Julio Bocca: “Quiero que en mi país y en el teatro donde crecí,

Julio Bocca, el astro argentino, hoy Director del Ballet Nacional del SODRE, de Uruguay, trae su trabajo junto a ellos al Teatro Colón, por primera vez.

lunes, 07 de octubre de 2013 | Por Melina Sólimo

Después de más de cinco horas de dar entrevistas, su sonrisa y humor seguían intactos. Yo había esperado tres horas y logramos la nota a las 22:30. Con hambre, cansado y seguramente aturdido de sí mismo por repetir infinidad de veces las mismas respuestas, el bailarín más importante de todos los tiempos en nuestro país, me recibía con la alegría de siempre.

Julio Bocca volvió a la Argentina para presentarse junto al Ballet Nacional del SODRE en el Teatro Colón, algo que genera enormes expectativas sobre su vuelta al lugar donde dio sus primeros pasos, ahora en el rol de director artístico. En un encuentro íntimo con REVOL, habló de sus sensaciones, los nervios y sobre su nueva vida en Uruguay.

Con una gran sonrisa: así vuelve Julio Bocca al Teatro Colón, como Director Artístico del Ballet del SODRE. Foto: Jésica Pronovich.

Con una gran sonrisa: así vuelve Julio Bocca al Teatro Colón, como Director Artístico del Ballet del SODRE. Foto: Jésica Pronovich.

R: Volvés al teatro que te vio nacer como bailarín, ¿Qué recuerdos tenés de aquellos años? ¿Qué sentimientos te afloran?

J: Recuerdos tengo ¡muchiiiiiisimos! (risas). Me moviliza muchas cosas encontradas entre sí. Recuerdo la primera vez que pise el Teatro Colón, cuando me llevó mi abuela a la audición. Me dijeron que no me cambiara todavía, que estaba bien con el tiempo, pero como mi abuela era exigente, me obligó a cambiarme por las dudas y justo cuando salí, me llamaron para audicionar. Entré con ocho años aunque supuestamente había que tener diez (risas).

Recuerdo mi primera presentación en un ballet con el Cascanueces, donde hice de ratón y después de un tiempo pude hacer el Vals de las Flores. Otra experiencia inolvidable fue, cuando volvimos con Raquel Rossetti del concurso de Moscú (en 1985), en una función repleta que no entraba ni un alfiler, ver la sala llena, la ovación de la gente y la energía positiva que había ese día. También el recuerdo de mi última función, con la despedida que me hicieron cuando me fui al American Ballet Theatre.

Hay un montón de cosas y sentimientos que aparecen… También se me mezclan los problemas que a veces he tenido en el Colón, porque son etapas de la vida, pero todo termina en la felicidad y el agradecimiento de poder hacer esta función, de disfrutar y estar nervioso por los chicos del ballet, ya que el teatro tiene un peso y una historia. Es imponente ver la sala vacía y también verla llena.

R: Hablando de esos “problemas” a los que te referiste, ¿quedó algo sin resolver con el Teatro Colón?

J: Ya está, ya pasó y estamos volviendo, eso es lo principal. Está todo bien y me fascina saber que el ballet, dirigido por Lidia (Segni), está funcionando y trabajando mejor, con funciones, cambios de repertorio. Es maravilloso ver que el ballet del Colón está trabajando lindo. Pasaron por muchas cosas, pero se pudo lograr.

Lo mismo está pasando en Uruguay, donde una compañía que cumple setenta y ocho años, tuvo un montón de problemas pero en tres años se logró volver a tener un repertorio, a tener un teatro, hacer giras nacionales e internacionales. Además, se pudo ubicar dentro de una de las compañías clásicas de la región, para que los chicos que estudian ballet puedan tenerla en cuenta, ya que hay muchas compañías contemporáneas en la zona, pero no clásicas. Esta la del Colón, la de Río de Janeiro, la de Chile y la de La Plata. También tienen su importancia la de Salta, Córdoba, Bahía Blanca y Tucumán, pero me refiero a que no hay muchas grandes compañías, con repertorio y funciones todo el año.

"In the Middle Somewhat Elevated", de Kylian, por el Ballet del SODRE en el Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

«In the Middle Somewhat Elevated», de Kylian, por el Ballet del SODRE en el Teatro Colón. Foto: Máximo Parpagnoli | Prensa Teatro Colón.

R: ¿En qué momento decidiste quedarte en Uruguay y cómo surgió la dirección del Ballet Nacional del SODRE?

J: Después de mi despedida en el Obelisco me fui de vacaciones a Punta del Este, porque siempre iba a trabajar y nunca a disfrutar (risas). Conocí a mi pareja, entonces me quise mudar allá y estuve un año y medio sin hacer nada: cocinaba, comía y limpiaba. Ahí entendí a las madres y amas de casa que se quejan, porque no es tan fácil (risas). Se me pasó un año y medio volando.

Entonces, sentí que todavía era joven para no hacer nada y empecé a aceptar invitaciones para dar Master Classes o ir como jurado a Praga, a Nueva York y a Moscú. Una cosa me llevó a la otra y tuve una reunión con quien era en ese momento el presidente del SODRE y con el Ministro de Educación de Uruguay. Frente a la propuesta, les di mis condiciones, les dije que quería total libertad para poder trabajar. Llamaron al Presidente y al otro día me ofreció el cargo, algo raro para mí, porque no suele suceder que se nombre así a un director de ballet, si quizás pasa con el fútbol (risas).

Así empecé a dirigir el Ballet Nacional; hace tres años que estoy trabajando y casi seis que vivo en Uruguay. Estoy feliz porque es la primera vez que vivo en un país más de un año seguido, en mi casa (risas). Nunca me pasó de ir a trabajar y volver, porque yo pasaba ochenta días como máximo en Argentina, dos o tres meses en Nueva York y después viajando. Fui descubriendo muchas cosas, para mí fue toda una etapa nueva.

R: ¿Qué balance hacés de estos tres años de trabajo?

J: En el ballet falta muchísimo, sobre todo en la técnica, porque artísticamente es una compañía que ha crecido mucho y está muy bien formada, pero técnicamente hay que limpiar muchísimas cosas. Mi idea es llegar a un nivel como el de la Ópera de Paris, el American Ballet o el Kirov.

Personalmente, tuve dificultades sobre cómo transmitirles las cosas a los bailarines y fui al psicólogo, sólo un día (risas). Así descubrí este sistema nuevo que es el coaching y una chica vino a hacer una evaluación. Vamos a empezar a trabajar respecto de las razones por las que están en la compañía y hacen esto.

Lo que percibía era mucha desconcentración y me costaba transmitirles la concentración que se necesita para ser bailarín. El problema es que la juventud de ahora está todo el día con los aparatitos, con los celulares, y pierden un poco esa concentración. Entonces, para no llegar a los gritos, voy a ver si el coaching funciona, de la misma manera que se utiliza en las empresas para que la gente vaya a trabajar y a disfrutar, la idea es que vengan a eso porque no es un trabajo obligatorio.

Afiche del Teatro Colón.

Afiche del Teatro Colón.

R: Dijiste que sentís que muchos van a ir para “ver qué está haciendo ahora Bocca”, ¿pensás que de alguna manera te van a evaluar a vos?

J: Van a ver qué es esta compañía que no se conoce en Argentina y el trabajo que se viene haciendo. Yo soy el director así que, de alguna manera, van para ver que hago. También irán mis amigos, la gente que me respeta y que me quiere para apoyar (risas). Pero seguro que va a haber gente que va a evaluar en algún punto a la compañía, porque nadie la conoce.

Yo estoy tranquilo del trabajo que venimos haciendo, no es la primera vez que salimos de gira, pero quiero que en mi país y en el teatro donde crecí, tengamos el mismo éxito que tuvimos en Brasil, en México o en Chile. Ese es mi deseo personal.

R: ¿Cómo será el programa de la función en el Colón? ¿Con qué criterio lo armaste?

J: Yo no tengo criterio ni filosofía para eso (risas). Yo me siento y pienso como público qué me gustaría ver, qué música me gustaría escuchar. Tenía ganas de traer cosas que no se hayan visto en Argentina o que aún no se presentaron en el Colón. Estoy trayendo coreógrafos de un peso muy “grosso” y encima todos juntos, que es muy difícil ver eso en una misma noche. Son obras que tenemos dentro del repertorio, aunque con el contemporáneo estamos recién empezando, son obras que tienen un peso y la compañía está muy bien con ellas.

Abrimos con In The Middle, de William Forsythe, que es una coreografía muy dinámica, muy fuerte, muy rítmica y muy difícil porque es todo fuera de eje, al extremo. Luego, hacemos un ballet clásico, el pas de deux de El corsario, como para presentar a nuestras figuras Amalia Riccetto y a Ciro Tamayo, quien para mí puede ser una gran figura mundial porque tiene un ángel y un salto impresionante, con sólo diecinueve años.

Cerramos la primera parte con Without Words, de Nacho Duato, que tiene una musicalidad y un lenguaje corporal muy lindo y finaliza el espectáculo con Sinfonieta, de Jirí Kylián, que es algo mágico con su musicalidad, rapidez en los movimientos y su dificultad. Tengo unos nervios porque la compañía nuestra no está acostumbrada al declive, pero bueno, es parte de todo esto (risas).

R: ¿Cómo hiciste para sostener ese adiós para siempre del escenario?

J: Lo vivo muy bien, ya en el pasado, no extraño nada. Estoy disfrutando lo que estoy haciendo ahora, estoy en una nueva etapa de mi carrera, de mi vida. Para mí es algo nuevo, fue maravilloso terminar y empezar de cero, pero no extraño nada.

R: ¿Cómo ves a la danza en la Argentina?

J: Veo que hay talentos pero que no podemos llegar a tener una estructura como escuela para que los talentos y maestros se desarrollen con una mejor distribución. Porque talentos y maestros hay, pero no hay una escuela ni una estructura general. Eso es lo que veo en toda Sudamérica.

R: Eleonora y vos son los mayores exponentes de la difusión de la danza a nivel popular, ¿creés que ese proceso que iniciaron ustedes continúa?

J: Yo creo que todavía se sigue, pero se va a necesitar más gente joven. Porque Iñaki (Urlezaga) es el que sale más y sigue saliendo, Piquín (Hernán) también sigue haciendo cosas, pero creo que no se ven a los nuevos logrando eso. A mí me fascinaría que venga Paloma (Herrera) o Herman (Cornejo) a continuarlo. Herman puede venir y formar, salir por todo el país y seguir trabajando en eso que uno al comienzo empezó a hacer para que la danza llegue a todos y que se mantenga en gran nivel.

R: ¿Qué extrañas de Argentina?

J: La verdad no extraño nada porque, por suerte, con la tecnología no se extraña nada, estoy en el vivo cotidianamente con mi familia y mis amigos. Y si llego a necesitar mucho ruido o algo de locura, son dos o tres horas de viaje. No extraño, es como que esta acá nomás.

R: ¿Cómo te ves en diez años?

J: No me veo (risas). Estoy viviendo el día a día; después haré lo que venga. No me proyecto a largo plazo como hacía antes. Cada vez me voy sintiendo con más ganas de aislarme, a veces tengo ganas de desaparecer (risas). Cada vez busco más tranquilidad, en el medio del verde, del mar, la playa y nadie alrededor (risas).

UNA VUELTA IMPERDIBLE

El próximo 8 de octubre, a las 20:30 hs., el Ballet Nacional del Sodre – la compañía de danza clásica estatal uruguaya- llega al Teatro Colón de Buenos Aires por primera vez en su historia, dirigida por el maestro Julio Bocca.

El programa incluye tres obras completas y un pas de deux. Abre In The Middle, una obra de William Forsythe, luego el dúo del primer acto de El corsario (pas de deux de l’Esclave) –que apunta a lucir a dos de sus primeras figuras: Riccetto y Tamayo y a mostrar lo clásico de la compañía. En tercer lugar el BNS presentará Without Words, una obra maravillosa de Nacho Duato y la última será Sinfonieta , de Jirí Kylián», una la pieza de danza contemporánea en la que el coreógrafo checo traduce en movimiento las complejas relaciones de amor entre las personas.

Las localidades se podrán adquirir ingresando a www.teatrocolon.org.ar y en la boletería del Teatro Colón 1171 (4378-7109) de lunes a sábado de 10 a 20 y domingo de 10 a 17.

Bocca y el BNS 

En 2009 Julio Bocca decide mudarse a Montevideo. Al año siguiente recibe del Presidente de la República, José Mujica, la oferta de ponerse al frente de la compañía nacional -que contaba entonces con casi 75 años y necesitaba una profunda refundación- ofrecimiento que es aceptado siendo nombrado Director Artístico de la misma.

Desde entonces ha estrenado en el Auditorio Nacional más de veinte obras, muchas de ellas versiones integrales de los grandes ballets clásicos (Giselle, El Lago de los Cisnes, La Bayadera, El Corsario, La Sílfide, El Cascanueces, La Viuda Alegre, otras), obras paradigmáticas del mejor repertorio contemporáneo y moderno (Un tranvía llamado deseo, Donizzetti Variation, The Leaves are Fading, Sinfonietta, Without Words, La consagración de la Primavera, In the middle somewhat elevated, otras), y creaciones originales para la propia compañía (Jorge Drexler/Inthamoussu, Ana Maria Stekelman, otras).