Haichi Akamine: un maestro de maestros

Haichi Akamine es uno de esos grandes maestros que profundizan en la danza no sólo como un arte, sino como una forma de alcanzar la integridad personal. Aboga por «alimentar la vocación» de sus estudiantes: «Abogo al cambio y desarrollo visual y auditivo, que es construir una mirada particular para ver lo invisible y oír la palabra no dicha», nos dijo. Brindará el miércoles 30 de julio de 2014 un seminario de técnica a las 19, en reemplazo de la clase de Alejandro Totto.

martes, 29 de julio de 2014 | Por Maria José Lavandera

Haichi Akamine es uno de esos maestros cuya sabiduría parece reflejarse en un andar pausado y una sonrisa pacífica. Es uno de los máximos referentes de los profesionales de la danza en Argentina, tanto de la escena contemporánea como de la clásica. Hoy Maestro en el Taller de Danza del Teatro San Martín, es un pedagogo como pocos quedan en la actualidad. Admirado y querido por todos sus alumnos, este mes ofrecerá una joya en Ballet Estudio: un seminario de técnica clásica, que avecina una clase magistral de danza sostenida en su profundo conocimiento de este arte.

Una mirada sutil, cariñosa, imperdible de los aspirantes a bailarines:

R: Luego de una trayectoria tan amplia, ¿qué cree que es lo más importante para el desarrollo de un buen bailarín?

HA: Además de las condiciones básicas conocidas para la profesión, fuerte convicción del camino elegido, mucho trabajo creando consciencia del mismo e, importantísimo, el buen acompañamiento de un maestro/a que les permita desarrollarse en su integridad psico-física y especialmente, ayudándole al descubriendo de sus potenciales ocultos, que siempre los hay.

R: ¿Cuál es el fundamento de sus clases?

HA: Alimentar la vocación, sin ese enamoramiento el placer de estudiar se convierte en un acto penoso. Siempre estimulo al trabajo, que reditúa cuando se realiza con responsabilidad. Abogo al cambio y desarrollo visual y auditivo, que es construir una mirada particular para ver lo invisible y oír la palabra no dicha. Estas condiciones son las que permiten modificar realidades, y fundamentalmente como apertura a crear pensamientos críticos y curiosidad de estudio.

R: ¿Cómo nota a las nuevas generaciones de bailarines?

HA: La mayoría de los bailarines actuales no escapan de la opinión antes expresada. Hay un gran número y una gran demanda, por lo tanto, muchos adelantándose  a sus procesos formativos. En cuanto al uso técnico-académico, hay una gran exposición de habilidades mecánica-efectistas que opacan el discurso sensible del artista.

R: No cualquiera llega a ser un GRAN maestro y usted lo es y muy querido, ¿qué es fundamental en la pedagogía en danza?

HA: Primeramente, yo no soy un gran maestro, soy alguien que se va haciendo en reconstrucción constante. Acepto y niego los saberes adquiridos, recuerdo y olvido lo aprendido para re-aprender lo mismo siempre diferente. Tiene usted mucha razón sobre el cariño que recibo. La relación de aprendizaje alumno-maestro tiene esos lugares comunes, como lo es el afecto. Esto responde a la pregunta sobre la pedagogía: filosofía del aprendizaje fundada en el afecto.

R: ¿Cuáles son sus recuerdos más preciados de su época de estudiante?

HA: Mis años de estudiante estuvieron cargados de ilusiones. Cada día se fortificaba mi vocación, lo cual hizo que ningún trabajo me resultase excesivo. Fui muy feliz.

R: Usted es maestro para profesionales y es referente de algunos de los bailarines más importantes de nuestra escena, ¿qué cree que marca el destino de un bailarín profesional?

HA: Su auto-descubrimiento. En mi caso, como guía, sólo quito lo ríspido de un aprendizaje y los dejo ser.

R: ¿Qué consejos daría a quien busca realizarse como bailarín?

HA: Trabajar con mucho rigor académico y espíritu libre. Encontrar en otras fuentes de saberes respuestas que la sola danza no puede dar. Vivir la danza es una diferencia sustancial que involucra al ser en su integridad.

R: ¿Qué expectativas tiene de su próxima clase el 30 de julio en el estudio de Olga Ferri?

HA: Me siento muy honrado por la invitación de la Sra. Marisa Ferri, dado que no es sólo un espacio físico, es un «Estudio» muy inspirador para mí y una oportunidad de rendirle un humilde homenaje a  quien fuera su creadora, Olga Ferri. Siempre que paso por esa calle elevo la mirada a los ventanales como saludando a quien fuera inspiradora y referente de tantas generaciones, Olga Ferri. He sentido una profunda admiración a la «Bailarina», a esa «Maestra-Institución» irremplazable.

Tomá la clase de Haichi en Ballet Estudio el 30 de julio a las 19!