Gemelos Lombard: “La danza volvió para quedarse”

Creadores de un estilo propio y particular -el Free Expression-, fundado en organizar el movimiento y diversas técnicas en torno a la búsqueda de la emoción y la expresión, estos gemelos supieron ser ídolos adolescentes y hoy, artistas consagrados por el mundo del soul en Estados Unidos.

jueves, 09 de julio de 2015 | Por Estefanía Lisi

Talentosos, joviales e intrépidos podrían ser algunas de las palabras adecuadas para definir a los gemelos Martín y Facundo Lombard (37), también denominados en inglés como los «Lombard Twins«. Oriundos del barrio porteño de Mataderos, a sus siete años comenzaron a dejar boquiabiertos a los integrantes de su familia para, más tarde, convertirse en ídolos adolescentes, y finalmente en dos exponentes de la danza y la interpretación alrededor del mundo.

Como cualquier chico pequeño, no podían despegar los ojos de la pantalla de la televisión. Pero no por los dibujos animados, sino por las destrezas artísticas de una de sus grandes aspiraciones: Michael Jackson. La capacidad que lograron obtener para imitarlo los llevó a transitar el camino del movimiento, aunque por entonces no sabían cuál sería su destino.

Los Lombard Twins supieron crear un estilo. Foto: Gentileza.

Los Lombard Twins supieron crear un estilo. Foto: Gentileza.

En su pre adolescencia lograron conquistar los corazones de muchos jóvenes con sus apariciones en el famoso programa televisivo “Ritmo de la noche”. Más grandes, fue en Buenos Aires, durante un concierto, conocieron a uno de los padres del funk, el músico James Brown, quien los invitó al escenario a bailar y los bautizó «the soul boys» («los chicos del soul»). Continuaron trabajando con él durante casi una década. Luego, transitaron el tap de la mano de Tito Puente. Fueron considerados por la Revista Vogue y realizaron campañas publicitarias de alto perfil en Estados Unidos, como la de Versus/Versace . Ahora trabajan mayormente en la ciudad de Nueva York -así como girando por diversas ciudades del mundo-, donde han aparecido en numerosos espectáculos teatrales, así como en la serie de películas de baile «Step Up 3D». Asimismo, recientemente han honrado la memoria de Michael Jackson al momento de su ingreso como figura histórica en el Museo Nacional de la Danza en Estados Unidos. Y es que esta trayectoria desembocaría también en la creación de una forma propia de baile -como ellos mismos la describen- el “Free Expression”.

En esta entrevista, los hermanos cuentan a Revol cómo fue su camino en la búsqueda de sus sueños y confían algunas de sus concepciones acerca de la danza, sus técnicas y sus posibilidades:

R: ¿Cómo fueron sus primeros pasos en el mundo del baile?

F: Comenzamos a movernos a los siete años, mirando los videos de Michael Jackson en la televisión.

R: ¿Y qué fue lo que más les llamó la atención de lo que él hacía, de sus movimientos…?

F: ¿Sabés que ni idea? Creo que fue su energía. Si lo analizo hoy en día, me parece que fue eso, porque de baile no entendía. Sólo disfrutaba mucho verlo bailar y de su música. Creo que más que nada fue la parte emocional. Todavía su arte me sigue llenando e inspirando.

R: ¿Y de qué manera empezaron a bailar? ¿Uno tomó la iniciativa y el otro se le unió?

F: (Piensa) No… Fue al mismo tiempo, pero de una manera muy normal. Veíamos bailar a Michael y le copiábamos los pasos. Lo mismo nos pasaba cuando disfrutábamos de mirar a Jorge Donn bailando en “Los unos y los otros”, por ejemplo. Nos atrapaba. Incluso nos sumábamos a las comparsas en el barrio.

También lo veíamos como un juego: lo hacíamos cuando teníamos ganas, no es que entrenábamos y practicábamos todos los días. Era algo natural. Cuando nos pedían que mostremos nuestros movimientos, generalmente bailaba Martín porque yo no me atrevía mucho (se ríe). No me interesaba hacerlo tanto enfrente de la gente, lo disfrutaba más en mi casa, con amigos o con la familia. Pero cuando estábamos en la escuela y nos pedían pasos, yo prefería no hacerlo. Es más, hasta el día de hoy le digo a mi hermano: “Dale, Martín, mostralo vos”.

Fue realmente a los 12 años cuando empezamos a armar coreografías, pequeñas combinaciones. En sexto grado actuamos de Michael en el colegio. Pero recién empezamos nuestra carrera cuando arrancamos en Ritmo de la noche, a los 13. Ahí comenzamos a tomar la danza como una forma de vida.

Girando por el mundo. Los hermanos Lombard supieron conquistar los escenarios más exigentes del mundo con un mix de danzas urbanas. Foto: Gentileza.

Girando por el mundo. Los hermanos Lombard supieron conquistar los escenarios más exigentes del mundo con un mix de danzas urbanas. Foto: Gentileza.

R: ¿Y cómo manejaron la exposición en un programa tan popular, siendo tan jóvenes?

F: Al comienzo lo sentíamos como algo normal, realmente no le dábamos importancia. Sucedía, queríamos bailar todos los fines de semana, que saliera todo bien. Y luego del primer año nos habíamos convertido en una especie de “teen idols”. No nos dábamos cuenta en ese momento de que teníamos fans, pero toda la gente nos llevaba muñequitos, teníamos grupos de seguidores. ¡Hasta invitábamos a gente del fans club a casa a tomar la leche! Pero no teníamos la menor idea de lo que eso significaba, para nosotros era “oh, gente con buena onda, invitémosla a casa, hagamos nuevos amigos”.

M: Fue más difícil vivirlo fuera de la cámara, de los ensayos o de nuestra propia casa. En la calle o en los boliches, cuando empezamos a salir a bailar, teníamos algunos problemas porque los chicos de nuestra edad nos tenían envidia. Nos enfrentaban y nos querían pegar. Muchas veces nos corrieron o persiguieron. También cuando tomábamos el colectivo, por ejemplo. Fue un poco complicado, a mí me daba miedo salir a la calle. En ese aspecto, la exposición nos ponía en un lugar de peligro. De todas maneras, ya en una adolescencia más avanzada, pasados los 17 años, iba con mi grupo de amigos a bailar a la plaza o a escuchar música sin tener problemas.

F: Aun así estábamos muy enfocados, ensayábamos todos los días durante cinco horas como mínimo en un gimnasio, cerca de nuestra casa en Mataderos. En ese momento estábamos en la búsqueda absoluta de qué era lo que queríamos hacer. Ya no éramos más chicos y queríamos determinar cuáles eran nuestros sueños, para ir en pos de ellos. Teníamos muchas ganas de actuar, de escribir,  de dirigir y de seguir bailando, aunque la danza en aquel momento ya no estaba tan de moda. Era más difícil hacer presentaciones y moverse en el ambiente.

M: Pero hoy es totalmente distinto: la danza volvió para quedarse.

R: ¿Este salto de paradigma creen que sucedió con el cambio de milenio?

M: Sí, sucedió en el 2000, 2001, cuando comenzó a haber una nueva ola con el tema de las “boy bands” [bandas de jóvenes] y los raperos que comenzaban a usar bailarines en sus videos. En ese momento, muy lentamente, la danza renació, y hasta el día de hoy su popularidad continuó creciendo.

F: Yo creo que el baile no se va a volver a ir porque ya no es una moda, es una forma de vida, es algo que todo el mundo conoce y quiere hacer.

R: Sí, ahora la danza definitivamente tiene un lugar muy privilegiado, acá en la Argentina y en Estados Unidos.

F: Sí, acá en Estados Unidos estuvo siempre. Desde los años ’80 con Paula Abdul, Michael Jackson, Janet Jackson, Madonna… siempre presente.

R: ¿Y qué tipo de música les gusta?

F: A mí me gusta mucho Astor Piazzola, Bach, Beethoveen, Mozart, música popular…

M: … Queen, The Beatles, Michael Jackson, Stevie Wonder…

F: ¡Hasta Rock’n Roll! Me gustan los Guns ‘n Roses, Metallica. Lo que menos escuchamos hoy en día es Hip Hop, porque desde que empezamos con el Free Expression hace 7 años, comenzamos a entender un poco más lo que significa esa música hoy en día. No nos atraía mucho. Aunque nos gustaban los golpes, el ritmo y la onda, no nos llenaba el contenido lírico y lo que representaba. Por eso también nos orientamos mucho a la música de nuestro propio país, con Piazzola, que es mi compositor favorito.

M: El descubrimiento de nuestro estilo está basado en la emoción, y la música de Piazzola tiene la capacidad de hacerte sentir cinco emociones diferentes en una sola canción. En la música popular tal vez es difícil encontrar esto, ya que el ritmo, la actitud y la forma son siempre los mismos. En cambio, la música de Piazzola cambia constantemente, es muy rica tanto melódica como rítmicamente.

Bailando su creación "Chant et Fugue", en el Auditorio Nacional de México. Foto: Gentileza.

Bailando su creación «Chant et Fugue», en el Auditorio Nacional de México. Foto: Gentileza.

R: Ya que hablamos de cambios, ¿cómo fue para ustedes trasladarse a un nuevo país, una nueva ciudad, dejar atrás todo lo construido en la Argentina y volver comenzar en otro sitio?

F: Fue una experiencia y una aventura hermosa. En el ’98 viajamos a New York, con 21 años. Nos fuimos de nuestro país con muchas ganas de poder mostrar lo que hacíamos allá. Aunque era muy difícil hacer eso en Argentina, algo nos hizo creer que ahí la gente se iba a interesar en nosotros. Sentíamos eso, genuinamente, por eso viajamos con mucha confianza y seguridad. Pensábamos “acá nos van a entender, porque estas personas están en la misma búsqueda que nosotros, tienen las mismas ganas, el mismo hambre”. Fue una experiencia genial, aunque dura. No teníamos papeles, no conseguíamos trabajo por ese motivo, y por ende tampoco nos alcanzaba el dinero para pagar la renta o comer. Llegamos a vivir con 15 dólares cada uno por semana durante un año. Por un lado teníamos que sacrificar algunas cosas, pero por otro podíamos conocer a Michael Jackson, a James Brown y a toda la gente que nos inspiró. Y lo más importante es que estábamos haciendo realidad nuestro sueño.

Luego debimos volver al país y por un problema con la visa nos quedamos cinco años en la Argentina hasta volver a Estados Unidos. Nuestro regreso a Buenos Aires se dio en el contexto del corralito, en 2001, así que por ese lado también era muy difícil volver a viajar.

En cuanto a “dejar el pasado atrás”, aprendí que siempre es bueno tener tu historia presente y no “pisar” el pasado. Yo pienso que con las experiencias que me dio la vida, hacer eso no sería algo muy lindo ni acertado, porque en algún momento las circunstancias pueden pedirte que vuelvas a encontrarte con él. Así que, en definitiva, lo mejor es aceptarlo. Cuando nos dimos cuenta de esto, las cosas volvieron a tomar su rumbo y a funcionar de nuevo. Pero amo mi país, me encanta estar ahí, visitar, caminar por la zona de los teatros, juntarme con amigos. Me hace muy feliz.

R: Yendo aún más atrás, ¿cómo se sintieron cuando el mismísimo James Brown los invitó a subir a su escenario?

F: Sucedió cuando él vino a presentarse en nuestro país en 1997. Nos invitó a subir al escenario del Luna Park, porque estábamos pidiéndoselo a toda costa. Teníamos la energía arriba, al tope, y estábamos listos para lo que sea. En el momento en que dijo “suban”, ni siquiera pensé, dije “voy”. Creo que significó una emoción enorme el hecho de que haya podido expresarme en ese momento. Después me di cuenta de que ¡había estado bailando con James Brown! Creo que en ese preciso instante no estaba muy consciente de lo que significaba, yo sólo quería subir a bailar con esa persona. Al otro día o a la misma noche, empecé a percatarme de lo que había sucedido.

R: ¿Y después mantuvieron su relación con él allá en EEUU?

M: Sí, lo hicimos durante 8 años, hasta el día de su muerte en 2006. El último concierto que hicimos con él fue en el Luna Park en 2005. Y fue realmente muy triste enterarnos de su fallecimiento. Incluso asistimos a su velatorio en el Teatro Apollo de Nueva York, junto con muchas estrellas que lo admiraban.

R: Sobre el Free Expression: ¿de dónde surgen las bases de este movimiento?

M: El Free Expression fue un descubrimiento nuestro que sucedió cuando empezamos a querer bailar un tipo de música específico. Por ejemplo, con la música de Astor Piazzola me pasaba que me llegaba tanto, que quería bailarla pero no sabía cómo hacerlo, porque no estaba formado en tango. Lo mismo ocurría con la música clásica, sobre la que pensábamos “¿cómo puedo bailar esta música si no tengo la técnica del ballet?”. Ante esta necesidad, empezamos a desarrollar nuestra forma de baile, que se basa en trabajar no estilos, sino emociones. Surgió de la necesidad de expresión que teníamos de armar una pieza con la música que nos gustaba. Al principio, cuando empezamos a ver combinaciones, yo pensaba “la única forma de que esto quede bien hilado es que la emoción se mantenga constante”. Luego se fue generando un  desarrollo con el paso de los años. Hoy en día, siento que podemos bailar todo tipo de música. No estilos, sino tipos musicales. Podemos hacerlo porque relacionamos a la música con los sentimientos y no con estilos y técnicas.

Esta concepción personal vinculada a la creación del Free Expression nos generó un cambio de actitud enorme: ya no creemos en los estilos, porque se basan en métodos predeterminados. En cambio, el Free Expression está basado en la emoción, en la pura necesidad de expresión, en lo que es el ser humano netamente. Lo vemos como una forma, más que una técnica. Pasa de ser el modelo a ser el arte. Sos bailarín o sos artista. Sos músico o artista. Uno puede ser cantante, bailarín y músico y no ser artista, aunque se dedique a las ramas del arte. Yo creo que no mucha gente puede expresarse a través de la forma, eso sólo lo logran los verdaderos artistas. Por ejemplo, John Lennon no era un gran pianista o cantante, pero sí era un gran artista, porque tocaba el alma de muchas personas.

El Free Expression se basa en querer decir algo a través del movimiento, más que bailar simplemente. Obviamente, uno después elabora y trabaja los movimientos adecuados para hacerlo, pero el fin es trasmitir lo que se siente con respecto a determinada pieza musical. El proceso requiere de mucho ensayo: hay que entender el ritmo y que el cuerpo esté preparado para determinadas velocidades, acentos y golpes, entre otras cosas.

F: Por supuesto que uno no está cien por ciento emocionado y hace cualquier cosa, sino que busca encontrar la emoción en su nivel más alto, y luego se dedica a hallar la manera en que uno se movería para expresarla.

M: Claro, hay que hacer un balance entre lo emocional y lo técnico. Si se pone mucho de uno o mucho de otro puede llegar a quedar desbalanceado. Con técnica me refiero a la forma propia que uno le da a sus movimientos. Primero hay que entender la parte emocional y luego la parte intuitiva, que va a hacer que la pieza se vea de otra forma. Hay tres etapas creativas para trabajar el Free Expression: fotografía, ritmo y expresión. La fotografía es una posición. A eso le sumo ritmo, y luego le agrego la expresión. Siempre entendemos la música emocional y rítmicamente antes de empezar con la parte visual (los movimientos). Por eso es que me llega tanto la música y por eso es que la quiero bailar. Los movimientos que se le agregan son similares a las palabras, como si se tratara de un poema que se puede observar con los ojos.

Seminario de Free Expression en Aguada, Puerto Rico. Foto: Gentileza.

Seminario de Free Expression en Aguada, Puerto Rico. Foto: Gentileza.

R: ¿Y cómo fue su experiencia aprendiendo danza? ¿Cómo llegaron a este descubrimiento?

M: Nosotros descubrimos esto principalmente por las vivencias que tuvimos. Nuestras experiencias con la danza tuvieron que ver mucho. Si bien nosotros bailábamos de chicos porque nos emocionaba, es decir que la emoción misma nos llevaba a bailar, llegó un momento en el que sentíamos que habíamos perdido ese primer impulso. No sé si seguía liderando lo que hacíamos. Cuando bailábamos tap, por ejemplo, una técnica que aprendimos de grandes, teníamos que respetar ciertas reglas que ya venían incluidas en el estilo: su cultura, su tradición. Esto dejaba en un segundo plano la emoción.

Al pasar por este camino, totalmente incómodo para nosotros, comenzamos a sentir que no nos interesaba seguir bailando de esa manera.  Así que dejamos de catalogar nuestro baile con los nombres de estilos existentes como el Hip Hop, el Urban Dance, el Dancehall o incluso el Tap.  Lo que hicimos fue liberarnos. No pensamos en el estilo, sino en lo que queremos decir.

R: ¿Y cómo pueden enseñar esta forma de expresión en una clase?

M: Enseñamos en base a dos procesos, aunque tenemos varios. Como la mayoría de los alumnos que vienen a tomar nuestras clases están ya formados en diferentes estilos, lo que intentamos para que todos entiendan el concepto es pedirles que me hagan una pose de determinado estilo -lo que ellos consideran que pertenece a una técnica específica- y les explicamos que lo que va a diferenciar lo que hagan de un estilo pre-establecido es la actitud que le añadan. Porque en realidad, el movimiento que pueden hacer y que ellos catalogan como parte de determinado estilo, viene de mucho antes que él. El estilo está creado dentro de una caja de movimientos definidos y de una actitud.

Así que lo que hacemos es: una vez que ya tenemos agrupados algunos movimientos creados con sus actitudes, buscamos eliminarlas para dejarlos puros y limpios. A partir de ahí, podemos aplicar una rítmica adecuada para ellos y dejar brotar la emoción. En ese momento, los alumnos son conscientes de las diferencias entre lo que ellos aprendieron a hacer y lo que hay para descubrir.

R: ¿Qué proyectos tienen actualmente en camino?

F: Yo aprendí en la vida que los proyectos propios no suelen ser muy cercanos, nunca se sabe en qué momento está uno realmente (se ríen). Se trabaja duro día a día para poder realizarlos lo más rápido posible, pero no se sabe a ciencia cierta cuándo se van a lograr.

Pero sí, estamos escribiendo una película llamada “Dreamers”, que habla sobre nuestras experiencias, nuestros sueños y sobre lo difícil que es perseguirlos. Hace dos años y medio que estamos escribiéndola. Tuvimos que abandonarla durante un tiempo para cumplir con otros proyectos, como las películas “Step Up” que filmamos en Estados Unidos. También estuvimos de gira, viajando mucho, y no contamos con mucho tiempo para sentarnos en la computadora y terminar de escribir la historia. Mientras tanto, continuamos haciendo nuestros “Dance scenes”, esos videos diarios que subimos a nuestro canal de Youtube.

Fuera de lo personal hacemos galas, presentaciones como invitados en eventos internacionales a los que asisten artistas de diferentes estilos de baile, mayormente de ballet. Para el año que viene nos toca de nuevo viajar a México y a Rusia, entre otros países. También damos seminarios en los lugares que solemos visitar. Estos son trabajos que disfrutamos mucho, pero son paralelos a nuestra carrera, a nuestros sueños. Hoy podemos decir que seguimos en busca de ellos y que nada nos haría más felices que continuar viéndolos realizarse.

En la saga de las películas "Step Up". Foto: Gentileza.

En la saga de las películas «Step Up». Foto: Gentileza.