Ensayo: Equilibrio y desequilibrio, dos tensiones en la danza

En el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), la artista e investigadora Claudia Gómez Luna dirige el proyecto de investigación titulado ‘Transitando lo moviente’, con el objetivo de problematizar y repensar algunos conceptos que lideran la pedagogía de la danza.

lunes, 19 de febrero de 2018 |

La danza tiene múltiples conceptos que se ven como opuestos pero no son antagónicos. Es necesario adscribirlos como una totalidad en constante cambio. Sobre este punto, y cómo abordarlo desde la enseñanza, se trata una investigación elaborada por docentes de Danzas del Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA).

La imagen de la bailarina de danza clásica sobre las puntas, cuya base de sustentación es mínima, ha favorecido la idea de sólo “algunos”,  alejándonos de la posibilidad de un “todos” que accionen en pos de obtener el equilibrio.

Este es el punto de partida de un ensayo, que se desprende de una investigación profunda que un equipo de docentes de Danza Contemporánea abordó durante dos años.

Claudia Gómez Luna dirige el proyecto de investigación titulado Transitando lo moviente y, a partir de un seminario sobre epistemologías abiertas, volcó en un texto parte de lo investigado junto a las profesoras Fernanda Gómez Murillas y Nora Costanzo. Las investigadoras son artistas y docentes en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), una universidad provincial de arte, ubicada en General Roca, Río Negro, que lleva más de 30 años de trayectoria en el campo de la formación artística.

«Muchos de los bailarines tensionan para lograr este equilibrio aferrándose sólo al arriba, y hasta practican largas apneas con el fin de eternizar este preciado momento. Desatienden al abajo, a la expansión y movimiento que nos provoca la respiración y la visualización de un adelante que estrecha la espacialidad, limitando las múltiples relaciones de estar y estar en relación a otros. Aceptar las diferencias para fomentar un diálogo íntimo y compartido con lo circundante. Con-vivir para con-centrarnos en un correlato que nos con-mueve», señala Gómez Luna en su ensayo.

Las investigadoras proponen asumir las contradicciones y dejar de ver lo opuesto como antagónico, sino como complementario, puesto que «posibilitará transformar nuestra mirada crítica hacia una mirada dialógica. Desde esta mirada el análisis se hace de la totalidad, totalidad que está siendo y fluye en permanente cambio».

En ese sentido, parte de definir el equilibrio y el desequilibio y atender otras cuestiones como el intervalo, la pausa y la quietud como generadores de nuevas posibilidades.

A modo de ejemplo, refieren: «Los niños al caer  no se lastiman, como le puede suceder a un adulto, no tienen miedo a la caída, y eso lo que justamente les reducen las posibles lesiones. Su adaptabilidad y práctica en el presente les permite totalizar y vivenciar el ahora como aprendizaje continuo. Aceptar el “error” que supone nuevos caminos en marcha. Dejarnos sorprender en cada acción, promoviendo la atención, la escucha y  la curiosidad para resignificar lo moviente».

La idea, entonces, es aceptar el des-equilibrio para permitir que lo desconocido, el des-borde, la intuición, el movimiento de las partes y el todo actúe para vivenciar el equilibrio des-equilibrado.

¿Cómo se hace?

La idea, interesante por demás, requiere necesariamente replantearnos pedagógicamente las clases, permitiendo que el alumno  participe de manera activa, haciendo efectiva la flexibilidad, el feed-back y la reflexión conjunta. Profundizar y ampliar el campo de la conciencia de nuestro accionar cotidiano. El conocimiento se da siempre en un contexto relacional, conocemos cuando observamos.

En este sentido, además, la propuesta metodóligca abarca conceptos ontológicos de la teoría de estructuras disipativas de Prigogine, el concepto de rizoma de Gilles Deleuze y varias propuestas de Claudia Perlo.

Por ello, la investigación propulsa la «interdisciplinariedad para potenciar otra manera de pensar».

«Tenemos técnica, la directriz de lo correcto, quizás tendríamos que replantearnos el método, El cómo, para atender a los procesos en contínuum, atendiendo a lo real de cada uno (todos) los des-equilibrados de la danza-vida.

Sucede que, la producción de una nueva danza “contemporánea” que atiende a las complejidades ontológicas, necesita de un lenguaje que no tiene y es allí que recurre a otras ciencias para poder explicar, alcanzar, lograr, intentar, reflexionar en relación a lo moviente.

Nos urge diseñar un vocabulario flexible y abierto atendiendo a los artificios que somos, que significan en un instante y muta al siguiente, atendiendo a las subjetividades de/los hacedor/res, del/los observadores.

Atender a la quietud como generadora de nuevas posibilidades. Intentar el vacío para que ocurran otros llenados.

Lo que se busca es abrir, ampliar y complementar los paradigmas hegemónicos existentes para darnos cuenta que el movimiento sutil y certero e integrar diversas perspectivas para comprender la compleja realidad holográfica en la que estamos inmersos. Dejar de lado las “partes” y hablar de “sub-totalidades”. Lo que afecta a una parte afecta al todo.

Te invitamos a descargar la investigación entera en este link!

Agradecemos a la periodista Denise González Eguilior, de IUPA, por esta nota.