Técnica de Puntas: Aunque trabajo específico, parte de un todo

Victoria Mazari explica cómo lograr una trabajo correcto y útil para lograr una técnica depurada y una bella línea en puntas.

lunes, 20 de agosto de 2018 |

Por Victoria Mazari (*)

En la danza clásica las puntas son el objeto más preciado y anhelado. Las puntas son comúnmente consideradas como el objeto distintivo de la bailarina, aunque está afirmación sea, a mi criterio, bastante errada.

Usar puntas para bailar implica, como toda actividad virtuosa, muchísimo trabajo, pero hay un plus, algo más que podemos hacer para que nuestra práctica sea mejor, más amena y bella. Este plus tiene que ver con la investigación, la reflexión, y la incorporación de nuevos ejercicios extra a la clase de ballet que nos ayuden a entender cuál es la mejor manera de bailar sobre la punta de los pies, sin lastimarnos, siendo lo más capaces y efectivos posibles, y sin depender absolutamente de las condiciones físicas naturales que ya vienen con nuestro cuerpo.

Si pensamos en nuestro cuerpo de la manera más común y natural posible, nos encontraremos llegando a ciertas conclusiones que se harán muy evidentes a la hora de ponernos las puntas. Por ejemplo: nuestro pie mide entre 20 y 25 cm de largo, medida que varía según cada persona. Si pensamos en estas dimensiones estando parados sobre las plantas de nuestro pies, nos vamos a dar cuenta que a la hora de subir a las puntas debemos elevar nuestro cuerpo ese cantidad de centímetros para que los pies entren debajo nuestro y quedar sobre los dedos. Para lograrlo, debo activar toda la musculatura que compone al cuerpo, desde la primera vértebra cervical hacia abajo.

Debemos comprender que el cuerpo es un todo que trabaja en conjunto, como un equipo. Si una cosa falla, ello desencadenará otras, o, por el contrario, si algo lo hacemos extremadamente bien y el resto de nuestro cuerpo no responde de la misma manera, también nos encontraremos en problemas. Pondré un ejemplo simple: si levantando la pierna atrás en un arabesque, tengo muchísima rotación, y mi pierna de base no tiene esa misma fuerza de rotación, ambas no trabajan de manera proporcional, y lo más probable es que la fuerza de rotación de una tire a la otra o que la debilidad de una, no pueda sostener la rotación de la otra.

Por eso, si bien la danza requiere mucha disociación muscular, debemos pensar el cuerpo como un todo, como un equipo que trabaja en conjunto con una finalidad determinada que en este caso es uno o muchos movimientos.

Volviendo a las puntas, este concepto aplica efectivamente porque no podemos concentrarnos únicamente en los pies, dado que el cuerpo entero se eleva para poder mantenernos sobre los dedos. Ello requiere de mucha fuerza y coordinación de parte de todo el cuerpo.

Existen, entonces, ciertas cuestiones específicas que debemos trabajar para ayudar al cuerpo.

Las partes más pequeñas del cuerpo tienden a ser a las que les prestamos atención sólo en última instancia. Por ejemplo, las falanges. En este caso, las de los pies tienen un rol fundamental porque son ese último extremo de salida de energía al cual nos subimos en punta. Son el lugar a donde queremos llegar, es decir, las puntas de los pies.

Al implicar músculos tan pequeños, debemos entrenar las falanges muy específicamente. Equivocadamente, ponemos toda nuestra atención en el empeine y lo empujamos hasta que por fin sentimos que los dedos chocan contra el piso. El empeine presionando hacia abajo pesa, y genera una energía descendente cuando lo que estamos buscando es elevarnos. Por otra parte, para presionar el empeine hacia los dedos, debemos activar una musculatura que no colabora a la elevación ni a la ejecución de los movimientos que luego querremos hacer sobre las puntas. Aquí una imagen para entender mejor:

En esta comparación de imágenes podemos ver en la de la izquierda las falanges de los dedos alargándose. Así deben estar también dentro de las puntas: el arco tirando hacia arriba y toda la musculatura de la pierna elevándose para colaborar en quitar peso a los dedos y empeine. Este tipo de trabajo, aunque más difícil, nos provee de mayor fuerza y dominio del pie, generando a su vez una línea de pie y pierna más larga y colocada.

En la imagen de la derecha vemos la pierna empujando hacia abajo, el empeine saliendo y quedando mucho más bonito, pero los dedos, ese extremo del que hablábamos antes, apretados contra el piso, no pueden colaborar con la elevación.

La pregunta en este momento sería: ¿Entonces no podemos buscar que el empeine salga más afuera, que el pie se vea más curvo, y complete una línea más bonita del pie?

Sí, podemos. Sólo que, como dije antes, no podemos obviar una parte de nuestro pie, que además cuando se fortalece, es muy útil. Debemos fortalecer las falanges y el arco del pie que las ayuda a sostenerse para encontrar la correcta alineación articular del pie dentro de las puntas y luego poder forzar la línea. Vale aclarar que fortalecer falanges y arco también hace que nuestro pie se vea más lindo porque ese musculo que trabaja al tonificarse nos permite generar más curva.

Y aquí es cuando volvemos a la idea de un cuerpo como un todo que, al trabajar en conjunto, favorece una parte a la otra.

Dejo a continuación una imagen descriptiva de un ejercicio para fortalecer las falanges y los dedos de los pies contra la pared:

 

Para terminar insisto a todos los alumnos en la investigación constante, no como una forma de encasillarse sino de tener diferentes opciones para trabajar, ya que todos somos distintos y nuestros cuerpos responden mejor a una cosa u otra.  Creo y recomiendo el trabajo por fuera de la clase, el pensamiento, la reflexión, y el necesario registro de la propia sensación. Ese es el momento para trabajar el cuerpo en partes, tener una rutina que trabaje los aspectos que más nos cuestan. En la clase nos debemos ocupar de lo más difícil: que todas las partes del cuerpo que entrenamos específicamente trabajen en conjunto.

El dominio del cuerpo nos sirve si lo podemos aplicar al movimiento, a la interpretación de la música, a la ejecución de pasos en diferentes dinámicas. Porque si ese trabajo del cuerpo que danza (y no que ejecuta), no se realiza, sólo seremos una práctica mecánica y algo robótica de lo que podría ser una bella danza.

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Victoria Mazari fue alumna de la Escuela Municipal de Danza Norma Fontenla y del gran Maestro y bailarín Ruben Chayan. Bajo su tutela ganó concursos provinciales e internacionales. Formó parte del Ballet Juvenil de Mar del Plata dirigido por Chayan. Obtuvo beca de estudio en la Fundación Julio Bocca. Integró el Grupo La Rayuela y el Ballet Neoclásico de Buenos Aires. Fue alumna del maestro Alfredo Gurquel y Juana Lederer e integró el Grupo de Danza que ellos dirigían. También integró la Compañía Expresarte Danza-Teatro. Desde 2011 integra el Ballet Metropolitano de Buenos Aires, con el que ha realizado diferentes giras por el país, Chile, Uruguay y conformó parte del elenco que el MET llevó a su primera gira en Rusia en 2012. Fue integrante de las tres temporadas que esta compañía realizó con mucho éxito en C.C. Konex. Dirige la compañía Danseur de Danza-Teatro, fundada en 2013, y con la cual ya ha realizado más de 10 funciones y se prepara para una nueva temporada.

Desde 2006 se desempeña como maestra de Danza Clásica con especialidad en Técnica de Puntas y Elongación y Preparación Física, siendo su principal sede BAYRES Estudio de Arte. Desde 2009 dicta Clases Especiales de Técnica de Puntas.