Una bailarina en plenitud

Por María José Lavandera Quién no recordará aquella variación de “El Romance del Diablo”, de Piazzolla, en la que ella y Julio Bocca se entreveraban como si fueran uno, en un entendimiento artístico perfecto. Es que no cualquier artista sabe dejar huella en el corazón de su público. Y ella es una de las bailarinas […]

lunes, 02 de septiembre de 2013 |

Por María José Lavandera

Quién no recordará aquella variación de “El Romance del Diablo”, de Piazzolla, en la que ella y Julio Bocca se entreveraban como si fueran uno, en un entendimiento artístico perfecto. Es que no cualquier artista sabe dejar huella en el corazón de su público.

Y ella es una de las bailarinas argentinas más famosas y queridas de los últimos años en nuestro país. Una artista ecléctica, comprometida, de una solidez incuestionable, figura con Julio Bocca en su Ballet Argentino por veinte años y partenaire de Hernán Piquín desde niños, Cecilia Figaredo, habiéndose convertido en mamá hace sólo dos meses, está a punto de re-estrenar espectáculo propio – “Boulevard Tango”- en el que se desempeña en el triple rol de bailarina, directora y, en una de las obras, también como coreógrafa. Girará por el interior a partir de este 4 de septiembre no sólo junto a un grupo de siete bailarines, sino también con músicos en vivo: su marido, el contrabajista Andrés Serafini, es el compositor de la pieza musical que encabeza la obra.

Cecilia Figaredo en pleno: en “Boulevard Tango” se desempeña en el triple rol de bailarina, directora y, en una de las obras, también como coreógrafa. Foto: Gentileza Cecilia Figaredo.

Cecilia Figaredo en pleno: en “Boulevard Tango” se desempeña en el triple rol de bailarina, directora y, en una de las obras, también como coreógrafa. Foto: Gentileza Cecilia Figaredo.

Y, como quien no quiere la cosa, parece que Julio, como llama ella al astro argentino, uno de sus amigos más queridos, también tuvo que ver con este lanzamiento. Con dulzura y una gran calidez, ella nos contó:  “En el Ballet Argentino bailamos mucho tango, porque Julio ama a Piazzolla y trabajamos mucho con su música, fusionada muchas veces con Stravinsky, Manuel de Falla. A través de él siempre estuve ligada a bailar coreografías de tango, pero a mí, como música, me gusta desde siempre. Mi tío era cantor, Roberto Florio, y mi tío abuelo político era Osvaldo Pugliese. Mi tía abuela fue la primera mujer de Osvaldo. Siempre estuve muy ligada, pasa que como yo siempre estuve dedicada al mundo del clásico, no tuve tiempo antes. Después me encontré con que dentro de lo mío, de la técnica clásica y contemporánea que yo tengo, podía también incorporar al tango y hacer algo con eso”.

Así empezó a nacer su primer espectáculo propio: “Cuando Julio se retiró, él me dijo que yo tenía que hacer algo mío. Me insistieron mucho, Julio y varios amigos. Entonces con mi marido, Andrés, pensamos la idea de hacer un espectáculo de danza, con música de tango. No un show de tango. Planificamos que fueran cuatro suites: que una fuera de la ‘guardia vieja’, bien tradicional; otra, del siglo XXI, representada por la obra “Boulevard Tango”. Y como un homenaje, hacer una suite de Gardel y una de Piazzolla. Teníamos todo esto en la cabeza y en eso me llama Juan Lavanga, de Asociación Arte y Cultura, el año pasado y me dice que tiene unas funciones para ofrecerme. Y pensé que esa era nuestra oportunidad de armar todo lo que habíamos pensado y llevarlo al escenario. Así, tener la fecha fue lo que me impulsó a finalmente llevarlo a cabo. Andrés convocó sus cinco músicos acompañantes; yo, siete bailarines, y empezamos a armarlo”.

Un ballet, con música que suena a tango. Así es el nuevo -y propio- espectáculo de Cecilia Figaredo. Foto: Franco Trovato.

Un ballet, con música que suena a tango. Así es el propio- espectáculo de Cecilia Figaredo. Aquí, en acción en su función de estreno en 2012. Foto: Franco Trovato.

Las obras a presentarse tienen como autores dos coreógrafos de lujo: “Elegí a Alejandro Cervera para lo que es la parte de la ‘guardia vieja’, que es más tradicional y muy teatral, y para la obra nueva, “Boulevard Tango”, y las de Piazzolla, a Laura Roatta, porque era necesaria una impronta más relacionada con el tango escenario y la danza contemporánea. A mí su lenguaje me gusta y lo disfruto. Por otra parte, la obra de Gardel fue armada entre todos los bailarines. Para mí también fue una experiencia nueva: yo nunca había coreografiado”.

La bailarina

En un momento especial, en que parece que la rodea un renacer de la mano de su bello hijo y de su nuevo espectáculo, a Cecilia parece sonreírle la vida. Se vislumbra en su paciencia, su sonrisa permanente, su simpatía. Así, nos contó, en primera persona, cómo fue eso que pasó para que se convirtiera en una de las bailarinas más importantes de Argentina y que hoy, luego de una trayectoria de más de veinte años, sigue maravillando en los escenarios:

R: ¿Cómo recordás tus comienzos?

C: Con la danza en mi familia no había contacto ni antecedente. Yo siempre pedía de bailar y nunca me daban mucha bolilla de chiquita. Mis papás escuchaban mucha música clásica en casa, ópera y yo me ponía y hacía morisquetas, me hacía la que bailaba, me movía. Hacía más una expresión corporal improvisada que otra cosa. Después, cuando ya era un poquito más grande, a mí me había atraído la serie ´Fama´, ya cerca de los diez años. Me gustaba hasta cómo se vestían, con las polainas. Ahí, tanto luché, que mi mamá me mandó a la Escuela Nacional de Danzas N° 2, porque estaba cerca de mi casa, a cinco cuadras. Mi mamá me anotó y dijo: ‘Esta no va a entrar; si no sabe nada’ (risas). Es muy gracioso, porque en el ingreso, todas las chicas estaban vestidas de medias y mallita, como bailarinas, y yo no tenía nada, entonces mi mamá me había mandado con la malla enteriza de la pileta y descalza. Entré y ahí tuve mis primeras clases. Después empecé a pedir cada vez más: quería clases particulares y me mandó con Josefina Serrano; me encontré ahí con que había chicas que estaban en el Teatro Colón y yo quise entrar también. Mi mamá tampoco tenía idea de nada porque éramos nuevos en el ambiente. Tuve que esperar a los 14 años para entrar a 5° año en el instituto del Colón. Ahí empecé a tomar también clases particulares con Gloria Kazda. En ese momento me encuentro también con Lidia Segni, que fue mi maestra más profesional, la que me dio, más allá de lo técnico, el giro artístico. Descubrió en mí algo expresivo y artístico para dar. Trabajó conmigo mucho eso. Para mí fue mi maestra con mayúscula.

"Yo no era una chica que porque me exigieran, me echaba para atrás", contó Cecilia de su época de estudiante, en la que, dice, fue muy feliz.  Foto: Gentileza Cecilia Figaredo.

«Yo no era una chica que porque me exigieran, me echaba para atrás», contó Cecilia de su época de estudiante, en la que, dice, fue muy feliz. Foto: Carlos Villamayor / Gentileza Cecilia Figaredo.

R: ¿Qué recordás de Lidia como maestra?

C: Lidia para mí fue la mejor maestra que pude tener. Muy exigente. Conmigo era muy rígida. Con el tiempo me di cuenta que ella me exigía porque sabía que yo podía dar. Y yo daba. Yo no era una chica que porque me exigieran, me echaba para atrás. Me gustaba salir cansada, reventada de la clase (risas). Pedagógicamente eso ha funcionado perfecto. Y siempre hizo mucho hincapié en lo artístico y eso me encantaba. A mí me gustaba sentirme bailarina y me insistía mucho con el bailar. Con los años, y cuando ya fui una profesional, más aún valoré esa enseñanza de ella. Yo fui muy feliz en toda mi época de estudiante. En el Colón también lo pasé siempre muy bien. Tengo grandes amigas de esa etapa.

R: Quizás era que estabas tan contenta con lo que estabas haciendo…

C: Sí, yo estaba chocha de la vida. Había esperado tanto, que cuando logré tener las clases de danza, no las largué nunca más. No faltaba nunca, era muy buena estudiante (risas).

R: ¿Y cómo fue el salto a ser una profesional? Por lo que se, ¡no tuviste ni tiempo de prepararte! Fue de un momento a otro. Tu historia fue casi soñada: Julio te vio un día en clase de Lidia y te convocó…

C: Sí (risas). Yo tenía 16 años y estrené en el estadio Superdomo de Mar del Plata, repleto así como estaban todas las funciones de Julio siempre. En aquel momento, el caso era que él había formado el Ballet Argentino, con figuras del ballet del Colón, y quería dos personas jovencitas que no estuvieran allí ya. Me convocó a mí y a Darío Estanga, por habernos visto en clases de Lidia. Fue así: de golpe yo estaba trabajando en una compañía. De golpe me encontré siendo una profesional, tomando mi clase para calentar, los ensayos, aprendiendo coreografías nuevas, estando en un camarín, maquillándome. Las otras chicas me enseñaban cómo maquillarme, me enseñaban todo, porque era la primera vez que vivía todo eso. Era muy chica y de golpe.

R: ¿Tuviste temor en algún momento, tan chica, y con alguien como Julio, que estaba en la flor de su carrera?

C: No, estaba chocha. La verdad que nunca fui de ponerme muy nerviosa y creo que en esa época me ponía menos nerviosa. Los nervios me vinieron más con la edad.

R: Te pusiste más auto-conciente…

C: Totalmente (risas). Me acuerdo ahora de ese Superdomo que explotaba de gente, y no recuerdo tener ningún nervio. Muy desfachatada era. Son más las ganas de estar ahí arriba y disfrutar de estarlo que otra cosa.

R: ¿Cómo te impactaba en aquel momento la fuerza de la figura de Julio?

C: Más que nada, arriba del escenario me impactaba. Artísticamente. Cuando estaba abajo del escenario, era la persona más humilde del mundo. Además, bastante tímido. No sé si habrás tenido oportunidad de verlo ahora, pero está recontra suelto. Pero en aquel momento que él tenía veintipico de años, era súper tímido. Un perfil re bajo, humilde, tímido. Sin duda en él se aplica perfectamente la frase de ‘la humildad de los grandes’ (risas). Siempre fue muy sencillo. Yo me encontraba con ese gigante en el escenario y ese chico tan común, debajo. Tan querible. Yo crecí al lado de él, hicimos tantas giras, tantas cosas en veinte años. Tengo la suerte de ser su amiga. Imagináte si no nos habrán pasado cosas en todo ese tiempo, a mí, a él, a nuestras familias. Yo compartí más tiempo con él que con mi hermano, porque nosotros estábamos todo el tiempo de gira.

R: Además en un momento vos eras su partenaire…

C: Sí, compartís todo. Es como un matrimonio artístico. Yo siempre digo que tuve como dos maridos: Julio, en la danza, y mi marido sentimental, Andrés. Y Hernán Piquín. Otro marido. Tengo tres (risas). Mis dos grandes partenaires.

R: ¡Dos partenaires célebres si los hay! ¿Cómo fue la historia con Hernán?

C: La de Hernán también es una linda historia. Con Julio empezamos a bailar cuando yo ya era grande y conformamos una pareja en que nos entendimos desde el primer momento. A través del trabajo con el cuerpo, en seguida congeniamos bien y nos encontramos más allá de los pasos. Nuestras almas se supieron combinar a través de las obras de un modo inexplicable. Y con Hernán fue lo mismo. Pero a él lo conozco desde que tengo 12 años. Desde las clases particulares. La primera vez que bailamos juntos yo tenía 14 años. Hicimos ‘El Corsario’ en el Parque Centenario. Esa fue la primera vez más pomposa que bailamos. Pero yo bailé con él desde que éramos dos borreguitos y seguimos bailando hoy día juntos. Es una vida entera. Yo a veces lo pienso y no lo puedo creer. Es una vida entera pero siento que se pasó súper rápido.

R: También actualmente sos maestra: ¿cómo sentís este rol? Luego de una vida profesional tan enorme, tenés mucho para transmitir…

C: Ay, sí me encanta. Yo hace casi tres años que doy clase. Sin saberlo, descubrí que me gustaba pasar lo que uno sabe a otros. Yo disfruto mucho las clases y la evolución de las chicas: desde la que más condiciones tiene hasta la que menos. A veces es aún más satisfactorio cuando vos trabajás con alguien que no tiene todas las condiciones y ves cómo va avanzando. Yo disfruto mucho y sobre todo me gusta que ellas disfruten la clase, porque siempre el clásico es como picar piedra. La evolución va tan despacito. Se necesita mucha disciplina y mucha paciencia. Tenés que ser súper trabajador y saber que el resultado no va a venir ‘ya’, sino que más adelante, cuando lo hayas repetido y repetido. A veces se frustran mucho las chicas o no tienen esa paciencia, se aburren y se quieren ir a hacer una danza un poco más libre, en la que mucho más pronto sentís que bailás. Yo trato de que se sientan bien y que no sientan que no van a poder. Yo siempre digo que todos pueden, después subir al escenario es otra cosa, pero sí a sentir los movimientos clásicos en su cuerpo, dentro de las condiciones y los límites de cada uno. A mí me encanta cuando veo que van evolucionando. Trato de darles a todas por igual y trato de dar lo mejor que se: es mi manera de disfrutar de la clase. Fue un descubrimiento, porque no pensé que me iba a gustar tanto la clase.

Empezó su carrera profesional a los 16 años y se convirtió en la partenaire de Julio Bocca, según dice, sin ningún nervio. Foto: Gentileza Cecilia Figaredo.

Empezó su carrera profesional a los 16 años y se convirtió en la partenaire de Julio Bocca, según dice, sin ningún nervio. Foto: Gentileza Cecilia Figaredo.

R: Y desde hace dos meses, se ha inaugurado un nuevo e importante rol en tu vida: fuiste mamá. Siempre pareciera haber prerrogativas para las bailarinas, ¿vos cómo lo viviste?

C: Hasta el cuarto mes, bailé. Con Hernán estábamos haciendo “Freddy” [N. de la R.: El espectáculo dedicado a Freddy Mercury, protagonizado por el bailarín] y bailé. Sin ninguna contraindicación. El médico sólo me dijo que tuviera cuidado. Hernán sabía que yo estaba embarazada, así que si antes me revoleaba dos metros para arriba, ahora me revoleaba uno (risas). Yo me sentí muy tranquila, muy segura, porque sabía que estaba súper cuidada por él y lo disfruté muchísimo. Yo en total paré seis meses, que no hice actividad física. Mi incógnita para después era: ‘¿Cómo estaré de dura?’. Y me encontré con que no fue para tanto. No estoy tan elástica como al principio, no me podía doblar como antes de quedar embarazada, pero con el tiempo va viniendo. Sin embargo, en seguida me puse en forma y me sentí cómoda. La verdad que pensé que me iba a costar más y me di cuenta que no. El rollo pasa más por la cabeza. Cuando hago clase, siento a Mauro en el huevito y él me mira la hora y cuarto y pienso ‘¿Cómo puede ser que con dos meses me mire así, tan atento que parece que me va a corregir?’ (risas). Los chicos se amoldan a todo, la verdad. Va a venir a la gira con nosotros. Es un amor tan inexplicable. Siempre digo que él es mi mejor obra. Yo lo súper recomiendo (risas).

Para no perdérselo..

BOULEVARD TANGO – Gira 2013

4/9 -> Rosario – Teatro El Círculo

8/9 -> Santiago del Estero – Teatro 25 de Mayo

10/9 -> Córdoba – Teatro del Libertador

12/9 -> San Juan – Teatro Sarmiento

14/9 -> Tucumán – Teatro San Martín

Ficha técnica

Bailarines

Cecilia Figaredo / Valeria Celurso / Yanina Rodolico / Micaela Spina / Andrés Baigorria / Hernán Nocioni / Arturo Gutiérrez / Manuco Firmani

Músicos

Bruno Cavallaro (violín), Eva Wolff (bandoneón), Juan P. Gallardo (piano), Germán Martínez (guitarras), Andrés Serafini (contrabajo).

Diseño de iluminación: Leandro Calonge

Coreografías: Laura Roatta y Alejandro Cervera

Dirección musical: Andrés Serafini

Dirección general: Cecilia Figaredo

Management y producción: Juan Lavanga