Rodolfo Prantte, en el Prix: “Mi objetivo con ellos es que surj

Cobertura en Villa Carlos Paz/ Por María José Lavandera Rodolfo Prantte es un artista reflexivo. Y parte de ello es su búsqueda de precisión no sólo ante la ejecución en danza –extrema precisión, como pude ver en las devoluciones que hizo durante los ensayos-, sino cuando se habla sobre danza, algo de lo que me hice […]

miércoles, 02 de octubre de 2013 |

Cobertura en Villa Carlos Paz/ Por María José Lavandera

Rodolfo Prantte es un artista reflexivo. Y parte de ello es su búsqueda de precisión no sólo ante la ejecución en danza –extrema precisión, como pude ver en las devoluciones que hizo durante los ensayos-, sino cuando se habla sobre danza, algo de lo que me hice eco en estos días que estoy compartiendo con él, y cuando se explica la danza a los alumnos. Luego de una extensa carrera como intérprete –desde el Ballet Argentino de Julio Bocca hasta la Compañía del Bolsillo de Oscar Araiz y Núcleodanza -, actualmente se dedica a la actuación y a la docencia en un ámbito universitario – es titular en la Cátedra Técnica de la Danza Moderna de la Carrera de Composición Coreográfica-, espacio que habilita la necesaria reflexión sobre el movimiento y una formación integral en arte, algo importante estos días en que el desarrollo físico parece ser preeminente para los estudiantes de danza.

Por segunda vez consecutiva, fue convocado para ser el coach de los participantes a la preselección del Prix, una experiencia a la que busca contribuir también con su enorme simpatía:

R: ¿Cómo es para vos ser coach de este grupo de chicos que aspiran a ser profesionales de la danza?

RP: Es abarcar desde la danza contemporánea la posibilidad de relajar la presión de este tipo de encuentros. El objetivo es que a través de la técnica contemporánea puedan encontrar una expresión propia, ya que esta competencia está más focalizada en la técnica de la danza clásica, ahondando hacia una expresividad que los revele hacia un sentido expresivo también o hacia una ductilidad personal. Trato de ayudarlos, dándoles herramientas e ideas que hacen al movimiento, conservando sus cualidades, su frescura y distenderlos hacia un objetivo más expresivo-natural, ya que son jóvenes entre 15 y 17 años. ¿Quién no es bello a esa edad? Evitando entonces un rictus que produce una intimidación y una presión en relación al significado que para ellos tiene el Prix. Mi objetivo con ellos es que surja la espontaneidad propia de esa edad.

R: Para vos como maestro, ¿qué implicancias tiene para una carrera la posibilidad de participar en un concurso?

RP: A mí me parece que es muy válido desde muchos aspectos. Un concurso también debe ser considerado como un encuentro: vienen estudiantes de distintos países y los participantes pueden tomar clases con docentes interesantes. Así es que se produce un intercambio muy rico. Este encuentro habilita también una evaluación de cada uno, reflexionar sobre las propias fortalezas y debilidades. Existe una posibilidad de medición respecto a lo que ocurre en otros espacios, en otras provincias, otros países. El Prix, por su parte, es una oportunidad y un trampolín muy importante para Latinoamérica, ya que permite obtener becas de estudio a excelentes bailarines para que continúen su formación y encuentren su camino en la danza. No es importante en este concurso el “ganar” como tal, sino participar, ya que opera como una vidriera ante los grandes directores de las grandes escuelas, de las grandes compañías.

Rodolfo Prantte, en acción, junto a sus alumnos en el Prix de Lausanne. Foto: Gentileza Prensa Danzamérica.

Rodolfo Prantte, en acción, junto a sus alumnos en el Prix de Lausanne. Foto: Gentileza Prensa Danzamérica.

R: ¿Cómo ves la escena latinoamericana en danza?

RP: Yo pienso que hay mucho potencial y que hay cada vez mejores bailarines. Eso es lógico y natural, y va a ir ocurriendo a medida que pasa el tiempo. Los cuerpos se van transformando por la alimentación, el modo de vida, la rapidez. Así surgen habilidades que en el siglo del que yo vengo no existían. Hoy día un chico es muy rápido. Sucede que técnicamente son más sólidos en etapas cada vez más tempranas: tienen un cuerpo mucho más ágil, más rápido, con más condiciones. Ahora bien, hay que acompañar eso con un proceso de maduración interna, ayudándolos a hallar un criterio para que desarrollen un pensamiento artístico. Debe haber una intención de acompañar este desarrollo técnico con una reflexión filosófica de sí mismos y de su arte. Pienso que eso es lo que tendríamos que estar ofreciendo para la gestación de futuros artistas: que comprendan que detrás de todo lo que hacen, debe haber una idea. Asimismo, también es muy relevante la consciencia histórica respecto de sus aprendizajes: hay que enseñarles que existe una tradición desde la que ellos comunican. Así es posible gestar una sensibilidad, desde el pensamiento hacia la expresión de lo que uno quiere hacer. La danza no es habilidad física solamente. Hay que acompañar esa habilidad con un proceso formativo para que esa vena artística necesaria para ser bailarines también sea educada y promovida. En este sentido, entonces, es preciso ayudarlos a madurar hacia la comprensión de su propio trabajo, para poder expandirlo en sus máximas expresiones. A tempranas edades se pueden notar algunos artistas intuitivos, pero si esta intuición tiene formación y amplitud, va a abrir un registro mucho mayor todavía.

R: ¿Qué encontrás como esencial para participar en una competencia como esta?

RP: No hay una respuesta a eso. La respuesta la tiene la disciplina misma: qué requerimientos asume en cada momento de su desarrollo. Es muy relativo. Y el arte es muy subjetivo e implica una evolución constante. Ahora aquí hay un tema que es bueno aclarar: el Prix pide determinado perfil y características, pero es necesario comprender que es un punto de vista. No clasificar no significa que no haya un lugar dentro de la danza para ellos. Quienes participamos de este proceso creemos que el Prix es un medio de apoyo muy grande para algunos bailarines, pero también creemos que aquel que no llega al Prix puede seguir buscando y abriendo su camino. En los jóvenes a veces existe algo de una sensación de abismo cuando no son seleccionados, porque todavía no han encontrado su lugar, les falta aún madurar, tienen una gran inocencia y están motivados por “el deseo”, “el sueño”. Pero el sueño también madura. Yo los insto a buscar y encontrar el lugar para cada uno en la danza en el mundo. No tiene que ver con “servir o no servir”, con “ser bueno o ser malo”. No existe eso en el arte: es una subjetividad. Es importante que acompañen a los jóvenes, sus padres, sus maestros, para que, si no son elegidos, no se queden con frustración, sino con una experiencia capitalizada para descubrir otros espacios y hacia seguir perfeccionándose y creciendo.

R: ¿Y qué pensás que los artistas latinoamericanos aportan a la escena internacional?

RP: Bueno, somos diferentes. Es casi un cliché hablar de la pasión de los latinos, pero también creo que hay algo de realidad. Hay en estos países algo más expresivo, más físico, más simpático, más aleroso. No obstante, los europeos también tienen sus especificidades expresivas. Puede suceder que al subirse al escenario puede haber alguna distinción, porque los latinos nos expresamos con el cuerpo ya cotidianamente.

Y respecto de un aporte al mundo artístico, pienso que nosotros aportamos a la danza el caos. Aportamos la auto-gestión, el tesón, el poder, aunque no haya políticas culturales, no haya espacios. Aportamos el sueño, la pasión, el creer. Somos supervivientes más allá de las ausencias. Nos sobreponemos a esas barreras y eso termina viéndose en el cuerpo del bailarín.

R: ¿Qué es lo que más disfrutás de tu actividad como docente?

RP: Lo que más me alegra y me apasiona es que los chicos sean muy auténticos bailando y que tengan ideas. Que a través de la técnica desarrollen un pensamiento. Trato de transmitirles que allí reside la posibilidad de autonomía artística: así lograrán construir una identidad como artistas que les permita ser libres de la técnica o de cualquier espacio, de cualquier punto de vista. Y trato de hacerles pensar que el arte evoluciona, que uno como maestro no tiene ninguna verdad en absoluto, sino sólo un fragmento de una pequeña verdad, con la que ellos podrán armar la suya propia, construida a partir de una serie de diversos aportes. El sentido que más le encuentro al enseñar es este.

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Comenzó ayer la preselección para el Prix de Lausanne en Danzamérica