Simplemente, una Carmen extraordinaria

Por María José Lavandera La del domingo 30 de junio fue una función para guardar en el corazón. Realmente creo que cuando hay una obra realizada por un coreógrafo maravilloso –Mauricio Wainrot-, con un cuerpo de baile estupendo y unos Primeros Bailarines que entregan lo mejor de sus almas en el escenario, no puede haber […]

martes, 02 de julio de 2013 |

Por María José Lavandera

La del domingo 30 de junio fue una función para guardar en el corazón.

Realmente creo que cuando hay una obra realizada por un coreógrafo maravilloso –Mauricio Wainrot-, con un cuerpo de baile estupendo y unos Primeros Bailarines que entregan lo mejor de sus almas en el escenario, no puede haber más que un resultado de ensueño. Y no hacen falta demasiadas palabras para tratar de transmitir esto. Por eso, creo que resumiré todo muy fácilmente: no se pierdan esta Carmen. Son tres funciones que restan luego de su re-estreno el domingo –su prémiere mundial en esta versión exclusiva para el Colón fue en 2012-, y es una experiencia inolvidable.

La Carmen de Wainrot derrocha sensualidad y pasión, pero logradas a partir de la sutileza, la delicadeza exquisita en los movimientos y las actitudes que componen cada personaje. Queda por demás claro aquello que los protagonistas de la obra, Nadia Muzyca –Carmen en todas las funciones-, Juan Pablo Ledo –Don José -30/6 y el 2/7- y Edgardo Trabalón -3/7 y 4/7-, comentaron recientemente en entrevista con REVOL: cada paso se proyecta en función de la intensa trama que se está contando, a la que ellos mismos sucumben con la potencia de la personalidad del personaje que han construido. La fuerza de esta historia, cuya energía se va enarbolando como en un espiral a lo largo de los ochenta minutos sin intervalo, deja al espectador conmovido hasta las lágrimas.

Nadia Muzyca y Juan Pablo Ledo encarnan una Carmen y un Don José plásticos y apasionados. Foto: Arnaldo Colombaroli / Prensa Teatro Colón.

Nadia Muzyca y Juan Pablo Ledo encarnan una Carmen y un Don José plásticos y apasionados. Foto: Arnaldo Colombaroli / Prensa Teatro Colón.

Con una música, en un arreglo de Luis Gorelik, que retoma obras de Joaquín Turina e Isaac Albéniz, amén de la tan famosa de Bizet, la danza de esta Carmen, si bien con una impronta clásica fundamental y las chicas en puntas, goza de elementos contemporáneos y espíritu flamenco, lo cual transforma cada variación en una pieza flexible y orgánica. Se trata también de una versión con desafíos técnicos imponentes, dado el intenso trabajo de partenaire, que requiere gran demanda física, muy en tono a la visceralidad del relato. En una puesta de reminiscencias cinematográficas –con un diseño de iluminación también muy destacado a cargo de Eli Sirlin, que da interesante personalidad a cada cuadro y es imprescindible para generar el clima de cada situación-, los personajes van construyendo el espacio con sus acciones: toda la historia se lleva adelante en un semi-círculo que emula una plaza de toros. Algunas imágenes alusivas en una pantalla gigante tematizan de modo metafórico, a lo largo de la obra, cada momento fundamental. La escenografía  y el vestuario, colorido y frondoso, fueron diseñados por Carlos Gallardo.

El escenario, una plaza de toros, es construido y re-construido en su impronta por la iluminación y las acciones de los personajes. Foto: Arnaldo Colombaroli / Prensa Teatro Colón.

El escenario, una plaza de toros, es construido y re-construido en su impronta por la iluminación y las acciones de los personajes. Foto: Arnaldo Colombaroli / Prensa Teatro Colón.

Y Carmen fluye. Fluye como si no hubiera más verdad que la que vemos en ese escenario. Nadia Muzyca estuvo absolutamente extraordinaria en el rol: no sólo la acompañó su propia impronta personal –el physique du rol-, sino que quedó de manifiesto un trabajo magnífico en la elaboración del personaje, que le cae como anillo al dedo. Encarnó una Carmen carismática, en lucha aguerrida por su libertad y que defiende con ímpetu frente a cualquier restricción moral o legal que se le quiera imponer.

Las miradas incisivas, los enojos agresivos, la sensualidad plástica, el andar pausado y relajado, el pelo revuelto sostenido únicamente por una alegórica flor roja, se combinaron con la calidad extraordinaria de Nadia como bailarina e hicieron de ella una Carmen impecable, que, claro está, se ganó la ovación de un Teatro Colón lleno a tope. Juan Pablo Ledo, como Don José, también hizo gala de un trabajo actoral magnífico como este militar enamorado de Carmen, cuya pasión no puede controlar. Representó en dosis perfectas de sentimentalismo su debate interno entre la gitana, su sufriente novia Micaela –encarnada líricamente por la siempre bella Maricel De Mitri-, su desolada madre –Marta Desperés– y las presiones de Zúñiga, su jefe militar, quien fue interpretado por el brillante Vahram Ambartsoumian. Finalmente, el torero Escamillo, en la piel de Federico Fernández, quien le donó a este personaje el porte justo con una interpretación técnicamente perfecta, completó el cuadro estelar.

El Destino, encarnado magistralmente por Karina Olmedo, insta a Carmen a hacerse cargo de su futuro. Foto: Arnaldo Colombaroli/ Prensa Teatro Colón.

El Destino, encarnado magistralmente por Karina Olmedo, insta a Carmen a hacerse cargo de su futuro. Foto: Arnaldo Colombaroli/ Prensa Teatro Colón.

Mención especial amerita la genial performance de la bailarina Karina Olmedo en el rol de El Destino: se trata del personaje que guía los acontecimientos y, desde el comienzo, los anticipa como tragedia. Ella logró imprimirle una impasibilidad grave y certera para indicar, a cada paso, la fragilidad de la vida y la enormidad de esos sentimientos descontrolados.

Este espectro se coló a través de los intersticios de esos seres de carne y hueso, corrompidos por su euforia, para transmitir lo que sucederá. A veces lo hizo de modo explícito a los personajes, permaneciendo en el orden diegético, y, por momentos, saliendo de él y estableciendo relación con la audiencia, siempre dando cuenta de un futuro ya escrito.

A lo largo de la obra, su vestido violeta iba cortando el aire que respiraban los personajes con majestuosidad, invitándolos a conocer ese futuro escabroso. Esto resonaba en ellos de modo contradictorio: por momentos sucumbían a este destino y por otros, deseaban escapar de él.

Al final, sin embargo, el embrujo gitano nos terminó por enloquecer a todos.

CUÁNDO Y DÓNDE

-> Martes 2, miércoles 3 y jueves 4 de julio a las 20:30 horas.

Las localidades se encuentran a la venta en la boletería del Teatro Colón, Tucumán 1171 (4378-7109), de lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas y domingo de 10:00 a 17:00 horas. O por internet ingresando a:www.teatrocolon.org.ar. Localidades desde: $35.

Reparto

Carmen: Nadia Muzyca (2, 3, 4)

Don José: Juan Pablo Ledo (2), Edgardo Trabalón (3, 4)

Destino: Karina Olmedo (2, 5), Carla Vincelli (3, 4)

Micaela: Maricel De Mitri (2, 5), Natalia Pelayo (3, 4)

Escamillo: Federico Fernández (2, 3, 4)

Zúñiga: Vahram Ambartsoumian

Madre: Marta Desperés (2), Graciela Bertotti (3, 4)

Cuerpo Estable del Teatro Colón

Orquesta Estable del Teatro Colón, dirigida por el Maestro Luis Gorelik