Patricia Casañas: Enseñando a volver a las bases

Patricia Casañas es una de las pocas críticas especializadas en ballet en nuestro país. Docente de Historia de la Danza y la Música en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, explica la importancia de la comprensión histórica y artística para la formación de buenos artistas.

lunes, 18 de julio de 2016 | Por Maria José Lavandera

En un mundo vertiginoso a manos de una tecnología que al ballet le ha obsequiado la posibilidad de la imagen en constante disponibilidad, la perspectiva histórica se plantea casi como una necesidad. Así lo cree Patricia Casañas, una de las especialistas más precisas y rigurosas en el estudio de la historia del ballet en Argentina, quien también plasma sus conocimientos -en críticas y artículos- en diversos medios, como la Revista Noticias, la revista del Teatro Colón, Cantabile, Balletin Dance y martinwullich.com, además de ser la docente de Historia de la Música y la Danza en la carrera de Danza del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC). En su haber, también pesa fuertemente en su curriculum que fue alumna de Olga Ferri, su “maestra”, quien, según ella misma dice siempre, le dio herramientas únicas para llevar adelante hoy su profesión.

Una oportunidad imperdible de escuchar y disfrutar sus conocimientos sobre repertorio, la constitución y el desarrollo artístico del Ballet Estable del Teatro Colón será para quienes se hayan inscripto en los cursos intensivos de invierno de danza, organizados por la Cooperadora del ISATC -los días 18 y 25 de julio, a las 12 PM, en el mismísimo Teatro Colón– y en Ballet Estudio (M.T. de Alvear 1435, CABA), el día 23 de julio, a las 16 horas.

Patricia Casañas. Gentileza.

Patricia Casañas. Gentileza.

En entrevista Patricia, nos contó algo sobre esta actividad de tinte autodidacta, que es la investigación y la difusión histórica del ballet en nuestro país. “Hace rato que vengo ofreciendo estas charlas de historia, con diapositivas, imágenes y material que se llevan los concurrentes y demás, porque me doy cuenta que nadie sabe en realidad demasiado qué pasó en nuestro país. Yo hablo puntualmente del Teatro Colón, porque es nuestro Primer Coliseo y es por donde han pasado las grandes compañías, las grandes estrellas y un poco signa el camino para las demás compañías del país. La charla está situada allí. Entramos en la época de la colonia: cuando acá estábamos construyendo las calles, en Europa estaban en pleno Romanticismo. Ya estaban haciendo “Giselle”. De todos modos, en esa época tampoco estábamos tan mal: venían compañías italianas, francesas, que traían cosas que iban ya empezando a sembrar la curiosidad en la gente y pensar cómo hacer aquí mismo algo similar. Me interesó desarrollar este aspecto, porque hay cosas que no se saben en general. Yo he tenido que estudiar y empezar a profundizar mucho por mi cuenta. Yo nunca aíslo el tema de la danza del contexto histórico. Entonces es ver esa evolución en cada época”, explica ella.

Cuenta que, como docente del ISATC, su aproximación pretende, ante todo, integralidad, dado que considera que un artista de la danza debe nutrirse ampliamente para lograr profundidad en sus interpretaciones. “Yo siempre les digo a los chicos del ISATC, que mi materia no es la más importante ni mucho menos. Pueden bailar bárbaro, sin saber quién era [Marius] Petipa (risas). Pero, si ellos saben, se interiorizan del contexto histórico y la evolución del movimiento, van a saber por qué están haciendo lo que hacen, lo cual no es poco. Una contextualización siempre enriquece la mirada. Estudiar los distintos temas que rodean a la danza es muy importante. La formación del artista es integral. Leer, ver exposiciones, ver películas, escuchar música. En mis clases siempre hay un intercambio con algún artista de otra disciplina. Por ejemplo, van todos los años también conmigo a un ensayo de la Filarmónica, para que vean un concierto. Hacemos una clase antes, explicando los instrumentos de la orquesta, les cuento por qué están puestos en uno u otro lado los instrumentos. Hablamos con el director de orquesta. Hacemos todo esto, porque ellos tienen que tener todo eso para que el día que le tengan que decir a un director: ‘Maestro, el clarinete se adelantó y yo no pude salir a tiempo’, van a poder indicarlo. Esa formación integral es esencial. La fuente literaria de los ballets es también fundamental para poder interpretar con fundamento, estar en estilo: cuando entra el Gato con Botas, el Pájaro Azul, Caperucita Roja en la fiesta de ‘La Bella Durmiente’, sabemos que son todos los personajes de Charles Perrault. Los chicos se interesan mucho. La semana pasada, por ejemplo, un chico vino y me dijo: “Maestra, tengo que bailar el Alí de ‘El Corsario’ para la muestra de fin de año del ISATC. Me tiene que decir cómo lo preparo. Qué leo, qué veo”. Me dio una satisfacción. Dije: ‘Uno qué entendió’ (risas). ‘Así se preparan los roles’. Esa es la idea: que sepan los estilos, la evolución, qué papel está en qué época. Los por qué de las cosas. Se trata de que entiendan el momento argumental y el momento histórico de lo que están interpretando”.

Sus inspiraciones y maestros en este trabajo fueron Enrique Destaville -de quien heredó su cátedra en el ISATC y la columna de “Noticias”- y Ángel Fumagalli. Hoy identifica en el músico e investigador Carlos Manso a su colega actual en la temática. “Somos poquitos quienes tenemos este gusto por la investigación y encontrar “el” dato, ver cómo se puede profundizar en tal tema y en tal otro. De Enrique Destaville, su gran pasión fue por Elena Smirnova. Ella fue la última gran bailarina del Ballet Imperial, nombrada en la época del zar. Es increíble pensar que hemos tenido esa persona, a principios de siglo, aquí, dando clase. Él era un sabio”.

Para Patricia, la historia del Ballet del Colón demuestra una curva en parábola hasta la actualidad, no muy auspiciosa, que desemboca en una realidad con muy pocas funciones para el cuerpo y un repertorio algo estrecho: “Yo tengo un periodo de vivencia directa, que es más o menos desde el año ’74. El periodo anterior lo he vivido a través de Olga Ferri, Esmeralda Agoglia, las grandes bailarinas de aquel momento, quienes me contaron sus experiencias. Y está el periodo de lo que uno sólo puede leer. Los periodos iniciales [hacia 1926], en que Bronislava Nijinska vino medio engañada creyendo que era una compañía seria, y era una compañía de principiantes, justamente porque eran los principios. Tuvo corriendo a todo el mundo, pero formó bailarines. Los diez años que luego estuvo Margarita Wallmann. Los comienzos fueron trémulos, porque eran principiantes. No había gente profesional del ballet en ese entonces. Los primeros rusos e italianos que vinieron y montaron sus academias fueron quienes sentaron las bases. El Colón tuvo la suerte de recibir mucha gente en las posguerras, como Léonide Massine, Balanchine, que hizo una coreografía especialmente para la compañía. La compañía tenía un nivel buenísimo. Con la compañía del Coronel de Basil se hacían intercambios. Fue un momento de mucha enseñanza, mucha información, mucha creación. Hubo un momento en que la gente hacía colas de dos cuadras para sacar entradas. Había un auge muy importante, muy rico. Después, más hacia la actualidad, vinieron una serie de cuestiones, como cambios de dirección apresurada. Después de Julio Boca, Maximiliano Guerra, Paloma Herrera, el ballet fue perdiendo fuerza. Entre los tres cuerpos del Teatro -orquesta, coro y ballet-, siempre el ballet fue como el hermanito más chico, medio dejado de lado. Cuestiones económicas y malas políticas han causado mucho daño. Antes venían coreógrafos, compañías, bailarines… Llegó un momento en que ya no se pudo más económicamente y la institución se fue empobreciendo”.

Lago FB Charla

R: ¿Qué pensás que podría hacerse para mejorar esta situación?

PC: Me parece que hoy estamos en un círculo vicioso: no va mucha gente a ver el ballet, porque no hay cosas nuevas y creativas, porque es una inversión de tiempo y esfuerzo que supuestamente, entonces, no vale la pena, porque ‘total, cuánta gente va’. Creo que habría que volver a apostar al ballet. Para mí es raro este fenómeno, porque es una manifestación cultural que entra directamente a los sentidos. Es tan atractivo. Y hay pruebas: cuando estuvo “Baile de Graduados” en junio, hubo sólo dos funciones. Las dos estuvieron llenas, con chicos y grandes. A todos les encantó. Habría que aumentar las funciones con ese repertorio entretenido y atrayente: “La Fille Mal Gardee”, “Coppelia” son obras convocantes y que a nuestro cuerpo estable le quedarían muy bien.

R: También te desempeñás como crítica de danza, una tarea difícil y tampoco abordada por muchos profesionales argentinos.

PC: No sé si hay mucho gusto por este trabajo, que demanda mucha investigación y rigurosidad. Se dice muchas veces que el crítico es el artista frustrado. No sé si es tan así, porque un artista tampoco puede ponerse a hacer crítica de una obra, necesariamente. Está involucrado en la tarea artística. Y también es importante considerar que la crítica da una opinión, no es un dogma. Eso lo tienen que tener en cuenta tanto quienes la reciben, como quienes la emitimos. Hay que hacerla con respeto y con verdad. ¿Qué verdad? Decía Enrique Banchs, en un poema que me encanta: ‘La verdad, bella increada, cual la dama del Quijote, en qué torre está encerrada, en cuál árbol tiene brote’. La verdad es la mía, la que yo vi. Hay que saber siempre que es parcial; también con sus defectos. La potencia de la crítica está en el fundamento de lo que se dice, y el conocimiento que afina la mirada; al haber bailado, uno tiene la parte técnica incorporada, en que uno mira y sabe ver cómo y dónde está parado ese bailarín. Yo creo que la crítica bien hecha sirve. Y creo que a un artista inteligente le sirve todo.

PARA AGENDAR!

Charla ABIERTA en Ballet ESTUDIO

El sábado 23/7 a las 16, Patricia Casañas ofrecerá una charla sobre la Historia de la Danza en Argentina de 16 a 18 horas, en Ballet Estudio, en Marcelo T. de Alvear 1435, CABA. Con material audiovisual único, apuntes para llevar y mucha información interesante e importante para quienes habitan la danza en nuestro país.
Inscripción previa: 4811-6298 / 6089-6436 | info@balletestudio.com.ar | Contribución: $150.