Laura Escudero, autora de “La Bailarina de Trapo”: “Adentro tod

Por María José Lavandera Laura Escudero es una chica que se enamoró de la danza a los 31 años. Quizás “grande” para lo que podría ser la trayectoria de una bailarina. El caso es que no había nunca antes pensado en ella hasta que una amiga la acercó a una clase de jazz. Y descubrió […]

martes, 29 de octubre de 2013 |

Por María José Lavandera

Laura Escudero es una chica que se enamoró de la danza a los 31 años. Quizás “grande” para lo que podría ser la trayectoria de una bailarina. El caso es que no había nunca antes pensado en ella hasta que una amiga la acercó a una clase de jazz. Y descubrió una pasión incontenible a través del movimiento: “Más vale tarde que nunca. Yo fui a hacer más que nada a hacer gimnasia: no me imaginaba lo que iba a ver. Cuando vi, fue amor absoluto”, cuenta. Hoy a los 35, pasó por varias disciplinas, pero por falta de tiempo –tiene dos hijos, Pía y Joaquín-, se dedica exclusivamente al jazz y el zapateo americano, de las cuales incluso rindió materias de profesorado.

Vale contar que Laura es también maestra jardinera. Fue sumando amores y vocaciones que dio origen a una colección de cuentos llamada “La bailarina de trapo” (Ed. Dunken), a través de la que busca aproximar la danza a los niños y niñas para que tengan la chance disfrutarla desde pequeños y que no les pase lo mismo que a ella: conocerla “tarde”.

“Cada una de nosotras tiene una bailarina dentro”  

Saber que cada una de nosotras tiene una bailarina dentro, desesperada por salir”… Así versa la contratapa de “La Bailarina de Trapo”. Laura impulsa su liberación a través de su bello trabajo.

Laura, en la Feria del Libro. Foto: Gentileza Laura Escudero.

Laura, en la Feria del Libro. Foto: Gentileza Laura Escudero.

R: ¿Cómo surgió el proyecto del libro?

L: El proyecto fue una unión de vocaciones. Yo soy maestra jardinera, aunque ya no ejerzo. Al mismo tiempo, siempre me gustó mucho la literatura; hacía cuentos para mi familia, para mis hijos. Y si bien es gratificante para mí bailar, me dolía en algún punto no haber conocido la danza antes. Quizás hoy otra sería mi carrera, mi vida, si yo empezaba chiquita. Quizás hoy estaría bailando o enseñando en una academia. En parte era eso: había algo que me fascinaba y en la misma medida me daba tristeza. Y pensé: “Cuántas nenas por ahí en sus casas no tienen acceso a la danza, no saben de qué se trata, y lo dejan pasar”. Para mí fue una casualidad que una amiga me lleve; quizás no pasaba. Más que nada surge la idea de tratar de fusionar lo que son dos artes: que de la mano de la literatura, los chicos y las chicas se acerquen a la danza. Me pareció una buena idea.

R: ¿Cómo está armado el libro?

L: Por un lado, apunta a nenes chicos. Yo lo pensé hasta los 12 años, aproximadamente. Pero lo cierto es que tiene un sustento que llega a chicas de distintas edades, porque habla de una pasión, de los miedos, de las ganas de quebrarlos. Me sorprendió una chica que me compró uno, que tiene como 29 años, que me contaba que lo quería para ella, porque quería hacer danza clásica y no se animaba. Y me dijo que le parecía que mi libro la iba a ayudar. Me di cuenta que no tiene límites.

R: Funciona como una motivación para conocer y animarse a explorar el mundo de la danza…

L: Sí, trata de acercar. La idea es despertar en los chicos la inquietud de fijarse qué pasa en el mundo de la danza. No es sólo acerca del baile, sino que es una experiencia de abrirse a un mundo dentro de uno mismo también.

La obra. Foto: Gentileza Laura Escudero.

La obra. Foto: Gentileza Laura Escudero.

R: ¿Cuál de todas tus experiencias con la danza fue más fuerte?

L: Lo que más me motivó a mí fue el sentir a dónde te transporta: vos en tu vida diaria podés tener miles de problemas o límites, y una vez que estás ahí adentro, entre la música y los movimientos, te vas de eso. Ahí no tenés límites. Tu propio cuerpo no te deja tenerlos.

R: ¿Cómo te sentiste vos corporalmente en relación con la danza?

L: Con jazz fue un tema. Pensá que cuando yo empecé, mi nena tenía dos años. Tenía mi cuerpo en transición todavía y, considerando que nunca había bailado, fue un desafío difícil. Con clásico también lo fue. Pero eran más fuertes siempre mis ganas de saber que ver mi cuerpo. Sí, las limitaciones las tenía, pero mi profesora es tan macanuda que ella siempre nos inculca el animarnos a más.

R: ¿A tus hijos les gusta la danza?

L: Mi hija toma clases de danza. Al principio la llevé con temor, porque podía ser que no le gustara y yo no quería que se sintiera obligada. Me di cuenta que le encanta y tiene algo innato. Empezó antes de cumplir los tres años. Se enganchó re bien. Ella hace danza clásica, jazz y zapateo americano.

R: ¿Cómo sigue el proceso de “La Bailarina de Trapo”?

L: Tengo escritos unos cinco libros de la misma colección, que se llama “Cuentos en danza”. Todavía no los edité -sólo uno-, pero están referidos a lo que sucede en una academia y de ahí se disparan distintas temáticas. Por ejemplo, al notar yo que las nenas están preocupadas por sus físicos, traté el tema en uno de los libros: mostrarles que no es tiempo todavía de preocuparse tanto por eso, sí por cuidar la salud para poder bailar. También están representados los miedos a enfrentar algo nuevo: siempre hay alguien que te da una mano para olvidarlos. También a evadir y repensar los prejuicios sociales en relación a las identidades de género. Apunta a que todos intenten y prueben y asegurar que no hace falta ser perfecto ni en los movimientos, ni en el cuerpo que uno tiene, sino que bailar se trata más de desarrollar esas ganas de moverse, de contactarse con uno mismo porque, como cierra el libro, adentro todos tenemos una bailarina o un bailarín que quiere salir. Uno se va viendo y descubriendo en la danza. Uno hace cosas que piensa que no iba a hacer nunca. Te transporta.

R: ¿Cómo transmitís a tu entorno tu pasión por la danza?

L: Yo soy muy expresiva, así que mi familia va viviendo conmigo todo lo que me pasa. Me apoyan en todo y las primeras clases, yo les quería mostrar todo lo que aprendía a mi mamá, mi hermana, mi marido y mis hijos. El primer año fue así: todo el tiempo mostrando, hasta que empezó mi hija y la que mostraba era ella y no me dejó mostrar más (risas). La verdad que todos me apoyan. Mi hermana empezó también a los dieciséis. Yo la llevé a ella y también le encantó.

R: Sos una difusora de la danza…

L: Sí, porque pienso mucho en cómo me lo perdí y no quisiera que nadie se quede con esto por conocer a tiempo. A veces con la profesora me pongo a hablar y se me caen las lágrimas de pensar todo lo que me perdí. Pero nadie me contó que esto existía. Toda esa sensación agridulce –la angustia y la alegría- las volqué en mis libros para hacer que más chicos y chicas, a edades tempranas, conozcan este mundo y lo puedan elegir.

Para comprar el libro y contactarse con Laura: https://www.facebook.com/labailarinadetrapo