CÍA. MÓVIL: CUERPOS EN DISPUTA

Los cuerpos se van uniendo y desuniendo en una red de poesía hecha movimiento. Carne y hueso que se convierten de pronto en estopa; de pronto, también, entendemos (¿entendemos?) que la identidad se construye a través de ese movimiento tan juguetón como tétrico. Una mano que danza a través de un muñeco que camina, se sienta, se mira y se […]

lunes, 01 de abril de 2013 |

Los cuerpos se van uniendo y desuniendo en una red de poesía hecha movimiento. Carne y hueso que se convierten de pronto en estopa; de pronto, también, entendemos (¿entendemos?) que la identidad se construye a través de ese movimiento tan juguetón como tétrico. Una mano que danza a través de un muñeco que camina, se sienta, se mira y se enoja; un muñeco tan real como la bailarina que lo encarna, a cada paso, en una suerte de cascada de alter egos subsecuentes que se van pisando los talones, que se van seduciendo y alcanzando para finalmente sobrepasarse en las penumbras entre lo que parece que es y lo que finalmente no es. Un cuerpo que se muda a otro cuerpo, para desecharse, para buscarse, para odiarse un poco y desearse luego de nuevo. Una lucha esquizofrénica, quizás… una violencia por separarse, por no poder escapar de una reunión inevitable, que aman y odian. La tensión, a veces, angustia. Da ganas de llorar. La vida se mutila en una montaña de tripas de tela. Esta tríada –bailarina, titiritera y muñeco- que danza todo el tiempo en la orilla de lo decible, al borde de la garganta, baila en un mundo a deshora. Y luego esas identidades que se desangran en estopa, en cuerpos que se entreveran, esos cuerpos que pueden ser cualquier cuerpo, van quedando callados –como si alguna vez, en alguna parte de la obra, hubieran hablado (ese movimiento mágico que habla tan claramente al cuerpo de cada espectador)- y miran a los presentes desde la estupefacción del no saber ya, quizás, quién es el otro, finalmente. Ese otro que… ¿no soy yo?

Inés Armas en "Cuerpo extranjero", 2013.

Cuerpo extranjero”, que acaba de cumplir con su tercera temporada en cartelera –esta vez en el Teatro Hasta Trilce- es una obra que despierta la danza desde el teatro, el teatro desde los títeres y los títeres, de nuevo, desde la danza, en una interacción de perfecta amalgama, que termina por proponer una reflexión acerca de la otredad y la construcción del sujeto. Fue ganadora del premio Teatro del Mundo por mejor coreografía y dirección coreográfica, en 2012. Esta obra es otra gran apuesta de Cía.Móvil, uno de los grupos interdisciplinarios más interesantes de la escena independiente de los últimos años, fundado por el director teatral Fagner Pavan y por la bailarina Inés Armas. En esta ocasión, trabajaron junto a la titiritera Daniela Fiorentino. Esperan para este año llevar esta maravillosa obra al interior del país y al exterior.

Luego de su última función, aprovechamos para conversar con ellos sobre su interesante producción, acerca de su perspectiva del arte, la actualidad de la danza -desde el «Bailando» de Tinelli hasta «La idea Fija» de Rotemberg- y sus planes para 2013:

R: Leí que buscan generar, a través del arte, una transformación de la realidad. ¿Cómo se articula el arte para lograrlo desde su perspectiva? Es algo así como una dimensión política que el arte tiene y creo que está bastante marcado en las producciones de ustedes. ¿Cómo trabajan ustedes este concepto desde los procesos creativos y de las aproximaciones al cuerpo a este concepto?

–          Inés Armas: Es lo que a nosotros nos mueve. Que el arte, a través de ver o hacer una obra, pueda cambiar algo de alguna manera: para el que la vio, el que la hizo, para el que escribe sobre ella. Como esa cadena de actores involucrados en la realización de la obra. No pensamos esos cambios como un mensaje. Sí nos parece político, pero en el sentido de un cambio simplemente en la percepción de algo. A nosotros esta obra nos modificó, cada obra nos modificó y creemos que puede modificar también a alguien que la comparte. Es sobre lo que siempre estamos indagando.

–          Fagner Pavan: Es que para nosotros el arte en sí es acción pura, política. Ya el hecho de que uno, en Latinoamérica, decida hacer arte es muy fuerte: sostener esta decisión a largo plazo es una lucha artesanal que se realiza día a día. Ya hay un hecho de acción en sí mismo. No queremos hacer discurso político, en el sentido de partidario. Pero es nuestra idea cambiar, metamorfosear constantemente la relación con lo cotidiano, con lo más chico, con lo mínimo. A veces es muy difícil querer pensar algo muy macro. Cuanto más macro, más capas tenés. Es muy complejo. En esta obra, «Cuerpo extranjero», indagamos partiendo de lo simple, de un muñeco, nos preguntamos qué nos dice este muñeco, a dónde nos lleva, qué preguntas nos incita, qué callejones nos pone. Se trata de un trabajo en proceso de mucha escucha: nunca hay una bajada de línea, sino que se trata de integración y escucha. Yo siempre digo que el maestro de la obra es el títere. Él nos fue dando el camino, nos fue diciendo en su propia acción, en su propio caminar, a dónde iba la obra. Nos hizo preguntarnos de qué era hecho: de estopa. Luego indagamos de dónde viene esa estopa. Esto lleva a preguntas mayores luego: qué me manipula y qué manipulo yo.

–          Daniela Fiorentino: Yo, como titiritera, lo tuve que escuchar y lo tuve que dejar bailar. Tuve que comprender el lenguaje de la danza desde otro lugar. Yo siempre, cuando pienso cómo fue el proceso, pienso que Fagner me dirigió haciéndome desaprender lo que yo traía. Estoy muy agradecida.

R: De hecho, la interacción tuya con Inés tiene mucho de “danzático”…

–          Daniela: Yo trato de hacer lo mejor posible para estar a la altura de la danza. Yo no vengo de ahí y para mí fue un desafío. Me preguntaba: “¿Y ahora cómo manejo un títere arrastrado por el piso?”. Como titiritera, te enseñan la cuestión de la manipulación de un modo muy cerrado. Entonces esa fue también la cuestión: ver qué nos proponía este títere y cómo nos íbamos adaptando a él. Nos proponía otro camino.

R: ¿Cómo fue el proceso de creación de la obra? ¿Cómo surgió la idea del títere?

–           Fagner: La obra tuvo dos disparadores. Por un lado, fue el libro de Albert Camus, “El extranjero”, y esa sensación que me dejó el libro respecto de «la región desconocida», del ser extranjero. A partir de ahí, hablamos con Dani sobre trabajar sobre esta idea de lo «otro».

–          Inés: En un momento habíamos pensado hacer un dúo entre un bailarín y yo. En esta gestación la conocimos a Daniela. A mí siempre me habían llamado la atención los títeres y el mundo de la animación. Empezamos a hablar y comentando con ella, comenzamos a pensar la idea de un dúo entre una bailarina y un títere.

–          Daniela: Yo anteriormente había visto “Objetos” [N. de la R.: Puesta de Cía. Móvil realizada en 2010, en la que indagaron acerca de la relación existencial con el mundo objetual de la cotidianeidad]. Yo salí en ese momento muy conmovida del teatro, porque me había tocado una fibra respecto de investigaciones propias que yo venía pensando y de poner el objeto en el cuerpo. A mí me sirvió mucho verlo. Es como un pensamiento que tiene el titiritero, pero no había sido realizado: qué ganas de manipular ese “trapo humano”.

"Cuerpo extranjero", una indagación danzada acerca de la construcción de la otredad. Foto: Revol Revista

R: Me llama la atención que uses esa palabra – “manipular”- porque de alguna manera es lo que sentí yo respecto de la obra. Una suerte de alter-egos que se van sucediendo unos a los otros: muchos niveles y que los van manipulando, unos a los otros. Creo que quizás está implicado ese concepto también en términos del títere y su contigüidad con la figura de la bailarina –ese cuerpo humano manipulado en la obra, como si fuera el títere, o que se mimetiza con él. Tiene una connotación muy fuerte respecto del significado que puede disparar.

–          Fagner: Podríamos decir que el eje de la obra es la manipulación.

–          Inés: “Manipulación” viene de “mano” y lo pensamos también mucho desde la perspectiva de la “animación”. Tiene implicancias respecto de “la mano que mueve”. Es una palabra que dennota la técnica que usamos y, al mismo tiempo, nos hace preguntarnos si no le correspondería más el término “animación”, porque el titiritero no sólo mueve al muñeco, sino que le inyecta la energía de vida. En esa acción hay algo más que mover un objeto: es pretender que ese objeto está vivo, creerlo de verdad en un punto. Técnicamente es la palabra que se usa. Pero no lo pensamos desde la carga que implica un sometimiento.

–          Daniela: Yo no lo trabajo desde una perspectiva de “sometimiento”, sino desde lo que llamaría “rutina de vida”. Nosotros jugamos de ese modo y el espectador lo puede leer como guste. Pero interna y actoralmente no voy a someterla, sino que voy a hacer un juego.

–          Inés: En un punto, este cuerpo que es mi personaje, acepta ciertas reglas como forma de vida. Estamos de acuerdo, en un punto.

–          ¿Qué sienten que fue la característica más específica de esta obra? ¿Cómo la definirían? A diferencia de otros trabajos anteriores…

–          Fagner: La cuestión del poder y de los sueños son dos temas que me acompañan de modo permanente. Hay un seguimiento respecto de las otras obras. El vértigo de los sueños, la metamorfosis de que una cosa se transforma en otra y luego en otra. Es una búsqueda existencial. Nos preguntamos de qué estamos hechos, por qué estoy acá, qué nos mueve.

–         Inés: Como tema central de la obra, creo que es ese. Yo diría que fue la pregunta por el de qué somos y qué es lo que nos mueve, cuál es el origen de estos cuerpos que somos. Preguntas a las cuales cada función nos fue acercando más y más.

–          Fagner: Es un trabajo sobre la propia materia, la materia oscura.

–          ¿Cómo cambia la interpretación de un año a otro, en la relación respecto de la obra?

–          Inés: La obra tuvo un año de proceso de investigación y se estrenó por primera vez en 2011. Es una obra en la que cada función es re distinta, en cada una se va ajustando. Esta temporada fue muy particular. Tenemos un integrante de nuestro elenco, asistente y co-coreógrafo, que falleció justo tres días antes de este re-estreno, Gabriel, esta vez fue muy intenso en ese sentido para nosotros. Hablar de alguien ya que no está, desde la obra, pensando en lo que él dejó y cómo lo fuimos transformando.

–          Daniela: Y lo que él dejó como significante dentro de la obra. Yo siento que se re-significó también. Por ejemplo, hacerla hoy, 24 de marzo, tampoco es lo mismo.

–          Fagner: Hay muchos disparadores para esta obra. Dispara a muchos lados. Propone distintas visiones, interpretaciones. La obra tiene esa apertura. Esto fue una consecuencia del trabajo. Creo que eso surge también del ensamble de distintas disciplinas. Nuestra búsqueda fue que esto se vuelva una amalgama, que llegue a un lugar desconocido, que ya no es sólo la danza, ni sólo el teatro, ni sólo títeres, que nos lleve a un lenguaje propio, que la obra pide. Creo que este lugar extranjero, que no está tan definido, nos permite ampliar muchas percepciones.

Inés Armas y Daniela Fiorentino interpretan un juego de construcción reciproca en una interacción mediada por un títere que, a lo largo de la obra, cobra vida de una manera magistral. Foto: Cía.Móvil

R: Me encanta del trabajo de ustedes que ponen la danza al servicio del concepto… El movimiento no por sí mismo, sino en relación a algo más y sometido a la relación con otras disciplinas. Tal es así que no sólo Inés baila, sino que Daniela y el títere bailan permanentemente…             

–          Daniela: Eso justamente es lo que más me interesaba trabajar con ellos como compañía, porque proponían una apertura y realmente un cruce. La propuesta de él como director no fue un solo de danza para Inés y un solo de títeres para mí: realmente fue un cruce, un nutrirse de ambas disciplinas, que dieron como resultado este trabajo. Es lindo cruzarse así. Es más riesgoso, peligroso, pero es mejor.

R: ¿Por qué peligroso?

–          Daniela: Porque te desacomoda lo que vos traés acomodado. Vos tenés la cajonera bien organizada: yo vengo del Teatro San Martín y ya se cuándo la gente se va a emocionar, se va a poner a reír o se va a asombrar.

–          Inés: La búsqueda del abismo y lo desconocido es lo que interesa. Uno a veces se siente perdido. Para él, que viene del teatro, dirigir a una bailarina y una titiritera, no es su campo. Pero ese abismo y ese encuentro cruzado, nos ayudaron a que surja otra cosa, que está surgiendo todavía. Creo que la obra nos abrió otras cosas para la próxima vez. Es más, en cada función tenemos un encuentro previo en el que le ajustamos más las tuercas, vamos llevándola más a los lugares que nos interesan. No es algo cerrado que quedó ahí: está en proceso.

–          Fagner: Igualmente en el escenario las certezas no nos interesan.

–          Inés: Como bailarina, es realmente tratar de olvidarse cómo estás apoyando los pies, si la pierna está más alta, si el giro salió prolijo, o sea, no hay nada de eso que sea importante por sí mismo –y me costó un montón entenderlo, en lo que me ayudó un montón Gabriel, nuestro colega que falleció-. O sea, la técnica ya la tenés en el cuerpo: ahora interesa que el cuerpo esté presente y conectándose con la estopa, con el muñeco, no más preocuparse por una cuestión coreográfica o técnica de precisión, que sí tiene que haber precisión, pero no en cuanto a eso, a cumplir técnicamente con lo que se espera de un bailarín. Es más: mientras más de trapo se te vea, mejor. Todo lo que trabajé tantos años, ajustando para hacer el “tendu” y de repente la consigna es soltar todo y que se te caiga. Es difícil pero creo que es lo que me interesa y que vale la pena.

R: ¿Cómo ves la apertura a los lenguajes de la danza en nuestra sociedad? ¿Cómo sentís al público?

–          Inés: Yo creo que en Buenos Aires hay toda una movida de gente que está buscando otras cosas, viendo otras cosas. Es poca todavía. Esta obra recién en la tercera temporada notamos que empieza a haber un poco de movimiento de público espontáneo: más allá de estudiantes de danza, alumnos nuestros.

–          Fagner: Creo que se ha avanzado mucho del público que hace y que estudia danza a espacios nuevos. Pero hay mucho por hacer: de la danza no sólo para la danza.

–          InésCreo que es nuestra responsabilidad generar estos espacios de apertura. Hoy hablábamos de obras, que son un boom, como “La idea fija” de Pablo Rotemberg y es fundamental e interesante que pase eso, porque aborda un tema, que es el sexo, que será convocante, pero lo aborda desde un lugar artístico, profundo y comprometido. También es un trabajo para nosotros, cómo abrirse a tratar este tipo de temas de distintas maneras.

–          Fagner: Un fenómeno como “La idea fija” llama a espectadores a un determinado tipo de espectáculo.

R: La danza, la música contemporánea tienen este mote de “incomprensibles”…

–          Fagner: Creo que la danza hoy, como disciplina, vive un momento muy bueno: desde el “Bailando” de Tinelli. La gente prende la tele y ve danza. Eso es bueno. Hay muchos niveles, obviamente, luego habrá que ver cómo se elabora sobre eso, qué disparadores implica para continuar una profundización en la aproximación a esta disciplina tan rica.

–          Inés: También al estar como en crisis, la dramaturgia, el teatro –aunque es enorme-, pero creo que hay hoy un momento muy bueno para la danza. Quienes  hacemos esto, tenemos que asumir, hacernos cargo y aprovechar que es un momento bueno. La palabra está un poco agotada y el movimiento se revaloriza en su decir.

–          Daniela: Y se pone en el tapete que se puede danzar de muchas maneras. Yo nunca pensé que manejando un títere iba a danzar. No puedo decir que soy bailarina, porque no lo soy, pero hay una libertad de movimiento que te lleva hacia ese danzar.

–          Inés: Hay otra cuestión respecto de que el movimiento del manipulador en sí a nosotros nos pareció muy “danza”. Esa inyección de vida que pone en el muñeco, esa tensión, y a veces el titiritero suele estar oculto o tapado, pero ese lugar, verlo, desnudarlo, es poner también en valor lo que hace.

R: ¿Qué proyectos los esperan con «Cuerpo extranjero»?

–          Fagner: Ahora nos vamos a Santa Fé, al 9° Argentino de Danza. También probablemente vayamos a presentarnos en un festival en Nicaragua, donde nos invitaron. Estamos invitados también al Festival de Títeres para Adultos de Buenos Aires, que es organizado por un grupo que se llama El Bavastel. Queremos ver de moverla en el interior.

R: ¿Y algún otro proyecto en cartera?

–          Inés: Tenemos en marcha un cruce parecido, pero en relación al público infantil, en el que trabajará Dani como titiritera y clown y una bailarina en danza aérea y contemporánea. Yo dirijo y se estrenará en junio. Se llama “El País del Espejo”. Será basada en Lewis Carroll. Será un paso más de investigación, incluyendo el clown desde la danza. Es muy divertido y un paso desafiante, después de esta obra, hacer algo para niños. Tengo una hija y si no la tuviera, no sé si hubiera hecho un infantil.

Por María José Lavandera  

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