Ludmila Pagliero: “El público argentino fue el primero con el q

Por María José Lavandera Una muestra integral de “en qué está” la Opéra de París hoy. Así podríamos definir la ya inminente presentación que realizará los días 22 y 23 de agosto próximos. El Teatro Coliseo se vestirá de fiesta para recibir a un grupo de nueve bailarines de una de las compañías de ballet […]

martes, 20 de agosto de 2013 |

Por María José Lavandera

Una muestra integral de “en qué está” la Opéra de París hoy. Así podríamos definir la ya inminente presentación que realizará los días 22 y 23 de agosto próximos. El Teatro Coliseo se vestirá de fiesta para recibir a un grupo de nueve bailarines de una de las compañías de ballet más emblemáticas del mundo: “Todos los miembros de la Opéra de París empiezan su carrera en la escuela de danza del teatro y continúan en la compañía luego, dando permanencia a un estilo. Podemos ver muy claramente sus líneas, su delicadeza, su forma de interpretar las coreografías. Eso es lo que veremos en las presentaciones. Será repertorio clásico y contemporáneo, a través de Roland Petit y Joseph Lazzini, que ha sido mi coreógrafo y gran creador”, asegura Estela Erman, otrora gran bailarina argentina de trayectoria internacional, hoy maestra y coreógrafa, que en esta ocasión oficia también de productora del espectáculo.

Ensayo de los nueve miembros de la Opéra de París que vestirán de gala el Teatro Coliseo el 22 y 23 de agosto próximos. Fotos: María José Lavandera

Ensayo de los nueve miembros de la Opéra de París que vestirán de gala el Teatro Coliseo el 22 y 23 de agosto próximos. Fotos: María José Lavandera

¿Cómo surgió la idea? Estela cuenta: “Hace muchos años que estoy en los intercambios culturales con Francia en la Patagonia, a través de mi gran amiga Elizabeth Maurin, quien fue una de las grandes estrellas de la Opéra de París y hoy es maestra allí. Juntas hacemos posible que vengan jóvenes bailarines franceses a Tierra del Fuego y a otros puntos en el sur, a través de escuelas que he fundado. De esto ya hace tres o cuatro años. De esto surgieron ganas de hacer más, mismo a través del éxito que tuvimos y con lo bien que se sentían los bailarines. Así es que con Elizabeth dijimos: ‘Vamos por más’. Se creó de este modo la idea de traer un grupo de bailarines de la Opéra de París y mi intención fue que vinieran con un repertorio actual, que se estuviera realizando en el programa del Ballet en estos momentos”.

Las presentaciones gozarán de una serie de “coreografías muy clásicas como ‘Paquita’ –que la compañía estará llevando de gira a Rusia próximamente-, ‘Romeo y Julieta’, ‘Grand Pas Classique’. Elizabeth Maurin realizará la reposición de ‘La Fille Mal Gardée’, que es una obra típicamente francesa, que puso Joseph Lazzini en la Opéra, y luego integrarán el programa ‘Carmen’, de Roland Petit, ‘Cantadagio’ –de Lazzini, que fue la obra con la que me presenté en el Colón cuando regresé al país-, el Pas de Trois que hizo Nureyev para ‘El Lago de los Cisnes’, integrado por los personajes del príncipe, el Cisne Negro y  Rothbart. El objetivo es presentar aquí en Argentina el Ballet, con los trajes, con el estilo que ha creado la escuela de la Opéra”, indica Erman.

Estela Erman, Elizabeth Moreau, Gregory Dominiak - corifeo del Ballet - y Marisa Ferri, ayer en el ensayo. Foto: María José Lavandera

Estela Erman, Elizabeth Maurin, Gregory Dominiak – corifeo del Ballet – y Marisa Ferri, en el primer ensayo, el lunes 19 de agosto. Foto: María José Lavandera

Nos visitan, entonces, tanto Primeros Bailarines como Estrellas –las famosas ‘étoile’- consagradas, y jóvenes en ascenso de la compañía, la cual  goza de un estricto sistema de jerarquías que amerita mucho trabajo y esfuerzo por parte de sus integrantes para pasar de escalón en escalón. Ellos son: Germain Louvet –miembro del cuerpo de baile-, los corifeos Axel Ibot, Gregory Dominiak y Marion  Barbeau, los solistas Florimond Lorieux y Charline Giezendanner, la Primera Bailarina Valentine  Colasante y los ‘étoile’ (estrellas) Herve Moreau y Ludmila Pagliero, quien es no sólo la primera bailarina argentina en integrar el Ballet de la Opéra –una institución de 300 años con la tradición de un estilo muy definido-, sino que además la primera en la historia que llega a la máxima categoría sin ser francesa y sin haber pasado por la École de Danse de la Opéra de París.

Los nueve bailarines que nos visitan de la Opéra de París. Foto: María José Lavandera

Los nueve bailarines que nos visitan de la Opéra de París. Foto: María José Lavandera

Charlamos con ella en su paso por el estudio de ballet de Olga Ferri y Enrique Lommi, donde, junto con sus compañeros, fue recibida por Marisa Ferri, su actual Directora. Será en este también mítico espacio de la danza en Buenos Aires que ensayarán durante los próximos días hasta las funciones. Allí, donde ella se formó junto a sus Maestros, Olga y Enrique, regresa hoy en la cima de su consagración como bailarina.

Ludmila

Cuando la vi llegar, un frío me recorrió la columna vertebral. Con una figura impecable, perfectamente maquillada y arreglada a pesar de haber casi recién desembarcado del avión que la trajo desde Francia, Ludmila apareció en el estudio con una sonrisa enorme y encantadora. Será la misma con que hechizó al exigente público de ballet del país galo.

Ludmila se divierte haciendo fotos con su colega Hevré Moreau, ambos étoiles en el Ballet de la Opéra. Fotos: María José Lavandera

Ludmila se divierte haciendo fotos con su colega Hevré Moreau, ambos étoiles en el Ballet de la Opéra. Fotos: María José Lavandera

Ludmila, a sus casi treinta años, proyecta una semblanza madura y centrada. Es de hablar pausado. Es cálida y sencilla. Nada en ella parece apresurado, sino que más bien irradia seguridad y tenacidad. Una fortaleza que se vislumbra en sus ojos. Es que su historia es la de una chica que trabajó mucho y muy fuerte para lograr el espacio que hoy ocupa. Y que, como diría Olga Ferri – su Maestra-, supo siempre estar lista y preparada, “con las zapatillas abajo del brazo”, bien dispuesta a entender y aprovechar cada oportunidad. “Recuerdo a Olga con una gran sonrisa y un gran calor en mi corazón, porque ha sido una maestra extraordinaria para todas las alumnas, tanto chicas que han podido seguir de una forma profesional como alumnos que venían por el placer de aprender la danza a través de los consejos que podía dar y de la disciplina que ella enseñaba, sin que ello se convirtiera en un esfuerzo negativo. Ella siempre nos recibía con una sonrisa y nos transmitía el amor hacia el arte de la danza. Volver aquí es un poco volver a mi casa, encontrarme con este estudio de nuevo, donde venía casi todos los días de la semana cuando era chica. Es la oportunidad de poder encontrarse con el lugar donde uno empezó y de donde uno viene –hace tres años que no venía a Argentina-. Hace bien al corazón volver”, relató a REVOL la estrella.

Bailarán repertorio clásico, actualmente en el programa del Ballet. Foto: María José Lavandera.

Los artistas bailarán repertorio clásico, actualmente en el programa del Ballet. Aquí, en el salón que la vio crecer. Foto: María José Lavandera.

Oriunda de Ituzaingó, donde aún viven sus padres, Ludmila comenzó en la danza como casi todas las niñas: su mamá la inscribió en unas clases de danza jazz en una escuela en su barrio para que disfrutara de una actividad extra escolar. Sus extraordinarias condiciones la dirigieron con el tiempo al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. A la par, se formó con Olga en forma privada. A los 16 años fue invitada a integrar el cuerpo de baile del Ballet Nacional de Santiago de Chile en la temporada 2000, y dos años más tarde fue promovida a solista. Luego, con ansias de crecer internacionalmente, participó en el 7mo. Concurso Internacional de Ballet de New York, donde ganó el Premio Igor Youskevitch, la Medalla de Plata y un contrato en el American Ballet Theater. Y allí se torció el destino.

Corría el año 2003. Enterada de audiciones para integrar el Cuerpo de Baile de la Opéra de París, decidió probar suerte antes de definir su estancia en New York. Tomarían sólo a las tres primeras chicas. Ella logró un nada despreciable quinto puesto, con el que volvió a Buenos Aires contenta, con el gusto de haber bailado en semejante escenario. Sin embargo, todavía restaba algo. Como en esas películas donde el final todavía aguarda con sorpresas, Ludmila fue convocada por la Opéra de París nuevamente: se había abierto un puesto y querían que fuera a integrarse a la compañía. Fue así que, talento y esfuerzo conjugaron en una fórmula de impecable efectividad para que atravesara cada escalón: en 2006 fue promovida a corifea, solista en 2007 y en 2009 llegó al escalafón de Primera Bailarina por concurso.

"Es importante aprender, pero no tampoco olvidarse de lo que uno tiene adentro", dijo Ludmila. Una estrella que brilla con luz propia. Foto: María José Lavandera.

«Es importante aprender, pero tampoco hay que olvidarse de lo que uno tiene adentro», dijo Ludmila. Una estrella que brilla con luz propia. Foto: María José Lavandera.

Finalmente, en 2012 la historia le tendió una alfombra roja. Ella nos cuenta qué pasó «ese» día: “Fue un día completamente loco. Un día en que no tenía que bailar. Me llamaron en la mañana para reemplazar el personaje de Gamzatti en ‘La Bayadera’ ese mismo día a la noche, que era el estreno, pero era un rol que no estaba bailando en esos momentos. En media hora tuve un ensayo para ver cómo me sentía, si las cosas salían bien. Luego fue ir a almorzar, agarrar mis cosas e irme al otro teatro – Bastille– donde se hacían las funciones, probarme los trajes de nuevo –que hacía dos años que no me probaba-. Bueno, luego esa noche el hecho de haber sido nombrada ‘étoile’ fue una emoción muy grande, pero en verdad fue un día entero de muchas emociones, porque tenía que reemplazar a otra chica que se había lesionado y de un momento a otro. Yo sólo esperaba que las cosas salieran bien, quería tener al menos un buen recuerdo, aunque fuera una locura hacer lo que estaba haciendo, y disfrutar al máximo. Después cuando llegó el momento del nombramiento realmente no creía que el anuncio fuera para mí [N. de R.: Brigitte Lefèvre, Directora del Ballet, se paró en el escenario frente al público al terminar la función y anunció su nombramiento como ‘étoile’]. Pensé que era un reconocimiento respecto del hecho de que la función se había transmitido en vivo y en directo en los cines de Europa. Entonces, la sorpresa fue todavía más grande. No me lo esperaba, porque mis preocupaciones eran otras. Creo que se me debe haber pasado una vez en la cabeza a lo largo del día y dije ‘No, no, no pienses en eso porque te vas a estresar todavía más’ (risas). Simplemente salí y me dije ‘Hacé lo mejor que puedas, disfrutá lo más posible’. El otro regalo genial para mí fue que estuvieron conmigo ese día dos bailarines étoiles que quiero mucho y con los que compartía el escenario: Josua Hoffalt, con quien nos llevamos muy bien, y Aurélie Dupont, que es una persona que me ha ayudado mucho en mi llegada a la Opéra. Que esté al lado mío en esos momentos fue un lindo regalo. Significó mucho para mí”.

Cuando aquel día la función llegó a su fin, en medio de la ovación, Lefèvre salió al escenario, papel en mano y dijo: “Esta noche es excepcional porque a último momento la bailarina Ludmila Pagliero ha reemplazado a la bailarina que iba a interpretar el rol de Gamzatti. El Director de la Opéra Nacional de París, Nicolas Joel, que no pudo estar con nosotros esta noche, me ha pedido que lea el siguiente mensaje: ‘En reconocimiento por su talento y coraje artístico, y bajo propuesta de Brigitte Lefèvre, tenemos el honor de nombrar a Ludmila Pagliero Bailarina ‘Étoile’ del Ballet de la Opéra de París”.

Hoy es una bailarina que, no sólo se ha consagrado profesionalmente, sino que también se concibe segura en su elaboración artística: “Yo me siento muy bien en mi lugar. Me ha llevado años de trabajo poder integrarme en el estilo francés, comprenderlo para sentirme parte de esta gran casa que es la Opéra de París. Hoy en día todos valoran esa labor porque se ven los resultados de un intenso trabajo: yo tuve que ganar el estilo en muy poco tiempo, porque no hice la escuela de la Opéra. El hecho de llegar a ser ‘étoile’ quiere decir que admiran, en cierta manera, y valoran mi trabajo artístico también. Las diferencias que pueda tener con quienes salen de una escuela, les han gustado, han sido aceptadas; entonces creo que empecé a encontrar el equilibrio entre integrarme y aprender lo francés y guardar mis estudios, mis raíces, lo que yo aprendí en Argentina y lo que yo soy como persona. Hoy me siento en mi lugar entre lo que ellos me han dado y lo que yo llevé hacia ellos. Es importante aprender, pero no tampoco olvidarse de lo que uno tiene adentro”.

Una cierta ansiedad recorre las venas del público argentino, que no ha tenido muchas oportunidades de encontrarse con su arte, pero que fue el primero con el que enarbolaba sus ilusiones de bailarina: “Es el público con el que yo soñé cuando era chica: cuando estaba acá, mi sueño era ser bailarina ‘étoile’ del Teatro Colón. Después mis sueños fueron cambiando porque mi camino veía que se iba hacia otro lado, pero yo creo que fue el primer público con el que soñé compartir mi arte”.

Bienvenida, estrella.

Foto: María José Lavandera

Foto: María José Lavandera