Por Estefanía Lisi

Un espacio de reflexión que combina arte e historia embelleció Plaza Lavalle. A esas pequeñas parcelas de pasto, árboles y oxígeno, que dan un respiro a los oficinistas de la zona de Tribunales, se les añadió un sendero para deleitar los oídos y la vista: una galería de imágenes que registran antiguos momentos y personalidades del teatro más importante de nuestro país, en compañía de música clásica que “brota” del suelo. Ana Pavlova, Lidia Martinoli y diversas bailarinas forman parte de la muestra que revive a algunas de las estrellas más importantes de la danza.

Entre el Palacio de Tribunales y el Teatro Colón nos encontramos con un escenario diferente al de los últimos años, que hace detener a más de un peatón para dedicarse a observar la exposición. Ese ritmo agitado que cotidianamente los consume pierde fuerza cuando transitan por el lugar. Todos se preguntan de dónde proviene aquella melodía tan calma y hermosa, hasta que caen en la cuenta de que están parados sobre las teclas de un piano, que contienen una serie de parlantes. El diseño de las baldosas genera aquella imagen, a tono con las fotografías en los atriles.

Los argentinos somos curiosos, pero además tenemos mucha pasión por el arte, incluso aunque no seamos conscientes de ello. Podría decirse que la refacción de esta plaza tuvo la intención de hacer recordar a los receptores el lugar de donde vienen, y también de compartir algunos de los documentos históricos más importantes del país, que dan cuenta de la trayectoria y la importancia del Teatro Colón. Porque, de alguna manera, nos pertenecen.

Un hombre de traje, con la corbata desprolija y biblioratos bajo un brazo debe cruzar este espacio verde para llegar al otro lado, pero se retrasa en el camino. Atraído por una de las imágenes, se deja envolver por la música y la puesta en escena. El reflejo del sol de mediodía le impide ver con claridad la leyenda bajo la foto, así que acerca su cara al vidrio que la protege. Luego de unos segundos levanta la vista, se dispone a seguir el rumbo que llevaba y camina, tal vez, con otra actitud.

Este es el efecto que genera una dosis de arte y cultura entre los edificios, las veredas angostas, el ruido de las bocinas, los celulares y el taconeo de los zapatos, la frenada de los colectivos y otros aspectos que hacen que el centro de la ciudad de Buenos Aires sea como es.  La Plaza Lavalle incorpora hoy una nueva forma de pensar el espacio público, revestido de cultura.  Y por supuesto, a su lado, el flamante Colón resplandece como siempre, mientras día a día nutre de orgullo al país.