Lidiando con los favoritismos en clase

Todo maestro tiene sus “favoritos”. ¿Cómo lidiar con eso cuando no se es uno de ellos? Por Kathleen McGuire | Trad.: María José Lavandera En un interesante artículo publicado por la revista estadounidense Pointe se analiza un “mal” que habitualmente acecha en las clases de danza, en todos los niveles: el favoritismo. La autora analiza […]

miércoles, 12 de febrero de 2014 |

Todo maestro tiene sus “favoritos”. ¿Cómo lidiar con eso cuando no se es uno de ellos?

Por Kathleen McGuire | Trad.: María José Lavandera

En un interesante artículo publicado por la revista estadounidense Pointe se analiza un “mal” que habitualmente acecha en las clases de danza, en todos los niveles: el favoritismo. La autora analiza varias situaciones reales, familiares en la vida de un bailarín, y cómo lograr salir de esta lógica que puede frustrar a más de un aspirante a profesional, si no es que ya lo es.

Es el caso de la bailarina Janessa Touchet, al momento de unirse a la Escuela de Ballet Pacific Northwest. Ya en el final de sus años como estudiante, esta oportunidad se erigía como especialmente valiosa para lanzarla como profesional. No obstante, la experiencia pronto se estropeó. En una clase llena de talentos, los maestros rápidamente encontraban sus favoritos. Touchet no era uno de ellos. Sin estar familiarizada del todo con el estilo de Balanchine, recibió muy poco apoyo de parte de los profesores y el ambiente competitivo la apabulló. “Había momentos en que quería ponerme adelante y otros bailarines se posicionaban justo delante mío cuando la coreografía comenzaba. Luego simplemente me ponía atrás. Dejaba que sucediera”, comentó la bailarina. Indicó que muchas veces incluso se preguntó si debiera darse por vencida.

Janessa Touchet, en el Ballet de Cincinnati. Ph: Peter Mueller.

Janessa Touchet, en el Ballet de Cincinnati. Ph: Peter Mueller.

Los favoritismos tienen serias consecuencias. Especialmente en los últimos años de enseñanza, cuando cada corrección y cada consejo –súper personalizado- es vital, ser pasado por alto puede significar quedarse en el camino. “El favorito” obtiene más que un alza en su ego. Obtiene el apoyo crucial de un mentor, los roles que desafían su técnica y le permiten brillar en el escenario. Sus maestros hacen los llamados “clave” a los directores de las compañías. Sin embargo, lo más fácil es resentirse con los compañeros que parecen llevarse la adoración; en vez de eso, lo más importante es ser proactivo para obtener la atención que necesitás.

¿Quién se vuelve “el favorito”?

Habitualmente se podría decir que las clases se dividen entre “los favoritos” y “los otros”. Pero las preferencias de los maestros tienen menos que ver con el supuesto “talento natural” de los estudiantes de lo que se pudiera pensar. “Tienen mucho que ver cosas muy simples, como el lenguaje corporal de los estudiantes. Sus ganas de escuchar y aplicar las correcciones”, indicó la directora del Ballet de Richmond, Judy Jacob. En su perspectiva, los maestros quieren ser exitosos en su labor tanto como sus estudiantes quieren convertirse en grandes bailarines. De tal modo, gravitan alrededor de los chicos más comprometidos con la tarea: aquellos que con mayor entusiasmo van al frente a realizar el paso o que quieren unirse siempre al primer grupo que pase a hacerlo.

El primer consejo sería entonces: no te quedes atrás; mostrá tus ganas de trabajar y mejorar. Pensá en la impresión que estás dando desde el instante en que cruzás la puerta del estudio. Si existe un código de vestuario, aceptálo y se prolijo con tu aspecto. Calentá activamente y practicá antes de clase, en vez de quedarte conversando con tus amigos. Proyectá una actitud positiva. “Abrí tu rostro y tus ojos. No cruces los brazos”, indicó Jacob.

Más importante, aseguráte de que tu maestro sienta que el tiempo pasado con vos es valioso. “A los maestros les encanta cuando le dan una indicación a un alumno y ven que otros también están prestando atención y tratando de aplicar la corrección. Eso puede deleitar a un maestro”, agregó Jacob.

Se tu propio abogado: comunicáte con tu maestro

Si te sentís ignorado, no asumas simplemente que no te merecés la atención. “La mayoría de las veces, los maestros no se dan cuenta de que están pasando de alguien. Habláles del tema”, dijo Marjorie Grundvig, co-directora de la Escuela de Ballet del Teatro de Pittsburgh. Después de clase, podés acercarte a tu profesor y contarle cómo te sentís, así como todo aquello que crees haber estado haciendo para mejorar. Si te ha estado dando una corrección que no entendés, decíselo. Preguntále qué podés hacer para tener más oportunidades. Grundvig también comentó que puede suceder que cuando un alumno avanzado no parece comprometido en clase, es porque puede estar pasando un mal momento con algún otro aspecto de su vida. De tal modo, es positivo comunicarse con los maestros y contarles qué te anda pasando, como para que ellos no interpreten una distracción con falta de interés.

Quizás es momento de cambiar…

No es necesario ser “el favorito” del maestro para obtener información valiosa acerca de uno mismo como bailarín. Mientras te estén dando feedback y sientas que estás mejorando, está bien no ser “el mejor” de la clase. También es necesario ser realista (y no por eso frustrarse): casi siempre habrá alguien en clase que esté más avanzado que vos y si tiene el talento para ser la próxima mega-estrella, no podés esperar que el maestro no se sienta atraído por él o ella.

No obstante, no toda escuela es la correcta para todo estudiante. Las preferencias de los maestros son tan variadas como sus personalidades. Si sentís que tu maestro no te dedica tiempo en lo absoluto y tus intentos para mejorar la situación no han ayudado, quizás sea bueno considerar un cambio de escuela. El ballet es un arte subjetivo y tus talentos particulares o tu estilo podrían encajar mejor en otro espacio.

Para Janessa Touchet, quien ahora es bailarina principal en el Ballet de Cincinnati (BC), su tiempo en Northwestern fue muy valioso. No sólo la expuso a la técnica de Balanchine, sino que la ayudó a desarrollar las ventajas competitivas que necesitaba para tener éxito cuando comenzara como pasante en el BC el año siguiente. “Si miro hacia atrás, aprendí que si no me están prestando atención, no puedo pararme atrás. Necesito luchar por lo que quiero”, indicó en entrevista

Un poco de perspectiva

Mientras que algunos estudiantes parecen estar destinados a ser amados por todos, la mayoría se sentirá invisible al menos para uno de sus maestros. Es tan común que hasta a los varones les pasa.

Cuando Carlos Miguel Guerra fue aceptado por la Escuela de Artes Luis Casas Romero, en Cuba, a la edad de 10 años, le dijeron que apenas podría lograr ser bailarín. “Muchos maestros no creían en mí. Le dijeron a mi familia que debería dejar de bailar porque nunca llegaría a ser un bailarín de ballet, que no tenía las condiciones adecuadas”, indicó.

La falta de apoyo fue emocionalmente devastadora. Luego de clases duras, al volver a su casa, cuenta que se pasaba horas mirando videos de su ídolo, José Manuel Carreño. “Verlo me generaba tal inspiración que me olvidaba todo lo malo que el maestro me había dicho. Volvía al día siguiente y trabajaba aún más duro”, comentó.

Carlos Miguel Guerra, Primer Bailarín en Miami City Ballet. Foto: Miami City Ballet.

Carlos Miguel Guerra, Primer Bailarín en Miami City Ballet. Foto: Miami City Ballet.

Ahora, siendo bailarín principal en el Miami City Ballet, Guerra probó que sus maestros estaban equivocados. De hecho, Guerra atribuye parte de su éxito al hecho de no haber sido nunca el estudiante favorito. “Me hizo más fuerte. Al final se siente bien porque te hiciste a vos mismo a través de tu propio trabajo, tu propio esfuerzo, no porque alguien insistía en alabarte. Para mí, eso es aún más gratificante”, aseguró el bailarín.

Nota original: Pointe Magazine| Your training: Conquering Favoritism