«Ramos generales», un baile a la diversidad

Por María José Rubín Su nombre ya nos anticipa algo: Ramos generales, interpretada por la compañía independiente Castadiva, con idea y dirección de Mónica Fracchia, se constituye a partir de la diversidad. En un espacio ambientado con viejos electrodomésticos que cumplirán funciones de escenografía y de instrumentos de percusión, los bailarines interpretan piezas de lo […]

domingo, 03 de noviembre de 2013 |

Por María José Rubín

Su nombre ya nos anticipa algo: Ramos generales, interpretada por la compañía independiente Castadiva, con idea y dirección de Mónica Fracchia, se constituye a partir de la diversidad.

En un espacio ambientado con viejos electrodomésticos que cumplirán funciones de escenografía y de instrumentos de percusión, los bailarines interpretan piezas de lo más variadas: blancos y emotivos solos con el Avemaría de Schubert se mezclan con dúos románticos y con ruidosas y frenéticas escenas en las que los propios bailarines entonan cantos populares humorísticos a viva voz.

"Un espacio ambientado con viejos electrodomésticos que cumplirán funciones de escenografía y de instrumentos de percusión...". Foto: Gentileza Mónica Fracchia.

«Un espacio ambientado con viejos electrodomésticos que cumplirán funciones de escenografía y de instrumentos de percusión…». Foto: Gentileza Mónica Fracchia.

Un motivo recurrente en las obras de la compañía: la mayor parte de los bailarines se instala en un extremo del escenario, parapetados tras sus elementos a modo de hinchada, mientras que dos o tres de ellos interpretan duelos o bailan al unísono en el centro, al ritmo de las voces y la percusión que les proporcionan los demás. Una escena que reúne lo primitivo y lo ritual, combinado con esos antiguos electrodomésticos transmutados en tambores y cajones peruanos, casi como si se tratara de un futuro postapocalíptico.

"Lo cotidiano convertido en materia expresiva". Foto: Gentileza Mónica Fracchia.

«Lo cotidiano convertido en materia expresiva». Foto: Gentileza Mónica Fracchia.

Lo cotidiano convertido en materia expresiva es una constante a lo largo de la obra: actividades diarias, como cepillarse los dientes, se estilizan en coreografía; los electrodomésticos se vuelven instrumentos; y hacia el final, incluso los espasmos del cuerpo se vuelven música y movimiento, resignificando elementos impensados y convirtiéndolos en parte de la obra.

Hacer reír y conmover son dos misiones que Castadiva sabe cumplir en cada función. Escenas de gran lirismo se suceden junto a episodios de un humor y un histrionismo irresistibles, todo ello ejecutado con una calidad técnica e interpretativa notable.

Hacer reír y conmover son dos misiones que Castadiva sabe cumplir en cada función. Foto: Gentileza Mónica Fracchia.

Hacer reír y conmover son dos misiones que Castadiva sabe cumplir en cada función. Foto: Gentileza Mónica Fracchia.

En la frescura y entrega de su performance se puede palpar una atmósfera de trabajo íntima y descontracturada, a la vez que vivamente comprometida. Así, la obra se enriquece con las particularidades de cada bailarín y de la compañía en su conjunto, generando un valor mucho mayor en cada función, y ofreciendo a los espectadores una experiencia sumamente placentera.