Katty Gallo: “Hoy exigimos cosas que antes no se exigían”

Por María José Lavandera – Tw: @majolavandera No hace falta demasiado preámbulo para introducir a una artista como Katty Gallo. Luego de una intensa carrera solista en el Teatro Colón, cumpliendo también con roles como Primera Bailarina, Katty se consolidó, desde su retiro en 1986, como una de las Maestras con mayúsculas de nuestro país, […]

viernes, 28 de febrero de 2014 |

Por María José Lavandera – Tw: @majolavandera

No hace falta demasiado preámbulo para introducir a una artista como Katty Gallo. Luego de una intensa carrera solista en el Teatro Colón, cumpliendo también con roles como Primera Bailarina, Katty se consolidó, desde su retiro en 1986, como una de las Maestras con mayúsculas de nuestro país, a quien recurren los chicos que buscan carreras como profesionales. Por sus enseñanzas pasaron Federico Fernández, Primer Bailarín del Teatro Colón; Carolina Mancuso, bailarina en el Nederlands Dans Theater; fue preparadora de Marianela Nuñez y de Luciana París, para participar en concurso del Mercosur en Bento Goncalvez (Brasil). Tal su éxito como pedagoga, la organización de dicha competencia la ha premiado como Mejor Maestra Preparadora y Mejor Dirección Artística de Escuelas. Se suman al listado de alumnos célebres Erica y Herman Cornejo, Ana Sophia Scheller –actualmente Primera Bailarina en el New York City Ballet-, entre otros, al tiempo que también dirigió el Ballet Sub-16 de Julio Bocca, junto a Raúl Candal.

Y basta observar una de sus clases, que hoy dicta en el Estudio Arte XXI, para entender la magia de Katty. Sin duda, tiene un grupo de alumnas y alumnos con una solidez que llama poderosamente la atención. Y es la mano de una maestra avezada que se vislumbra en los físicos finamente trabajados de los chicos, así como en sus improntas casi profesionales a sus jóvenes años. En mi visita a una de sus clases, pude distinguir –y deleitarme- con sus chicas y chicos, algunos de los cuales fueron últimamente premiados en el marco de la preselección del Youth America Grand Prix, que se celebró a fines de 2013.

Ellos, además, la adoran y anhelan sus clases.

Katty Gallo, Maestra con mayúsculas de nuestro país. Foto: REVOL.

Katty Gallo, Maestra con mayúsculas de nuestro país. Foto: REVOL.

Compartimos con ella, maestra indispensable en nuestra escena, algunas visiones y perspectivas de la docencia en danza de la actualidad:

R: ¿Cómo cambió la profesión en los últimos años y qué pensás que es indispensable hoy?

K: Cambió mucho la danza. Todas las danzas. Evolucionaron bastante y son más exigentes. En la danza clásica, por ejemplo, ahora yo como maestra exijo mucho más a gente más joven. A los 13, 14 años se les exige mucha técnica, cosa que antes era diferente. Profesionalmente es diferente también. Ahora está el tema de los concursos. Antes no había tantos, ahora uno tiene el ojo más agudo en el desarrollo técnico de los chicos para que sean sólidos en ese tipo de instancias, además de sus capacidades artísticas.

Katty Gallo, con una de sus talentosas alumnas, en Estudio Arte XXI. "Ahora exigimos cosas que antes no se exigían", indicó. Foto: REVOL.

Katty Gallo, con una de sus talentosas alumnas, en Estudio Arte XXI. «Ahora exigimos cosas que antes no se exigían», indicó. Foto: REVOL.

R: ¿Qué distingue a los bailarines que finalmente llegan a ser profesionales?

K: Condiciones físicas; también condiciones musicales y el ímpetu artístico. Me han tocado alumnos que desde chiquitos los ves creativos y decididos, y se han convertido en grandes profesionales. También trabajar fuerte y dar con un maestro que te guíe. Yo creo que tiene que haber una fusión entre maestro y alumno. El alumno tiene que creerle profundamente a su maestro y confiar en él, en su generosidad. Yo a mis alumnos los ayudo a que se muestren, se luzcan, que los conozcan. No quiero ‘guardármelos’ y dejarlos en casa. No soy nada egoísta con ellos. Cuando estén ya preparados, que empiecen a caminar y a desarrollar su forma de vivir esta carrera, que tanto cuesta.

R: ¿Qué es lo que más te motiva cada día de ser docente de esta disciplina?

K: Creo que mi carrera fue muy linda. Yo de la Escuela Nacional de Danzas me recibí de profesora, entré luego al Teatro Colón, a quinto año, y me fue muy bien. Antes de terminar la escuela, ya me llamaron de refuerzo; en el primer concurso que participo, entro al ballet; en el segundo concurso que me propongo entrar como solista, también lo logro. No tuve muchos ‘no’ en mi carrera. Eso de alguna manera te convierte en una agradecida. Todo me salió como quise. Me tocó así. Después cuando dejo de bailar y me jubilo, me propuse empezar a dar clases. Descubrí que era lo que me gustaba (risas). Me apasiona. Está a la par de bailar. Te da muchas satisfacciones la docencia. Dar lo que pude aprender es hermoso. Te digo más: si yo hubiese sabido todo lo que se ahora, hubiese bailado mejor de lo que bailaba (risas). Y como hablábamos recién respecto de cómo había cambiado la disciplina, hoy exigimos cosas que antes no nos exigían. Eso se ve. Se baila de una manera completamente diferente. Los cuerpos, el físico, la musculatura se trabaja de otro modo.

Ama la docencia tanto como amaba bailar. Sus alumnos adoran sus clases. Foto: REVOL.

Ama la docencia tanto como amaba bailar. Sus alumnos adoran sus clases. Foto: REVOL.

R: ¿Has tenido algún maestro o coreógrafo que te haya inspirado en tu ser docente de hoy?

K: Totalmente. Le debo mi carrera y le debo como docente todas las pautas que me dio a mi maestra, María Ruanova. He tenido muchos buenos maestros en la vida, pero la que me guió, me marcó a fuego, me enseñó lo que yo sé ahora, fue ella. Ya en esa época era increíble lo que esta mujer sabía. Ella hacía trabajo muscular, te explicaba todo, cada funcionamiento del cuerpo. No se enseñaba antes de esa forma. Ella era una genia y me sirvió muchísimo. En un año nada más estudiando con ella, logré una técnica impresionante y cambié totalmente. Y eso es mucho de lo que yo propongo en clase. Era realmente una avanzada para la época. Conocerla a ella fue una gran suerte que tuve también.

R: ¿Qué aconsejás a los chicos que hoy quieren convertirse en profesionales?

K: Trabajar, querer mucho lo que uno quiere y no que a la primera vez que algo te falló, decir ‘no sirvo para esto’. El éxito va en la meta a la que vos apuntes. Si vos tenés una meta, esta profesión te gusta de alma, con condiciones y trabajo podés hacer una linda carrera. Eso es lo que les digo a las chicas en mis clases. Y trabajar con conciencia cada clase es fundamental. A veces viene alguna medio desganada y le digo: ‘Perdiste la clase’. Quiero que tomen verdadera magnitud de que no es para mí la clase, es para ellas. Por supuesto, la varita le tocará a alguna, a quien sea que le toque. Aunque en general es a la trabajadora, a la que realmente siente lo que hace. A su vez, para el que no le gusta en serio esta profesión es muy sacrificada, pero para el que le gusta, es hermoso. Para mí no fue más que felicidad. Si tuviera que hacer lo mismo, lo vuelvo a hacer exactamente igual. No me fue sacrificio. Ahora, si es la mamá que las manda a tomar las clases, es otra cosa. Pero si la chica o el chico quieren, se da. Federico Fernández, alumno mío, por ejemplo, era un trabajador empedernido de chiquito, de tomar tres clases seguidas. Y si había una cuarta, tomaba la cuarta. Creo que es la única fórmula.