La gestualidad: una parte fundamental en el aprendizaje y la práctica de la danza clásica

Ludmila González, reciente Licenciada en Periodismo (USAL), comparte las conclusiones del trabajo de campo que fundó su tesis de grado sobre el valor de la gestualidad en el aprendizaje de la técnica clásica.

jueves, 16 de marzo de 2017 |

Por Lic. Ludmila Flavia González Cerulli (**)

Como parte de mi tesis de licenciatura, durante octubre de 2016 realicé un trabajo de campo basado en la observación de clases del curso de clásico-principiante a cargo de la profesora Cecilia Levantesi, en el área de Extensión de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y, por otra parte, entrevistas a profesionales del ámbito con el objetivo de explorar cómo se produce sentido respecto de la técnica clásica durante su aprendizaje y de qué modo la gestualidad -en tanto código social y expresivo de este campo- se reveló como una de los aspectos fundamentales en este proceso. Para ello, fue necesario establecer el contexto de surgimiento de la gestualidad propuesta por esta técnica en el cuerpo de los estudiantes, decodificarlos y relacionarlos con los datos recabados de las entrevistas.

La gestualidad es, según la bailarina y antropóloga Adriana Guzmán (1), un sistema de comunicación que posee los elementos necesarios para la codificación y decodificación de las acciones expresivas- o más bien- gestos. Cuando los estudiantes practican la danza clásica por primera vez, al carecer de sus bases conceptuales y de su código, tienen dificultades para liderar sus propios cuerpos y suelen desconocer sus desaciertos. En el inicio de la fase del aprendizaje, el movimiento no es orgánico. Esto tiene como consecuencia cierta rigidez en las expresiones faciales y en la postura, así como una conducta visual alborotada, dado que la mirada se dirige a múltiples puntos en períodos breves. Sin embargo, los sucesivos ensayos y la acumulación de horas de clases dan lugar a explorar el sentido de cada paso. El cantante y actor Francois Delsarte (2), predecesor de la danza moderna a mediados del siglo XIX, en Los episodios reveladores, indica en su escrito que es la consistencia en los gestos la que permite adoptar mayor naturalidad, lucir movimientos orgánicos- no forzados-, para lo cual es imprescindible una mirada puntillosa para interpretar cada acción de manera verosímil. A lo largo de mi trabajo de campo, compruebo que los gestos asimilan estos rasgos- “naturales”- cuando los estudiantes alcanzan la unicidad y rompen la fragmentación antropológica mente-cuerpo.

Para indagar en las características del proceso de aprendizaje de la técnica clásica, recabé los testimonios de las profesoras Fabiana Secolare (3), Nilda Rosa Pigozzi (4) y Cecilia Levantesi (5). Tuve en cuenta cinco ejes:

El primero engloba los problemas en la enseñanza vinculados a la corrección postural, el trabajo combinado de piernas, los traslados, la interpretación de la música y la proyección del movimiento, la alta demanda de atención por tratarse de un nivel principiante y la incorporación del vocabulario referente a la técnica. Los principales obstáculos para las docentes giran en torno al know-how respecto a la conducción y alcanzar el equilibrio de la clase, entre la atención de los episodios individuales de cada alumno y del grupo en general.  En este contexto, las entrevistas enfatizaron la importancia del rol de guía en el tiempo y el espacio en esta actividad nueva para los alumnos.

El segundo eje está conformado por los problemas en el aprendizaje, que engloba la falta de control del cuerpo y las dificultades técnicas, (“quitar vicios”, manejar la presión, la frustración, la asistencia a las clases, la adaptación a su dinámica). Si bien este proceso comienza como una etapa hostil cuando todavía no se ejerce dominio sobre los músculos, el método “prueba-ensayo-error” garantiza un gran salto en la incorporación de los contenidos. Liderar las emociones provee una suerte de energía extra capaz de impulsar a los alumnos a desafiarse a sí mismos continuamente y, así, lograr un rendimiento efectivo. La atención al contexto, a la musicalidad que conlleva la danza, puede anular cualquier interferencia vinculada al tempo de los pasos.

En el tercer eje se abordó el conocimiento previo de los estudiantes sobre la técnica del clásico. Debido a que existe la posibilidad de recibir alumnos con un vasto historial de otras academias, cada docente tiene la responsabilidad de corroborar el nivel del aspirante. Las tres entrevistadas coinciden en un key point: la variación de matices conceptuales entre aquellos que arriban al curso con un mínimo de información y otros que emprenden dicha práctica por primera vez.

Los aciertos durante las clases constituyen el cuarto eje. Éstos, según Secolare, recién se pueden percibir tras cuatro años de estudio y, principalmente, el progreso se nota en la corrección postural. Pigozzi agrega que es luego de años de estudio que los alumnos empiezan a disfrutar de los ejercicios,  lo cual conlleva el desarrollo de un movimiento más continuo y la adopción de una actitud más escénica. El feedback por parte del maestro tiene un rol imprescindible, ya que permite identificar los buenos resultados de los alumnos a lo largo del aprendizaje y, a su vez, potenciarlos.

Finalmente, el quinto eje son los desaciertos que abarcan una lista de errores frecuentes vinculados a cerrar la quinta posición, rotar la cadera, los relevés, las pirouettes, mantenerse en eje, estirar las puntas de los pies, evitar poner rígidas las manos, extender brazos, armar la espalda y bajar el sacro. Las profesoras sostienen que los practicantes tienden a no registrar estas equivocaciones por sí mismos;  los errores vienen acompañados de cierta rigidez facial y tensión muscular.

Otros aportes surgidos en las entrevistas hacen mención a la posibilidad de educar al cuerpo bajo cualquier instancia- mientras se tengan en cuenta las aptitudes de cada persona-; la detección de ciertas posturas ajenas a la técnica del clásico que se presenta en alumnos que ejercen otros géneros de la danza (como en la colocación de los brazos, donde se identifica el “abrazo del tango” que no coincide con los cánones del ballet); la identificación de gestos según la actitud (introvertida o extrovertida); por último, el patrón de “la maestra como segunda mamá” que fue reconocido tanto por Secolare como por Pigozzi, quienes recordaron a sus profesoras como personas influyentes en su educación y pertenecientes a su círculo de confianza.

Como conclusión de mi trabajo, puedo indicar que la práctica de esta disciplina del movimiento requiere una doble aproximación: por un lado, explorar en qué consisten los códigos y cánones disciplinares de la danza clásica, y cuál es el sentido que propone a través de su técnica, que en última instancia se materializa en un tipo de gestualidad determinada; y por otro, implica una percepción determinada de la anatomía humana -el instrumento de comunicación fundamental de dicho código gestual- para poder aplicarla.  

Datos bibliográficos

(1) GUZMÁN, A. (2008). Revelación del cuerpo. La elocuencia del gesto. Tesis de doctorado, Universidad Autónoma Metropolitana, México.

(2)  DELSARTE, F. (1992). “Les épisodes révélateurs” en Porte, Alain. Delsarte. Une anthologie. Paris: IPMC.

(3) Entrevista a Fabiana Secolare, realizada el 1 de octubre de 2016.

(4) Entrevista a Nilda Rosa Pigozzi, realizada el 15 de octubre de 2016.

(5) Entrevista a Cecilia Levantesi, realiza el 8 de noviembre de 2016.

Reflexionando sobre la representación de la danza en el espacio mediático

Como Licenciada en Periodismo, mi propuesta de investigación, también, buscó explorar la falta de representación de la danza en los medios de comunicación. Así fue que con Majo Lavandera, de Revista Revol, analizamos los objetivos del ejercicio profesional del periodista especializado en el mundo de la danza. En ese sentido, dimos cuenta de que su importancia no trata sólo de “difundir las actividades” de las distintas disciplinas que ocupan a la danza, sino también de fomentarla a través de la posibilidad de diálogo que supone con distintos interlocutores dentro y fuera del campo y, con ello la construcción y circulación de sentido respecto de sus prácticas. Hoy, en Argentina, más allá de esfuerzos aún atomizados, la danza espera tras bambalinas para entrar con más fuerza en escena y ansía el estreno de su espacio de mayor protagonismo y seriedad en la agenda mediática.

(**) Licenciada en Periodismo | USAL, Buenos Aires, Argentina.

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