Herman Cornejo: Volver

En el marco de la «Gala Mundial de Ballet», el bailarín argentino anticipa su anhelada llegada al Teatro Colón y que coronará este año con «La Bayadera», junto a Ludmila Pagliero, Etoile del Ballet de la Opera de Paris, y al Ballet Estable.

viernes, 02 de septiembre de 2016 | Por Maria José Lavandera

De un modo que pareció casi intempestivo en las vidas de los adeptos al ballet, el Teatro Colón anunció que este próximo domingo 4 de septiembre de 2016, a las 17 horas, mostrarán su arte allí -junto a una selección de miembros del Ballet Estable, quienes interpretarán “Por vos muero”, de Nacho Duato- algunos de los bailarines más renombrados de la actualidad, en un espectáculo que se ha dado por llamar la “Gala Mundial de Ballet”. Participarán miembros del Ballet de Hamburgo – Ana Laudere y Edvin Revazov-, Royal Ballet -con Marianela Nuñez, acompañada por Federico Bonelli y Alejandro Parente-, del Ballet de Stuttgart -con la virtuosa española Elisa Badenes y el mexicano Pablo von Sternenfels– y Laura Hecquet y Mathieu Ganio del Ballet de la Ópera de París. Y coronan este evento Alessandra Ferri y Herman Cornejo, quienes traen dos de las piezas que marcan su ya célebre partnership: “Le Parc”, de Angelin Prejlocaj y “Rhapsody”, de Frederick Ashton.

Es toda una ocasión, no sólo por el nivel de los bailarines invitados y sus compañías respectivas, sino porque marca el regreso de una de las grandes divas de la danza del siglo XX, la Ferri, al escenario del Colón, permitido ello gracias al desarrollo de una pareja artística que constituyó desde hace varios años con Cornejo, una de las grandes estrellas – aunque a él poco le gusta ese mote- de la danza de Argentina en los escenarios internacionales.

Con su perfil bajísimo, su sonrisa fácil y cordial, Herman se confiesa poco interesado en los «fuegos artificiales» de la fama que acompañó su desarrollo. Hoy busca fundamentalmente encarar sus proyectos propios -además de sus roles en el American Ballet Theatre-, encontrar espacios de crecimiento artístico y, como él dice, “devolver” algo de todo lo que ha recibido a lo largo de una carrera de la que está, ante todo, agradecido. “Porque es hermoso hacer siempre lo que te gusta”, exclama. Y volver a pisar el escenario del Colón es para él fundamentalmente una oportunidad de compartir en un lugar al que siempre anheló volver.

R: ¿Qué significado tiene para vos hoy el Colón, como profesional?

HC: Es como una deuda, más que un por qué artístico. Del hecho de haber crecido en ese teatro y no haberme podido realizar como artista allí. Cuando chiquito, todas las estrellas que yo conocía estaban en el extranjero. Tanto Julio [Bocca], como Maxi [Maximiliano Guerra] o [Vladimir] Vasiliev, que fue muy grande en Argentina. En particular ellos tres me marcaron muchísimo y da la casualidad que los tres hicieron una carrera anclada en el exterior. Yo crecí con esa idea, con que la escuela se hacía en el Colón y después para poder crecer, había que irse a otro lado. Volver al Colón es una deuda respecto de ese mecanismo. Es una deuda bailar en mi teatro.

R: Lo sentís tuyo, propio…

HC: Sí, propio.

R: Cuando estudiabas, tenías posibilidades de ver las funciones y, como alumno destacado, de participar de ellas también.

HC: Yo creo que eso fue lo mejor de mi época. Que el Instituto estaba en el Teatro y que teníamos la posibilidad de trabajar en un ambiente que tenía esa energía de los artistas presentes y pasados. Hay algo especial de estar en el marco de la historia que se forja en un lugar. No es lo mismo hacer clase en un estudio donde no ha pasado esa gente. No deja la misma sensación. Es como cuando uno se pone un traje. Las chaquetas de Romeo [de ABT] han pasado por tantos bailarines que uno se las pone y hay una sensación especial, que no se siente cuando son nuevas. Es otra sensación.

Herman Cornejo y Alessandra Ferri, ensayando "Romeo y Julieta". Ph: Lucas Chilczuk / American Ballet Theatre.

Herman Cornejo y Alessandra Ferri, ensayando «Romeo y Julieta». Ph: Lucas Chilczuk / American Ballet Theatre.

R: Como un legado que se transmite…

HC: Algo así. Esa es la sensación de haber hecho el Instituto en el Teatro Colón y poder ver todos los días a estos bailarines tan consagrados y en aquel entonces a quienes estaban estables, como Raúl Candal, Silvia Bazilis, que fueron también educados en ese espacio.

R: En noviembre, vas a poder actuar en pleno junto al Ballet Estable. Vas a poder compartir el escenario con la compañía entera.

HC: Digamos que noviembre es lo que siempre soñé. Poder bailar con el Ballet Estable del Colón y de alguna manera poder sentirme parte de ellos, que son mis compañeros del Instituto. Creo que esa es la meta, poder no solamente bailar en el escenario – en el que ya he bailado en algunas galas y esta vez, con Alessandra [Ferri]-, sino también estar envuelto en la compañía. Será otra cosa. Es lo que yo más espero.

R: ¿Qué esperás de bailar con Ludmila Pagliero en esa ocasión?

HC: Creo que bailar con Ludmila va a ser muy espontáneo. Creo que los dos somos muy así, de aprovechar los momentos. Creo que será como mirarme al espejo, porque somos bailarines que de alguna forma… Como que los dos fuimos a construirnos a un lugar donde quizás a lo mejor “podría no haber pasado”, pero pasó. Y hoy estamos consagrados finalmente a un hermoso nivel en nuestras compañías. Hemos hecho una gran carrera a ojos de muchos, pero nos ha costado llegar a Argentina, a la inversa. Por eso siento que será mirarme al espejo. Luego de tantos años, por fin tenemos esta oportunidad de volver a bailar [al Teatro Colón] y juntos, y después de tantos años en que se han invitado a tantos bailarines del mundo a bailar allí. Pero nosotros no lo vemos con resquemor, sino con agradecimiento. Apenas surgió la invitación, los dos corrimos a aceptar y pensar qué bueno que nos tocó. Será muy especial.

R: La Gala Mundial de Ballet tiene la paradoja de que sus figuras fundamentales son argentinos, a mi modo de ver. Marianela Nuñez y vos, los bailarines clásicos más renombrados de la actualidad, en el marco de una serie de personajes muy importantes en que se destacan.

HC: Creo que es nuestra posibilidad de mostrar aquí algo de lo que venimos trabajando hace tantos años en muchos lados del mundo. Es un poco capcioso para entender. No por ser argentinos somos locales, pero de alguna forma sí, porque representamos en ‘ese mundo’ algo de lo que en Argentina surge. Es lindo que el público argentino vea que lo que hacemos para representar a nuestro país tiene un nivel y un reconocimiento internacional. Esperamos honrar esa tradición, de algún modo.

Herman Cornejo agudiza su rol como maestro. Gentileza.

Herman Cornejo agudiza su rol como maestro. Gentileza.

R: A tu generación de bailarines salidos del Instituto parece que le hubiera sucedido un arco: se separaron todos muy jóvenes buscando sus horizontes y ahora pareciera que este año, vuelven a unirse varios de ustedes en este escenario. Debe ser emocionante.

HC: Es lindo ver cómo la vida te lleva por otros caminos y luego te vuelve a unir. Amigos, compañeros, gente conocida, familiares. Hay bailarines que han decidido quedarse en Argentina y han hecho su carrera en el Teatro Colón, lo cual es genial y no es ni mejor ni peor que nuestro caso en ningún sentido.

R: Ojalá que la presencia tuya o de Marianela motivara también que se valore cada vez más esta forma de arte, que el Ballet del Colón tuviera más funciones, más nutrido su repertorio, porque lo pone en una suerte de candelero internacional…

HC: Yo espero que sí. Espero que los bailarines estables no sientan que nuestra presencia afecta la cantidad de espectáculos que ellos debieran poder bailar, sino que venimos también a tratar de aportar. Nosotros también salimos de ahí mismo. Que hayamos tomado otra decisión de carrera no significa que venimos a irrumpir, sino a disfrutar de ser uno más mientras compartimos escenario, ensayos, clases. Espero que justamente por eso, los directivos del Colón entiendan que el Ballet Estable necesita más espectáculos para seguir desarrollándose y que los bailarines que se forman y deciden hacer carrera en Argentina tengan su espacio y su reconocimiento local e internacional. Imagino que Maxi querrá más espectáculos de los que recibe de la dirección del teatro. El talento está, tanto en profesores como en alumnos. El espacio también, porque doy fe de que no hay mejor teatro en el mundo que el Teatro Colón en el sentido de su infraestructura. Es uno de los más bonitos, además. No veo más que cosas positivas que pudieran pasarle a este teatro; el problema es que no se ve con esos ojos.

R: El Teatro Colón creo que debiera convertirse en un teatro de sus cuerpos estables y no en un espacio que se use para todo tipo de eventos y de cualquier manera y que “cuando quede tiempo”, se programen a los cuerpos estables…

HC: Es que el Teatro Colón tendría que verse como un espacio cultural ante todo, no solamente como un espacio de entretenimiento. Es un lugar que tiene la obligación de ser un epicentro para el desarrollo cultural. Hay mucho público de ballet y danza, no alcanzan quince funciones. Esa es otra de las cosas: para qué poner quince funciones con precios altísimos, en lugar de cien con precios más accesibles…

R: Ahora que estás ejerciendo mucho más como maestro -parece ser un rol que toma cada vez más protagonismo en tu vida-, me parece especialmente interesante que, en el marco de ser consciente de estar ofreciendo «masterclasses», ponés particular énfasis en la importancia del descubrimiento personal, del desarrollo de un lenguaje propio, en la elaboración artística…

HC: Creo que me nace naturalmente dar ese tipo de charlas, por lo general cuando se termina la masterclass, porque yo no doy la clase como maestro -no creo que le pueda enseñar a alguien cómo bailar; creo que hace falta nacer con una vocación para ser maestro-, sino como bailarín. A Dios gracias mis maestros sí lo tenían -Tupin, Katty Gallo, Raúl Candal-. Pero yo me siento más una vía para ofrecer por lo que yo pasé y abrir el camino para [convertirse en] artistas. Y da igual el nivel que tengan en su danza, [el objetivo es] que puedan llevarse ese énfasis en lo que realmente es la danza como arte. No es agarrarte de la barra y hacer los pasos. Hay un trasfondo de emociones, respeto, cariño por lo que estás haciendo -que también se transmite a aquellos con quienes trabajás, tus compañeros, tu partenaire en cada ocasión-. Trato de ofrecer lo que viví, lo que vivo, lo que recibí y lo que dí y sigo dando. Eso es lo que me gusta transmitir.

R: Estuviste también nutriendo tu faceta como productor y programador -al unísono también, con Alessandra Ferri en sus espectáculos conjuntos-. Desde tu experiencia, ¿qué aprendiste de los aspectos más relevantes a la hora de montar un espectáculo propio? ¿Qué es para vos esencial a la hora de un montaje, de elegir coreógrafos, de «mostrar» a través de la danza? Uno de los que tuve oportunidad de ver, TrioConcertDance, en el Joyce Theater en Nueva York, me resultó interesante pues escapa a la danza clásica per-se; es un espacio abstracto, con líneas argumentales muy finas y ambiguas, ancladas en lenguajes contemporáneos.

HC: Creo que en esta nueva etapa de afrontar proyectos y actuar como director y co-productor de estos eventos, es poder decidir qué mostrar. Lo que yo quiero mostrar es la interpretación a través del movimiento. Hoy más que nunca pretendo que los públicos no se olviden de eso. La técnica de la danza evoluciona tanto, que los gustos empiezan a cambiar y son desarrollos que terminan por deformar la danza como arte. Ya se ha hablado mucho de esto, pero se ha llegado al límite en que la acrobacia llega a ser casi lo más importante. El hecho de poder decidir qué quiero presentar me motiva porque vuelvo a mis raíces, a plasmar en el escenario una ‘otra cosa’. No es el show-off. Para mí el verdadero show-off es que alguien se haya involucrado emocionalmente con ese arte que vio. Es sentir que he traído a esa persona a mi mundo en lo que yo quería interpretar, así sea una coreografía neoclásica o moderna abstracta. Por otra parte, creo que co-producir me ha enseñado a cómo ser un director. Es un aprendizaje constante. Como bailarín uno siempre piensa la parte artística, pero como director hay muchísimas otras responsabilidades: lo financiero, lo burocrático, el vínculo que se genera con los bailarines. Son muchas decisiones.

TRIO ConcertDance: Alessandra Ferri, Herman Cornejo, Bruce Levingston. Ph: Lucas Chilczuk.

En TRIO ConcertDance, espectáculo creado con Alessandra Ferri y el pianista Bruce Levingston. Ph: Lucas Chilczuk.

R: ¿Es una linda responsabilidad para vos?

HC: Sí, me encanta, porque creo que está basado en lo que también decía de las masterclasses. Estar vigente en el escenario me da pie para decir cosas, con un sentido muy real. Yo también lo estoy pasando. Muchas veces hay directores a los que se los olvida qué les pasaba a ellos cuando eran bailarines. Al ser yo todavía un bailarín en actividad, no se me olvida lo difícil que es, lo que te gusta escuchar, lo que necesitás escuchar y de qué manera, en el momento adecuado. Es lindo poder hacer el rol de director siendo bailarín.

R: Si mirás para atrás a aquel muchacho que ganó la medalla de oro en el Concurso Internacional de Moscú a los 16, ¿qué te imaginabas para vos en aquel entonces?

HC: La verdad, yo siempre me sorprendo de haber ganado el primer puesto en ese concurso. Siempre fue una admiración de decir: ‘Guau, me gané el primer lugar’. Sin embargo, nunca dudé que podía lograrlo. Y no estoy hablando del premio. Sí sabía que iba a ‘lograrlo’ en términos de hacer mi carrera en la danza. Fue una seguridad que tenía en el interior, pero salido de que sentía que tenía mucho para transmitir, para dar. Es una sensación de ser artista, de estar en el escenario y … la verdad que no sé cómo explicarlo. Es algo muy lindo, muy espiritual, que me cuesta encontrar palabras para describirlo. No sé si se le pueden poner palabras a la danza.

R: Interesante pensar cómo las palabras se intersectan con la danza. Yo a veces pienso esto: como me encuentro en la situación permanente de ponerle palabras a la danza y a veces me cuesta encontrárselas, creo que hay ocasiones en que lo único que aplicaría es una construcción poética. No aplica ni una descripción ni una explicación ni una argumentación para dar cuenta de lo que sucedió en un espacio artístico determinado, y «pongo palabras» bajo la absoluta conciencia de que no estoy ‘reflejando’ nada, sino construyendo, en otro lenguaje, bajo la inspiración de lo que la danza dejó en mí.

HC: Intento pensar qué es para mí esa conexión con la danza y la interpretación de algún modo más poético, entonces… Pienso que es como tratar de separar entre ‘la danza’ y ‘mi vida’. A lo mejor la pregunta similar para quien no es bailarín sería sobre qué piensa de estar vivo. Para mí es eso bailar. Es estar vivo. No sólo bailar, sino el estar en el escenario.