Un descenso a la Floresta

Por María José Rubín Dos figuras de negro caminan hacia el centro. Un cambio de luces las transmuta: sus ropas oscuras se vuelven de un rojo intenso y se inicia el viaje. Las metamorfosis continúan: se cubren el rostro hasta hacerlo desaparecer y emergen con una nueva mirada. Se libran de suciedades e impurezas, de […]

martes, 17 de septiembre de 2013 |

Por María José Rubín

Dos figuras de negro caminan hacia el centro. Un cambio de luces las transmuta: sus ropas oscuras se vuelven de un rojo intenso y se inicia el viaje. Las metamorfosis continúan: se cubren el rostro hasta hacerlo desaparecer y emergen con una nueva mirada. Se libran de suciedades e impurezas, de adentro hacia afuera, del centro a los lados: los ojos, la boca, el pelo y el cuerpo todo, hasta la ropa.

Caminan alrededor de un espacio virtual, lo delimitan para poblarlo de elementos imaginarios. El ruido se convierte en música y una letanía de figuras se sucede. Otras voces y otros cuerpos las habitan, voces que cantan y murmuran, gritan y susurran.

Foto: Guillermo Genitti

Foto: Guillermo Genitti

Ellas comparten el espacio como si se tratara de mundos paralelos, como si una fuera el espejismo de la otra, o ambas la sombra de alguien más: no se encuentran, no conviven, pero responden a una misma lógica. Por momentos son una, para volver a ser dos, iguales y diferentes.

Foto: Guillermo Genitti

Foto: Guillermo Genitti.

La música varía, transforman sus vestimentas, y  dibujan en ausencia lo que no está, lo que las moviliza pero no se puede ver, aunque se puede tratar de imaginar.

Sus cuerpos caminan, galopan, nadan, habitan ese espacio de las formas más diversas; dialogan, pelean y surgen, en un remolino, a la superficie.

Gráciles y firmes, dueñas totales del espacio escénico, Mariana Danani y Carolina Doartero interpretan esta obra, cuya autoría comparten con su ideóloga, Marina Gubbay.

Foto: Guillermo Genitti

Foto: Guillermo Genitti

Pero, ¿qué es esta Floresta a la que acabamos de descender? Es un espacio de imágenes y movimiento, un lugar para crear y ser creado, tierra fértil de las transmutaciones, un espacio que no es un lugar, un espacio para resignificar.

“Así era Eremita. Que si subiera con todo lo que había encontrado en la floresta sería quemada en la hoguera. Pero lo que había visto […] todo eso ella no lo contaba porque lo ignoraba: lo había percibido con una sola mirada, demasiado rápida para no ser sino un misterio.”[1]

La Floresta es un misterio y vale en tanto tal. Su sentido verdadero radica en esa abertura, en esa indeterminación que permite regresar una y otra vez y encontrarse con un paisaje plenamente diferente, y volver transmutado.



[1]     Lispector, Clarice, “27 de enero – Como una corza”, en Revelación de un mundo, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2004.

CUÁNDO Y DÓNDE

Sábados de septiembre – 21 y 28 – 21 hs
Espacio Cultural Pata de Ganso, en Zelaya 3122 (Abasto) | Informes de lunes a viernes de 13 a 21 hs: 4862-0209 – info@patadeganso.com.ar  | Entradas $60.

FICHA TÉCNICA

Idea y Dirección: Marina Gubbay | Intérpretes: Mariana Danani y Carolina Doartero | Creación Colectiva: Mariana Danani, Carolina Doartero y Marina Gubbay | Música Original: Andrés Rubinsztejn | Cellista: Manuela Weller – Clarinetista: Eliana Liuni | Diseño y Realización de vestuario y objetos: Paula Herrera y Natasha Voliakovsky | Iluminación: José Binetti | Diseño Gráfico: Diego Farah | Fotografía: Guillermo Genitti | Registro audiovisual: Paula Zacharías