Bienal y Bienal de Rebote 2015: Juntos a la par

Septiembre de 2015 fue un mes movido para las artes en Buenos Aires. Bienal de Arte Joven tuvo su contrapropuesta: la Bienal de Rebote, que se propuso pensar qué pasa con la lógica del «rechazo» en las artes. Jimena Perez Salerno y Josefina Gorostiza, de la hermosa «Paraje: Das Unheimlich», nos contaron su experiencia en el marco de la oficialidad y el director Marcos Perearnau, la visión de la contraoferta. El resultado: algo así como una cinta de Moebius.

sábado, 31 de octubre de 2015 | Por María José Rubin

Septiembre de 2015 fue un mes agitado para las artes escénicas en Buenos Aires. La Bienal de Arte Joven, que había tenido sus dos primeras ediciones en 1989 y en 1991, regresó en 2013 y nuevamente este año para realizar la tercera y cuarta entrega. La convocatoria, que también abarcó el espectro de las artes visuales, audiovisuales y musicales, recibió numerosas propuestas de danza y teatro. Mientras unas se presentaban en su festival, otras hacían un camino alternativo. Conversamos con Josefina Gorostiza y Jimena Pérez Salerno, creadoras e intérpretes de Paraje das Unheimlich, una de las obras que participaron de la bienal, y con Marcos Perearnau, un joven director de teatro que dio vida a una nueva propuesta alternativa: la Bienal de Rebote.

La Bienal…

El festival de artes escénicas de la Bienal de Arte Joven albergó dos estrenos de danza. El laberinto de la historia fue la propuesta del dúo creativo conformado por Laura Figueiras y Carla Rímola, que en el subsuelo del Colón emprendió un recorrido a modo de visita guiada por los caminos laberínticos de la historia del teatro. Sólida y multifacética, la Compañía de danza de la UNA (ex IUNA) dio vida a personajes míticos que pisaron el escenario, varios metros más arriba, del que fue alguna vez el puerto de entrada para las tendencias artísticas europeas que ponían en movimiento la vida cultural de la región. La conjunción de recursos audiovisuales, música en vivo, relato y, desde luego, danza, dio profundidad a este laberinto que, además de un camino fue también un intrincado collage en el que dialogaron la ficción y la historia, el pasado y la actualidad.

También creada a cuatro manos, Paraje das Unheimlich opta en cambio por una escenografía concisa, un vestuario monocromático, y una puesta coreográfica con efectos bidimensionales que logran, en conjunto, un gran impacto visual. Sus creadoras, directoras e intérpretes, Josefina Gorostiza y Jimena Pérez Salerno -que contaron con tutoría de Gustavo Lesgart – despliegan una capacidad cronométrica para habitar el espacio y ajustarse a los requerimientos de una pieza que no admite desprolijidades. El nombre de esta obra –en cartel a partir del 5/11/2015 en el Espacio Callejón (Humahuaca 3759, CABA – todos los jueves a las 21 hs–, invoca tanto a un lugar indefinido como al fenómeno de lo siniestro descrito por Freud, y es una buena síntesis de lo que la obra desarrolla. Ese espacio, delimitado por una columna y un banco, está también hecho de todo lo que estos dos elementos ocultan, todo lo que queda fuera de la vista y que, por lo tanto, permite dar vida a un repertorio de efectos que ponen en juego el fuera de campo de la escena, casi como si la viésemos a través de la lente de una cámara cinematográfica. “Hay algo del tiempo que el cine logra”, nos cuenta Jimena, “que aunque en vivo no podamos hacerlo, está bueno tener la referencia y hacer el intento y ver qué se puede hacer, como el extrañamiento con el tiempo o con ciertas imágenes. Por ejemplo, trabajamos el efecto del fotograma que falta, y confiamos en que, por más que se sabe cómo lo hacemos, hay algo que sigue funcionando. Aunque el truco sea obvio o sea simple, seguís viendo el efecto”.

Paraje Das Unheimlich: Jimena Perez Salerno y Josefina Gorostiza, en una indagación del espacio escénico, a través de una exploración de los puntos ciegos. Foto: Gentileza.

R: ¿Cómo surgió la idea para la obra y la posibilidad de trabajar juntas?

Jimena: Nosotras trabajamos juntas dando clases, en el proceso compositivo de Villa Argüello y estábamos terminando al mismo tiempo la Licenciatura en composición coreográfica en la UNA, entonces nos juntamos para hacer la tesis. Así empezó.

Josefina: El tema fue apareciendo mucho después, hicimos improvisación, y apareció algo que nos empezó a capturar.

Jimena: Trabajamos con una asistente, porque al estar ahí adentro necesitábamos también otra mirada para entender qué íbamos generando. Es un mundo grande, empieza en nuestro parecido y de ahí va viajando hacia un imaginario mucho más amplio.

R: ¿Qué herramientas les aportó la carrera para la práctica compositiva?

Jimena: El tiempo, la permanencia en ese lugar, el paso por las materias troncales de composición, es muy valioso. A la par fuimos haciendo otras cosas y en un punto la carrera la vas armando con todo eso, con los vínculos, con la gente con la que trabajás, con las puertas que te abre, los docentes que conocés que quizás te llaman para sus proyectos. Respecto del material compositivo, las pruebas que uno hace en el aula, el trabajo, te van fogueando, generando curiosidad, imaginario.

Josefina: Lo que más me interesó de la UNA fue el encuentro con otros, que haya muchos haciendo lo mismo, encontrarte con los que están más cerca tuyo, conectarte y laburar con ellos. Todo eso también va armando eso que después volcás en el escenario. El encuentro con el área de investigación sobre danza, saber que se genera teoría, porque en un estudio de danza no se habla de ciertas cosas que en la UNA sí, y eso es muy enriquecedor.

Jimena: Terminar la carrera y hacer la tesis juntas estuvo genial, y hoy nos trajo hasta acá: poder terminar el trabajo, hacerlo, presentarlo, llevarlo a una instancia profesional, es buenísimo.

Josefina: El basamento teórico que había que presentar como tesis nos sirvió mucho. Había que encontrar algo y eso nos ayudó, no se nos fue por otro camino, después sirvió para la obra.

Jimena: También en la instancia de exposición del trabajo las devoluciones del jurado nos alentaron un montón a presentarnos a Prodanza, nos alentó a seguir.

Josefina: Apareció mucho material de literatura, de cine, pero el texto de Freud vino a justificar casi muchos procedimientos intuitivos, cosas que estábamos trabajando en los ensayos. No queríamos caer en el imaginario del terror, entonces lo siniestro venía a salvarnos de ese cliché, porque es más ambiguo y nos ayudaba a no caer presas de eso.

Jimena: También era hacernos cargo de lo que iba surgiendo y de lo que el trabajo finalmente era. Ir para ese lugar, no querer torcer algo que emerge solo y que es parte de nuestra creación, hay algo de una renuncia de lo que no fue, había escenas que nos gustaban y las tuvimos que sacar, es un trabajo de desapego.

Das Unheimlich: en alemán, "lo siniestro". Foto: Gentileza.

Das Unheimlich: en alemán, «lo siniestro». Foto: Gentileza.

R: ¿Cuáles fueron los desafíos de dirigirse a ustedes mismas?

Jimena: Hay algo de la dirección, y de pedirle al otro, que acá te lo perdés. Es otra cosa, que está buenísima también, ver al otro como si fueras vos, son caminos interesantes. El tema de estar adentro y afuera tiene eso, que cuando sos intérprete vas a los ensayos, te ocupás de la cuestión creativa y de investigar, el director se encarga de organizar los ensayos y la agenda, y después la gente de producción se encarga de lo suyo. Nosotras estábamos haciendo todo, ir a los ensayos a poner el cuerpo, dirigir, rendir cuentas, si bien teníamos a Camila Zapata que nos ayudaba, pero todo pasaba por nosotras.

R: ¿Cómo vivieron la producción de esta primera obra?

Josefina: Fue intenso pero en el marco de la Bienal no te tenés que volver loco buscando la sala, hay muchas cosas resueltas. Laburamos un montón igual, pero menos de lo normal.

Jimena: Hacer todo absolutamente independiente es muy cuesta arriba, acá teníamos un campo bastante ganado, saber dónde vas a estrenar, el apoyo económico, la contención de saber que hay gente que te responde desde esa plataforma, en ese sentido la bienal está buenísima y funciona muy bien.

La contrabienal

Mientras transcurría la Bienal de Arte Joven, se desarrollaba una propuesta alternativa: la Bienal de Rebote. Diseñada como un salón que se dispuso a recibir numerosas propuestas que no quedaron seleccionadas para la Bienal de Arte Joven, esta nueva instancia para la presentación de obras escénicas fue también un ámbito de diálogo y reflexión. Llevada adelante por Cecilia Blanco, Fiorella Cominetti, Sol Correa, Melina Marcow, Marcos Perearnau, esta contrabienal contó con la participación de Preterición, de Cristian Steven Meneses y Andrea Lucía Vergel, y de Sexo De vil, de Elias Miguez. Lo rechazado rápidamente arma hermandad”, comenta Perearnau, uno de los ideólogos de la iniciativa, “o se asocia de alguna manera, pero nos interesaba que esa asociación no trabajara en función de cierto rencor hacia ese otro que no lo reconoce, sino desviar el sentido, transformar la frustración en algo productivo, revisar cómo estás pensando el medio para que esto te genere frustración, para qué te presentaste, qué esperás de ese otro, por qué necesitás que tu reconocimiento pase por esas instituciones.»

R: ¿Cómo se originó la propuesta?

Marcos Perearnau: La primera parte, dedicada a proyectos, surgió de una idea mía a la que se sumaron varias personas en el diseño y la difusión, y después con Meli (Marcow), que estaba abriendo en ese momento un espacio que se llama «La postura», continuamos trabajando para hacer la bienal de obras terminadas en la misma época que la Bienal de Arte Joven, lo cual implicaba un esfuerzo de producción más grande. Me interesaba trabajar sobre la forma escénica de presentación de un proyecto, me parece que ahí ya hay una obra y que hacerlo les iba a dejar a los que venían a participar otra forma escénica que podía volverse un recurso y no quizás como algo perjudicial, sino que puede ser más interesante que la misma obra, o que es una otra forma de presentarla. Esa narración, que en general en la mayoría de las obras queda afuera, integrarla a lo que se ve: producción, cómo fue hecha, quién es el equipo, qué pretensiones tenían, de qué va la obra, me parece que merece ser visto y compartido.

MP: Esa primera instancia se estructuró en tres ejes: que existen otros modos de reconocimiento, otras formas de asociación y otros modos de circulación. A partir de eso organizamos mesas a las cuales invitamos a exjurados y a una jurado de artes visuales, que narraron su experiencia para romper ciertos fantasmas, saber quién es ese que está ahí, saber cómo se elabora un proceso de selección de obras, entender que del otro lado hay personas e intereses, también. El trabajo fuerte era componer juntos otra manera de asociarse, porque en general uno queda solo con la institución que te rechaza o te acepta, y eso te deja muy desvalido. En cambio, juntarse implica cierto empoderamiento del medio, pensar en un medio y no tanto en individuos, porque con esa unidad creo que es como se puede cambiar algo”.

Bienal de Rebote: re-pensar y cuestionar el rol del "rechazo".

Bienal de Rebote: re-pensar y cuestionar el rol del «rechazo».

R: ¿Cuál es el saldo de esta primera experiencia?

MP: Se crearon muchas afinidades, conocimos personas, artistas que se acercaron a la propuesta, tratar de colaborar en qué podemos ayudar: todo aquel que hizo o está haciendo una obra ya tiene recursos de contactos, de experiencia, información, un lugar, y hace falta mucho menos de lo que parece, no es que para hacer una carrera hay que ir a determinada bienal.

Yo había presentado con una obra en la edición anterior de la bienal y quedamos. En esa oportunidad tuvimos reuniones y comentábamos la diferencia abismal entre la plata que le daban a las obras terminadas respecto de los proyectos, y hubo una idea que era repartir los premios, que nadie “gane”, ¿por qué pensar en un ganador? Participar de la bienal, tener visibilidad, porque ¿quién piensa que eso es ganar, que haya un solo ganador? Es muy individualista pensarlo como una competencia.

Una de las cosas que nos preguntamos fue ¿de quién esperás reconocimiento? Si esperás reconocimiento de aquello que te rechaza, estás en el mal camino. ¿Por qué no empezar a reconocer a aquellos que te reconocen? En ese sentido, la Bienal de Rebote implicaba un primer gesto de sinceridad, porque es hacer público que habías “rebotado” en la Bienal de Arte Joven. Es políticamente jugado, y de los muchos que se presentaron y fueron rechazados quizás no lo dicen porque sienten que hicieron algo mal, o que no está bien ser rebotado, en lugar de pensar que quizás no están haciendo algo que interesa a determinado jurado, por ejemplo.

R: ¿Hay planes de una Bienal de Rebote 2017, para la próxima Bienal de Arte Joven?

MP: La Bienal de Arte Joven fue la ocasión en la que emergió, en ese momento fue su rebote, pero se propone como una causa que fuimos entendiendo a medida que avanzamos con el trabajo, y la causa se activa cuando sucede esta situación de no reconocimiento; son causas de un medio, causas políticas de un sujeto que es una comunidad.

Debate y danza en la Bienal de Rebote, un espacio de socialización y acción. Foto: Gentileza.

Debate y danza en la Bienal de Rebote, un espacio de socialización y acción. Foto: Gentileza.