«Solos al baile»: bailando para encontrarse

Por Estefanía Lisi A las 22.30 del viernes 19 de Julio, una  extensa fila de invitados recorre el hall de entrada del teatro “El Camarín de las musas”. Está por comenzar “Solos al baile”,  una obra de la bailarina y coreógrafa Gabriela Prado. Mientras nos acomodamos suavemente, descubrimos a tres personas escondidas “debajo” de una […]

viernes, 26 de julio de 2013 |

Por Estefanía Lisi

A las 22.30 del viernes 19 de Julio, una  extensa fila de invitados recorre el hall de entrada del teatro “El Camarín de las musas”. Está por comenzar “Solos al baile”,  una obra de la bailarina y coreógrafa Gabriela Prado. Mientras nos acomodamos suavemente, descubrimos a tres personas escondidas “debajo” de una mesa. La palabra va entre comillas porque el mueble no está situado en el piso, como convencionalmente la veríamos, sino que forma parte de la puesta escenográfica de este trabajo (a cargo de la artista plástica Alicia Leloutre), que ocupa un importante papel. Cuelga, enorme y deformada, en la pared, mientras que en la esquina opuesta se despliega una silla, con las mismas características. Interpretamos que quizás estos elementos forman parte del concepto de un bar, de un encuentro, dentro de la idea del baile al que los cinco intérpretes acudirán.

Comienza el espectáculo y una chica se anima a salir de su escondite. Desorientada,  camina y se mueve. Lleva un vestido que baila con ella, y del cual comienzan a salpicar unas manchas rojas al ritmo de golpes musicales, que vemos desparramadas por todo el escenario, dibujadas por un proyector. Luego,  el resto del equipo se le suma y todos se empiezan a conocer. Ataviados con tonos rojos y grises se miran e intentan descubrirse unos a otros. Investigan la ropa de los demás: la sujetan, estirándola, mientras bailan en parejas. El solitario quinto integrante, que va rotando de identidad, imita los movimientos de sus compañeros. Se establecen relaciones, entre la sensualidad y la indudable atracción. Una fila de pajaritos proyectados camina por el techo del espacio.

Luego, hay una serie de quiebres en la música que modifican la línea de la historia: de la tranquilidad e inocencia que presenciamos en la primera parte, ya no queda nada. Comienzan los conflictos: hay una sensación de recelo, envidia y egoísmo que tensa el ambiente. Se desenvuelven unos contra otros, entre tironeos, saltos y golpes. La costumbre de tomarse de la ropa sigue vigente, como si fuera un sello característico de esta obra.

"Solos al baile", una de encuentros y desencuentros. Foto: Gentileza Simkin&Franco.

«Solos al baile», una de encuentros y desencuentros. Foto: Gentileza Simkin&Franco.

Mientras el resto del grupo los observa desde una oscura esquina, los intérpretes desarrollan coreografías individuales, salvajes y arriesgadas. Una de las mujeres pasa a ser marginada: es rechazada y desafiada por los demás. Manifiesta su disconformidad y su rareza en un fuerte, intenso y veloz solo, no apto para cardíacos.

A medida en que la historia se va transformando, también lo hace la potencia de la música (del compositor Carlos Vandera), las luces y las figuras que se proyectan en la pared (manchas rojas que aparentan ser de sangre, el logo de “Solos al baile” y otras imágenes). Estos elementos, aunque llamativos, no configuran un aporte directo a la trama, y a veces provoca que los espectadores pierdan el foco de atención, que debe estar puesto en el trabajo de los intérpretes.

Después del episodio de la chica excluida, todos vuelven a conformar el equipo de bailarines que retratan situaciones, en el centro de la escena. Y así, “Solos al baile” finaliza de la misma manera en que empezó, con un grupo de personas que buscan descubrirse los unos a los otros, representando varias de las más intensas actitudes humanas en una obra de 40 minutos, con una gran cantidad de altibajos que mantienen despierto al espectador en todo momento.

FICHA TÉCNICA

Coreografía y Dirección: Gabriela Prado / Actúan: Carla di Grazia, Carla Rimola, Amaray Collet, Alejo Wilkinson Hassler, Esteban Esquivel  / Iluminación: Matías Sendon / Producción y asistencia: Ana Carolina, Naranjo Rojo /Diseño del espacio: Alicia Leloutre /Dramaturgia y dirección: Gabriela Prado /Música original: Carlos Vandera /Escenografía y muestra de pinturas: Alicia Leloutre /Video: Julia Fisicaro 

CUÁNDO Y DÓNDE

Viernes a las 22.30 hs. – El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960) – Entradas: $70

Jubilados y estudiantes universitarios: $ 50 (presentando acreditación) – Informes: 4862-0655