Ramiro Peri, fotógrafo de la CNDC: «La fotografía le da una for

Por María José Lavandera “La piel blanca sobre el negro profundo, el negro infinito, el negro absoluto. La oscuridad agrietándose por donde pases. Una estela de alma al danzar”. Una fotografía poética de un cuerpo en baile. Una obra de arte por sí misma, más allá de la obra que retrata. Es que Ramiro Peri, […]

jueves, 15 de agosto de 2013 |

Por María José Lavandera

“La piel blanca sobre el negro profundo, el negro infinito, el negro absoluto. La oscuridad agrietándose por donde pases. Una estela de alma al danzar”. Una fotografía poética de un cuerpo en baile. Una obra de arte por sí misma, más allá de la obra que retrata.

"Proyecto Horseo", de Alejandra Ceriani (2006).

«Proyecto Horseo», de Alejandra Ceriani, 2006.

Es que Ramiro Peri, actual fotógrafo estable de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, no se piensa como alguien que va a retratar un espectáculo de danza, sino que él funda su trabajo audiovisual en una exploración del movimiento, una indagación en la interacción de ambos lenguajes para dar forma a una mirada propia. Su trabajo devela un suburbio en los cuerpos que se exponen, son fuertes, misteriosas, plásticas. Casi que dice y no termina de decir. Residirá allí, quizás, la razón por la que sus fotografías convocan reflexiones y una suerte de adicción: la mirada pareciera querer descubrir ese contorno que sólo es susurrado. La danza allí es casi una excusa de indagación en las almas de esos ojos, esas manos.

Su obra «Escenarios», una visión personal sobre la danza contemporánea, formó parte de diferentes muestras y exposiciones individuales y colectivas: MuGaFo (La Plata), Museo Beato Angélico, C.C. Rojas, Centro Nacional de Música y Danza (Buenos Aires), C.C. Estación Provincial (La Plata), Escuela Superior de Formación Fotográfica (La Plata).

AMBIQUA, del GRUPO DANZACCIÓN (2006).

AMBIQUA, del GRUPO DANZACCIÓN, 2006.

Actualmente, además de trabajar con la CNDC y de realizar trabajos para las más importantes compañías de danza contemporánea de nuestro país, colabora con el ciclo «En 2Tiempos», organizado por Alejandra Ceriani, de la Universidad Nacional de La Plata, en relación a una investigación del movimiento y los dispositivos. El año pasado su intervención fue en la performance «Andante Tóxico Cantábile» y este, a comienzos de agosto, en “Vestida de datos”, en que una bailarina se mueve al ritmo de los sonidos generados por una máquina, creados a su vez a partir del mismo movimiento que ella genera. A partir de allí es que realiza –maravillosas- piezas fotográficas y en video-danza.

"Andante Tóxico Cantábile" (2012), para el ciclo "En 2Tiempos", de la UNLP.

«Andante Tóxico Cantábile», para el ciclo «En 2Tiempos», de la UNLP, 2012.

Charlamos con este artista, que hace arte a partir del arte:

R: ¿Qué es lo que más te inspira del lenguaje audiovisual? ¿Qué es lo que te ha llevado a él como modo de comunicación?

RP: Desde muy chico sentí la necesidad de expresarme, de crear. Escribía cuentos, hacía historietas, dibujaba mucho. Intentaba darle diferentes formas a mi propio imaginario y esperaba ver la impresión que generaban esos universos y esas historias que inventaba. En la adolescencia descubrí el cine y realicé mis primeros cortos y mediometrajes en Súper 8. El lenguaje audiovisual me daba la posibilidad de volver más reales esas historias y acercarme a la estética de lo que imaginaba. Escribía los guiones, buscaba actores y locaciones y en el montaje tenía el control de los tiempos y el sentido que agregaba a través del sonido y la música. Estudié un tiempo en el INCA, seguí mi búsqueda en la carrera de Letras y luego en Bellas Artes, en la carrera de Comunicación Audiovisual de la Universidad de La Plata, en donde seguí escribiendo y realizando cortometrajes, ya en video. Si bien no dejé nunca este lenguaje y sigo experimentando con él (ahora realizando lo que llamo “collages audiovisuales” y algunas experimentaciones en  videodanza), siempre me sentí más cómodo en la soledad de la creación. El cine supone un trabajo en equipo (aunque no siempre) y un tiempo entre la idea y la obra terminada. En la fotografía encontré la fascinación de condensar todo el sentido en la inmediatez de una imagen: las historias, las ficciones, el misterio y la belleza.

"Mozartiana", Castadiva (2007).

«Mozartiana», Castadiva, 2007.

R: ¿Cómo has llegado a la danza? ¿Qué es lo que te suscita el movimiento de la danza y por qué te parece que es importante dejar cristalizados esos momentos?

RP: Cuando comencé mi búsqueda a través de la fotografía ya tenía algunas líneas conceptuales definidas. No me interesaba la fotografía como documento, como registro, sino como lenguaje para comunicar lo que siento. Creo que, de alguna manera, las imágenes que hago ya estaban en mi interior. Los fondos negros, la oscuridad rodeando a los seres, la luz sobre los cuerpos y los rostros,  eran parte de ese concepto y comencé a encontrarlo en el teatro y la danza, hace más de diez años. Al principio, exploraba todas las posibilidades, pero fui sintiendo un contacto más profundo con la danza contemporánea en particular.  Se acercaba más a las imágenes que buscaba: lo dramático, lo que llamo la “poesía del cuerpo”, lo que la danza tiene de ficción, lo fantástico. Como la música y la poesía, la danza es una representación pura de lo espiritual. Va directamente al alma, sin que sea necesaria la razón. Esto se da en las obras en las que tanto coreógrafos como bailarines trabajan desde una verdad, casi de manera visceral, sin poses ni artificios.

"Sudakas", Castadiva (2007).

«Sudakas», Castadiva, 2007.

La danza contemporánea lleva en sí misma esa magia, la esencia para crear esos universos que busco y, desde la fotografía, intento trabajar de la misma manera: con mi verdad, con el alma, con lo que siento. Lo hago de manera intuitiva, dejándome llevar por la música y por lo que sucede en el escenario. A veces es sólo el movimiento de las manos, o una mirada, o el contacto entre los cuerpos.  Otras veces, un detalle del vestuario, o en la piel. Sigo lo que mis ojos quieren ver, voy buscando lo que me conmueve, lo que me emociona y eso es lo que fotografío. Trato de olvidarme de lo técnico.

"Pandemonium" Castadiva, 2007.

«Pandemonium», Castadiva, 2007.

La fotografía tiene ese costado de fetiche tecnológico: megapíxeles, formatos y otras cuestiones, que no hacen en absoluto a su lenguaje. Las cámaras de hoy serán una antigüedad en un par de años y no quiero que mis obras estén afectadas por eso. Es sólo la herramienta.  En mi caso, el propósito no es congelar el momento o atesorarlo, sino darle una continuidad en una obra nueva, que agregue el sentido de mi visión personal, el sentido de lo que quiero expresar.

"La Patriótica", Compañía Nacional de Danza Contemporánea (2012).

«La Patriótica», Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC), 2012.

R: Leí que indagabas en tu propia mirada en la fusión de los lenguajes, ¿algo que hayas descubierto hasta ahora respecto de tu propia impronta como artista?

RP: Hay una diferencia entre “sacar fotos” y “hacer fotografías”.  Tiene que ver con la intención. No puede haber verdad en una fotografía si no la hago desde una búsqueda interior y personal. El espíritu cambia, se modifica con las experiencias y con el tiempo y eso modifica también la mirada. Siento que mi trabajo parte de conocer mi esencia, mi universo personal, para poder capturar el alma de las cosas. Hacer fotografías es aprender a ver el alma de una ciudad, de un paisaje, de una persona. La música y la danza lo hacen visible y lo ponen en movimiento. Lo que busco son imágenes que fusionen mi espíritu con el espíritu que sobrevuela el escenario. Es parte de lo que me apasiona en la danza contemporánea: cada obra es diferente y hay más variedad en todo sentido (vestuario, escenografía, propuestas coreográficas), lo que hace que mi búsqueda no tenga un final.

"Ensayo sobre el final del invierno", CNDC, 2012.

«Ensayo sobre el final del invierno», CNDC, 2012.

R: ¿Te parece que es un “nicho aparte” la fotografía de danza? ¿Por qué pensás que es un campo tan fértil a la fotografía? Hay como una amalgama entre ambas disciplinas: la danza es tan visual que la fotografía no hace más que potenciarla, llevándola a otro plano, pero incluso a veces re-significándola. ¿Cómo pensás esa resignificación del movimiento, ahora cristalizado en una fotografía?

RP: La fotografía de danza es un tema, un género dentro de la fotografía en general, como lo es el retrato, el desnudo o el paisaje urbano. Pero como cualquiera de esos temas, puede ser abordado sólo como registro o como camino para mostrar cierto virtuosismo en el dominio de la técnica o la composición. Sucede mucho en la fotografía, sobre todo en estos tiempos. No es lo que me interesa, en lo personal. Para mí, la fotografía se parece más al acto de escribir: lo que importa es cómo utilizo las palabras, qué quiero transmitir con ellas y no si escribo en un cuaderno o en un procesador de textos. Eso no va a tener importancia en el efecto final.  La danza me permite abarcar más de un tema, pero fundamentalmente, más de una sensación. En una misma obra puede haber tristeza, euforia, belleza, fantasía, realidad. Dejo que esas sensaciones me atraviesen, me conmuevan. Busco una vibración en común y trato de que impregne cada fotografía.

"Versus", CNDC, 2012.

«Versus», CNDC, 2012.

R: ¿Qué les pasa a los bailarines cuando se ven en tus fotos? ¿Cómo reaccionan?

RP: Creo que entienden esa búsqueda y así interpretan mis imágenes. Como artistas, hacen su apreciación también desde el sentir y, en general, esa apreciación es positiva. Valoro muchísimo y espero siempre sus comentarios.  Me ha pasado escuchar, en algunos casos, cuestiones técnicas que hacen a la danza y que se supone que la fotografía debería contemplar. Me gusta aproximarme, recortar, mostrar el todo por sus partes, según mi propio instinto. Me han dicho, por ejemplo, que no “corte las piernas”, o me han pedido que haga tomas más generales, que abarquen todo lo que sucede en el escenario. Tengo en cuenta eso y es parte del aprendizaje y de mi trabajo. Aparte de mi búsqueda artística, las fotografías tienen que cumplir su función, pero nunca sentí que una cosa excluyera la otra.

"Silencios", 2007.

«Silencios», 2007.

R: Veo tus fotos y cada una es como una obra de arte en sí misma, que trabaja sobre otra obra de arte: es una forma de contarla. ¿Qué especificidades creés que tiene tu mirada respecto de las obras de danza contemporánea que representás?

RP: Me reconforta y me estimula que veas eso en mis obras, justamente porque es lo que busco. Trato de agregar sentido, de sumar mi arte a la obra de arte que se da en el escenario, y no hago mis fotografías para mí ni para que sean evaluadas por otros fotógrafos. En ese sentido, a veces no me considero fotógrafo. Tomo la fotografía como un lenguaje y trato de que se convierta en mi voz, en una manera de decir y contar, un camino para llegar al alma de otros. Creo que esa voz tiene que ser auténtica, tiene que tener mi verdad, expresar lo que soy: mi aproximación a la belleza, mi melancolía, mis sueños, mi fantasía, mi luz y mi oscuridad.

Silvina Cortes, en "Marea", de Sergio Berto, 2008.

Silvina Cortes, en «Marea», de Sergio Berto, 2008.

R: ¿Hay presupuestos a la hora de fotografiar? ¿Cómo es tu aproximación a las obras de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, para la que trabajás de modo permanente?

RP: Conocía a algunos de los bailarines de la Compañía por otros trabajos anteriores que había realizado. Fue un placer enorme haber sido convocado por ellos para tener este espacio de creación. En este caso, trabajo a partir de contratos que dependen de un presupuesto determinado.  En otros casos, hay compañías de danza que me contratan para alguna función, o algún ensayo general, con la idea de tener fotografías para prensa, afiches, programas o flyers. Los presupuestos varían en cada caso, y siempre me gustaría poder incluir copias en papel, que es el formato que, para mí, debe tener la obra terminada. Por eso, cada cierto tiempo, hago una selección de mi trabajo y preparo alguna exposición. Con la Compañía Nacional de Danza Contemporánea siento un vínculo muy particular, tanto en lo artístico como en lo personal. Hay una relación muy fuerte y cercana entre lo que ellos hacen y lo que yo busco. Empatía, podría decir. Tienen una impronta única, como grupo, muy definida. Y se da algo que no es habitual: cada integrante tiene su propia identidad artística, excepcional en todos los casos y, a la vez, distinta entre sí. Cada uno mantiene su verdad y eso potencia y enriquece las obras además de unificar las diferentes propuestas. Han logrado una personalidad como Compañía, que la hacen diferente. Mantienen esa verdad en movimiento y cada función crece y cambia. Disfruto estar en los ensayos y verlos trabajar, estar en contacto con su arte.

Maria Kuhmichel, de la CNDC, 2013.

Maria Kuhmichel, de la CNDC, 2013.

R: ¿Qué tiene el movimiento del cuerpo, a tu modo de ver, que es tan atrayente, como abstracto?

RP: En la danza el cuerpo es la expresión de las ideas, de las emociones. El cuerpo mismo, en el movimiento o en la quietud total, es el lenguaje. Es el que habla, el que susurra, el que grita. Le da una forma visible a la música, y también al silencio. Así, la danza exalta la belleza del cuerpo y su metáfora, su poder de signo y símbolo, y es eso lo que me atrae desde lo fotográfico. Es la forma visible de lo humano, que a través de la danza se rodea de espíritu. El cuerpo en la soledad, las formas grupales, la abstracción de sus partes, lo convierten en una fuente inagotable de imágenes posibles. A eso, le agrego la fascinación por el universo que se crea en el escenario, la poesía, las luces y las sombras.

Silvina Cortes, en "Mujer originaria", 2009.

Silvina Cortes, en «Mujer originaria», 2009.

R: ¿Cuál ha sido la producción de fotos que más te ha gustado hacer con la danza como sustento y por qué?

RP: Tengo la suerte de haber disfrutado cada uno de los trabajos que fui haciendo, desde el principio. Creo que todas las obras y producciones que hice forman parte de un mismo ensayo fotográfico y en cada una pude encontrar mi expresión, aunque en algunos casos la afinidad artística ha sido más fuerte. Puedo mencionar todo el trabajo de Mónica Fracchia y su compañía, “Castadiva” -en particular, obras como “Pandemonium” o “Mozartiana”-. También el placer de haber trabajado con Sergio Berto, coreógrafo brasileño que estuvo durante años en Buenos Aires con su compañía Utopía. Su obra “Marea”, que se presentó en el C.C. Borges, me dio la posibilidad de acercarme más a mi arte y comenzar una serie de trabajos con Silvina Cortés (que está desde hace un tiempo en Francia), como las fotos de su videodanza “Tolosa”, con Pablo Fermani, o el proyecto “Mujer Originaria”, entre otros. Valoro mucho el material que hice con ella, además del afecto personal que siento, lo mismo hacia Sergio y Pablo. Tengo muy buenos recuerdos y siempre espero poder hacer algo más. Puedo agregar algunos trabajos con Alejandra Ceriani, en el plano de la performance y la investigación del movimiento, que siempre es una invitación a experimentar: recuerdo “Proyecto Hóseo” y mi intervención desde la fotografía y el video en un corto que realicé el año anterior: “Andante Tóxico Cantábile”. Y todo lo que estoy haciendo con la Compañía Nacional de Danza Contemporánea: “La Patriótica”, “Versus” y ahora “Ensayo sobre el final del invierno”, de Emanuel Ludueña: siento que siempre me quedan imágenes nuevas para hacer.

"Soledades Alternas", de Jorge Amarante, 2010.

«Soledades Alternas», de Jorge Amarante, 2010.

R: ¿Cómo definirías tu estilo?

RP: Al tener siempre la intención de expresarme en mis fotografías y agregar sentido al hecho artístico que se da en el escenario, creo que lo que atraviesa mi obra es la sinceridad. Busco que mis fotografías lleven mi verdad, sin artificios, sin esconder ni simular nada. Que cada imagen tenga algo de mi alma, de mi sangre. Mis fotografías tienen, igual que yo, mucha melancolía. Quizás la necesidad y la nostalgia por recuerdos de un tiempo y un espacio que nunca existieron. La necesidad, también, de crear una realidad diferente y de buscar la oscuridad para poder apreciar la luz.

"Soledades Alternas", de Jorge Amarante, 2010.

«Soledades Alternas», de Jorge Amarante, 2010.

R: ¿Qué proyectos tenés en este año?

RP: Además de seguir con las obras de la Compañía, estoy trabajando en la producción de un proyecto que tiene algo de videodanza, aunque no del todo. Como el año pasado con “Andante Tóxico Cantábile”, prefiero llamarlo “collage audiovisual” ya que reúne diferentes técnicas y lenguajes: el cine, la fotografía, la poesía. Por otra parte, trabajo en una selección de mis fotografías de danza, con la idea de publicar este ensayo en forma de libro, acompañado con textos, poemas en prosa y ficciones breves, ya que también escribo y creo que es parte del mismo proceso. También espero realizar otra muestra con mis trabajos más recientes y otros que nunca fueron expuestos, para finales de este año.