Georgina Rígola, directora del concurso Ciutat de Barcelona: la misión de descubrir talentos

Este año Danzamérica inauguró convenio con el Certamen Internacional de Danza Ciutat de Barcelona, que cuenta con el aval del Maestro Héctor Zaraspe y Julio Bocca, jurados, para otorgar becas e invitar al concurso en España. Ciro Tamayo, parte de su semillero.

lunes, 06 de octubre de 2014 | Por Maria José Lavandera

Este año Danzamérica inauguró convenio con el Certamen Internacional de Danza Ciutat de Barcelona y para otorgar becas e invitar al concurso en España, vino hasta Carlos Paz su creadora y directora, Georgina Rigola, quien se dedicó a ver la competencia en extenso, buscando talentos.

Otrora bailarina, Georgina, oriunda de Cataluña, estudió en el Institut del Teatre, y ha formado parte del ballet del Gran Teatro del Liceo, en Barcelona, con Víctor Ullate en el Ballet Nacional de España, en el Ballet «Ballet Clàssic de Barcelona», en la Compañía Institut del Teatre. Como coreógrafa ha obtenido el premio Tortola Valencia de la Generalitat de Catalunya. Se desempeñado también como docente en diversas escuelas europeas. Desde 1992 dirige la productora Contraseña, a través de la cual realiza espectáculos de danza. Fue en el año 2008 que, motivada por una inquietud personal –su hija tomó por decisión profesional ser bailarina-, dio cuenta de la necesidad de expandir las oportunidades para los jóvenes bailarines en España: así nació el Certamen Internacional de Danza Ciutat de Barcelona, con la bendición y el apoyo del Maestro Héctor Zaraspe, evento a través del que entregan becas en algunas de las mejores escuelas del mundo, fundamentalmente en la ciudad de Nueva York.

R: ¿Cuál es el valor fundamental que se busca propiciar en este concurso? 

GR: Nosotros lo que intentamos valorar no es tanto el que ya estén hechos, sino lo que pueden llegar a ser. Gente a la que se la pueda ayudar y se le dé una oportunidad para ir más allá. Lo que buscamos es potencial. Descubrir talentos. Hay gente que técnicamente puede trabajar muy bien, pero eso se aprende. Lo otro, si no se lleva en el corazón, no se aprende. La técnica siempre se puede trabajar.

R: Me contabas que en España encontrabas que el ambiente no está muy expandido y que faltaban oportunidades. ¿Fue duro empezar con este proyecto?

GR: Fue duro empezar. Fue descubrir el día que mi hija me dijo ‘Quiero ser bailarina’ que ella estaba peor que yo cuando empecé. Pensé que ella se iba a tener que marchar. Yo a ese punto me había alejado un poco de la danza, por todo lo que conllevaba que no me gustaba y sigue sin gustarme. Pero sentí que tenía que hacer algo, porque no podía ser que en una ciudad como Barcelona, no hubiese nada. A razón de un encuentro con Zaraspe, él me dijo que me ayudaría en lo que pudiera y en muy pocos meses, lo montamos.

Georgina Rígola, creadora y directora del Certamen de Danza Ciutat de Barcelona, que ayudó en la formación de sendas carreras, entre ellas, la de Ciro Tamayo, elegido de Julio Bocca en el Ballet del SODRE. Foto: REVOL.

Georgina Rígola, creadora y directora del Certamen de Danza Ciutat de Barcelona, que ayudó en la formación de sendas carreras, entre ellas, la de Ciro Tamayo, elegido de Julio Bocca en el Ballet del SODRE. Foto: REVOL.

R: ¿Cómo fue el proceso de conseguir las becas para los participantes?

GR: Es el resultado de amistad de años, de gente que conocí cuando bailaba. Mucha ayuda de parte de Zaraspe, que me puso en contacto con mucha gente. Y la única cosa que me impactó fue que de nuevo en Nueva York, empiezo a ver una serie de personas que más o menos conozco o que no, que simplemente tengo referencias. Les explico el proyecto y me sorprendo de su generosidad al decirme ‘cuenta con nosotros’, cosa que no ocurre en mi propio país. Yo voy a explicarlo en mi propio país y la gente me ignora. Siempre lo dije públicamente, que el concurso nace por el apoyo que tengo desde Estados Unidos y no desde mi casa. Lo más importante ha sido el apoyo de los amigos, como ha sido el caso de Julio Bocca. El maestro Zaraspe le dijo: ‘Julio, tienes que estar en Barcelona’ y él dijo: ‘Allí estaré’. Yo eso nunca lo olvidaré. No es lo mismo empezar así, que viendo quién puede venir de jurado. Desde el primer día hemos tenido un gran jurado, con mucho nombre, y unas becas muy buenas. Unos premios muy buenos. Esto motiva a que la gente venga.

R: ¿Cómo ha ido evolucionando el concurso a través del tiempo en cantidad de participantes?

GR: Te diría que estamos a la par en cantidad de chicos, pero somos más selectivos ahora. En el primer año todavía no sabes mucho por dónde vas y a lo mejor puedes pasar a más gente. Ahora los premios son importantes y no se puede mandar a cualquiera. Yo creo que la cantidad de gente que se inscribe al final es la misma. Tenemos tres categorías: danza clásica, danza contemporánea y española. Siempre la pre-selección es por video. Luego se les comunica que pueden venir a la semi-final. Vienen a hacer clases, repasan sus variaciones con los maestros, y actúan en escena. Tienen siempre dos variaciones: los de clásico tienen una de clásico y otra de neoclásico de repertorio, los de contemporáneo tienen una libre y una que les marcamos nosotros –que pueden elegir entre tres o cuatro- y los de danza española tienen zapato y Escuela Bolena, que es con zapatillas y castañuelas, súper difícil. En la semi-final se eligen los que van a pasar a la final y en esta instancia se seleccionan los ganadores. La entrega de premios se hace en el en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, que es el salón más importante de la ciudad, donde nunca entró la danza hasta este momento.

R: Uno de los grandes ganadores de este concurso es muy conocido en nuestra área rioplatense: Ciro Tamayo, Primer Bailarín en el Ballet del SODRE, elegido por Julio Bocca. ¿Cómo es vivir estas experiencias de potenciar las carreras de nuevos bailarines?

GR: Ha habido dos experiencias importantes. La de Ciro, porque me escribió una carta, dándome las gracias y contándome cómo empezó su sueño. Desde el momento en que los maestros le dijeron que se presentaría al concurso, cuando empezaron las clases, los ensayos, la ilusión, pero a la vez el sufrimiento de ‘tengo que hacerlo muy bien’. Llegó el día de bailar delante de Julio Bocca, alguien a quien él admiraba y luego que de repente lo llamó porque lo quería en su compañía. Este año pasó otra cosa con un chico de danza española, que era espectacular y tenía mucha técnica contemporánea. Cuando se nombraron los premios en cada categoría, se repente se le mencionó a él, pero no se levantaba porque estaba diciendo ‘me están dando una beca a Nueva York y yo soy de danza española’. Volvimos a llamarle y se levantó súper tímido, y le dijeron que tenía tal talento para bailar, que sabiendo además tocar las castañuelas y bailar español, puede ser algo único en el mundo. De vez en cuando él también nos manda sus novedades, nos dice que está súper feliz. Esas cosas te retribuyen. Cualquier otro problema que pueda surgir, se olvida. Te quedas más con esto. Lo bonito de este trabajo es que aunque es muy duro, muy difícil, sobre todo sin medios económicos, te llega una carta como estas y vale todo el esfuerzo. Te olvidas de todo lo demás y dices ‘bueno, qué maravilla, ¿no?’. Yo creo que los certámenes sirven para esto: para que se te vea, para que te puedas expresar y establecer lazos. E incluso, aunque no vayas a ser profesional, yo creo que hacer danza es bueno, porque te enseña a estar en público, te enseña a trabajar en equipo, el compañerismo, te enseña un respeto, una disciplina. Entonces tú a lo mejor mañana decides ser arquitecto, pero saliendo al escenario, va a ser otra cosa hablar en público.

Ciro en acción: un europeo que eligió venir a hacer carrera en Latinoamérica. Foto: Santiago Barreiro.

Ciro en acción: un europeo que eligió venir a hacer carrera en Latinoamérica. Foto: Santiago Barreiro.

R: ¿Cuáles son tus planes ahora con el Certamen Ciutat de Barcelona?

GR: El próximo mes de abril, esperamos poder seguir con esto. Y poder seguir con el nuevo premio que hemos creado este año, que se llama BCN City Ballet, que es un proyecto que consiste en recuperar a algunos de los chicos que elige el jurado para volver a Barcelona y preparar una gira con ellos. Este ha sido el primer año, pensamos que iba a ser muy difícil, pero se ha podido realizar finalmente y ha sido espectacular. Le da a esos chicos la posibilidad de avanzar en un proceso de trabajo con coreógrafos de diferentes países, el compartir juntos día a día, conocerse entre brasileños, españoles, japoneses, chicos de diversas latitudes. Luego el espectáculo ha sido increíble. Ojalá que este año podamos continuar y en vez de que sean tres meses de gira, sean cinco y que este proyecto se vaya ampliando. Sería mi segunda gran ilusión. Al menos hemos conseguido empezar, espero que podamos continuar.

R: ¿Cómo siguen tus planes con Danzamérica en Argentina?

GR: Una cosa que me ha enseñado el maestro Zaraspe es que la danza no conoce religión, ni política ni color, ni país. Tenemos un lenguaje internacional y es verdad. Te puedes ir a cualquier país que no hablas el idioma, pero puedes tomar una clase porque entiendes perfectamente lo que te dicen. Crear lazos con el mundo es algo que me fascina. Coger el avión e irme hasta otra punta para ver qué podemos hacer y qué podemos compartir es algo que me entusiasma. Por casualidad nos pusimos en contacto con Cristina [Sánchez], que está tan loca como yo, que ya lleva 20 años, y en seguida encontramos un punto de conexión. Decidimos en seguida que íbamos a crear un convenio y vamos a elegir a unos chicos para que vayan allá a concursar, y unas becas para que puedan avanzar en su formación en Barcelona. Porque a razón de haber creado BCN City Ballet Project, hemos creado un espacio de enseñanza. Esto ha sido algo surgido este año. Creemos que es una manera de cerrar el círculo.