Entrevista con Luis Biasotto: «En general uno hace algo y siempre adentro de eso que hizo, hay un hilito, que es otra cosa, otro germen»

Una entrevista, ponéle. O el trabajo de una periodista acompañando a un artista a pensarse «un ratito». La experiencia detonadora de pensar el teatro -y algo de la vida- con Luis Biasotto.

miércoles, 23 de octubre de 2013 | Por Maria José Lavandera

Por María José Lavandera

Le escribí para pedirle si pudiera hacerle unas preguntas vía mail. Es que él andaba ganando el máximo galardón del festival suizo Zürcher Theater Spektakels por “África”, una obra –estrenada en Buenos Aires en 2012 y repuesta a principio de mes en el TACEC en La Plata- que convoca cinco preguntas disparadoras para contar algo sobre el cuerpo, la escena y el movimiento. Las posibilidades e imposibilidades que los acosan en un cruce que se pretende estrambótico. Quizás también un poco gracioso e invitantemente grotesco.  El extrañamiento interpela un espectador activo y … divertido.

En el medio, una cebra. “África” entonces emerge, entre la danza, el teatro y lo performático. Confesará luego que el título de sus obras es lo último que llega: sin atribuirle mayor énfasis, casi que aparece lúdicamente, para quedarse pululando alrededor de las piezas hasta hacerse carne con ellas.

Y confesará varias cosas a lo largo de una extensa entrevista que, al final, realizamos en vivo y en directo. Es que ya se volvía de Europa, de finalizar el máster que realizó en la Universidad de Alcalá, en Madrid, sobre práctica escénica y cultura visual. Y fue así que, casi recién bajado del avión, me otorgó el placer de una charla que parecía, según él mismo dijo, hacerle falta: algo así como un análisis –un “bajar a palabras”- de todo lo que le pasó como artista en el último tiempo. Y ver hacia dónde se dirige ahora en su actividad creativa.

Con gran sentido del humor, Luis Biasotto, creador con Luciana Acuña del mítico Grupo Krapp (con quienes presentará una retrospectiva en el Centro Cultural San Martín a partir del 1° de noviembre), hizo de esta entrevista, otra de sus obras. Sólo podría pesentarla como un trabajo en proceso. Por qué debiera ser un acto acabado que dice algo cuando él mismo la toma como una oportunidad de pensarse. Paulatinamente me di cuenta que mi tarea era acompañarlo en su reflexión. Con muchos más “tal vez” que certezas nos embarcamos entonces en algunas elaboraciones sobre su trabajo, la danza, el teatro, sobre sí mismo. Y lo inesperado.

R: ¿Cómo empezaste con la danza?

L: Te puedo contar cosas muy sinceras o puedo ser muy social (risas). Pero voy a ser sincero, más ahora. Yo estudié teatro en la Universidad de Córdoba. Yo siempre hice mucho deporte y cuando llegué a tercer año de la universidad, no encontraba nada que me completara físicamente. Había una especie de universidad en Córdoba de danza, estaba muy buena, pero cuando yo entré, se cerró. Y en general a los hombres los admitían en seguida porque en Córdoba no había muchos bailarines. Algunas de las maestras me instaron a seguir con ellas, gratis, en vistas a hacer una obra. Y la razón por la cual me quedé… fue por las chicas. Esa es la absoluta verdad (risas). Nunca había visto tantas mujeres juntas, tan bonitas, en paños menores. Está bueno contarlo, porque es una cosa como muy privada, pero al mismo tiempo es la verdad. Eso es lo que realmente me agarró (risas).

R: Dedicarte a la danza no fue un objetivo…

L: Hace mucho que no me ponía a pensar cosas en relación a esto, pero hay algo que está bueno: yo con el teatro empecé de casualidad, como por azar. Llegué a la universidad, quería estudiar cine; estaba cerrada la universidad donde se estudiaba cine, y dije, bueno voy a probar con el teatro. Fue azar. En principio con la danza, fue probar algo físico; que la adoptara artísticamente también fue azar. En la forma de trabajo que tenemos con Krapp, siempre estamos muy pendientes del azar. Cualquier accidente o cosas que pasan, es material absoluto de creación. A veces el material en bruto de creación es el azar. Nosotros traemos ciertos materiales y el azar es aquello a lo que estamos atentos para decir “esto que no va, debería ir”; “estas cosas que pasaron, funcionan”. Me parece que me quedó súper grabado en el historial compositivo.

R: ¿Cómo te embarcás en el proceso de investigación para crear?

L: Hay muchas cosas ahí, porque por ejemplo, tomando el caso de “África”, esta obra tiene antecedentes en mí. Antes, en cuanto al modo de trabajo, estuve probando ciertos formatos que me eran desconocidos: no totalmente, pero yo entraba en un campo bastante nulo de información a propósito y de ahí dejaba que el trabajo se vaya ordenando, siendo yo también parte de él.

Con “África” fue uno de los pocos que traté de ordenarme lo mejor posible. Porque también tomé a los actores por separado: fui trabajando con cada uno su parte. Se conocían, pero nunca se habían visto. Trabajaban de acuerdo a lo que cada uno como persona me podía ofrecer. Al mismo tiempo, yo les planteaba un concepto de trabajo. Improvisábamos e íbamos armando sobre la base de una estructura formada en mi cabeza, pero que no estaba completada. Con algunos de ellos –Luciana [Acuña], Agustina [Sario], Matthieu [Pertpoint]- con quienes ya tengo más tiempo y afinidad de trabajo, trabajaba bastante con la idea del azar, a ver qué pasaba en cuanto a la información que poníamos en escena, cómo se iba recopilando esa información, y cómo iba conjugando para poder componer de acuerdo a mi investigación.

Con Francisco [Egido], que era solamente actor, nunca había trabajado antes. Era una cosa muy extraña trabajar con él, pero funcionó porque era una persona muy real en un contexto en que interactuaba con una bailarina del Colón; había una hibridez y algo absurdo en su vínculo. Sarah [Chaumette] estuvo también de casualidad en Buenos Aires y la llamé una semana antes del estreno; armamos el texto, improvisamos, y lo probó. De alguna forma empezó a funcionar.

Trabajé pensando que había una totalidad incompleta. Eso es lo que me pasó a mí con este trabajo. Había una estructura que quería hacer funcionar: estaba vacía y la empezamos a llenar con cosas. Al mismo tiempo, a eso le poníamos una capa más experiencial.

R: ¿Por qué se llama «África» la obra?

L: Y a mí los nombres nunca me importaron. Tampoco me importaba el formato de trabajo. “África” apareció en un texto con Sarah; a su vez, hay una imagen de una cebra en la obra, que está relacionada con ese continente; empezamos a ver el tema de las máscaras, que también se relacionaban; había muchos elementos que conjugaban y coincidían. Pero lo último que me aparece a mí es el nombre.

R: Me parece que siempre hubo una intención tuya de desafiar tus propios moldes… Pararse en un lugar desconocido para uno y empezar a construir otra cosa desde ahí. Quizás esta no nominación inicial, sea una intención de no etiquetarte antes de empezar…

L: Ahora que me fui a hacer un Máster [en Madrid], se me aclararon muchísimas cosas, que las voy a bajar recién en enero, porque ahora estoy con muchos temas y no puedo sentarme a pensar bien todo. Lo único que hago es bajar información.

Nosotros vimos allá algo que se llama “lo liminal”. Acá sería como el borde. Son los espectáculos que no pertenecen ni al teatro, ni a la danza, sino que caminan entre medio. Son esos espacios “entre”. En algún sentido, “África” y toda mi búsqueda tiene que ver con eso ahora; mañana, quizás sea más o menos radical, o sea algo muy convencional. La idea es siempre salir de lo convencional en mi mente. Pero me pareció un muy buen término. Había un grupo de gente que hacía un espectáculo en México… En verdad, pasó a ser espectáculo luego: vos pagabas a una agencia de turismo un dinero y ellos te hacían revivir todo lo que sería cruzar la frontera con Estados Unidos. Vos pagabas, entonces, supuestamente para vivir “esa aventura” (risas). No sos actor, pero al mismo tiempo tenés un rol en el que interpretás una persona que está tratando de cruzar ilegalmente la frontera entre Estados Unidos y México. No es teatro, pero tampoco es turismo. No lo podés catalogar en ningún sitio; es una ficción, que no lo es tanto tampoco. A mí me interesan esos bordes hoy. Y con “África”, inconscientemente o no, hay una mezcla de estéticas, porque a través de estas cinco preguntas que me propuse para trabajar con cada uno [“¿Cómo me movía antes y cómo me muevo ahora? La imposiblidad de recordar. ¿Cómo un cuerpo ingenuo se apropia de los movimientos de un cuerpo experto? La imposibilidad de ser otro. ¿Cómo desaparecer en escena? La imposibilidad de creer. ¿Cómo crear una irrealidad partiendo de  otra irrealidad? La imposibilidad de explicar lo  escénico. ¿Cómo crear un nuevo origen? La imposibilidad de ser original], trabajé también estilos diferentes. En la interpretación que hicimos en Europa fue más clara la hibridez de estéticas dentro de una sola estructura, que es lo que permite articular el trabajo. En Suiza nos dijeron algo muy maravilloso: que lo interesante del trabajo es que no se parecía a ningún otro. Eso es un montón. Y que conserva características particulares. Hay muchos trabajos así en todas partes del mundo y son fantásticos. Pero me gustó mucho la idea de ser particular. Que eso particular emerja de la obra misma.

Y que no es raro por raro solamente. Vos ves que más allá de que uno no entienda –hay gente que me dice que no entiende “África”-, hay un concepto muy concreto que parece decir algo. Allá pasó una cosa extraña. Para mí la obra es una sola, pero la gente, cada vez que terminaba una escena, aplaudía. Eso hacía que ellos la construyeran, como receptores, a su manera, aunque yo no la había puesto así. Y estaba muy enojado al principio. Eso después jugó a favor, porque estaba el jurado y les llamó la atención que la gente se prendiera tan popularmente en algo que no es tan popular.

R: ¿Te esperabas el premio?

L: Yo no tenía ni idea que iba a ganar un premio. Lo mío era un poco temeroso. Me despreocupé también de ciertas cosas. El premio llegó muy efusivamente. Cuando vi que estaba eso en los programas, dije “no creo”. Y seguimos haciendo las funciones. Es muy lindo que te premien en otros lugares, con algo que tenés vos para probar.

R: Quizás hay aquí todavía un cierto halo críptico sobre ciertas obras de danza. No hay una inclusión habitual de la escena independiente en los consumos culturales. ¿Cómo es tu visión al respecto?

L: Allá [en Europa], por ejemplo, están muy instalados los formatos de prueba; estos campos más híbridos de prueba o de hacer, de presentar procesos. Ellos no tienen ninguna presión económica para que necesariamente «les vaya bien». Nuestro país la tiene. Todo el tiempo estás muy expuesto. Acá está ese problema, pero de alguna forma, si uno resiste, si uno entra, hace y osa confundirse  -que es lo que están haciendo muchos chicos que están probando y viendo qué pasa-, es un punto a favor, que de alguna forma se va a hacer mucho más visible con el tiempo. Creo que el campo de visibilidad se está abriendo bien. Creo que podría abrirse más, pero confío en que eso va a suceder. El teatro es mucho más pesado que la danza. Para campos más experimentales, menos masivos, no tiene tanta repercusión como el teatro. Eso es lo que de a poquito se va abriendo. Respecto del exterior, estamos muy lejos físicamente, aunque no artísticamente.

Creo que hace falta reconocer que allá no están en un lugar tan fuerte como creemos, y que acá se está en un buen lugar. Uno tiene muchas fantasías. Lo que importa allá es que seas realmente personal, trasgrediendo estilos, géneros, lenguajes… Una cosa es ser personal haciendo una estética concreta. Si yo hago una cosa personal en danza-teatro, sigue siendo danza-teatro, por más personal que sea. Ya hay un lenguaje, un género. Hay veces que hay que estar más perceptivo a dejarse enganchar con otro tipo de cosas, de movimientos, de lenguajes. A veces el público acá es duro con esas trasgresiones, pero uno tiene que arriesgar.

Además, por otro lado, yo no sé si el arte quiere ser popular. Ahí hay un debate. El artista tiene ese problema: cuando las cosas empiezan a aceitarse para el ojo, entonces te empezás a hacer preguntas. Pero a veces hay obras o estéticas que se estandarizan porque sus autores no quieren investigar más. Es muy concreto. A veces interesa lo económico. Para mí no hay ya una visión crítica sobre eso. Antes era súper crítico con eso, ahora ya no. Es una decisión. No por ser comercial, algo deja de ser artístico. El tema son los grados y el riesgo, cuán útil sos socialmente en relación a eso y tu fidelidad a vos mismo, a tu investigación, tu búsqueda. Todas estas cosas solían preocuparme muchísimo, pero se me aclararon muchas cosas: el punto no está ahí. Y los públicos ven desde el lugar que pueden y que quieren.

R: ¿Cómo sentís que puede crecer la escena de la danza?

L: Allá hay escritores que escriben a la par de lo que van haciendo los artistas y van ramificando así la información. Acá se juega mucho esto de que hay un lugar hegemónico de cierta persona en relación a un cierto espectáculo y cree que eso es lo correcto. Creo que ese plano más horizontal es lo que le falta a Argentina. Hay gente a la par. Inventás algo y tenés alguien que está ayudando a justificarte y que está pensando con vos. Empieza así a haber mucha información sobre ciertos procesos y vos podés elegir. No es que hegemónicamente se da una clasificación respecto del espectáculo, si es bueno o menos bueno. Es un trabajo súper difícil escribir sobre algo, pero si logramos dar este salto de acompañar los procesos creativos y contarlos, es un súper salto. A veces ni el mismo creador sabe todavía sus intenciones. Estaría bueno si uno quiere abrir el proceso de trabajo a gente que quiera escribir sobre eso. Allá a nadie le importa la crítica. Nadie lee una crítica esperando tomar una decisión de si ir o no a ver un espectáculo. Interesa más lo que se analizó, lo que se contó o un libro que se escribió sobre tal proceso, estilo, estética. Acá la gente que no sabe qué va a hacer el sábado, ve las estrellitas. Eso es un problema. Allá tenía la posibilidad de hablar con quienes querían escribir sobre mi obra, y tenía una devolución luego más teórica; es una forma muy normal y natural para elaborar el proceso. No hace falta esconder nada. No hay secretos en el teatro ya.

R: ¿Qué pensás que vas a crear ahora?¿Por dónde pensás un nuevo recorrido?

L: En Suiza había una televisora alemana que me hacía preguntas: “Después de esta obra, ¿te queda algo para volver a hacer otra cosa? ¿Desde qué lugar?”. En general uno hace algo y siempre adentro de eso que hizo, hay un hilito, que es otra cosa, otro germen. Yo le dije en ese momento que no sabía bien todavía. Creo que estoy medio parado en una zona liminal, pero tengo más ganas de investigar con el cuerpo físicamente. Pero no por el lugar que se hacía en los ’90, no el cuerpo como en Krapp, sino pensar desde qué lugar el cuerpo hoy tiene otras funciones. Tengo una idea de trabajar algo, pero está medio verde. Y quiero trabajar desde cero, no organizarlo tanto, sino dejar muchos huecos, espacios no representativos. Caminar un poco por el costado de la escena, formalmente hablando. Desde qué lugar mirar la escena…  [Mira por la ventana del café en que estamos sentados; su mirada parece perderse] También seguir pensando en la escena es complicado para mí, por qué sigo pensando en una escena, un escenario. No sé, me parece que tengo que hacer un montón de preguntas y responderlas. Estoy leyendo bastante para ver si me puedo disparar cosas. Esto que estamos haciendo acá, también ayuda a elaborar: hablar. Poner en palabras. Que alguien me pregunte cosas y yo tener que encontrar una respuesta: qué me interesa hoy. Eso me empuja a pensar. También es ponerme a escribir y ver qué sale. Hoy en día todo lo que me sale está relacionado con “África”. Y la verdad que quiero correrme de ahí. Esa es la verdad. Es mi lucha constante. También quiero escuchar y darme ese espacio. Tampoco nunca analicé la obra completamente… Escribir algo… Quizás en eso hay algo.

Siempre me voy corriendo. Me voy moviendo, tratando de no quedar encasillado tan concretamente… Si te movés mucho, también está el riesgo de que te pueden poner en cualquier lado… Pero es muy raro porque soy muy convencional en mi vida. No soy tan loco. Hay gente para la que la vida es creativa como un todo (risas).

***

Varias veces en medio de nuestra conversación, Luis se queda pensando. Me pregunta. Yo le pregunto. Toma la taza de café. La devuelve al plato. Mira por la ventana. Fija la mirada en algo afuera. En una oportunidad, vuelve y dice: “A mí me sirve hablar de todo esto. No tengas vergüenza de preguntarme nada, porque todo esto a mí me sirve como introspección. Sos la primera con quien hablo, así, más en serio de lo que estamos haciendo desde que llegué de España. Está bueno empujarme a responder. “Para qué lo hacés”. Esas preguntas, que son dificilísimas de responder. «Para qué te dedicás a esto». Pero para llegar al para qué, tenés que hacer 40 preguntas (risas)”.

R: En esta búsqueda del para qué, ¿qué preguntas vienen asociadas para vos?

L: El otro día estaba hablando con Mariano Llinás y le preguntaba qué es lo que le movía a él del teatro, qué le pasa en el teatro. Me dijo que cuando era chico, por ejemplo, -esto quizás va a tener que ver con algo de lo que haga después – iba a ver a su hermana [Verónica Llinás], que trabajaba en “Gambas al Ajillo”- y que tenía mucho miedo. En un momento, agarraban a uno del público y le sacan la ropa. Y le pregunto «¿y hoy?» Y me decía: “La verdad que no me están pasando muchas cosas”. Primero que uno es mal espectador como artista, pero hay veces que hay cositas que te pasan. Hay algo, una experiencia. Qué me pasa hoy con el teatro, con el estar ahí, es una buena pregunta, pensando en una sala convencional, en un teatro convencional. Es una pregunta que le hice a él y me la hice medio para mí. Vi un trabajo de unos africanos en Suiza, que en un momento dejaban gallinas sueltas en la sala. Hablaban de la falta de comida. Había algo bueno en eso: ellos no manejaban las gallinas. Era un elemento que se les iba de las manos, y que estaba dando vueltas por ahí, por la escena, que era como personaje, pero que no terminaba de serlo por ser un animal que anda por instinto. Había algo que pasaba de estar pendiente de la gallina, porque tenías la sensación de que te iba a picar todo el tiempo, que te iba a hacer cualquier cosa.

Qué es lo que me pasa cuando voy a ver algo. Es una pregunta importante que la dejo como pregunta. Ese quizás sea el puntapié de algo. Cuando me descolocan, me pasa algo. En la vida misma pasa. Cuando no esperás que alguien haga o diga tal cosa, decís “Uy pero señor, qué le pasa” (risas). Está bueno pensarlo. Creo que eso tendrá algo que ver con mi siguiente obra. Creo. Ojalá pueda de ahí extraer algo.

Retrocedida  Grupo Krapp

Entre el 1° y el 14 de noviembre se presentará “Retrocedida Krapp”, una retrospectiva de las principales obras de la agrupación, integrada por Luciana Acuña, Luis Biasotto, Fernando Tur, Gabriel Almendros y Edgardo Castro. La compañía aborda el trabajo de la reposición de cuatro obras: MendiolazaOlympicaAdonde van los muertos (Lado B)  y Adonde van los muertos (Lado A).

“Las cuatro funciones van a ser como una “retro-mediana-edad”, porque no se puede hacer una retrospectiva a esta edad. Pero bueno, se dio así. Yo pensaba para qué hacer todo esto, por qué, me parece que sea como cerrar un ciclo con Krapp; no es que dejaré de trabajar con ellos, pero es cerrar una puerta, como decir “hasta acá tenemos esto”, fue nuestra vida hasta esta mediana edad”, comenta Luis al respecto.

Finalmente, la obra ¿No me besabas? se aborda de una manera diferente. Se convoca a un grupo de investigadores/intérpretes para reconstruir la obra a partir de documentos (testimonios de aquellos que vieron la obra, críticas periodísticas, descripción de los creadores), sin recurrir al registro de video.

CUANDO Y DÓNDE

RETROCEDIDA KRAPP – una particular retrospectiva de Grupo Krapp sobre sus principales obras 

Desde el viernes 8 de noviembre al domingo 15 de diciembre /Centro Cultural San Martín, sala AB y sala Alberdi /Entradas: $60 Miércoles día popular $40

Mendiolaza – sala AB: 8 (21 horas) y 9 de noviembre (20.30 horas) y 13 (21 horas) y 14 de diciembre (20.30 horas)

Olympica – sala Alberdi: 22 (21 horas), 23 (20.30 horas), 29 (21 horas) y 30 de noviembre (20.30 horas).

Adonde van los muertos (Lado A)  – sala AB: 6 (21 horas) y 7 de diciembre (20.30 horas).

Adonde van los muertos (Lado B)  – sala Alberdi: 15 (21 horas) y 16 de noviembre (20.30 horas).

Recital performático Krapp: 15 de diciembre.

MESAS REDONDAS, SEMINARIOS Y CONFERENCIAS

Dentro del ciclo El Cultural BailaGrupo Krapp realizará además seminarios de reflexión sobre la danza y los ejes que se ponen en juego en la actualidad, mesas redondas y conferencias. Habrá teóricos y coreógrafos invitados para abordar el tema de la reconstrucción de una obra de danza. Participarán instituciones como Prodanza y personalidades como Susana Tambutti. Dentro de este marco se podrá ver también:

– Una muestra de fotos y video en continuado de los procesos de trabajo y trabajos inéditos de Grupo Krapp

– A los músicos de Krapp interpretando la música creada para las obras y convirtiéndose en DJs de una fiesta.

– La proyección de El loro y el cisne, film de Alejo Moguillansky. Una fantasía romántica que se desarrolla alrededor de 3 ballets oficiales de la ciudad de Buenos Aires y La Plata y el Grupo Krapp, mezclando aleatoriamente materiales documentales y ficticios.