Sofía Menteguiaga: De Buenos Aires a Flanders

Por Valeria Bula “En la mayoría de los casos uno siente que ni siquiera es uno mismo, es lo que hay adentro, para mí es como respirar, no podría nunca dejar de bailar. Es mi forma de entregar algo”. La argentina Sofía Menteguiaga, actual primera bailarina del Tulsa Ballet, fue contratada por el Royal Ballet […]

lunes, 15 de abril de 2013 |

Por Valeria Bula

“En la mayoría de los casos uno siente que ni siquiera es uno mismo, es lo que hay adentro, para mí es como respirar, no podría nunca dejar de bailar. Es mi forma de entregar algo”. La argentina Sofía Menteguiaga, actual primera bailarina del Tulsa Ballet, fue contratada por el Royal Ballet de Flanders donde se desempeñará como Principal a partir de agosto. “Me enamoré de Antwerp, las callecitas, las casas, todo es muy hermoso”. En el momento de audicionar en Bélgica sucedía algo excepcional: Cuando llegó el momento del adagio, para sorpresa de Sofía, el pianista comenzó a tocar una partitura que no es muy frecuente: concierto número 1 para piano de Tchaikovsky. “¡Se me pararon los pelos de punta!”, esa misma era recreada en cada clase de Olga Ferri cuando niña. Era una señal. En ese momento sintió la sensación que su maestra estaba allí acompañándola, y empezó a recordar sus correcciones y su forma de enseñar ¡inolvidables! para sus alumnos, como el famoso “dulce de leche”, una manera de indicarles la forma en que debían hacer un developpé. Al finalizar la clase, se sentía feliz y con mucha paz. “Lo que me gusta de la compañía belga es que su repertorio incluye varios estilos, en la temporada tendremos solo dos clásicos, el resto es neoclásico”, comenta la bailarina entusiasmada.

En "Age of Innocence", en el Ballet de Tulsa. Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

En «Age of Innocence», en el Ballet de Tulsa. Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

Actualmente, y desde hace dos años, Menteguiaga se desempeña como Principal Dancer del Tulsa Ballet. “De Tulsa me llevo una gran experiencia”. En esta compañía pudo desplegarse a través de diversos roles. Algunos de ellos eran traídos exclusivamente para la bailarina, como es el caso de La dama de las Camelias que hacía doce años no se realizaba en ese ballet; la última vez la había interpretado Daniela Buson, actual maestra de baile del Tulsa Ballet y esposa de Marcello Angelini, director de la compañía. Asimismo, tuvo la oportunidad de trabajar con coreógrafos de vanguardia como es el caso de Wayne McGregor, del Royal Ballet de Londres, con quienes hicieron PreSentient o Edwaard Liang quien montó Romeo y Julieta y La edad de la Inocencia. “Lo grandioso de hacer piezas contemporáneas es que sus creadores están vivos y pueden trasmitirte directamente sus conceptos”. Entre el 3 y 12 de mayo presentará, lo que será su última función con el Ballet de Tulsa, Studio K: Tres coreógrafos invitados (Matthew Neenan, Nicolo Fonte y Ma Cong, residente) coreografiarán obras para los bailarines del ballet. “Cuando crean cosas para vos es lo mejor que te puede pasar”. Entre sus interpretaciones favoritas figuran In the Middle, Romeo y Julieta, La dama de las Camelias y Oneguin.

Inspirándose de Sylvie Guillem, Alessandra Ferri y Julie Kent, a los 15 Menteguiaga comenzaba su carrera internacional en Chile con el Ballet de Santiago, allí trabajó con los más grandes referentes de la danza, como Marcia Haydée. Luego de diez años en el ballet chileno, decidió volver a Buenos Aires, la necesidad de estar cerca de sus seres queridos se hacía imperante. Pero no había concurso para ninguno de los cargos en el Teatro Colón, por lo que acepta de todas formas un contrato de refuerzo. No quería volver a irse del país. Los coreógrafos invitados la elegían para bailar sus obras. Así es como realizó Margarita y Armando, première en Argentina. “Para mí que hice la escuela del Colón y después de estar tanto años afuera, plantarme en ese escenario y que se abriera el telón, (el famoso toro que decía Olga), se me caían las lágrimas”.

En "In the Middle". Foto: Gentileza de Ballet de Tulsa

En «In the Middle». Foto: Gentileza de Ballet de Tulsa

“Esa mujer, (N. de la R.:Olga Ferri) no hay un día de mi vida que no esté conmigo”

Sofía comenzó a estudiar ballet a los ocho en Lomas de Zamora, después de rogarle insistentemente a su madre que la llevara a las clases. Tres años después llegaba a la capital, al flamante Estudio de Olga Ferri y Enrique Lommi. En cuanto se conocieron se entendieron mutuamente. Ferri se dedicó con mucho empeño a transmitirle cada uno de sus conocimientos. “Me dijo: ¡Qué lástima que no viniste acá desde el principio! porque ahora vamos a tener mucho trabajo, vamos a usar muchos meses borrando todo lo mal que aprendiste y empezar de nuevo”. La entrega fue mutua, la bailarina siempre atenta a cada una de sus enseñanzas y confiando cien por cien; trabajaron duro durante cuatro años. “Olga es todo, fue mi maestra, mi familia también. Hizo cosas por mí que… (se emociona). Desde un primer momento me enamoré de ella. No solo me enseñó cómo bailar, cómo mover las piernas, los brazos, me dio lecciones de vida, me trasmitió su amor”.

A los once ingresó al Instituto de Arte del Teatro Colón y allí es cuando tuvo que tomar su primera decisión de vida. Como vivía lejos se levantaba a las 5 de la mañana, iba al Colón después corría al secundario, salía, iba al Estudio de Olga Ferri, llegaba a su casa a las 10 de la noche, comía, hacía la tarea, se hacían las 12, y tenía solo cinco horas para dormir, y así de nuevo al día siguiente. Los bailarines en Argentina y en la región necesitan una escuela integral a donde formarse, como la de la Ópera de Paris, por decir un ejemplo. Es primordial que el sistema escolar los acompañe, siendo que es una carrera cuya vocación se despierta desde muy temprana edad. De lo contrario es muy difícil realizarse en esta profesión y ¡muchos hasta quedan en el camino!.. Durante un año tuvo este estilo de vida agotador, hasta que su mamá preocupada le planteó si era eso – «la danza»- lo que ella quería para su vida. La niña respondió con un determinante sí y dejó el colegio. “Mi mamá me apoyó y confió en mi criterio, que yo con esa edad apenas pude decidir, pero cuando tuve el mínimo de tiempo terminé el secundario”. Lo primero que hizo al llegar a Chile, cuando fue contratada por el Ballet de Santiago, fue el colegio; fue duro, salía tardísimo pero consideraba que era fundamental estudiar. “Es importante, imagináte que sufrís un accidente y no tenés ni el secundario terminado”.

Sofìa baila "La Viuda Alegre". Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

Sofìa baila «La Viuda Alegre». Foto: Gentileza Ballet de Tulsa

La receta de su trabajo es el amor por la danza y por supuesto la disciplina, que asegura no es tan difícil cuando la aprehendés de chica. Hay días que es complicado levantarse y hacer la clase pero ahí es cuando la disciplina viene en su ayuda y el resto del tiempo “trato de pensar lo gratificante que es y la suerte que tengo de poder hacer lo que me gusta”.

Hace dos meses cuando bailaba La dama de las Camelias le ocurrió algo inexplicable. La bailarina se encontraba convaleciente y preocupada porque tenía bronquitis, su tos era incesante y sentía dolor en el pie, producto de una fractura. Cuando llegó el momento de bailar la situación se tornó asombrosa: las musas del arte decidieron que serían ellas quienes saldrían al escenario, el dolor y la tos se quedaban en la coulisse. ¡Ni una vez tosió en diez minutos de pas de deux y el dolor se anestesió por completo! Amor al arte y gusto por lo que se hace, pueden afirmar algunos. “El hecho de subirse al escenario es una cosa tan mágica que yo ni siquiera lo puedo explicar, bailar es mi lenguaje”, concluye.