Final del Festival Rojas Danza 2013 /El “Aliento” del IUNA: res

Por Estefanía Lisi Una larga fila recorre las escaleras que llevan al quinto piso del Centro Cultural Ricardo Rojas. Son las 22.30 del jueves 27 de junio y se siente algo del cansancio en las personas que aguardan ingresar a la Sala Cancha, combinado, sin embargo, con imponente curiosidad y expectativa. Unos minutos después se […]

lunes, 01 de julio de 2013 |

Por Estefanía Lisi

Una larga fila recorre las escaleras que llevan al quinto piso del Centro Cultural Ricardo Rojas. Son las 22.30 del jueves 27 de junio y se siente algo del cansancio en las personas que aguardan ingresar a la Sala Cancha, combinado, sin embargo, con imponente curiosidad y expectativa.

Unos minutos después se abren las puertas de un auditorio inusitado: en penumbras, los invitados se ubican en gradas, empotradas en ambos extremos del espacio. Ellas encuadran el escenario en el que más tarde se desarrollará el increíble trabajo de Gustavo Lesgart a cargo de la Compañía de Danza del IUNA, bajo la dirección artística de Roxana Grinstein.

La cancha está lista, ahora todos esperamos que empiece la acción de “Aliento”.

La pared, otra protagonista en "Aliento". foto: Estefanía Lisi

La pared, otra protagonista en «Aliento». foto: Estefanía Lisi

Los dos artistas que abren el espectáculo se miran, se acercan, se rozan suavemente. Existe una atracción entre ellos, lo podemos notar: hay un disfrute en su conexión que llega a todos los presentes. Esos cuerpos imantados despliegan con gran energía una serie de movimientos que los unifican: uno se convierte en la extremidad del otro, y viceversa.

A la pareja se le suma un personaje más, que se prende a su juego. Y así, los seis bailarines del elenco (tres varones y tres mujeres) van entrando progresivamente a la escena, en compañía de la música del compositor Diego Vainer: se relacionan entre ellos, entre el recelo y el amor. Todos quieren jugar, y todos buscan un compañero para tal fin.

El aliento está presente en todo momento: por la cercanía con el espacio escénico, los espectadores pueden sentirlo y escucharlo. Foto: Estefanía Lisi

El aliento está presente en todo momento: por la cercanía con el espacio escénico, los espectadores pueden sentirlo y escucharlo. Foto: Estefanía Lisi

Además del suelo y la música, un nuevo elemento toma protagonismo en la mitad de la obra: la pared. Allí, cuatro de los artistas se convierten en una sola figura, que transita los ladrillos del muro en armonía. Con un tinte acrobático, aquel cuadro tan bien logrado disminuye el ritmo acelerado con el que se estaba desempeñando la obra, para luego dar paso a una coreografía en el corazón de la sala.

Hay un exhaustivo y dominante trabajo de suelo en esta obra, que forma parte de su impronta: no es sólo  el lugar donde los intérpretes se mueven, sino que también bailan con él.

El aliento está presente en todo momento: por la cercanía con el espacio escénico, los espectadores pueden sentirlo y escucharlo. Es una respiración constante que da cuenta del esfuerzo y la vitalidad de cada uno de los miembros de la compañía. Corren en ronda, se chocan entre ellos, se relacionan, se enseñan y se contagian hábitos. También vuelan: buscan liberarse, deshacerse del otro y reencontrarse todo el tiempo. Aunque sus cuerpos no estén pegados, se miran y se acompañan constantemente. Hay una relación que va más allá del contacto físico.

Se llena el espacio en el transcurso de la obra y comienza a vaciarse para el final. Foto: Estefanía Lisi

Se llena el espacio en el transcurso de la obra y comienza a vaciarse para el final. Foto: Estefanía Lisi

Todos escapan y retornan a la escena a lo largo de la obra; cada uno tiene un protagonismo diferente. Existe una simetría en la estructura de “Aliento”, porque comienza con la entrada de dos personajes a escena, se llena el espacio en el transcurso de la obra y comienza a vaciarse para el final, con la conclusión de otros dos intérpretes en el centro de la sala. Esta metodología se repite en cuanto al género, ya que empiezan un hombre y una mujer, luego se compone de hombres con una sola mujer, después se reemplazan los integrantes y quedan mayoría de mujeres con un solo hombre, y finalmente terminan siendo un hombre y una mujer.

Sus movimientos, que anuncian final de la obra, se funden con la oscuridad y una dulce melodía, mientras oímos las últimas exhalaciones de los artistas.

Ficha Técnica

Coreografía
Gustavo Lesgart

Intérpretes
Lucía García Pullés, Delfina Thiel, Camila Wright, Inés Mass, Sofía Crespo, Federico Díaz, Ignacio Saraceni y Leonardo Gatto

Música
Diego Vainer

Iluminación
Paula Fraga

Compañía de Danza del IUNA

Dirección Artística
Roxana Grinstein

Asistencia de Coreografía
Lucía Giannoni

Asistencia de Producción
Angel Ariel Porro y Ezequiel Barrios

Intérpretes
Leonardo Obdulio Arellano, Gastón Martín Barroso, Constanza Belgareto, Débora Soledad Britos, Sofía Crespo, Victoria Delfino, Arnaldo Federico Díaz, Lucía García Pullés, Leonardo David Gatto, Martín Esteban Gómez Sastre, María Florencia Gómez Vara, Samanta Leder, Inés Maas, Manuel Pacheco, Agustina Ayelén Páez Frascaroli, Emmanuel Luis Adrián Palavecino, Ignacio Emanuel Plaza, Juliana Pongutá Forero, Camila Isabella Puelma Wright, Eugenia Roces, Ignacio Saraceni y Delfina Thiel.