Ombligo al techo: facilitar el movimiento a partir de imágenes

¿Cómo es que aprendemos una coreografía? Si una característica de los bailarines hay, es el marcar los pasos de los pies y todo el cuerpo con breves movimientos de las manos. Esta costumbre es sólo un ejemplo de un método de aprendizaje -la Ideokinesis- que implica el trabajo con imágenes -metáforas- para enviar las señales kinéticas al cuerpo.

miércoles, 16 de marzo de 2016 | Por María José Rubin

En el salón de clases, maestros y profesores utilizan imágenes para ayudarnos a lograr un movimiento de determinada manera, sintiendo nuestro cuerpo de forma diferente. Todos habremos oído alguna vez la petición de empujar el piso con el pie, de tocar el techo con la coronilla o incluso de atravesarla con un hilo que tira del ombligo y llega al cielo. ¿Suena familiar?

Estas imágenes, entre muchas otras menos poéticas, nos permiten comprender el movimiento desde una perspectiva diferente de la que nos proporciona imitar a alguien mediante la vista, oír la descripción de un paso o la referencia a un músculo específico, que también suelen estar presentes a lo largo de una clase de danza.

No a todos nos resultan útiles las mismas imágenes, sin embargo. Cuál permitirá activar los mecanismos que requiere un développé, desde desenvolver la pierna hasta entregar una copa con el pie, depende de un número de factores y varía para cada alumno.

Una que sabemos todos: el uso de imágenes y el trabajo con la imaginería

El trabajo sobre el imaginario, al que muchos nos aproximamos durante una clase de danza, no es exclusivo de esta disciplina, nos cuenta Guillermo Paterno, kinesiólogo especializado en el tratamiento de bailarines. También está presente en el deporte y en la rehabilitación, ámbitos en los cuales “basándose en imágenes y en la imaginación del individuo, se procura facilitarle determinado trabajo”.

Ejercicios de este tipo son frecuentes en rehabilitación, cuando un músculo está, por así decirlo, “desactivado” y no puede utilizarse. Un ejemplo: “El vasto interno traba la extensión de rodilla y, cuando hay una lesión y el músculo no responde, se pide al paciente que intente activar el movimiento que realiza ese músculo –en este caso, la extensión de rodilla–, imaginándose que, cuando manda el impulso, la pierna sube y le pega a algo que está arriba. Con ese trabajo, va activando la vía nerviosa y la corteza motora, aunque no llegue a contraer el músculo”, indica el especialista.

El estímulo para trabajar con el imaginario no siempre llega desde afuera. “Cuando los tenistas hacen el primer saque y les va mal, entonces hacen el movimiento sin pelota para trabajar el imaginario. [Lo que están haciendo es] activar la orden, la imagen y toda la vía nerviosa para realizar el movimiento”, asegura Paterno. En la danza también ocurre: “Es lo que hacen los bailarines cuando el maestro les va diciendo ‘pirueta, assemblé, piqué’, etc. y se ve que hacen con la mano lo que tienen que hacer con los pies o con todo el cuerpo”, concluye.

Todos hicimos pirueta con el dedo alguna vez, ¿no?

Somos lo que pensamos: el uso de las imágenes por la Ideokinesis

Las imágenes que los docentes nos presentan para ayudarnos a ejecutar un movimiento, así como la forma en la que imaginamos la secuencia que nos están marcando antes de hacerla por primera vez, pueden ser actos intuitivos, pero tienen su razón de ser.

En un sentido amplio, las imágenes que utilizamos para manejar nuestro cuerpo no se limitan a metáforas como “ombligo al techo” para referirse a un movimiento, sino que involucran de manera general el modo en que el sistema nervioso envía mensajes al sistema muscular. En este sentido, siempre existe una imaginería de base para que podamos realizar cualquier movimiento. Este concepto está bien explicado en un artículo de Daniel Lepkoff sobre la Técnica Release, donde define a la imagen como “la semilla de la acción”, aquella preparación que cuerpo y mente realizan para ejecutar un movimiento en función de las expectativas respecto de la tarea que debe realizar.

Una de las primeras disciplinas en ocuparse del estudio y empleo de imágenes para facilitar el movimiento fue la Ideokinesis –antecesora, en buena medida, de la Release Technique (ver “Ideokinesis y compañía”). Desarrollada por Mabel Elsworth Todd en la década de 1930, esta forma de educación somática fue luego reformulada en términos científicos por Lulu Edith Sweigard y llevada a la danza por una generación subsiguiente, en la que destacó André Bernard.

En su artículo introductorio al libro Ideokinesis: a creative approach to human movement and body alignment (Ideokinesis: un acercamiento creativo al movimiento humano y la alineación corporal), Bernard indica que, para que haya movimiento, los sistemas esquelético, muscular y nervioso deben estar involucrados, y que el trabajo atento a la relación entre los tres niveles es la base de la Ideokinesis.  “Cada sistema tiene su rol específico: el sistema nervioso es el mensajero, es decir, transmite impulsos o mensajes a los músculos para contraerlos o relajarlos; el sistema muscular es la potencia o el sistema motor; el sistema esquelético es el sistema de soporte que se mueve por acción de los músculos”, plantea.

ideok libro Bernard

En esta tríada, el sistema nervioso actúa enviando los mensajes al sistema muscular, pero no sólo eso: en palabras de Bernard, este “también organiza el patrón muscular”, esto es, la conjunción de músculos que realiza el movimiento deseado. En consecuencia, “si un movimiento no está bien hecho, significa que el patrón muscular es pobre, y esto es así porque los músculos han recibido un mensaje erróneo, un concepto defectuoso de dicho movimiento”; en otras palabras, una imagen (en el sentido amplio) equívoca.

Para mejorar el patrón muscular y corregir la ejecución de un movimiento, se propone la utilización de imágenes, pensamientos, ideas y sensaciones que ayuden al sistema nervioso a enviar el mensaje adecuado. La Ideokinesis como metodología se contrapone, en este aspecto, a los métodos de trabajo que se concentran en el pensamiento sobre un músculo específico en lugar de focalizarse en el movimiento (por poner un ejemplo poco sutil, es pensar en extender la rodilla en lugar de proponerse contraer el vasto interno). Después de todo, indica Bernard, “el sistema nervioso entiende de movimiento, de alineación”, no de músculos.

“Pensamiento, deseo, intención, introspección, actitud: considero que todos ellos son formas de imaginería”, concluye. “Todo lo que piensas te influencia: somos lo que pensamos

A cada cual, su imagen: cómo trabajar la imaginería correctamente

Las imágenes descriptas por André Bernard pueden ser de dos tipos: esqueléticas, aquellas que se refieren directamente a la alineación del sistema esquelético para obtener resultados sobre el sistema muscular; o abstractas, las que involucran una metáfora para referirse al cuerpo. La más utilizada por la generación de Bernard era la idea de un traje que cubre el cuerpo y sobre el cual hay elementos que indican puntos clave (por ejemplo, bolsillos) que el alumno debe mover en relación con otros puntos (ya sea para alejarlos o para acercarlos).

En ambos casos, Bernard hace hincapié en que “la imagen, para funcionar, debe generar una fuerte impresión en el sistema nervioso, debe ser inusual”. Este objetivo hace que no cualquier imagen valga para cualquier individuo: por el contrario, una misma idea puede ser útil para un alumno e inútil para otro en determinado momento, y luego volverse útil más adelante en el tiempo o, por el contrario, dejar de ser eficiente a fuerza de repetición. La clave para sortear este obstáculo es cambiar de imagen siempre que sea necesario, y trabajar con un grupo de imágenes para que cada alumno tome la que considere más afín a sí mismo.

Además de estas observaciones, Guillermo Paterno nos alerta de otro pequeño detalle: “Las imágenes pueden ser erróneas. Si yo te hago utilizar el imaginario para hacer determinada actividad es porque es más fácil que decirte “hacé piqué arabesque”. Si el ejemplo que te doy es más complicado que enseñarte el piqué arabesque, no sirve. La imagen debe facilitar el movimiento”. En efecto, el sueño del pibe.

Ideokinesis y compañía

La Ideokinesis forma parte de un grupo de disciplinas desarrolladas durante las primeras décadas del siglo XX, y reunidas bajo el nombre de Educación Somática. En el ámbito de la danza, destacan junto a ella otras prácticas con mayor llegada en la Argentina, como la Técnica Alexander y la Eutonía.

La característica común a ellas es, a grandes rasgos, la voluntad de integración del cuerpo y la mente, concebidos en otras disciplinas (y en el Occidente moderno, al menos, desde el Discurso del Método de Descartes) como entidades separadas. También coinciden en el uso de la Posición de Reposo Constructivo, aquella en la cual el individuo se tiende en el suelo con las plantas de los pies apoyadas, las rodillas flexionadas y evitando el movimiento voluntario.

Situación de reposo constructivo. Foto: Ideok.

Situación de reposo constructivo.

Algunas de las pioneras de la así llamada Técnica Release, como Barbara Clark, Joan Skinner y Nancy Topf, también se formaron con Mabel Todd y tomaron algunas de sus ideas clave para desarrollar su propia aproximación al trabajo con el cuerpo. Además del uso de imágenes, otros de los principios más destacados que el Release comparte con la Ideokinesis son el paso por la Posición de Reposo Constructivo y la búsqueda de una alineación postural óptima para que la fuerza emane hacia las extremidades desde los músculos más cercanos al centro del cuerpo.

La Ideokinesis también dio origen a métodos derivados que adaptaron sus conceptos a realidades diferentes. Mientras que la generación de Bernard aún realizaba sus prácticas en la Posición de Reposo Constructivo, para inhibir la activación de los antiguos patrones musculares perniciosos, hoy en día métodos como el del ex bailarín Eric Franklin aplican los principios de la Ideokinesis y el trabajo con la imaginería a ejercicios en movimiento.

Foto en la portada: Natalia Makarova y Jerome Robbins ensayando «Other Dances». Ph: Brownie Harris.