Una fábrica de magia

Por Melina Sólimo – Tw: @melinasolimo El pasado 7 de diciembre, con dos funciones a sala llena en el Teatro SHA, la escuela de Maximiliano Guerra presentó su espectáculo artístico 2013 inspirado en «El Cascanueces», el cuento navideño que se convirtió en uno de los más famosos repertorios de ballet. Gracias a una historia adaptada […]

viernes, 20 de diciembre de 2013 |

Por Melina Sólimo – Tw: @melinasolimo

El pasado 7 de diciembre, con dos funciones a sala llena en el Teatro SHA, la escuela de Maximiliano Guerra presentó su espectáculo artístico 2013 inspirado en «El Cascanueces», el cuento navideño que se convirtió en uno de los más famosos repertorios de ballet. Gracias a una historia adaptada para la participación de todas las disciplinas que se dictan en la academia, la Fábrica de Arte logró brillar con una escenografía, coreografía y música, a medida de cada alumno.

El cuento comenzó cuando una familia, encarnada por los pequeños alumnos de teatro, se juntaba en una mesa para recibir la Navidad. Mientras, el abuelo se dispuso a leerles un libro que los llevaría de viaje a un mundo de fantasía, donde Clarita recibió de regalo un cascanueces, que cobró vida en manos de Nany Puchi, interpretada por la maestra Gabriela Pucci.

Ovacionada por el público, la docente encarnó al personaje que condujo la historia, ya que Nany guió a Clarita en su aventura navideña a lo largo de toda la función. La fiesta comenzó entre angelitos, mozas, invitados y amigas, interpretados por los alumnos más pequeños de la escuela. Con una ternura única, las nenas y nenes principiantes interpretaron graciosas coreografías, que incluyeron las equivocaciones típicas de la edad, lo que enterneció aún más a las familias espectadoras.

Luego, Clarita se durmió y el clásico sueño de «El Cascanueces» se hizo realidad: los ratones la secuestraron y los soldados pelearon para defenderla. Con música de Michael Jackson, el grupo de jazz le regaló al público unos de los mejores momentos de la muestra. En el marco de una batalla, la original coreografía alcanzó una gran precisión en los movimientos, sin importar la diferencia de edad de los alumnos.

Cabe destacar la interpretación de los artistas principales, ya que Candela Vega y Francisco Pomillo, en la piel de Clarita y el Cascanueces, demostraron un alto nivel escénico y una excelente técnica clásica. Lo mismo ocurrió con Diego Molinas, quien jugó a ser el Rey Ratón, y con los demás bailarines adultos del Premium PBU, alumnos de Pucci, que interpretaron a los regalos que recibió la protagonista.

La primer parte del espectáculo cerró con la llegada de los Copos de Nieve, representados por los estudiantes de danza contemporánea. Luego, la familia narradora de la historia, con graciosas actuaciones, continuó con la lectura del cuento y anticipó que la magia aún no había terminado.

El segundo acto presentó más brillo y color de la mano de Nany Puchi, que invitó a Clarita a disfrutar de las danzas del mundo. Con una presencia escénica única, la maestra de la escuela regaló a los espectadores unos “pasitos” clásicos entre cada cuadro y una sonrisa que iluminaba hasta la última fila.

Foto: Carlos Villamayor.

Foto: Carlos Villamayor.

Confites, gnomos, españolas, napolitanas y odaliscas, deslumbraron con un vestuario y una coreografía típica que hizo brillar a cada uno de los bailarines. Cuando llegó el turno de la danza rusa, el grupo de hip hop fue ovacionado por las destrezas que lograron sus integrantes siendo tan pequeños.

El momento dedicado a los amantes de la danza clásica se hizo presente con los alumnos de Gabriela Pucci, que se destacaron por la puesta coreográfica y la precisión de sus movimientos. El famoso Vals de las Flores dio paso a un despliegue de vestuario y técnica clásica, digno de un ballet profesional. El broche de oro final llegó de la mano de Tamara Barbadoro y Leandro Bustos, bailarines del Ballet del Mercosur, que brillaron con el Gran Pas de Deux del Hada Confite y su príncipe.

La función llegó a su fin y los directores de la Fábrica de Arte, Maxi y Pato, saludaron y agradecieron por todo el esfuerzo realizado. “Gracias por confiar en nosotros y estamos felices por el trabajo que lograron sus hijos”, afirmó Maximiliano Guerra. “Me emociona ver el crecimiento de los chicos”, expresó Patricia Baca Urquiza, la esposa del bailarín.

Foto: Carlos Villamayor

Foto: Carlos Villamayor

La escuela demostró el buen nivel de enseñanza que transmite y demostró que, más allá de la edad y la disciplina que se practique, lo importante es trabajar en grupo y con dedicación. Con un público emocionado hasta las lágrimas, todos los artistas, desde los más pequeños a los más grandes, se llevaron de regalo una ovación y un cálido aplauso.