La nueva Cenicienta del Colón

Por Melina Sólimo/María José Lavandera Cuando uno se acerca a la función de un ballet inspirado en un cuento infantil, llega a la platea con la expectativa de un niño. El estreno de “La Cenicienta” en el Teatro Colón remontó a varios recuerdos almacenados en nuestra memoria: la humilde joven que sueña con ser princesa, […]

miércoles, 13 de noviembre de 2013 |

Por Melina Sólimo/María José Lavandera

Cuando uno se acerca a la función de un ballet inspirado en un cuento infantil, llega a la platea con la expectativa de un niño. El estreno de “La Cenicienta” en el Teatro Colón remontó a varios recuerdos almacenados en nuestra memoria: la humilde joven que sueña con ser princesa, un hada madrina que la viste con un atuendo de ensueño, una calabaza convertida en carroza de cristal, un zapatito delicado perdido en el camino de una corrida, un dulce príncipe enamorado y el reloj que marca las doce como el fin del hechizo. El caso es que la reposición del clásico ballet mostró, en esta ocasión, una nueva historia, muy lejana al cuento original. En la versión de Renato Zanella, es el propio Johann Strauss II que aparece en escena como el guía en las aventuras de Greta –Cenicienta– interpretada por Nadia Muzyca, quien es una modista que trabaja en el estudio de Madame Leontine, su madrastra, y sueña con presentar su propia creación en un desfile.

La obra trascurre en Viena, cerca de la Ópera, a comienzos del siglo XX. Allí, Strauss Junior, interpretado por Alejandro Parente, decide volver –en espíritu, parece- al lugar donde se estrenó su único ballet y entra en la vida de la muchacha, para ayudarla con los preparativos del baile de Año Nuevo en la casa de Monsieur Arnaud y lograr que Gustav –un afamado diseñador de moda y sobrino de dicho monsieur– se enamore de ella. Greta sueña con asistir, pero no sólo es objeto de hostigamiento por Leontine, quien se lo prohíbe, sino que sus hermanastras se burlan de ella junto a las demás modistas por ello.

Nadia Muzyca y Alejandro Parente, como Greta y Strauss II. Foto: Máximo Parpagnoli/ Gentileza Prensa Teatro Colón.

Nadia Muzyca y Alejandro Parente, como Greta y Strauss II. Foto: Máximo Parpagnoli/ Gentileza Prensa Teatro Colón.

La familia de la protagonista brilló en el escenario gracias al histrionismo y expresividad de los bailarines. Igor Gopkalo interpretó a una madrastra excepcional, que se llevó la mayoría de las risas y la ovación de público. Las hermanastras, interpretadas por Paula Cassano y Daiana Ruiz, completaron los desopilantes cuadros familiares con una gran expresión y gestualidad.

El vestuario y la escenografía merecen un párrafo aparte, ya que lograron ese viaje hacia la fantasía que todo ballet necesita. Colores, brillos, y vestidos ostentosos, fueron los protagonistas de cada escena. Gracias al trabajo del vestuarista Aníbal Lápiz y el escenógrafo Juan Carlos Greco, el cuento se lució a pesar de que la versión presentada se tornó extensa y redundante, sin ofrecer, argumentativamente, los puntos altos que este cuento necesita para ser efectivo en escena.

Greta y su "diseñador" enamorado. Foto: Máximo Parpagnoli / Gentileza Prensa Teatro Colón.

Greta y su «diseñador» enamorado. Foto: Máximo Parpagnoli / Gentileza Prensa Teatro Colón.

Para los amantes de la danza, quizás pueda quedar un gusto a poco, dado que son preeminentes la expresividad dramática y el trabajo interpretativo actoral. Sin embargo, en términos estrictamente dancísticos hubo dos momentos que merecen ser destacados. Por un lado, el sueño de Cenicienta al volver de la fiesta, cuando se imagina bailando con Gustav: tanto Nadia Muzyca como Federico Fernández se lucieron en una linda interpretación de un lírico Pas de Deux. La danza se completó con un clima de penumbras y romanticismo, logrado por las luces y el humo en escena. Por otra parte, la presentación de Signorina Cerini, primera bailarina de la Ópera de Viena, quien realiza una interpretación en un desfile de modas en casa de Arnaud junto a su partenaire, en el segundo acto. Carla Vincelli interpretó a la Prima Ballerina con gran delicadeza y destreza técnica, bien acompañada por el Señor Querra, interpretado por Edgardo Trabalón.

La historia continúa y llega la fiesta de fin de año. Paradójica es la temporalidad de la obra, ya que reciben el año 2014 (cuando durante la obra parece haberse desempeñado a comienzos del siglo XX). Greta recibe de regalo un par de zapatos de cristal, pero antes de irse, acompañada por Strauss, deja caer uno como prueba de su amor a Gustav. Él y sus hermanos llegan a la casa de Cenicienta en busca de la dueña del zapato, junto a Piccolo, un inquieto ayudante que robó más de una sonrisa, gracias a la excelente actuación de Leonardo Reale. Finalmente, es él quien descubre que Greta tiene el otro zapato y se lo comenta a Gustav, en medio de un estrambótico desfile de vestidos de novia de su autoría, que no contribuyó especialmente a la consistencia argumentativa de la obra.

Finalmente, entre risas y ternura, la pareja del cuento baila el famoso “vals perpetuo” de Strauss, quien se alegra de ver feliz a Cenicienta y toma una foto con todos los personajes de la obra.

Foto final. Foto: Máximo Parpagnoli / Gentileza Prensa Teatro Colón.

Foto final. Foto: Máximo Parpagnoli / Gentileza Prensa Teatro Colón.

Ficha técnica:

Coreografía: Renato Zanella

Música: Johann Strauss II

Director: Emmanuel Siffert

Fechas y horarios

12.11.2013 • 8:30 pm

13.11.2013 • 8:30 pm

14.11.2013 • 8:30 pm

15.11.2013 • 8:30 pm

Consultas en: http://www.teatrocolon.org.ar/es/ballet/la-cenicienta