Maxi Guerra & Pato Baca Urquiza: “La danza es lo que nos completa“

Por  Majo Rubín (@pihuma) y Majo Lavandera (@majolavandera) Él es uno de los más brillantes y queridos bailarines argentinos. Ella, bailarina desde sus cuatro años–cuando se calzó las zapatillas por primera vez–, lo conoció audicionando para su compañía. Casi como una vuelta del destino, la danza la atrapó cuando, según parece, aquella sería su última audición. […]

miércoles, 04 de diciembre de 2013 |

Por  Majo Rubín (@pihuma) y Majo Lavandera (@majolavandera)

Él es uno de los más brillantes y queridos bailarines argentinos. Ella, bailarina desde sus cuatro años–cuando se calzó las zapatillas por primera vez–, lo conoció audicionando para su compañía. Casi como una vuelta del destino, la danza la atrapó cuando, según parece, aquella sería su última audición. Así, entre pasiones que se conjugan, Maximiliano Guerra y Patricia Baca Urquiza se convirtieron en una de las parejas más lindas y reconocidas de la escena local. En el último tiempo, la vida los puso a prueba en varias ocasiones. Patricia acaba de volver a los escenarios de la mano de Maxi, bailando su “Carmen” al aire libre en un evento organizado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, luego de un infarto que puso en duda su continuidad. Pero la pasión por la danza y el amor fueron más fuertes.

Maxi y Pato, como Carmen y su torero. Una pareja muy apasionada. Foto: Carlos Villamayor.

Maxi y Pato, como Carmen y su torero. Una pareja muy apasionada. Foto: Carlos Villamayor.

Con simpatía, nos recibieron en su Fábrica de Arte, la escuela donde sacan brillo a nuevos talentos argentinos:

R: ¿Cómo es ser pareja en la vida real y también en el escenario? ¿Cómo se fue desarrollando la dinámica de trabajo conjunto?

Maxi: Tiene sus dificultades y complicaciones como cualquier pareja, tanto en la vida como en el trabajo. Siempre hay cositas para decirse y ser pareja tal vez no contribuye, porque te lleva a un lugar de más confianza y de más reacción. Por el otro lado tiene toda la belleza, que es lo más importante: la comunicación, el mirarse a los ojos, el conocerse, saber lo que el otro está pensando, lo que le está pasando o necesita; tanto en el escenario como en la vida. Es buscar el complemento y el crecimiento, sobre todo, a partir de las cosas que generamos, buscar un objetivo y un camino. Y es muy placentero cuando eso sucede y se siente el crecimiento. Cuando empezamos a bailar juntos, hace muchos años atrás, estaba el deseo de llegar a un lugar, de hacer determinada cosa: hoy, hacerlo, es algo muy natural y el crecimiento parte desde la búsqueda de la excelencia.

R: Patricia, vos hace poco volviste a los escenarios de la mano de él luego de un fuerte episodio de salud, ¿cómo te sentiste?

Pato: Fue progresivo: primero fue un tango de unos minutos, de a poco, y ese domingo [se refiere al evento realizado el 24 de noviembre en Morón] fue Carmen completo. Fue al aire libre, igual que la situación en la que yo tuve el infarto, y bailando: entonces era como pasar de nuevo por ahí. Creo que la primera vez es la más difícil y de a poco va bajando la ansiedad, los miedos.

Hay gente que me decía: “Yo no lo haría de nuevo, me quedaría sin bailar”. Cuando fui al cardiólogo, una vez que me dieron el ok, yo empecé a ensayar, a prepararme –estaba Phillip Beamish en Argentina, que nos dio clase– y lo tomé como un disfrute, agradecida de la vida por esta oportunidad de poder bailar. Nací bailarina, no me puedo inventar otra cosa, bailar a mí me completa. Me hace muy feliz y es un lugar de mucha plenitud: así lo viví aquel domingo. Obviamente que tenía mucho miedo, estaba nerviosa, tenía mucha emoción, pero soy una agradecida de poder volver a tener algo que me hace tan feliz como la danza.

Maxi Guerra y Pato Baca Urquiza, en su regreso a los escenarios el pasado 24 de noviembre. Una Carmen plena y con mucha pasión. Foto: Carlos Villamayor.

Maxi Guerra y Pato Baca Urquiza, en su regreso a los escenarios el pasado 24 de noviembre. Una Carmen plena y con mucha pasión. Foto: Carlos Villamayor.

R: Cuántas emociones. Para vos, Maxi, también debe haber sido muy fuerte.

Maxi: Sí, había mucha emoción, mucha ansiedad. Cuando le pasó estaba en el escenario, al aire libre, bailando conmigo… y ahora era lo mismo. Pero creo que hubo un camino, desde lo físico y desde lo psicológico: tener la concentración, la determinación y el coraje. El otro día ella me decía que se siente incompleta sin la danza, es muy importante en su vida: para todos los bailarines, la danza es lo que nos completa. Y ese momento de volver al escenario fue mágico. Tener la fortaleza para volver con una obra como Carmen, que fue creada para ella, te da después la plenitud para disfrutarlo.

Pato: Sí, la verdad que toda la crisis que yo pasé antes de entrar, una vez que pasé el tapete… me entregué. Recé un montón, me puse en las manos de Dios, y pensé: “hasta acá, como ser humano, yo puedo hacer: después depende mucho de la Providencia”; uno no puede manejar todo, entonces confié.

Foto: Carlos Villamayor.

Foto: Carlos Villamayor.

R: Hay mucha fidelidad de tu parte a lo que querés hacer: eso te arma para enfrentar cualquier situación.

Maxi: Es lo que uno es: ella es bailarina, es artista.

Pato: Sí, podría haberme puesto a enseñar, o a hacer coreografía. Pero siempre me sorprendió de los bailarines, cuando son grandes, cómo te hablan de la época en la que bailaban, y ahora entiendo por qué: porque el bailarín, cuando deja de bailar, deja una parte de su ser que queda siempre ahí como una añoranza, una melancolía. Yo viví esa experiencia de ver una función y pensar “¿podré volver a bailar?”.

La fidelidad es mantener ferviente el primer amor, que para mí es la danza. Yo comencé a los cuatro años, no conozco otra cosa. La vocación que tenemos nosotros es una Gracia de Dios: nosotros siempre supimos qué hacer. Yo el domingo volví a sentir en mi cuerpo la transpiración, el agite, el personaje.

Maxi: Es admirable la tenacidad, la determinación que tiene Pato. Verla en el escenario fue mágico: estaba espléndida, como si nunca hubiese pasado nada. Contó el personaje desde un lugar muy profundo, con mucha entrega. Eso es lo que recibió el público. Estábamos en una avenida, había miles de personas y la gente estaba conmovida y en silencio. Lograr eso es muy difícil: incluso en el teatro, que haya silencio total, pasa muy pocas veces. Parece que el tiempo se suspende; y el domingo, cuando Pato hizo Carmen, pasó eso: el tiempo se suspendió y quedó suspendido, no cayó en ningún momento. Eso demuestra que es una artista entregada a la danza.

R: ¿Cómo viviste Carmen, el personaje, antes y después?

Pato: Yo hice Carmen un año entero, en 2011 fue el infarto, hubo un año en el medio que lo hizo Julieta Saravia, y ahora volví. El personaje se va modificando. Yo lo armé en 2010 y ya entonces estaba muy comprometida con él: me ayudaron mucho Maxi y Manuel Callau a nivel actoral. Lo armé desde el lugar de coraje y esfuerzo de la mujer: yo cuando interpreto a Carmen me siento la mujer que está en la esquina en el piso con las criaturas al costado y hace frío, o la mujer que se levanta a las cuatro de la mañana a trabajar, o a la mujer que está cansada pero espera a su marido cuando llega a la noche de trabajar con una buena comida, que lo acompaña a la cama. Una mujer aguerrida, con calle, una mujer que tiene vivencias auténticas y que ella misma es auténtica. Se entrega a todo o nada. Y en la obra, encontrarse con alguien que le empieza a poner “paredes”, que le encanta cómo es pero sólo para él, empieza a deteriorar a esa Carmen que es de quien él se enamoró, y termina matándola no tanto el cuchillo sino el limitarla en lo que ella era feliz, en su esencia. Por eso el domingo, el coraje también me lo dio hacer este personaje particular. Un personaje que dice “no me importa lo que opinen, esto es lo que tengo para dar, lo doy con todo amor, con toda sinceridad, no espero que les guste a todos pero sé que esta honestidad hay gente que la va a recibir agradecida”. Eso fue lo que mi Carmen quería decirle a la gente.

"Los bailarines somos actores sin palabras: hay que saber contar una historia", aconseja Maxi Guerra a futuros bailarines. Foto: Carlos Villamayor.

«Los bailarines somos actores sin palabras: hay que saber contar una historia», aconseja Maxi Guerra a futuros bailarines. Foto: Carlos Villamayor.

R: ¿Cómo viven su rol docente, con sus giras al interior y el trabajo que están haciendo acá en La Fábrica?

Pato: Desde el lugar docente, el planteo fue preparar artistas que sean dúctiles: por eso el nombre que Maxi eligió fue Fábrica de Arte. En todas las artes: en la danza, hacen clásico, contemporáneo, jazz, hip-hop.

Maxi: También teatro, pintura, escultura…

Pato:Tratamos de que se formen en todo, para que cuando tengan que ir a una audición ya estén listos. Porque sabemos que hoy en día el bailarín no solamente tiene que estar en puntas, tiene que poder moverse en el piso, descalzo, en media punta.

También nos llaman de afuera: eso fue pasando espontáneamente. Lo llaman a Maxi como jurado, a los dos para dar clases, hace poco nos llamaron para ser padrinos de una escuela en Villa La Angostura. Vamos a dar Masterclasses y tratamos de ayudar a los maestros a actualizarse. Para nosotros es muy placentero poder llevarles esas cosas a los chicos desde la Fundación [se refiere a la Fundación Maximiliano Guerra].

R: ¿Cuáles son los desafíos que ven en la enseñanza de la danza en nuestro país? ¿Qué cosas faltan?

Maxi: Creo que falta una política cultural federal. Nosotros desde la Fundación, en los viajes que hacemos, tratamos de llevar conocimientos a los profesores más que a los alumnos: llevarles nuevas formas de decir las cosas, para que el profesor después pueda continuar con la tarea.

Pato: Hace poco presentamos un proyecto en mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires, que fue aprobado: requiere de empresas que deriven sus impuestos y nos va a dar libertad económica y artística para tener más gente becada, dictar más cursos, poder ir a lugares a los que antes no podíamos llegar y también que ellos puedan venir. Porque a veces los estudios que nos invitan no tienen el piso adecuado.

Maxi: En ese sentido, una de las cosas que faltan es conciencia de que el cuerpo, si no baila en el piso adecuado, se lastima.

También vemos algo que pasa en todo el mundo: con la tecnología, los chicos piensan que todo aparece mágicamente en una pantalla al apretar el botón “enter”; pero todo es trabajo, todo tiene que ver con un crecimiento. Los bailarines tenemos una preparación, diez años de carrera, hay que empezar en una compañía desde abajo, aprender cosas nuevas, saber hacer un cuerpo de baile. A los chicos hay que concientizarlos de eso, de que no es fácil: porque nada es fácil, no solamente la danza. Todo tiene un proceso de interiorizar, aprender, estudiar, de innovación también, de proponer uno y poner algo de uno al hacerlo. Si no, nos quedamos con bailarines que tienen muy buena técnica pero no saben contar una historia, no te conmueven. Y el bailarín es un artista, es un actor sin palabras. Todo esto lleva un trabajo.

Lo que vemos es que falta el interés. Antes no teníamos tantos recursos. Por ejemplo, en el caso de Carmen: uno puede encontrar visualmente algo que le guste en una ópera o un ballet, pero si no leés la novela, no encontrás el personaje. Y aparte todo eso lo sumás a lo que vos ya tenés.

Pato: Cuando empecé a estudiar, vi óperas de Carmen, un montón de bailarines haciendo el ballet, busqué textos y poesías que le habían dedicado: todo eso me fue alimentando. Y ahora eso los chicos lo pueden hacer, porque tienen el acceso, pero notamos que el interés no es tan fuerte.

Maxi: Sin esa búsqueda, el trabajo se hace a partir de la copia: sólo se imita lo que se ve. Los bailarines somos actores sin palabras, y nuestras palabras son la coreografía: cada movimiento tiene que tener un sentido. Si vos estás en el escenario tenés que tener un motivo, una palabra, una historia.

Pato: Aparte, es más liberador, porque el responsable de todo es el personaje. Patricia se maquilló abajo pero ahí subió Carmen: ella hizo las piruetas, el arabesque…

Maxi: ¡La que besa a Don José y al torero es Carmen!

El "Destino". Para bailar, tenacidad y mucho trabajo, dice Maxi. Foto: Carlos Villamayor.

El «Destino». Para bailar, tenacidad y mucho trabajo, dice Maxi. Foto: Carlos Villamayor.

R: ¿Qué planes tienen para el verano?

Maxi: Esta vez no vamos a hacer temporada en Mar del Plata, como en otros años -queremos disfrutar un poco de veraneo con nuestras hijas, con la familia- aunque sí vamos a hacer funciones en la Costa: ya estamos confirmando Villa Gesell, Pinamar, San Bernardo, Necochea y Miramar. Salimos con Tango Paradiso y Carmen completo. En algunos lugares queremos hacer, en lugar de Tango Paradiso, Tango nuestro, que es una obra que hicimos para Pato, con el Cuarteto de Esteban Morgado en vivo.

"Tango nuestro", la propuesta que alegrará el verano de quienes anden por la costa argentina. Foto: Gentileza Quesoidulce.

«Tango nuestro», la propuesta que alegrará el verano de quienes anden por la costa argentina. Foto: Gentileza Quesoidulce.

CUÁNDO Y DÓNDE

Carmen y Tango Paradiso | Maximiliano Guerra + Ballet del Mercosur

ND | Teatro (Paraguay 918, CABA) – Viernes 20/12, a las 21 horas. Entradas vía Plateanet.

CARMEN