Macarena Bandi: «El inicio de la obra fue muy duro emocionalmen

Macarena Bandi, una de las intérpretes, nos contó su experiencia con “Útero”, una obra que la llevó por caminos sinuosos: no sólo a pensarse como una bailarina que actúa y que, en retroalimentación, está en plena conexión con el movimiento que la emoción convoca, sino a esquinas de su alma que parecieran haber estado cerradas […]

sábado, 24 de agosto de 2013 |

Macarena Bandi, una de las intérpretes, nos contó su experiencia con “Útero”, una obra que la llevó por caminos sinuosos: no sólo a pensarse como una bailarina que actúa y que, en retroalimentación, está en plena conexión con el movimiento que la emoción convoca, sino a esquinas de su alma que parecieran haber estado cerradas hasta entonces. Un relato en primera persona de los desafíos de la investigación escénica ante la hibridación de lenguajes y de la maduración subjetiva que conlleva:

R: ¿Cómo fue prepararte para una indagación de tu femeneidad en este cuestionamiento que implica la obra?

M: En mi caso fue un proceso lento y muy intenso, tanto corporal como mentalmente. El primer contacto con la obra fue terrible. Ensayos donde gritábamos, corríamos y desesperábamos… Fue una primera aproximación a lo teatral, que automáticamente nos conectó con algo de lo emocional que estaba censurado o vetado. Fue muy revelador. En un momento llegué a pensar: “¿Desde cuándo percibís todo esto?”. El inicio del proyecto fue muy duro emocionalmente, pero con el tiempo se pudo ir transformando y abordando desde un lugar mucho más maduro. El crecimiento de la obra fue de la mano del crecimiento personal de cada una de las intérpretes.

R: ¿Cuál fue tu búsqueda para relacionarte con el tema en cuestión?

M: Estar presente en todos los aspectos en los que uno puede estarlo. Y también estar permeable a los cambios que iban sucediendo en el transcurso. Por suerte armamos un muy buen equipo de trabajo donde cada uno pudo aportar un montón. Particularmente siempre busqué estar aquí y ahora, sin importarme si en el ensayo anterior había llegado a un lugar que me gustaba o si me había salido tal cosa que me gustaría repetir… Si esas cosas no vuelven a suceder, no suceden y ya. Prefiero vincularme desde lo que me está pasando en el momento, porque sino hay algo que se muere y eso no es interesante ni para mí, ni para la obra, ni para el público.

R: Corporalmente, ¿cómo te conectaste con una obra que apela, incluso, en su nombre, a la corporalidad de un órgano?

M: Justamente poniendo el cuerpo y estando sensible. Percibir y actuar desde lo que me pide mi cuerpo y no desde las ideas o deseos que van surgiendo en mi cabeza. Es la forma más sincera y real de encarar la obra. Se despiertan un montón de sensaciones que tal vez nunca imaginaste que existían. Esa es la magia que tiene el cuerpo y que la cabeza no te puede dar. Es vivirlo todo, muy real.

R: ¿Cómo sentiste vos el trabajo creativo al respecto de este espacio que se conecta con tu esencia como mujer y su rol social, su relación con otras mujeres?

M: Me parece que es una obra que puede tener muchas lecturas distintas. Como intérprete vas construyendo una serie de subjetividades que logran un sentido cuando se unen con las de tus compañeras, con la escena y con la obra en su totalidad. Hay escenas en las que uno se conecta desde un lado muy concreto, porque están pasando cosas reconocibles para cualquier persona -no solamente mujeres-, y hay otras en las que el mensaje es mucho más abierto y tanto el intérprete como el espectador tiene total libertad para transitarlas.

R: ¿Cuál pensás que es el concepto principal de la obra?

M: “Útero” es una ventana donde podés espiar y espiarte, en distintos momentos de la vida de éstas mujeres. En cierto punto podés sentirte muy identificado porque todas alguna vez fuimos niñas, nos enamoramos, sufrimos, reímos, jugamos, hicimos cosas que no queríamos hacer, gritamos…