sin embargo, parecía siempre escapárseles en una elaboración aniñada de sus esperanzas.

Finalmente, en un trayecto que llega a la Argentina contemporánea, el amor se convirtió en un encono de despecho e infelicidad: con la canción Ya no me toques, de Memphis La Blusera, parejas de hombres y mujeres se debatieron en una serie de duelos, a veces concordantes, a veces sin concordancia entre sí, fluyendo en un diálogo disruptivo, sordo y golpeado. El blues se adueñó de los vaivenes. Con la voz ronca de Adrián Otero, estas células en disputa se arrimaban, se cooptaban, se convertían casi en uno solo, para despegarse luego como eyectados uno del otro, siempre con más fuerza. Representaciones brillantes, con una coreografía bella.

Noche de Ronda

La siguiente parte del programa fue integrada por la obra “Noche de Ronda”, creada también por Oscar Araiz y estrenada hace 15 años por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Fundada en los boleros de la cantante mexicana Elvira Ríos, uno de cuyos grandes éxitos fue “Noche de Ronda”, del compositor Agustín Lara. Son los boleros y su pegajoso sentimentalismo que oficiaron como disparador y fundamento de una serie de relatos sobre las expectativas amorosas y sentimentales femeninas de los años ’40 y ’50, ancladas en la legitimidad social y cultural del matrimonio… a cualquier precio. Es así que, con una interesante impronta cinematográfica que reenvía a las películas en blanco y negro de la época y una puesta de luces que construyó significativamente el espacio, la compañía se lució: con una danza de movimientos sutiles, pequeños, apuntalados por actuaciones brillantes, los bailarines fueron construyendo la historia de un grupo mujeres-autómatas, tan enamoradas como hostiles y violentas, quizás víctimas de una sociedad que las atrapó y encarceló en el fuero del amor romántico, haciendo de él una forma de vida o, más que eso, de supervivencia. Son las actitudes de femineidad exagerada, las poses tan sensuales y agresivas como eternamente sonrientes, en un juego irónico y, muchas veces, magistralmente humorístico que dejan entrever la crítica que funda la pieza.

De esta obra es especialmente interesante la construcción metafórica de los relatos coreográficos de estas parejas que, en un devenir maltrecho y herido, producto de una moralidad social estricta -hasta absurda- y disparadora permanente de expectativas incumplidas, terminan por detestarse secretamente y sucumbir a una desilusión silenciosa. La danza se desarrolla a través de una lucha que se siente tan intensa como oculta: son escenas interpretadas a través de cuerpos tensos e impostados que sufren, cuerpos atravesados por el dolor de la hipocresía en la que viven.

Noche de Ronda, qué triste pasa... La femineidad forzada y los amores marchitos de los años '40 y '50 juegan, a través de una serie de escenas metafóricas en esta obra de Oscar Araiz. Foto: Sonidos negros... con mucho duende. Los tangos de las Cuatro Canciones Porteñas, hermosamente interpretado por el Grupo de la UNSAM. Foto: Alejandra Del Castello.

Noche de Ronda, qué triste pasa… La femineidad forzada y los amores marchitos de los años ’40 y ’50 juegan, a través de una serie de escenas metafóricas en esta obra de Oscar Araiz. Foto: Foto: Alejandra Del Castello.

Las imágenes de la obra son bellas y lúgubres. El carmín de los labios de las bailarinas remonta, por momentos, a una sangre hirviente. Desencaja con los elegantes vestidos de gasa con brillo: también en la decisión del vestuario, hermosamente diseñado por Renata Schussheim, se ponen en evidencia, con visos sarcásticos, las contradicciones de una época. Completa las escenas un escenario oscurecido, que contribuye a sentir la desgracia ocultada.

Al terminar la función, una ovación recibió el saludo de los bailarines. Una obra magnífica con una interpretación igualmente magnífica. Uno deseaba realmente que el espectáculo no terminara.

FICHA TÉCNICA

Grupo de Danza UNSAM Elenco 2013
Intérpretes: Romina Alaniz, Rocío Castagnasso, Romina Castillo, Carla Giordanino, Pamela Martinotti, Griselda Montanaro, Antonella Zanutto, Rosalía Zanon, Marcelo Bizzarri, Rodrigo Calvete, Germán Farías, Oscar Farías, Facundo Fleitas, Kevin Litvin, Juan Carlos Ojeda,  Bernardo Villafañe.

Dirección: Oscar Araiz y Yamil Ostrosvky. Asistente de coreografía: Rocío Castagnasso Diseño de luces: Oscar Bonardi. Producción ejecutiva: Mariana Markowiecki, Inés Vernengo, Mariana Gianella y Joaquín Tato. Decano: Pablo Wisznia. Rector: Carlos Ruta.

Producción General: UNSAM.

CUÁNDO Y DÓNDE

Miércoles 19 / Sábados 15 y 22 – 21 horas

Sala Batato Barea – Centro Cultural Ricardo Rojas (Av. Corrientes 2038)

Entrada: $20

FESTIVAL ROJAS DANZA 2013 –> +INFO y PROGRAMACIÓN