Oscar y Renata, y una clase magistral de sus vidas…

Por María José Lavandera “Noches Notables”, el ciclo cultural y gastronómico del grupo “Los Notables” –nacido en 2008 e integrado por Bar El Federal (1864), Café Margot (1904), Bar de Cao (1915), Celta Bar (1941) y Café La Poesía (1982) – se las trae y de para bienes en esta, su octava edición. El pasado jueves 8 de […]

lunes, 12 de agosto de 2013 |

Por María José Lavandera

Noches Notables”, el ciclo cultural y gastronómico del grupo “Los Notables” –nacido en 2008 e integrado por Bar El Federal (1864), Café Margot (1904), Bar de Cao (1915), Celta Bar (1941) y Café La Poesía (1982) se las trae y de para bienes en esta, su octava edición.

El pasado jueves 8 de agosto, a las 20, en el Bar Celta, REVOL estuvo presente en la íntima charla que ofrecieron el legendario coreógrafo argentino Oscar Araiz y la artista, vestuarista y escenógrafa Renata Schussheim, una dupla que es ya un clásico en la escena de la danza argentina. Durante casi cuatro décadas, han desarrollado una amistad que se complementa tanto dentro como fuera de los escenarios con una increíble amalgama y solvencia.

Una velada inolvidable junto a Oscar Araiz y Renata Schussheim. Foto: Nicolás Améndola.

Una velada inolvidable junto a Oscar Araiz y Renata Schussheim. Foto: Nicolás Améndola.

Interesante es que esta iniciativa también encierra una deliciosa propuesta gastronómica, del más alto nivel, que completa una noche maravillosa: los presentes tienen considerado un menú que incluye un Cinzano con una pequeña picada al comienzo y, luego de la charla con los artistas, un menú a elección entre tres opciones que consta de un plato principal, postre, vino –dos variedades de Luigi Bosca- y bebida sin alcohol, y café con Petit fours.

Ante la presencia atenta de alrededor de 40 personas, en un espacio reservado y agradable –un pequeño teatro debajo del bar-, ambos artistas se sentaron micrófono en mano a conversar como si verdaderamente estuvieran en el living de su casa. Romina y Karla Metti, de la agencia Nashi Contenidos, quienes tienen en su haber la organización del ciclo, rompieron el hielo. Los presentaron como ese “matrimonio artístico simbionte, que constituye un ejemplar único en este gesto, y cuyos trabajos coinciden en contar historias sin usar palabras”. Así, fueron guiando una entrevista, en la que Oscar y Renata fueron deshilando, entre risas, los comienzos de su relación, las especificidades de sus tareas artísticas, sus obras en común, sus deseos.

Recuerdos, sueños y actualidades de este matrimonio artístico tan prolífico como brillante de la escena dancística argentina. Foto: Nicolás Améndola.

Recuerdos, sueños y actualidades de este matrimonio artístico tan prolífico como brillante de la escena dancística argentina. Foto: Nicolás Améndola.

Renata comentó las razones de la profundidad en su relación: ambos son hijos únicos, de madres separadas, “algo terrible para la época y un poco artistas, pero no desarrolladas del todo”. Para Oscar hay algo en ellas que es “el perfume de una época”. Nos remontaron así a los años ’50 y la estrictez del rol femenino en la sociedad de entonces. Quizás, como dice Oscar, “Boquitas Pintadas”, su emblemática obra de 1997, sea el homenaje a los sufrimientos y frustraciones de aquellas mujeres.

Y nos enteramos que Oscar, quien se siente “un elegido” por haber sabido su vocación desde muy joven, es el responsable de que Renata –por él definida como “un genio de las texturas”- sea vestuarista. Fue para su versión de “Romeo y Julieta”, creada en 1970 para el Ballet del Teatro San Martín, que el coreógrafo la instó a participar en tanto tal. “Hay una imaginario poético que tenemos parecido”, indicó Oscar, respecto del trabajo conjunto. Para él, el disparador de su creación es la música. Para Renata “la danza es lo más difícil para acompañar a nivel vestuario” y comentó que a lo largo del tiempo aprendió que el vestido debe estar al servicio de la coreografía y aquello que ésta desea contar. “No hay que poner más de lo que es necesario. El tema es ayudar a la obra, que se vea el movimiento sin distraerse”, aclaró.

A lo largo de la charla, los artistas realizaron un repaso por “Fénix”, que realizaron en el Teatro Odeón con Jean François Casanovas en 1984, “Sueño de una noche de verano”, repuesta en Suiza en una increíble versión con marionetas, “Carnaval de los animales”, “Alicia”.

Y en un giro inesperado, volvimos a la actualidad. Renata comentó sus conexiones con el rock nacional –desde su colaboración para el disco “Bicicletas” (1980), de Serú Girán-: “Todos los mundos se encuentran y se complementan”. Nos enteramos que hoy, a su vez, está trabajando junto a Charly García.

“El objetivo es estimular en la carrera distintas posibles vías de supervivencia. Que la gente pueda vivir de lo que hace como me pasa a mí es algo que tengo que transmitir. Es una forma de vivir lo que estamos buscando desarrollar”, aseguró el coreógrafo de sus alumnos en la UNSAM. Foto: Nicolás Améndola.

“El objetivo es estimular en la carrera distintas posibles vías de supervivencia. Que la gente pueda vivir de lo que hace como me pasa a mí es algo que tengo que transmitir. Es una forma de vivir lo que estamos buscando desarrollar”, aseguró el coreógrafo de sus alumnos en la UNSAM. Foto: Nicolás Améndola.

Oscar, su parte, comentó su rol como director del Grupo de Danza de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y de la Diplomatura en Danza de dicha universidad, que este año tendrá su primer camada de egresados y que el año que viene pasará a ser una licenciatura. “A veces la naturaleza artística y el academicismo se encuentran con limitaciones un poco infranqueables, porque la danza es una actividad orgánica que tiene que ver con las tripas y la intuición. La intelectualidad no es su principal motor”, comentó. Pero desde este espacio para él lo más importante es potenciar un modo de vida y mostrar a sus alumnos la diversidad de variantes de la profesión: “El objetivo es estimular en la carrera distintas posibles vías de supervivencia. Que la gente pueda vivir de lo que hace como me pasa a mí es algo que tengo que transmitir. Es una forma de vivir lo que estamos buscando desarrollar”, aseguró el coreógrafo.

Y pensaba yo, mientras lo escuchaba, qué lujo poder contar con tal Maestro. Quiénes serán, me pregunté, estos chicos afortunados que cuentan con él para guiar sus carreras. Son brillantes, una promesa hermosa para nuestra danza. Fueron ganadores del 2° premio en el Festival Cultural Internacional de Danza Contemporánea en Argelia, en 2012 y la anécdota indica que ellos ni siquiera sabían que estaban compitiendo. Presentaron las obras “Pulsos” y “Sonidos Negros”, que han podido ser recientemente disfrutadas en los escenarios porteños.

Luego de una hora de charla, el público fue instando a consultarlos. Atravesada la timidez, pasadas varias preguntas, antes de que comenzara la cena, muchos se acercaron a saludar. En el público se encontraban los grandes Maestros Leandro Regueiro y Liliana Ivanoff, ex directores del Ballet de la Provincia de Salta.

Cumbre de Maestros. Junto a Regueira e Ivanoff, Araiz. Foto: Nicolás Améndola.

Cumbre de Maestros. Junto a Regueira e Ivanoff, Araiz. Foto: Nicolás Améndola.

Pasaron unos minutos y, al ver desocupado por un instante al Maestro Araiz, me acerqué para saludarlo y saber un poco más acerca de estas nuevas generaciones que él está formando. Sonrió ampliamente y aseguró que hay muchos muy buenos y creativos, con inquietudes. “Yo trato de siempre prestarles mi oreja”, me dijo, con la calidez y la sencillez que lo caracterizan. Detrás de mí, otra señora lo esperaba, para comentarle su proyecto de danza para gente mayor.

Así, de pronto, todos nos convertimos en partícipes de una velada inolvidable. Gracias a este notable espacio en que la cultura se vive un poquito más allá de los escenarios, el público tiene una oportunidad única de sentir de cerca a sus más brillantes artistas.

De lujo.