Marianela Nuñez: «La humildad de siempre ser aprendiz es lo que más te ayuda»

Sencilla, divertida, risueña. Marianela Nuñez da una lección de humildad, sin perder nunca la estrella que la recorre de pies a cabeza. Ya con localidades agotadas, se presentará el 13 y 16 de agosto de 2014 en Buenos Aires.

martes, 12 de agosto de 2014 | Por Maria José Lavandera

Mientras llegaba a la oficina del productor Juan Lavanga en pleno centro porteño, trataba de imaginar cómo sería conversar con Marianela Nuñez, quien hoy es, sin duda, una de las más grandes estrellas de la danza mundial y, querida como pocas, logra que su público la adore cada día más y la siga en millares a través de las redes sociales, espacios donde ella comparte algo de su vida como bailarina en una meca como es el Royal Ballet de Londres, donde es Principal desde 2002.

La puerta se abrió y la gran sonrisa de Juan dio lugar a la de Marianela, quien esperaba ahí, con su belleza a cuestas. Ya es rumor conocido en el ambiente de la danza la simpatía, sencillez que la caracterizan y ese “no-se-qué” que tiene para hacer sentir tan cómodo a cualquiera que se siente a tomar un café con ella. Risueña y con una empatía innata, a lo largo de la charla comprobé por qué pudo enamorar a públicos de todo tipo y sus fans en todo el mundo le prodigan tanta devoción. Su presencia se palpa, se disfruta y ella entrega algo tan genuino en cada mirada, cada palabra, cada gesto, de modo que incluso puede saltar del sillón para representar más cabalmente alguna situación que busca relatar.

El pasado 9 de agosto de 2014 bailó por primera vez en Chile, en la Gala Internacional de Ballet del Teatro del Lago Frutillar, donde también participó su marido, el brasileño Thiago Soares, también Principal en el Royal Ballet. Y la aguardan dos presentaciones, ambas ya con entradas agotadas: el 13 de agosto de 2014, en el marco de una gala de ballet en el Teatro Cervantes, que festeja los 10 años del Ballet Metropolitano de Buenos Aires, y el 16, en un homenaje que le realiza la intendencia del Partido de San Martín a Marianela, que se llevará a cabo para su gente en la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester. Ambos eventos tuvieron fines solidarios: el primero, para los niños del Garrahan, y el segundo, para los hermanos Santiago y Gabriel Zabala, de José León Suarez, quienes padecen una enfermedad degenerativa llamada Atrofia Muscular Espinal y necesitan realizar de un tratamiento en China.

Marianela Nuñez y Rupert Pennefather, ensayando para "Alicia en el País de las Maravillas", de Christopher Wheeldon. Foto: ROH | Johan Persson.

Marianela Nuñez y Rupert Pennefather, ensayando para «Alicia en el País de las Maravillas», de Christopher Wheeldon. Foto: ROH | Johan Persson.

Es el regreso de la bailarina a su país de origen desde 2012: “Estoy contenta de que se me da otra vez, con dos proyectos lindos que tenemos. Vamos a ver qué pasa. El 13 de agosto es el aniversario del Ballet Metropolitano y en San Martín, el del día 16 es un proyecto que ya venimos armando desde hace unos añitos. Y si bien es un homenaje para mí de parte de la intendencia de San Martín, al mismo tiempo es para ayudar a estos dos hermanos. La verdad que está bueno hacer lo que a uno le gusta, brindar al público y tener una ocasión tan especial para poder ayudar”.

R: ¿Qué significa para vos volver a bailar al barrio que te vio nacer, San Martín?

MN: (Suspira, entre medio de su enorme sonrisa) Va a ser lindo porque es donde empezó todo lo que estoy viviendo ahora. Es más, mi primera maestra fue Adriana Stork, cerca de mi casa, que también tuvo mucho que ver con este proyecto. Ella todavía tiene su estudio ahí. Su escuela también tendrá una participación, así que va a ser lindo. Mi sobrina, que empezó a bailar también en el mismo estudio, va a estar bailando. Va a ser una actuación linda.

R: ¿Cómo es Marianela con su sobrinita bailarina?

MN: No, es divina. Fui de shopping antes de venir, le traje todas las zapatillas, las mallas. Y ya la fui a ver un poco a la clase. Es re gurrumina. Tiene 9, pero es chiquitita. Un amor.

R: ¿Cómo te recordás vos, de niña?

MN: Hablamos mucho con mi mamá de esos recuerdos. Desde esa época en que hacíamos esas funciones de escuela y festivales, era súper seria. Yo me acuerdo –empecé con tres años, cuatro- que mientras la mayoría de las nenas a esa edad estaban ahí para divertirse, yo no sólo iba para pasarlo bien, sino que me lo tomaba muy en serio. Las retaba a las demás chicas si no hacían lo que nos decían que había que hacer (risas). También tengo el recuerdo de mis papás llevándome y trayéndome de todos lados. La verdad que sin todo eso no estaría donde estoy ahora. Estoy contenta de que, si bien el homenaje es para mí, creo que todas estas personas -mis vecinos, mi familia-, me están dando el lugar para devolverles un poco lo que me dieron durante todos estos años.

R: Siendo tan pequeña, ¿qué fue lo que te llevó a la danza?

MN: Yo tengo tres hermanos y yo soy la más chica de la familia, así que cuando finalmente llegó la nena, mi mamá dijo ‘esta es la mía’, basta de fútbol, basta de colores azules, así que me vistió de rosa y me llevó a tomar clases de danza (risas). Tuvo suerte de que me enamoré y lo quise seguir. Si bien me divertía, porque sino no lo hubiese hecho, lo que no me acuerdo es de decir ‘estoy haciendo esto porque me gusta’ y nada más. Siempre quise ser la mejor y progresar. A su vez, mientras fui creciendo y empecé a pensar ‘ok, puedo tener un contrato profesional y tomarlo como carrera’, nunca pensaba en entrar y quedarme en el cuerpo de baile, sino que quería ser primera bailarina. Cuando empecé, ya sabía lo que quería.

Marianela Nuñez y Thiago Soares, en "Romeo y Julieta". Foto: Dee Conway.

Marianela Nuñez y Thiago Soares, en «Romeo y Julieta». Foto: Dee Conway.

R: Y se te dio muy rápido, porque estabas bailando como profesional apenas empezada la adolescencia…

MN: La primera vez que bailé con Maximiliano Guerra [N. de la R.: una de sus primeras experiencias profesionales, junto al bailarín argentino, quien la eligió como su partenaire para recorrer Uruguay, España, Italia y Japón], yo tenía trece para catorce. Era re pioja. Las cosas se dieron rápido, lo cual me daba cada vez más ganas de avanzar.

R: Tu presente realmente tiene todos los ingredientes de un cuento de hadas, ¿cómo lo sentís vos?

MN: Totalmente (risas). Estoy feliz. La verdad, nunca me imaginé que iba a estar viviendo lo que estoy viviendo ahora. Estoy súper, súper contenta y estoy enamorada del ballet como si fuera el primer día. Gracias a Dios. Lo que vivo ahora es algo que agradezco todos los días. Estoy feliz, feliz, feliz.

R: ¿Cómo es una rutina de vida en el Royal Ballet? Se que es un ritmo particularmente intenso…

MN: Sí, lo es. A las 10.30 arrancamos el día con clase de técnica. No es explícitamente obligatorio, pero lo es. No es que te dicen que lo tenés que hacer, pero seguro que después de un tiempito, si alguien no te ve en clase, ya te van a mandar a buscar (risas). Luego de las clases, hacemos ensayos de 12 a 18.30 todos los días. Podemos estar ensayando hasta entre cinco y seis producciones diferentes durante el día. Y, en general, después tenemos la función a la noche. Esos días que tenemos función, quizás no trabajamos hasta tan tarde, sino que estamos hasta 17.30. Nos dan una chance más para descansar, ponernos maquillaje para luego salir a escena. En realidad, para los bailarines principales es un poco diferente porque quizás al hacer los protagónicos, evitás algunos ensayos puntuales. Por ejemplo, si tengo una función de ‘La Bella Durmiente’, no me hacen ensayar durante el día. Si estoy haciendo un ballet de un acto, sí. Todo depende de cómo esté el rol. Pero lo que es cuerpo de baile, pueden estar trabajando todo el día hasta 17.30, tienen dos horas y luego se meten en la función. Y eso puede pasar de 4 a 5 veces por semana. Estamos a full todo el tiempo. Por otra parte, allá la temporada empieza en septiembre y dura hasta junio. Tenemos una semanita a fines de febrero o principios de marzo, pero la temporada va directo. Hacemos entre doce y trece producciones al año. Son 150 funciones anuales y va todo seguido, función detrás de función, y durante el día, lo que te contaba recién: no paramos. A veces hacemos muchos programas mixtos, así que son tres ballets en una noche y eso lleva mucha preparación. Hay que cambiar el chip rápido para interpretar distintos estilos. Está bueno, te mantiene alerta todo el tiempo. Interesante.

R: Otro aspecto que ha tomado casi que ‘vida propia’ en el mundo público ha sido la relación con tu marido, Thiago Soares, que también hasta fue motivo de una película, “All I am”, de la cineasta Beadie Finz… 

MN: Sí, tenemos que terminar esa película todavía. Nos falta hacer dos o tres partes del documental. Este año estuvimos tan ocupados, tanto la directora de la película, como nosotros, así que no pudimos hacer mucho. La verdad que es lindo el proyecto y está bueno compartirlo con él.

R: Por lo que pude ver, se representa su historia de amor, con la danza como excusa fundamental para contarla… ¿cómo surgió esta idea?

MN: Surgió porque la directora de la película había hecho otra llamada “Only when I dance”, que es sobre dos chicos brasileros aspirantes a bailarines, a los que sigue a todos lados e incluso acompaña a concursos al exterior. El protagonista salió de la misma escuela que Thiago en Brasil, el Centro de Dança Rio. Cuando estaban haciéndola, la directora lo quiso entrevistar, porque lo que quería el protagonista era alcanzar lo que Thiago había logrado. Así fue que lo conoció, le hizo la entrevista, le pareció super carismático, le interesó mucho el background de Thiago, y ahí también me conocieron a mí. Fue en ese momento que tanto la editora como la productora de la película, empezaron a conformar una idea que nos incluyera a ambos. Y ahora, ¡vamos a ver cuándo terminamos esto! Fue un proyecto distinto. La directora de la película nunca hizo una película así, porque está entre la danza y el teatro. No es documental en el sentido de que nos siguen con la cámara, nos preguntan cosas todo el día y nos vas a ver tomando café. Sino que interpretamos situaciones. Y ella quería contar nuestra historia con danza. Algo así como la película de Pina Bausch, de Wim Wenders. Es un territorio nuevo para ella, y es una persona super ocupada, al igual que nosotros, así que la estuvimos haciendo en los huequitos que tenemos, pero nos falta. Y mejor que nos apuremos. Justo antes de venir, nos estaban diciendo ‘vamos chicos’ (risas).

R: ¿Cómo es para ustedes trabajar juntos todo el tiempo con Thiago?

MN: (risas) Ahora sí, ya está, ni lo analizamos. No fue nunca igual un issue particular. Al principio nos agarrábamos así más de los pelos, porque claro, los dos éramos más inmaduros. Pero ahora no, al contrario. Todo suma. Es mi compañero, la persona en quien confío plenamente. Y cuando no estamos uno alrededor del otro, nos sentimos un poco perdidos. Es una cosa que se crea… Además no es que sólo nos conocemos cómo bailamos, sino también cómo manejar los nervios del otro, los ánimos. Bailamos mucho juntos. Conocernos tanto nos proyecta no sólo en términos de la química en el escenario, que es importante, pero, si bien uno a veces no sabe eso al comienzo, es el día a día que transforma las cosas. Por ejemplo, en el proceso de ensayos es importantísimo tener la persona correcta, alguien con quien estés en el mismo camino artístico cuando elaborás un rol. A veces pasa que ves dos personas en el escenario que decís ‘guau, hacen una pareja divina, bailan divino’, pero te das cuenta que buscaron y quieren cosas completamente distintas en una función. Entonces creo que es crucial saber lo que uno quiere artísticamente y tener a alguien al lado que tenga las mismas ideas, que quiera proyectar las mismas cosas. Así que en ese sentido, tenemos suerte de que eso funciona.

R: En la compañía que integrás, existe un énfasis importante en el factor interpretativo dramático de las obras. Eso se nota mucho en tu calidad como artista. ¿Cómo trabajan este aspecto?

MN: Exactamente. Ahora todo el mundo, todos los bailarines están con eso: ‘nooo, porque hay que actuar’ [N. de la R.: Estirá la ‘o’ de una manera graciosa y estalla en risas]. Pero una cosa es decirlo y otra cosa es cuando te sentás y realmente lo ves. Lo que tiene lindo nuestra compañía es que ves ese trabajo dramático y resulta muy natural. No es una actuación ballética. Hay gente que tiene quizás mucha emoción y los ves actuar, pero ves un bailarín actuando. Que está bueno, pero no es lo que se busca en el Royal Ballet. Yo aprendí a través de mis colegas, que son masters de eso, de nuestros coaches, nuestros directores, quienes nos guían mucho en eso, porque ellos tienen esa base. La manera de actuar una escena es hacer una elaboración verdadera de los personajes; que resulte ‘real’ lo que sucede en escena. Si vos venís a ver ‘Romeo y Julieta’, o ‘Manon’, ‘Oneguin’ o hasta ‘Lago de los Cisnes’, los clásicos, es teatro. Estás viendo una pieza de teatro. Te olvidás de que estás viendo a alguien puntualmente bailar. Eso es maravilloso, porque no representamos las típicas mímicas de ballet o las caras. Es natural, la emoción sobreviene, fue elaborada desde adentro; eso que ves, les está pasando. Es algo que aprendí con ellos, y que les agradezco, porque me permitieron sacar eso hacia afuera.

R: Me hiciste acordar a Alessandra Ferri, a quien entrevisté hace poco, y ella enfatizaba mucho este trabajo sobre lo interpretativo y que cada personaje fuera una búsqueda interior…

MN: Ahí está. Ella sintetiza este modo de ver la danza. Es tan real. La mujer está viviendo al minuto lo que está contando.

R: Ella me contaba que Kenneth McMillan, justamente, para “Romeo y Julieta” le había indicado que no tuviera miedo de «ser fea en escena», consejo cúlmine para una bailarina clásica, ¿no?

MN: Claro. Las bailarinas pensamos todo el tiempo que se vea ‘lindo’ y no, el consejo fundamental es ‘be ugly’ [se fea] y no temas serlo. Hay una escena muy importante en ‘Romeo y Julieta’, que es cuando ella toma la poción y tiene que vomitar. Y me decían a mí mis coaches: ‘Quiero ver que estás vomitando’ y me recordaban que no es una cosa linda ver a alguien vomitar, pero de eso se trata. Otra cosa importante: las bailarinas están siempre paradas en primera. Te enseñan a perder el miedo de estar parada en el escenario sin en dehors, como una persona normal. Si estás llorando, no vas a estar llorando en primera. Esas cosas son fundamentales.

Marianela Nulez en "Winter Dreams". Foto: ROH| Johan Persson.

Marianela Nulez en «Winter Dreams». Foto: ROH| Johan Persson.

R: Inglaterra tiene su tradición ejemplar en teatro a fin de cuentas, ¿no?

MN: Y sí, por eso se entregan los premios Laurence Olivier. Para mí, fue genial haber ganado ese premio, en este contexto tan exigente a este nivel. La tradición teatral se siente, realmente está ahí viva, presente. Y a mí lo que más me enorgullece tiene que ver con este crecimiento artístico, porque yo cuando empecé, todos decían que era una bailarina con mucha técnica, fuerte en ese plano, pero yo dije: ‘yo se que tengo más que eso’. En general también se clasifica a las bailarinas por sus características: como que hay roles que sí o que no podrían hacer. Y mi sueño era poder hacer todo lo que yo quisiera y ser buena en todo. Se me dio que pude romper esa barrera de las clasificaciones y que ahora pueda tener el repertorio completo y que me sienta cómoda y que tenga suceso en esas cosas. Es algo que laburé, no es algo que se me sirvió en una bandeja. Es la pasión, el trabajo y no darse por vencido. Realmente lo que me hace feliz es que me hayan abierto las puertas allá con tanta generosidad, que me hayan adoptado como una más: me sentí como así [ríe y abre los brazos y representa un abrazo]. El respeto de tus colegas y de tus maestros, todo eso vale mucho.

R: Me comentabas recién sobre tu recepción del Olivier a la “Mejor Interpretación” en Danza en 2013, ¿cómo te impactó a vos este reconocimiento tan importante siendo que fueron justamente obras nuevas, creadas para vos incluso, por las que ganaste?

MN: En realidad lo que estuvo bueno del Olivier, fue que me lo dieron en base a tres piezas. ‘Aeternum’ [N. de la R.: del coreógrafo inglés Christopher Wheeldon (1973), ganadora también como «Mejor Nueva Producción en Danza»] que fue creada para mí; ‘Diana y Acteón’, que fue creada para mí también por tres coreógrafos diferentes, [N. de la R.: Fue de Scarlett, Tuckett y Watkins y se trató de una colaboración entre el Royal Ballet y la National Gallery, en la que se fusionaron coreografía, música, poesía y artes visuales] y ‘Viscera’ [N. de la R.: del coreógrafo inglés Liam Scarlett], que no se creó para mí, pero la estrené en Covent Garden. Así que fue fantástico, porque no fue sólo un coreógrafo, sino que fue mérito de varios. La pieza ‘Aeternum’ es increíble y el coreógrafo también ganó el Olivier ese año por mejor producción de ballet. Este año la vamos a hacer de nuevo, así que estoy contenta. El lenguaje es bien clásico, con puntas, pero obviamente cambia el vestuario: no es en tutu sino con una túnica. Es una pieza de un acto, dividida en tres partes. Y en el último Pas de Deux, que es increíble, estoy sólo con un torso blanco. Es una pieza dramáticamente fuerte, con la música de Benjamin Britten, que también es muy intensa, así que estoy contenta que la van a traer de nuevo.

R: ¿Cómo sigue tu vida luego de tu visita a Argentina?

MN: Tengo un momento para volver, con clases y ensayos, luego de estas semanas, que son mis vacaciones. Tenemos cinco semanas. Y este año, empezamos la temporada con una mini-gira en Dinamarca, en la que voy a hacer el último movimiento de ‘In the Night’, de Jerome Robbins, con Thiago. Ese ballet es hermoso. Se suman el Pas de Deux de ‘Aeternum’ y de ‘Viscera’, creo. Después volvemos, abrimos la temporada en Londres con ‘Manon’. A mí me toca abrirla. Está bueno porque una de mis funciones la van a pasar en cine, así que ojalá la pasen acá en Buenos Aires. La otra vez con ‘Don Quijote’ tuve suerte, la pasaron. Este año espero que ‘Manon’ lo pasen. Será el 16 de octubre. Ese ballet es maravilloso. Tengo unas funciones de ‘Romeo y Julieta’, en la Scala de Milán, y vuelvo y se hace la temporada en Londres. Estamos sin parar. Vuelve ‘Oneguin’, ‘Don Quijote’, un montón de programas mixtos, tengo varios debuts… Está agitado.

R: Ser parte de esta compañía, ¿es tan lindo como parece?

MN: (risas) Sí, es tan lindo como se ve. Estoy feliz. Absolutamente feliz.

R: Me gustaría enfatizar algo que nombraste en varias oportunidades: la importancia del trabajo para llegar a tu posición. Por supuesto que hay muchos factores para hacer una carrera, pero este es muy importante y a veces se tiende a pasar por alto. Se usa esta metáfora de que algunos bailarines “fueron tocados con una varita mágica”…

MN: No, claro, es una combinación de cosas. Tenés que nacer con algo, pero la carrera viene con trabajo, disciplina, ganas de no sentarte y nunca decir ‘ah llegué, soy la bailarina que siempre soñé’. No, hay que seguir corriendo. La suerte también influye. Son cosas que ni sabes por qué pasaron, pero estabas en el lugar cierto, se te cruzó la persona correcta. Son muchos factores pero nadie viene con una varita mágica en la mano. Sólo está el de arriba, que te da el talento para cultivar. Mucha gente vi que tenía absolutamente todo, pero la cabeza en el lugar equivocado.

R: A veces más que el físico, es la madurez que hay que tener muy chica, casi una niña, ¿no?

MN: Sí, por supuesto. A mí me pasó. Para una chica de 15 años entender que primero baila en Italia y después tiene que volver a la escuela como si nada, es un lío. No es que tenía la súper madurez para entender que un día estaba bailando con Maximiliano Guerra y después en la escuela de nuevo. Yo decía, ‘qué pasó acá’. ‘Algo falló’ (risas). Pero me ayudaron mucho mis papás, que realmente son increíbles. Tengo mi familia que son unos genios, gente como Juan [Lavanga], que siempre te van ayudando y te van guiando con honestidad en esos momentos. No todo es lindo. Las que nos comimos durante el camino… También fue difícil. El mundo del ballet es así, por eso es que uno tiene que estar siempre preparado y lo que uno puede hacer solamente es trabajar. Eso es lo que a fin de cuentas te va a salvar de todo. Tener la humildad para continuar siempre el trabajo. Una vez que eso para, ahí se complica. En mi caso, creo que tuve y tengo la suerte de gente que me enseña muchísimo, con mucha generosidad. Colegas, maestros, directores. La verdad que tuve suerte y soy una agradecida.

R: Hace poco entrevisté unas niñas y adolescentes, aspirantes a bailarinas profesionales, y cuando les consultaba sobre su bailarina favorita, tu nombre salía permanentemente. A ellas, ¿qué pensás que podés transmitirles como lección que vos hubieras atesorado sobre esta carrera que has elegido?

MN: Para mí lo que más funcionó fue bajar la cabeza siempre y trabajar. Si tenés una meta, trabajar. Y escuchar mucho. Noto que las nuevas generaciones les cuesta un poco eso. Es difícil ver gente que tenga esa disposición al estudio. Pero en esta vida somos todos estudiantes hasta el final. Esa humildad de ponerte en aprendiz siempre es lo que más te ayuda. Tenés todo para absorber. En mi caso, eso es algo que lo voy a poner en práctica siempre.

Marianela Nuñez, en "El Lago de los Cisnes". Foto: Dee Conway.

Marianela Nuñez, en «El Lago de los Cisnes». Foto: Dee Conway.

***

En el medio de la entrevista, Marianela se ha reído a carcajadas y hasta se ha parado de su asiento para mostrarme cómo llora Julieta en el Covent Garden londinense. Espontánea y divertida, ella no ahorra en comentarios al pasar, pequeños chistes y un agradecimiento constante de la admiración que provoca.

Y queda algo de ella, una vez que uno se despide. Una sensación de luz. La imagen mental: sus ojos celestes que no dejan de sonreír.

Sólo resta disfrutarla en el escenario.